Clásicas peticiones de intervencionismo. Los dos escritos satíricos de F. Bastiat. Uno reclama la protección gubernamental de la competencia extranjera que daña a la industria nacional. El otro sugiere al presidente una manera segura de elevar el empleo.

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Introducción

Bastiat manifiesta sus ideas mediante una crítica severa, que toma la forma de dos clásicas peticiones de intervencionismo. Solicitudes ridículas, que Bastiat hace para mostrar la debilidad del proteccionismo. En esta columna, se han actualizado las circunstancias, pero el argumento se mantiene.


La obra consultada para esta carta es la de Bastiat, Frederic, Economic sophisms. (Arthur Goddard). Irvington-on-Hudson, N.Y. Foundation for Economic Education, Chapter 7, «A petition», pp. 56-60 y Chapter 16, «The Right Hand and the Left», pp 258-265.


Una petición de intervencionismo

De: los fabricantes de focos, lámparas, velas y similares
A: la Cámara de Diputados

Están, ustedes, señores diputados en lo correcto cuando se muestran preocupados por el bienestar de los fabricantes y reservan a los productores nacionales los mercados nacionales. Por esto, ofrecemos a ustedes, ahora, una oportunidad de aplicar sus ideas a un caso particular.

Manifestamos a ustedes que nuestra industria nacional está enfrentando los terribles embates de una desleal competencia proveniente de un productor extranjero que inunda nuestro país con su mercancía barata en extremo.

Esta situación, desde luego, impide el desarrollo de la industria nacional por la que ustedes muestran tantísima preocupación.

Ese rival del exterior es el sol, que nos ataca sin misericordia, muy posiblemente siguiendo las consignas de los países del norte que no sufren esa invasión de la misma manera, como es el caso de Inglaterra, cubierta de niebla la mayor parte del tiempo.

Esta situación de emergencia nacional nos mueve a hacer una petición urgente.

Solicitamos a ustedes sea aprobada una ley nacional, mediante la cual sean tapiadas y tapadas todas las ventanas de todas las casas y edificios, así como todo resquicio y ranura por la que pueda entrar la luz de ese competidor desleal.

De esta manera impediremos la entrada de luz y energía proveniente del exterior, que es lo mismo que ustedes ya han hecho en los casos en los que otros competidores han querido entrar dentro de nuestras fronteras con mercancías de precios más bajos que los nacionales. No nos pueden abandonar en esta tarea.

Además, gracias a esa ley, sin duda veremos enormes impactos de beneficio a nuestra industria nacional, pues se elevará la demanda de electricidad, de focos, de velas, de lámparas, de baterías, por no mencionar de los materiales que son insumos de esos productos, como cables, fósforos, cera, vidrio, baterías, y todo género de metales.

Beneficios estos que sin duda llegarán hasta nuestras actividades agrícolas y ganaderas, por no mencionar al sector de la construcción, gran responsable del tapado de ventas y tragaluces.

No dudamos que surjan enemigos de nuestra propuesta, pero para enfrentarlos contamos con ustedes y con los argumentos que ustedes han usado ya para encarar a otros competidores que han hecho lo mismo que el sol, querer entrar dentro de nuestras fronteras con mercancías a precios reducidos.

Apelamos a lo que ustedes siempre han querido hacer, que es proteger a la industria nacional de la competencia exterior, promoviendo medidas y leyes que defiendan lo nacional. No es éste un caso diferente. Es un dumping obvio y claro para todos.

No pueden ustedes negarse a nuestra petición, pues eso mismo es lo que han hecho siempre, cuando se preocupan por negar la entrada de bienes baratos que provienen del exterior. Cuanto más baratas son esas mercancías más perturbados han estado ustedes con la intención de negar su entrada a nuestro país.

Les rogamos ser consistentes con sus decisiones anteriores que han protegido a la industria nacional. Sí, cuando compramos algo en el extranjero y eso nos sale más barato que producirlo aquí, debemos reconocer que esa diferencia de precio es algo gratuito, que podemos aprovechar.

Pero lo que solicitamos a ustedes es ser consistentes; si ya han prohibido la entrada de bienes baratos para proteger a nuestra industria, no pueden hacer otra cosa que también prohibir la entrada de nuestro enemigo, el sol.


Un reporte económico al Señor Presidente

Preparado por sus ministros, asesores y expertos en la materia

Preocupados en extremo por el libre comercio y la competencia que esa situación impone en la industria nacional, nos permitimos remitir a usted este reporte que, en última instancia persigue la creación de empleos.

Efectivamente, nuestra intención es la creación de empleos, es decir, elevar el índice de empleo y con este motivo, solicitamos a usted se sirva enviar una iniciativa de ley a nuestro honorable congreso, estableciendo la prohibición del uso de la mano derecha dentro de las actividades productivas nacionales.

Es decir, nos referimos a la mano derecha de nuestros trabajadores, quienes a partir de la fecha de emisión de la ley solicitada se verán impedidos de usar la referida mano derecha.

Como fundamento sólido de nuestra petición, ofrecemos el siguiente razonamiento, mismo que ya ha sido utilizado innumerables veces dentro de nuestros planes económicos.

Nadie puede dudar que cuanto más se trabaja, más riqueza se genera. Esta realidad se complementa con otra realidad que es la de reconocer sin lugar a dudas que cuantas más dificultades se tienen más se trabaja.

Corolario indiscutible de esas premisas es la conclusión de que cuanto más dificultades se tienen para trabajar, más riqueza se crea. Nuestras políticas proteccionistas han dado mil veces su aprobación a este silogismo.

Dentro de nuestro reporte, incluimos, desde luego, una proyección económica que da aún mayor fuerza a nuestra propuesta. Si en nuestro país hay 10 millones de trabajadores, resulta evidente que existen 20 millones de manos trabajando.

Si fuese prohibido el uso de la mano derecha, entonces tendremos en funciones solo a 10 millones de manos, lo que haría necesario el empleo de otros 10 millones de manos. Eso haría necesaria la contratación de otros 10 millones de trabajadores. Así, probamos de nuevo que las dificultades elevan el trabajo.

La mencionada ley que prohibiera el uso de la mano derecha tendría amplios beneficios, pues se crearían de inmediato una gran cantidad de trabajos nuevos para satisfacer la demanda actual de bienes y servicios. Desde luego, el mayor número de empleos elevaría los salarios y haría desaparecer a la pobreza.

Podría criticarse que esta ley produciría una elevación en los precios de los artículos, lo que es cierto, pero no debemos poner atención en esto, pues mil veces hemos rehusado comprar fuera de nuestras fronteras lo que aquí cuesta más producir.

Además, esta ley que proponemos sigue la tradición del gobierno cuya meta es la creación de empleos, por lo que la vemos como una idea moral y democrática.

La idea que proponemos tiene, sin embargo, algunos peligros. Podemos, por ejemplo, anticipar las acciones futuras de grupos que pidan la libertad de la mano derecha. Pero lo peor, sin duda, viene de un escenario probable en el futuro.

Debemos estar preparados para que dentro de varios años los trabajadores hayan desarrollado grandes habilidades para trabajar con la mano izquierda y nuestro plan de creación de empleos enfrente ese obstáculo.

Por esto es que deberemos tomar medidas en el futuro, como la emisión de una ley que prohiba el uso de ambas manos de los trabajadores y limite su acción al uso de un pie.

Lo que hemos hecho es crear una propuesta de ley que tiene su fundamento en la idea que la intensidad del trabajo es lo que crea la riqueza.


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[La columna fue revisada en 2023-07]