Producen una aprobación inmediata e incuestionable aún de las más alocadas propuestas. Un gran truco del lenguaje político. Las palabras «sociales» tienen efectos en la manera de pensar.

La magia de las palabras sociales

Existen palabras que tienen un gran efecto en las ideas a las que califican. Añadir palabras como ‘social’, ‘justo’, o ‘demócrata’ a cualquier otra crea en esta última una connotación favorable que antes no tenía.

La simple palabra ‘comercio’ no tiene una connotación tan favorable a la que obtiene cuando se le añade el calificativo ‘justo’. Se crea entonces una nueva idea, la de comercio justo y este adquiere una aura que antes no tenía.

O el caso de la Economía como ciencia, la que adquiere una connotación que produce más aprobación cuando se le añade una palabra para obtener ‘Economía moral’. Como ‘social’, el término ‘moral’ ha producido un cambio notable.

Estructura de la modificación

El fenómeno puede comprenderse de la siguiente manera:

  • Se toma una palabra cualquiera, como ‘turismo’, ‘socialismo’, ‘diálogo’, ‘justicia’, ‘política’, o cualquier otra.
  • Y a ella se le adiciona cualquiera de las palabras sociales, como ‘justo’, ‘moral’, solidario’ o, por supuesto ‘social’.
  • El resultado es el de expresiones que logran aprobación inmediata sin necesidad de gran examen racional, como ‘diálogo democrático‘, ‘turismo social’, ‘economía solidaria‘ y similares.

La expresión lograda adquirirá una connotación favorable y una aprobación inmediata. Una expresión que estará exenta de examen y estudio —así sea la más alocada o absurda.

Discusión

El lenguaje es un método útil para determinar las inclinaciones políticas de las personas —sus opiniones ideológicas se manifiestan con gran frecuencia en las preferencias de su léxico.

Un patrón de lenguaje, el de la repetición consistente del calificativo ‘social’. No me refiero a un uso ocasional, sino a uno frecuente y repetido.

Cuando el calificativo social, o cualquier otro similar, se añade consistentemente a sustantivos, es posible con cierta precisión poder asegurar que la persona tiene inclinaciones por ciertos conceptos.

Ideas como: justicia social, comunicación social, turismo social, labor social, misiones sociales, responsabilidad social y otras más son ejemplos comunes.

Ese tipo de lenguaje que usa palabras sociales de connotación añadida, es una muestra visible de algo más profundo —un marco mental que no suele ser mencionado con la frecuencia que debiera.

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El marco mental de las palabras sociales

El uso consistente de calificativos como ‘solidario’, justo’, ‘social, ‘democrático’ y similares, muestra una cierta manera de pensar con rasgos peculiares.

Indica intenciones admirables y de buena voluntad que buscan mejorar la vida de todos. Sin embargo, olvidan que el añadido de esas palabras sociales no es demostración válida de que el nuevo concepto creado es de calidad aceptable.

Hablar, por ejemplo, de Economía moral no significa que esa idea sea buena y digna de aprobación inmediata, ni que sea algo que de inmediato deba implantarse. La justicia social, por ejemplo, suena bien, pero tiene problemas serios como concepto.

Cuando se habla de responsabilidad social empresarial, sin duda existen buenas intenciones y aprobación inmediata, pero carece de fuerza racional. Y podría crear la idea gratuita de empresas socialmente irresponsables.

Turismo social tiene el mismo efecto, el crear otra clase opuesta la de un turismo no social y por ello sin méritos.

Las ideas de un economista

F. Hayek (1899-1992), en su libro The Fatal Conceit, escribe acerca del lenguaje envenenado. Distorsionado de manera que inclina a ciertas maneras de pensar y, sobre ellas, tener ideas que no son necesariamente correctas.

Una de estas palabras es particularmente digna de mención: ‘social’ —un aditivo de usos variados a muchos otros términos, a los que modifica. El mismo autor cita 160 de esos términos a los que se añade ‘social’; entre ellos:

conciencia, contrato, discriminación, salud, necesidades, poder, acción, conflicto, ética, función, justicia, medicina, propiedad, prioridad, crédito, democracia, armonía, moral, privilegio, problema, lucha, derecho, estudios, pensamiento, voluntad, responsabilidad, reforma, visión, trabajo…

¿Qué logra el aditivo ‘social’ en el lenguaje?

La frecuencia con la que se hace indica que existe una intención de mejora: el añadido ‘social’ agrega valor a la palabra con la que se asocia —por ejemplo, será mejor «justicia social» que solamente «justicia»; y mejor «derechos sociales» que simplemente «derechos».

Ese valor añadido persigue lograr la superioridad del concepto por medio de una connotación positiva, persiguiendo persuadir que, por ejemplo, «trabajo social» es mejor que solo «trabajo».

Esto es una modificación del significado de la palabra sola, a la que hace inferior dándole una connotación que en lo general juega en una dimensión de altruismo-egoísmo —por ejemplo, «justicia» es inferior a «justicia social»— porque está ultima ha recibido una inyección de altruismo que la hace supuestamente mejor, moralmente mejor.

Se trata de un cambio de significado que, como apunta el misimo autor, «enteramente destruye el significado de la palabra a la que califica».

Mi punto es resaltar el cambio de lenguaje por medio de la modificación en la connotación de las palabras —pudiendo hacer que una palabra neutral o positiva adquiera por contagio un significado negativo en relación a la misma palabra cuando esta recibe el aditivo ‘social’.

Responsabilidad social

La palabra ‘responsabilidad’ tiene un significado concreto que es ve modificado cuando se le añade ‘social’ para convertirse en una noción vaga:

«Se llama Responsabilidad Social a la obligación/compromiso que los miembros de una determinada comunidad, sociedad, ya sea individualmente cada uno, o bien como parte de un grupo social, tendrán entre sí, así como también para con la sociedad o comunidad en su conjunto». Definicion ABC.

De una noción clara y definida se ha pasado a un concepto impreciso que se presta a múltiples interpretaciones y además, da cabida a acciones que pueden violar la naturaleza de la palabra ‘propiedad’.

La secuela del cambio de significado es una mentalidad alterada que crea ideas inexactas por medio del lenguaje modificado —lo que favorece ideas que dan apoyo a acciones que se justifican a sí mismas por el solo hecho de tener el aditivo ‘social’.

📌 En las discusiones que se presenten, quienes utilicen ese aditivo contarán con una ventaja artificial lograda mediante el lenguaje alterado que les otorga una ventaja percibida frente a quienes no usen el aditivo casi mágico de lo ‘social’.

Se trata de una pérdida importante de precisión en el lenguaje que impide el razonamiento exacto —e incluso puede pensarse en la existencia de una falacia, por medio de la que la adición de una palabra otorga una ventaja argumentativa errónea.

Conclusión: la equivocación central

El problema radica en la vaguedad de los calificativos añadidos porque ellos se prestan a interpretaciones flexibles y subjetivas que crean confusión.

Peor aún, el añadir palabras sociales se confunde con el haber encontrado una solución efectiva a algo. Como cuando puede pensarse que la Economía moral es la solución efectiva a los problemas económicos y en realidad no lo es.

Muchas personas piensan que suena mejor decir ‘economía social’ o ‘economía moral’ que simplemente ‘economía’. Puede entonces, por ejemplo, hablar de una política social —en oposición a una simple política.

Otro de los ejemplos es el de ‘economía de mercado’ en comparación con la ‘economía social de mercado’, una distinción que pretende hacer aparecer a esta última como la moralmente buena y justificable.

Las palabras sociales son una patología del lenguaje, real y auténtica, que con el uso de palabras pretende disfrazar ideas a las que desea exentar de análisis y estudio.

El fenómeno es sencillo: una realidad a la que se le añade cualquiera de las palabras sociales tiende a aparecer como superior, no porque lo sea, sino sólo por ese añadido.

Y ya no hace falta hacer más. No hace falta ver, probar, analizar, investigar nada que tenga ese adjetivo.

¿Qué es preferible, una economía de mercado o una economía social de mercado? ¿Una política económica o una política social de economía?

¿Cómo atreverse a criticar un programa de educación social, o una consulta social, o una economía social? ¿Cómo atreverse a decir que la responsabilidad social de las empresas es basura?

Solamente hay una manera de hacerlo, devolviendo al lenguaje su valor real, revaluándolo para tener de nuevo significado en las palabras.


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[La columna fue actualizada en 2023-06]