Recursos públicos mal manejados, corrupción, desperdicio, impuestos excesivos, presupuestos desbalanceados. Nada nuevo bajo el sol. Las ideas de los Escolásticos Tardíos. El eterno problema de las malas finanzas públicas.

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Introducción

Las malas finanzas públicas no son algo nuevo. Han estado presentes por siglos. A esos problemas dedicaron su atención, en parte, los Escolásticos Tardíos.

Un grupo de brillantes pensadores que son considerados los primeros en tratar sistemáticamente los asuntos que ahora se llama Economía. Uno de ellos es el de las siempre malas finanzas públicas.


📕El libro consultado para esta columna fue el de Chafuén, Alejandro A., Christians For Freedom: Late-Scholastic Economics, San Francisco. Ignatius Press, chapter 4, «Public Finance», pp. 62-73.


El punto de partida: gobierno, poder y abuso

La mentalidad política de los Escolásticos Tardíos es muy reveladora. Como muestra pueden citarse las ideas de Juan de Mariana (1535-1624) sobre el gobierno.

El gobierno, dice, es un centro de poder y el poder es una fuente potencial de abusos. La gran preocupación es la autoridad convertida en tirana.

Las siempre malas finanzas públicas no son algo nuevo. Los tiranos expulsan a quienes más pueden contribuir a su grandeza, agotan los tesoros públicos, decretan impuestos nuevos, se embarcan en una guerra tras otra, construyen monumentos a costa del bienestar de los ciudadanos.

Pero además, poco importa el sistema de gobierno. Puede tratarse de una monarquía, de una república, o de otro régimen político, que nada de eso es relevante.

La clave está en los derechos de los ciudadanos. Donde esos derechos son respetados, la nación progresa.

El gobierno es posterior a la persona

Los razonamientos de Mariana sobre el gobierno son de mucho sentido común. Cuando los hombres entraron a vivir en sociedad, pensaron en la creación de una autoridad y no antes.

Por tanto, el gobierno es posterior a la sociedad. Y este hecho es suficiente para demostrar que el gobierno existe para el beneficio del ciudadano, no al revés.

Para poder funcionar, el gobierno necesita poder. Ese poder viene del ciudadano. El ciudadano cede ese poder a la autoridad para que esta cumpla con su papel de proteger la paz, combatir el crimen, castigar las injusticias y defender a la nación.

Para eso el gobierno necesita dinero. Ese dinero viene de los impuestos. Es decir, los impuestos están muy justificados. Pero hay algo que debe quedar claro.

Un gobierno puede exigir el pago de impuestos, pero no es el dueño de los bienes particulares. Por tanto, el gobierno no puede disponer de esos bienes a su antojo. Si lo hiciera, ello sería un acto tiránico y causa de excomunión.


«El gasto público no puede crear puestos de trabajo adicionales. Si el gobierno proporciona los fondos necesarios gravando a los ciudadanos o pidiendo prestado al público, suprime por un lado tantos puestos de trabajo como crea por el otro. Si el gasto público se financia con préstamos de los bancos comerciales, significa expansión del crédito e inflación.»

— Ludwig von Mises

Las malas finanzas públicas

Vienen ahora comentarios más específicos de los Escolásticos Tardíos sobre las finanzas públicas.

1. Corrupción

Mariana habla de lo triste que es constatar cómo llegan al gobierno personas sin un centavo en la bolsa y cómo es que después gozan de grandes fortunas personales. El perenne problema de la corrupción asociada al poder político.

Es una realidad ver a gobernantes que recién han salido del polvo terrenal, convertidos ahora en señores de grandes rentas. Ese dinero solo pudo haber salido de la sangre de los pobres y de la carne de los empresarios. Según los Escolásticos, debe existir una gran vigilancia sobre los gobernantes.

Los gobernantes deben dar el inventario de sus propiedades antes de tomar puestos oficiales, para luego explicar el detalle cómo obtuvieron lo demás.

2. Presupuesto balanceado

Pero el gran punto es un presupuesto público balanceado. Es imperativo balancear los gastos con los ingresos. De lo contrario el mal será inevitable, aumentarán los impuestos y los ciudadanos desesperarán.

El gobierno debe reducir sus gastos superfluos para que así los impuestos sean moderados. Si el presupuesto público no está balanceado, se incurrirá en deudas y se consumirán sus reservas. Los pagos de los intereses aumentarán. En otras palabras, malas finanzas públicas.

Otro Escolástico señala lo mismo. Domingo de Soto, otro de los Escolásticos Tardíos, habla de que el tesoro público, que proviene de los impuestos no debe gastarse en cosas innecesarias. El tesoro público agotado hará decretar nuevos impuestos.

Una idea igual es planteada por Diego de Saavedra Fajardo (1584-1648). Dice que los ingresos del gobierno deben ser mayores a sus egresos.

Para lograr esto es necesario reducir los gastos públicos. Debe imponerse la prudencia económica a la locura del poder. De lo contrario la nación sufriría los efectos de malas finanzas públicas.

3. Los impuestos altos

Pedro Fernández de Navarrete, en 1619, comentó lo fácil que es gastar dinero ajeno.

Según él, el mayor problema de España en su tiempo es el de impuestos muy elevados para financiar el gasto público. Lo mejor que puede hacer un gobernante es moderar sus gastos. Así evita el problema de las malas finanzas públicas.

Los impuestos dañan a la economía. El origen de la pobreza está en los impuestos altos.

Los campesinos prefieren abandonar sus tierras antes que sufrir las vejaciones de los cobradores de impuestos. Más aún, quien impone impuestos altos, los recibe de muy pocos.

Sus palabras equiparan a los altos impuestos con el campesino que en la cosecha levanta también la raíz de la planta. Los impuestos aumentan cuando se eleva el gasto gubernamental.

Los altos impuestos producen pobreza y la pobreza es un mal consejero. Incita a buscar en la protesta y la revolución lo que se desperdicia en gastos excesivos. El problema de los impuestos justos.

4. La alteración del dinero

El déficit gubernamental es causa de impuestos mayores a los necesarios. Además, es causa de la alteración del valor del dinero. Otro caso de malas finanzas públicas.

El gobernante con un presupuesto deficitario sucumbe con facilidad a ese medio para cubrir faltantes. Alterar el valor de la moneda, por ejemplo, reduciendo la cantidad de oro o plata que contiene, permite emitir más monedas.

Se piensa que con esa medida nadie sufrirá, puesto que el valor legal de la moneda queda igual, aunque disminuya su valor intrínseco. Falso.

En la realidad, la alteración del valor de la moneda es un latrocinio, según Mariana. El dinero es un medio general de intercambio y lo es, porque su valor se considera sujeto a muy pequeñas variaciones.

El remedio a esos daños es la reducción del gasto público. Los activos de la nación no deben ser usados con la misma libertad del propietario particular. Los subsidios deben reducirse. Los gobernantes no deben iniciar guerras innecesarias.

5. Gasto público y bien público

En cuanto a la idea de que el bien común justifica un gran gasto gubernamental, Bartolomé de Albornoz da una opinión de gran sentido práctico.

Concede que el bien público debe estar antes que el privado. Pero la cuestión no es tan sencilla.

Es muy difícil saber cuál es el bien común y muy engañoso establecerlo. Muchas veces Satán se transforma en el Angel de la Luz y nos hace tratar a lo irracional como lo bueno.

6. Otra vez, impuestos

En otros comentarios sobre la política fiscal, Mariana comenta que los impuestos son para el ciudadano siempre excesivos y para la autoridad siempre insuficientes. Hay además, un elemento autoritario en los impuestos.

Para Pedro de Navarra, los impuestos pueden ser tiránicos cuando el que los impone no tiene la autoridad para hacerlo y cuando los dineros no son empleados para el bien de la comunidad. Ante estos razonamientos, hay una conclusión inevitable.

En casos de extrema necesidad, el ciudadano en conciencia no tiene la obligación de pagar impuestos.

Para Navarra, los impuestos deben cumplir con todos los requisitos de una buena ley. Pero además, deben estar basados en una necesidad legítima, deben decretarse en momentos oportunos, deben ser equitativos y deben ser moderados.

Conclusión: la mentalidad de los Escolásticos Tardíos

Las propuestas Escolásticas, pues, defienden las ideas de un gobierno que respete los derechos de los ciudadanos. Y que evite a las malas finanzas públicas.

En cuanto a los impuestos, la idea de Henrique de Villalobos (?-1637) resume el sentir de esos pensadores.

Los consejeros del rey deben darse cuenta de que los impuestos afectan severamente a las ciudades y empobrecen a los campesinos. Los lugares que hoy se ven desolados, ayer eran florecientes y todo por causa de los impuestos.

El más agradable país es aquel en el que no se tiene miedo a los impuestos. Y ese es un país con un gobierno de presupuesto balanceado.

Ls ideas anteriores muestran que los problemas de impuestos altos y malas finanzas públicas deficitarias no son nuevos. Pero, más aún, demuestran que sus soluciones son de mero sentido común.


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[La columna fue revisada en 2022-03]