La idea de que la igualdad humana es aplicable por igual a mujeres y hombres, quienes son igualmente libres. ¿Qué es feminismo? Precisiones, elementos y tipos. Liberación femenina.

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Introducción

La noción de feminismo abarca una compleja variedad de filosofías, opiniones y activismos en terrenos económicos políticos y culturales. Una complejidad que va desde las posiciones más razonables y sustentadas hasta las propuestas más extremas y alocadas.

Lo anterior hace que el intentar una definición de feminismo sea una tarea dificultosa como pocas.

Feminismo, elementos

Lo que intento en lo que sigue es exponer algunas de las ideas que contendría una definición razonable de feminismo.

1. Defensa de la mujer

El feminismo en todas sus manifestaciones contiene una idea básica: la defensa de la posición general de las mujeres en la sociedad.

Una idea general, un tanto vaga, pero que describe la esencia del feminismo.

2. Salir de una posición inferior

El punto de partida del feminismo es un supuesto general: la mujer consistentemente ha sido colocada en una posición inferior a la del hombre. Esto es lo que el feminismo pretende corregir de muy diversas maneras, de las que dependen los tipos de feminismo que se han creado.

Vida pública

La posición de inferioridad de la mujer ha sido resaltado en varios niveles. Uno de ellos, muy central, es el de la vida pública. Se argumenta en general que las mujeres no ocupan partes proporcionales a su número en trabajos profesionales, puestos públicos y fuerza laboral.

Vida Privada

En cuanto a la vida privada, se argumenta que la mujer ocupa un lugar secundario en la familia teniendo a su cargo las responsabilidades de crianza de los hijos y cuidado de la casa. Tareas que realiza sin remuneración y suponiendo que esas labores son de segunda categoría, mientras que las del esposo son de primera categoría.

Feminismo, precisiones

Poca duda puede haber sobre la realidad de muchos de esos reclamos de colocación en un plano secundario. La prohibición del voto femenino, por ejemplo, se respondió con las suffragettes. También la limitación a estudiar, es ejemplo de situaciones indebidas que merecen atención.

Por no mencionar la prohibición legal de mujeres conduciendo autos, o saliendo de casa sin acompañantes.

El movimiento feminista, por tanto, tiene una base sólida de reclamos que corrijan la desigualdad de derechos u oportunidades. Como un ser humano ella posee la misma igualdad del hombre y esos derechos no deben admitir diferencias esenciales.

Libertades iguales

Es un asunto de libertades iguales para todos. Bien manifestado en libertad de estudios, libertad de voto, libertad de carrera y profesión. Donde la mujer no debe exhibir ninguna diferencia con las mismas libertades del hombre.

La exageración

Sin embargo, los reclamos han dado ocasión a la exageración. Muy bien ilustrada en reclamos de derechos exclusivamente femeninos, que desbalancean la igualdad original buscada.

Han sido propuestas cuotas de mujeres en posiciones públicas y profesiones, haciendo caso omiso a méritos personales.

Igualmente, se ha creado el reclamo de replantear a la familia, como una manera de liberar a la mujer de las responsabilidades que necesariamente le incluye.

Ha sido reclamado el derecho al aborto, como una forma de liberación del cuerpo de la mujer y de su derechos a un estilo de vida que le es imposible teniendo hijos.

El feminismo que rebasa la idea de libertad igual para todos, ha dado ocasión también a la creación del concepto de género por encima del de sexo. La distinción natural entre los dos sexos, una verdad innegable, quiere ser anulada queriendo hacer del género una creación cultural, de opción múltiple.

Feminismo, definición

Su naturaleza ha sido expresada así:

«El feminismo, la creencia en la igualdad social, económica y política de los sexos. Aunque se origina en gran parte en Occidente, el feminismo se manifiesta en todo el mundo y está representado por diversas instituciones comprometidas con la actividad en nombre de los derechos e intereses de las mujeres». britannica.com Mi traducción y énfasis.

También, esta aclaración importante:

«El feminismo en su núcleo tiene que ver con la igualdad de hombres y mujeres, no con la «semejanza». Muchas personas ofrecen el argumento de que las mujeres no son «semejantes» que los hombres, por lo que no puede haber igualdad […] Es fundamental entender que «igual» no significa «semejante». El problema aquí es sobre la igualdad de derechos y el acceso equitativo a las oportunidades. Los hombres y las mujeres no tienen que ser «semejantes» en lo físico para tener derecho a la igualdad». forbes.com. Mi énfasis.

Feminismo, liberación femenina y masculina

La primera consideración se refiere a distinguir entre Igualdad y Diferencia entre los humanos, un tema en el que se ha puesto gran énfasis. 

Por ejemplo, hablando de derechos humanos iguales para todos, al mismo tiempo que elogiando a los conceptos de diversidad. En este punto es posible distinguir entre dos perspectivas.

1. Perspectiva esencial

Ella mira la esencia humana para concluir que ella es la misma en todos los seres humanos. Con una esencia igual es sencillo concluir que todos los seres humanos tienen igual valor y un mismo nivel de merecimiento de respeto: no es permitido el dañar a otro.

2. Perspectiva diferencial

Ella mira los «accidentes» de las personas, eso que no es esencial de todos, sino propio de algunos y que no altera la esencia humana. Son los casos de color de piel, características físicas y cuestiones similares. Ninguna de ellas, se supone con lógica, altera el valor esencial de la persona.

Las dos perspectivas cuentan

Si todo se entiende como igualdad llega a desearse una realidad de seres idénticos que pierden la riqueza de la diversidad. Y si todo lo que se ve es diversidad, los seres humanos comenzarían a verse ajenos unos a otros e incluso podría justificarse el trato desigual. 

Ambas perspectivas tienen igual peso, o mejor dicho, son partes de un todo indivisible.

Esa posición combinada es opuesta a las opiniones que llevan a hacer pensar que «da lo mismo que sea viejo o joven, que sea mujer u hombre, todos somos iguales y las diferencias no tienen importancia». 

La mentalidad representada en esa idea es común y contiene el error de ignorar la riqueza de la Perspectiva Diferencial —aunque en la superficie tiene una apariencia correcta e incluso bella. 

«Todos somos iguales», cuando es usado aisladamente, produce la significativa pérdida de la riqueza humana inmersa en su naturaleza diversa.

Sin embargo, debe reconocerse una mentalidad que parece contradecir lo dicho —la apoteosis multicultural/pluricultural celebra la diversidad humana, es cierto, pero es un movimiento parcial enfocado más a las diferencias nacionales y culturales. 

Por otro lado, y contraria a esa celebración de diferencias personales, hay opiniones opuestas que tienden a igualar a mujeres y hombres.

Visión doble

La exaltación de las diferencias no ha sido lo suficientemente amplia. Y el ejemplo es el de las diferencias entre mujeres y hombres, bien claras y notorias en la antropología.

Si bien es un lugar común el hablar de la heterogeneidad cultural como un gran valor y que merece ser cuidado en buena parte por causa del valor igual esencial del ser humano, esa admiración no ha llegado a sus consecuencias lógicas.

Se celebra la convivencia de personas de diferentes culturas y el enriquecimiento personal que eso produce, lo que es cierto, pero no hay un regocijo similar cuando se habla de hombres y mujeres y cómo esa diferencia es también causa de enriquecimiento. Es un campo en el que más se desea igualdad que reconocimiento de diferencias.

Mujeres y hombres

Es decir, existe una pequeña o nula celebración de la diversidad entre hombres y mujeres, especialmente si se compara con el cuasi culto que llega a darse a la diversidad cultural o a la religiosa. 

Se dice que entre mujeres y hombres no hay diferencias, que ellos dos son iguales, sencillamente humanos. La paradoja llama la atención pues en su cubierta aparece como algo hermoso, colocando todo el énfasis en la Perspectiva Esencial, aunque olvidando la otra parte, la de la Perspectiva Diferencial que es innegable.

La única fuente de la Perspectiva Diferencial es la que contempla aspectos culturales y se olvida el resto de las diferencias también posibles, una de ellas la sexual.

Eso lleva sin mucho remedio a entender las cosas como meramente culturales, incluyendo al sexo para concluir lo lógico bajo este modo de pensar: el sexo es una opción cultural, no una cualidad física sino una que es opcional porque al fin y al cabo, se argumenta, mujeres y hombres son iguales. 

El error de este punto de vista es creer que todo es cultural o determinado por hábitos y costumbres en la historia.

Las diferencias

El error es el olvido de fuentes de diferencias que no son culturales, ni libres, ni opcionales y que sin embargo existen y son reales, imposibles de desconocer. 

Hay disposiciones naturales y diferencias físicas que son parte de la Perspectiva Diferencial, como la diversidad de estaturas, de edades, de estados de salud, de inclinaciones, de gustos, de habilidades. Todas ellas engrandecen la diversidad humana y nos complementan admirablemente.

La facilidad y habilidad natural de personas que se dedican a la música, al deporte, a la ciencia, a los negocios, a la reflexión, al cuidado de los demás, a la educación.

Todas esas habilidades, gustos e inclinaciones son difícilmente una cuestión meramente cultural. La opción opuesta, la de todos iguales en estas cualidades empobrecería a la sociedad entera. 

Una de esas diferencias no libremente decididas es el sexo de la persona, el ser mujer u hombre y que enriquece a la humanidad que celebra la diversidad. 

Si es festejada la diversidad de culturas diferentes, de puntos de vista variados, de diversidad de manifestaciones artísticas, no es sencillo comprender la razón por la que no también deba festejarse la existencia de hombres y mujeres y que, en la misma naturaleza física da roles complementarios.

Manifestación nacional do feminismo galego en Lugo 3 de marzo
«Manifestación nacional do feminismo galego en Lugo 3 de marzo» por Galiza Contrainfo está bajo la licencia CC BY-NC-SA 2.0.

Liberación femenina y masculina

Contrario a lo esperado, en el aspecto de la naturaleza sexual la diversidad se desprecia y se quiere anular. Se dice que no debe haber diferencias entre mujeres y hombres, ninguna diferencia y ello lleva a un problema, el de entonces qué hacer con la sexualidad. 

Si ambos deben ser iguales debe decidirse qué hacer con algo que diferencia a hombres y mujeres, el sexo.

La respuesta dada es lógica dentro de esa manera de pensar: el sexo es libre, una opción cultural más sin limitaciones, decidida por cada persona. 

Es natural que el pensar así conduzca a diversidad de uso del sexo sin considerar la existencia de la dualidad hombre-mujer. Ellos son iguales, se dice, y su capacidad sexual nada tiene que ver con su sexo, el que no es nada más que una fuente de placer y bienestar.

La argumentación es fallida, pero tiene lógica interna —la naturaleza, se dice, es injusta, pues ha creado diferencias entre dos seres que son iguales. Uno no tiene por qué llevar la carga del embarazo, se ha llegado a decir. 

Bajo la influencia del culto único a la diversidad cultural no es difícil pensar así —la naturaleza misma es injusta con seres que deben ser iguales pero que en realidad no son idénticos en su Perspectiva Diferencial.

El punto de vista opuesto celebra esa diferencia natural como parte del juego de complementos que somos unos para otros. Es una posición muy distinta y que aduce que la igualdad entre hombres y mujeres requiere esa diversidad entre ellos —no es una injusticia natural, al contrario, es la sabiduría de la naturaleza que ha proveído una diversidad inherente a dos seres iguales.

Discriminación femenina

El énfasis en la igualdad esencial de hombres y mujeres, sin embargo, tiene un origen que debe ser puesto sobre la mesa —la discriminación femenina ha sido una realidad y aún lo es cuando a ellas se les niega la misma posición posible en un hombre. 

La reacción a la situación ha sido la natural: si el hombre es visto como el superior y la mujer como la inferior es sensato desear colocar a ambos en la misma situación, por ejemplo, con el derecho a votar en elecciones —nada hay que realmente justifique la prohibición del voto femenino.

Pero la exaltación exagerada de la discriminación femenina produjo dos efectos no intencionales de consideración vistas como liberación:

• La elevación de las tareas consideradas masculinas al nivel de ser consideradas la meta de la mujer, el clímax de su igualdad.

• El desdeño de las tareas consideradas femeninas para convertirlas en sinónimo de inferioridad.

La combinación de ambos efectos produce consecuencias fastidiosas —la mujer que llega a ser parte de una legislatura dominada por mayoría de hombres se ve como un logro femenino, como también se llega a ver a la mujer que deja en terceros el cuidado de sus hijos para seguir una carrera. 

La definición absurda de éxito femenino es el hacer tareas masculinas, como conducir un autobús o un avión. La idea detrás del pensar así es aventurada y consiste en pensar que todo lo que hacen los hombres es superior a todo lo que hacen las mujeres.

¿Nada hay en lo absoluto que hagan las mujeres que pueda considerarse admirable? 

La respuesta tiene que ser negativa si se piensa que la liberación femenina es llegar a hacer lo que los hombres hacen. La pregunta siguiente es ¿nada hay en lo absoluto que hagan los hombres que no sea admirable? La contestación tiene que ser positiva para justificar el llegar hacer lo que hace el hombre como síntoma del éxito femenino.

Los frenos reales impuestos a las mujeres para hacer labores consideradas de hombres, por lo tanto, causaron una degradación de las labores consideradas como femeninas, notablemente sus responsabilidades familiares —el núcleo de la sociedad, cuya responsabilidad ha recaído tradicionalmente en las mujeres fue considerado negativamente. 

El cuidado de la familia, de los hijos, su educación, todo eso fue colocado en la charola de lo que la mujer no debe hacer porque ella debe hacer lo que hace el hombre como señal de su éxito. 

Pensando así no es sorpresa que se hable de la decadencia de la familia —es una responsabilidad en buena parte femenina y todo lo que hacen las mujeres es inferior.

Una aclaración

El error de esta liberación femenina es sutil y debe ser explicado ya que sin duda lo tratado en los párrafos inmediatos causará la impresión de sostener la idea de querer regresar a la mujer a un papel secundario bajo el dominio masculino.

No es esa la intención de este ensayo, el que persigue entrar en esa sutileza de la equivocación de masculinizar a la mujer, como si eso fuera el ideal.

La idea del ideal femenino, en mucho, ha sido entendida como su liberación o emancipación de unas responsabilidades para la adopción de otras consideradas superiores —una mujer que sea cirujana es considerada mejor que una dedicada a cuidar a su familia. 

Cuanto más masculina sea, mejor; y cuanto más femenina sea, peor. El éxito femenino fue definido erróneamente en relación a otro y no a ella misma. La liberación femenina, se sostiene, es alcanzar al hombre, suponiendo que lo que él hace es siempre superior.

No hay en esto críticas a las mujeres que libremente optan por seguir una carrera profesional, pero sí es una condena a una mala definición del éxito femenino reducido a tener posiciones de influencia en el “mundo de los hombres” —como si no hubiera mérito y honor en la atención dada a una familia y la familia fuese una cuestión de escasa importancia comparada con el mundo de los negocios, la política o la ciencia.

La real liberación femenina —y masculina también— es la de la consecución de sus objetivos propios, decididos en lo personal. 

Si cualquiera de ellos desea ser cirujano, que lo pueda ser sin trabas basadas por ser hombre o mujer, porque su decisión es respetable en sí misma y provee esa alabada diversidad tan necesaria para enriquecernos. 

Si la mujer desea ser madre y cuidar de su familia, que lo haga sin la discriminación que provee la opinión políticamente correcta de que ser ama de casa es algo inferior. No lo es.

La liberación femenina es ser libre como persona —no imitar necesariamente a los hombres. Si las mujeres tienen obstáculos para realizar sus intenciones, ellos deben desaparecer cuando sea posible retirando prohibiciones como el votar o conducir un auto. 

Ellas son iguales a los hombre es la Perspectiva Esencial, pero entre ellos existen diferencias que son celebraciones de diversidad. Renunciar a esas diferencias es empobrecer a la sociedad y sus miembros.

La liberación femenina no es diferente a la masculina y se trata de llegar a ser las personas que desean ser —sin que se les discrimine por dedicarse a los negocios o a su familia. En esa libertad hay diversidad y complementos mutuos.

Concluyendo

En resumen, el feminismo es una buena idea de logro de igualdad esencial. Especialmente de libertad igual para mujeres y hombres.

Sin embargo, algunas de sus corrientes se han convertido en un activismo creciente con fuertes consecuencias sociales, especialmente morales o éticas, que han puesto en tela de juicio ideas consideradas como establecidas.

La idea del feminismo, muy lógica y natural, se ha llevado a extremos que se olvidan de la igualdad original que se buscaba. Y ello ha originado propuestas desmedidas de reclamos, como cambios en el lenguaje, libertad sexual sin normas ni limitaciones, desarrollo de ideas políticamente correctas, censura de derechos.

Pueden por lo tanto encontrarse dos tipos de feminismo.

Uno es el que reclama igualdad de libertades considerando las cualidades naturales de cada sexo. Deja en libertad a la mujer para que ella decida, en condiciones iguales a las del hombre, la vida que quiere llevar, sea la de una ama de casa, o la de una profesionista, o la de una persona en el gobierno.

El otro es el que ha transformado al feminismo en una oportunidad de choque social para la expansión de derechos sin límite y ajenos a toda prescripción ética.


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