El problema del exceso de leyes. De la multiplicidad de leyes y sus cambios frecuentes. Una dificultad que altera las oportunidades para el bienestar de las personas.

7 minutos

Introducción

En la obra más popular de Saavedra Fajardo, el escritor político más reconocido del Siglo de Oro Español fue encontrada una idea elemental. La exageración en el número de leyes de un país causa más daños que beneficios. El exceso de leyes es un problema.

¿Quién no reacciona favorablemente ante la emisión de más leyes más complejas creyendo que ello es solución de problemas? Quizá la verdad sea lo contrario. Menos leyes, más sencillas, crean situaciones más propicias al bienestar.


📕 La idea de esta columna viene de la obra de Diego de Saavedra Fajardo (1584-1648) Empresas o Idea de un príncipe político cristiano representada en cien empresas, coedición del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y Editorial Océano de México MCMCCIX, «Empresa XXI» pp. 287-292.


Multiplicidad de leyes, la dificultad

Después de una serie de consideraciones, el autor llega a la idea que se destaca en esta columna.

📌 Dice que la multiplicidad de leyes es algo que lastima a las repúblicas. Las leyes, cuando son muchas no causan otra cosa que trastornos y complejidades.

Muchas leyes se olvidan y en ese olvido no pueden respetarse, por lo que se desprecian. La sencillez de la ley produce su admiración y respeto. La abundancia de leyes, su desprecio e ignorancia.

Cuando hay muchas leyes, se contradicen unas a otras, y hacen nacer diversas interpretaciones u opiniones maliciosas, de donde nacen los litigios y las desavenencias. El problema del exceso de leyes.

Consecuencias de la multiplicidad de leyes

Con buenas intenciones, la multiplicidad de leyes tiene efectos no intencionales. Saavedra los trata ahora.

Las sociedades que se rigen con un exceso de leyes ocupan a la mayoría de los habitantes en los juicios y desperdician tiempo necesario para los campos y los oficios. El trabajo es frenado por la abundancia de leyes.

El exceso de leyes, entonces, es causa de complicaciones innecesarias, del desprecio a lo legal, de pleitos y de pérdida de tiempo.

Más aún, el exceso de leyes hace que muchos malos sean señores de los buenos y que unos pocos buenos sean sustento de los muchos malos.

Son allí los tribunales bosques de facinerosos. Y quienes hablan de cuidar los intereses del pueblo son en realidad la cadena que los sujeta con crueldad. Las muchas leyes son pues más frenos que alientos.

Más consecuencias

Sigue el autor mencionando las malas consecuencias del exceso de leyes. El que promulga muchas leyes disemina por todas partes obstáculos en los que todos caen.

Por esto, asevera Saavedra, es que Aristóteles ha dicho que unas pocas leyes son suficientes para los casos graves, pues del resto puede encargarse el juicio natural.

Ninguna calamidad interior de las repúblicas es tan principal como la de la multiplicidad de leyes. No hay razón por la que deben añadirse a la ligera nuevas leyes a las ya existentes, pues no hay exceso que no haya ya acontecido, ni inconveniente que no se haya padecido ya.

Lo sucedido en el pasado puede, por tanto ser usado en el presente sin necesidad de cambios.

Modificación y cambios a las leyes

Introduce ahora el autor un elemento, el de las modificaciones a las leyes.

Mejor es gobernada, dice Saavedra, la sociedad que tiene leyes fijas aunque sean ellas imperfectas. Mejor aún es esa sociedad que la de otra en la que las leyes son alteradas con frecuencia. Los antiguos labraban en bronce las leyes para exhibir su permanencia y Dios las esculpió en piedra.

Bastantes son ya las leyes que existen en las sociedades y lo que es de conveniencia es que su variedad no las haga más equívocas, inciertas e inseguras, creando oscuridad, embrollos y pleitos.

No puede ser buena una sociedad en la que muchos, como forma de vida, alzan y levantan litigios, demandas y juicios. Al igual que muchos médicos no sanan a un enfermo, tampoco muchos letrados, procuradores y escribanos traen con ellos más justicia.

No es de provecho a las repúblicas que se coloque demasiada diligencia en el examen de los derechos con cargo a la serenidad de las personas y sus bolsillos.

Discusión

Un texto de la Heritage Foundation (22 diciembre 2006) contiene un par de párrafos interesantes al respecto de la Unión Europea:

«¡Ni siquiera está claro cuántos reglamentos hay en la UE! Cuando se le preguntó sobre el asunto, un ministro británico dijo que “hasta donde el gobierno ha podido verificar” el número de conjuntos de regulaciones promulgadas entre 1973 y 2002 como resultado de ser miembro de la UE era 101,811».

Las cifras anteriores indican la emisión de casi 10 reglamentaciones diarias, incluyendo fines de semana. Eso plantea un problema de exceso de leyes para todo país que sea aceptado como miembro.

No saber en realidad a los que se está comprometiendo, lo que el autor señala a continuación:

«Pero Gran Bretaña, al igual que otros solicitantes, se vio obligada a su entrada a adoptar el acervo comunitario, el cuerpo existente de reglamentos y directivas de la UE. El número total de conjuntos de reglamentos a los que están sujetos los ciudadanos británicos como resultado de ser miembros de la UE pueden superar los 200.000, con un promedio de 2.500 nuevos conjuntos de reglamentos que se agregan cada año».

Si es más o menos exacta la cifra de nuevas disposiciones anuales, 2,500 al año, cada ciudadano se enfrentará a casi siete nuevas regulaciones al día, incluyendo sábados y domingos.

El costo solo de estar al día sería impresionante, sin incluir el costo de aplicar las disposiciones.

Una fábrica de leyes

No importan realmente los detalles numéricos, si son 100,000 o 200,000 —lo que es digno de apuntar es la patología que detrás de eso se encuentra.

Los gobiernos, si se pone atención, no producen nada y cuando lo hacen cobran por ello los precios fijados arbitrariamente: impuestos para servicios de policía, por ejemplo, o en caso de ser dueños de empresas, los precios de la electricidad.

Pero lo que sí crean y producen son leyes en exceso y reglamentos en demasía.

Ponerse en los zapatos de un gobernante ayuda a entender la proliferación legal. Si una persona trabaja, por ejemplo, en una agencia de publicidad, ella estará creando anuncios. O acero si es que trabaja en una planta de ese tipo. O comida si se trata de un restaurantero.

Pero un gobernante no tiene nada por crear y demostrar su trabajo. Nada excepto leyes y reglamentos.

El contador muestra sus libros, el pintor sus obras, el músico sus composiciones —todos tienen algo que mostrar sobre su trabajo.

Todos menos el gobernante, al que sin duda mueven los mismos incentivos que al resto de los mortales. ¿Cómo demostrar su trabajo de gobernante? Dos maneras.

Una de ellas es el tamaño del presupuesto que maneja, lo que le crea la inercia de elevar impuestos. La otra es la creación de leyes hasta el exceso.

¿Qué economía puede funcionar con eficiencia si se le añaden leyes nuevas al ritmo de 7 o 10 al día?

Globo de ideas relacionadas

El problema del exceso de leyes se liga a otro, el de la hiperactividad legislativa, más el tema de la razón de ser de la ley: proteger personas.

Esto lleva al constitucionalismo, al exceso de poder y al planteamiento de la pregunta ¿hasta dónde debe llegar una buena ley?

Incluyendo los asuntos de la causa del desprecio de la ley, la eficiencia de las leyes, la Ley del Talión, las leyes justas e injustas, los cuatro tipos de leyes de santo Tomás.

En resumen

La abundancia de leyes y disposiciones legales, realizada sin duda con la intención de hacer más justa y mejor a la sociedad, puede estar produciendo un efecto contrario al deseado. Es el problema del exceso de leyes.

Muchas leyes muy cambiantes hacen que en algún momento todo ciudadano esté fuera de la ley. Y eso produce desprecio a la ley misma, por no mencionar confusiones, pérdidas de tiempo y mal uso de recursos.

Siglos después, este tema fue examinado como un asunto de leyes simples para situaciones complejas.


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[Actualización última: 2023-06]