Los libros de texto en México enseñan una moral relativista, como se muestra en el siguiente análisis.

18 minutos

Moral relativista en libros de texto

Si alguien lo dudaba, deseo probarlo de una vez: la enseñanza moral que se da en las escuelas mexicanas es el relativismo moral —lo que demostraré en lo que sigue.

Tomé el libro de texto llamado Formación Cívica y Ética, destinado al segundo año de la educación secundaria en México. Fue escrito por Valentina Cantón Arjona y Mario José Aguirre Beltrán, LIMUSA, 2008.

Desde su introducción se establece con claridad que su intención es proveer al alumno con principios morales —en su título y en sus introducciones, se usan las palabras “moral”, ‘ético” y “valores”, unas 20 veces.

La primera prueba: moral personal consultada

En la página 45, existe un apartado titulado “Criterios que justifican las acciones y decisiones personales” y que es el que examino ahora. Comienza planteando una pregunta, la de “¿Qué criterios debemos considerar para justificar la validez de nuestras decisiones personales y nuestras acciones?” —a la que responde de la manera siguiente:

«Para valorar y justificar nuestras decisiones y acciones debemos guiarnos por dos criterios fundamentales: el autoconocimiento y la actitud de diálogo y de apertura con los demás.»

Es decir, existen dos fuentes que legitiman y validan lo que los humanos hacen —la primera es el conocimiento propio y la segunda es lo que el resto opina. Y nada más. Toda moral depende de lo que piense uno y de lo que crea el resto. De acuerdo con el texto, el conocimiento propio está formado por,

«… los sentimientos y razones que nos mueven a actuar y los valores que defendemos, la idea de lo que somos ante nosotros mismos, y la integración de nuestra experiencia biográfica… [los que] son indispensables para la formación de nuestra personalidad moral y nos permiten valorar si nuestras decisiones y acciones tienen autenticidad.»

También, de acuerdo al texto, el segundo elemento que justifica las decisiones es el hablar con el resto:

«… no sería suficiente lo que sabemos o pensamos solos, necesitamos a las y los [sic] demás para intercambiar opiniones y razonar acerca de nuestro punto de vista y el de ellas y ellos [sic]. Este intercambio, que sólo es verdadero si estamos abiertos a modificar nuestro juicio y puntos de vista… una actitud abierta al otro nos permite ser sensibles a otras perspectivas y valorarlas a partir de la mutua comprensión y el respeto de los intereses y necesidades, tanto propias como de las y los [sic] demás.»

Más claro, no puede ser: la justificación única de las acciones humanas es lo que las personas piensan —uno mismo y el resto, nada más que eso: “Ambos criterios, autoconocimiento y diálogo, nos permiten dar razones, justificar nuestras acciones y decisiones, y reconocer los horizontes de valor a que apuntan”.

La segunda prueba: moral y ética redefinidas

En las páginas 46 y 47, se trata el tema de las diferencias y las relaciones entre la moral y la ética, afirmando en el inicio que, “… aunque ética y moral están relacionadas, en sus raíces y orígenes se refieren a cosas distintas”. En cuanto a la moral, dicen:

«En sentido estricto, por moral entendemos el conjunto de normas y reglas de acción que sirven para regular las relaciones de los individuos en una comunidad social dada… Hoy, utilizamos moral para referirnos al conjunto de las acciones que realizan las personas de acuerdo con las normas desarrolladas por una sociedad a lo largo de su transformación histórica, material y espiritual… es cierto que la moral cambia conforme cambian y evolucionan las sociedades. De ahí que podamos afirmar que la moral tiene un carácter histórico.»

Las claves están en la consistencia de una posición: la moral cambia —se tiene en “una comunidad social dada”, se refiere a normas desarrolladas a lo largo de transformaciones y la moral cambia conforme cambian las sociedades. Viene ahora el turno de la ética, a la que trata de la manera siguiente:

«La ética… se ocupa de la conducta humana… estudia los actos humanos, en cuanto a su bondad o maldad; es decir, profundiza en ellos para encontrar su raíz, su esencia. … es la disciplina que estudia el comportamiento moral… valora y juzga las normas morales de una sociedad y cómo éstas determinan el comportamiento de sus miembros. Mientras la moral nos dice cómo es o debe ser un acto, la ética nos lleva a preguntarnos ¿por qué debe ser así, por qué debo hacerlo?»

La conclusión es la siguiente, una completa redefinición de la ética y la moral:

«La moral es entonces la ciencia de las costumbres, mientras que la ética es la ciencia que estudia reflexivamente el fundamento… de las costumbres. La moral se ocupa de cómo las acciones son de acuerdo con ciertas normas y reglas, la ética se ocupa de reflexionar acerca del por qué son como son de acuerdo con sus causas y fundamentos: el bien y el mal.»

El punto es reiterado:

«La ética es la ciencia que reflexiona sobre la moral. Es la ciencia que estudia el por qué de la forma de conducta humana que los hombres consideran valiosa, correcta y obligada, es decir, la conducta moral.»

Y, se da una definición de lo que es bueno:

«En nuestra época, lo bueno sólo puede darse apropiadamente en la conjugación de los intereses personales con los verdaderamente comunes o universales.»

Conclusión

Lo que he presentado son dos pruebas que demuestran que a los alumnos desde el segundo año de secundaria en México se les adoctrina en el relativismo.

Primero, se les enseña que no hay fuentes externas de moral y que la justificación de una acción personal está en el convencimiento propio y en la opinión de los demás. La moral es una mezcla cualquiera de opiniones propias y ajenas.

Segundo, se les enseña que la moral es la ciencia de las costumbres que cambian —se les dice que, el “origen de las normas morales está en el contexto social” y que “es resultado de un consenso y pueden variar en distintas culturas” (p. 58). La mezcla de opiniones propias y ajenas, que es la moral según ellos, cambia en el tiempo y el lugar.

Tercero, se les enseña que la ética estudia y explica a la moral de manera científica, es decir, la ética es el estudio sistemático de las costumbres. Es una completa redefinición de moral y de ética, para volverlas ciencias sociales para el estudio de las costumbres y su explicación cultural.

Cuarto, se les enseña que lo bueno sólo puede estar en la mediación de lo personal con lo común —la valoración moral de los actos humanos, se les enseña, es un asunto de opiniones propias y ajenas.

Repercusiones

Si alguien enfrentara a un hijo de unos 13 años que pide dinero para ir a un concierto de su artista favorito en contra de la voluntad de sus padres y el hijo argumenta que debe ir porque todos sus amigos también irán —debe reconocerse que esa petición filial es perfectamente legítima y válida, moral y éticamente, por parte del hijo. Claro, de acuerdo con estos autores.

Cumple con los dos requisitos éticos del libro de texto: (1) es una petición auténtica del hijo, algo en lo que él cree y (2) ha sido dialogada con los otros que están de acuerdo.

Y si acaso los padres dicen que cuando ellos tenían la edad del hijo, obedecían a sus padres, el hijo ahora podrá argumentar con otra arma que le dan los autores del libro. Podrá decirles que esos eran otros tiempos y que la moral cambia, que ahora él tiene derecho a ir a ese concierto y que le deben respetar ese derecho. La petición del hijo es justificada y válida en todo sentido moral y ético.

Creo haber probado satisfactoriamente que si este libro de texto es representativo del resto, la educación mexicana pública ha adoptado como oficial una postura, la del relativismo moral, a la que endosa y apoya formalmente. Ya es oficial, si es que alguien tenía dudas.

Es una de las partes de la idea de la Educación para la Ciudadanía, por la que el gobierno se adjudica la tarea de desarrollar las habilidades y capacidades de la niñez y la juventud para emitir juicios morales que cambian al antojo del instructor.

Nota

Tres libros más para el mismo curso y de la misma materia fueron revisados, encontrándose el mismo resultado que en el aquí analizado. Los cuatro libros de texto sostienen una moral relativista, aunque lo hacen usando palabras distintas.

  • Silvia Lourdes Conde Flores, «Formación Cívica y Ética I», secundaria, segundo grado, Editorial Castillo, 2007.
  • Ana Lilian Rodríguez, Ivonne Klein, «Formación Cívica y Ética I», secundaria, segundo grado, Ediciones SM, 2008
  • Medina, J., de la Peña, E., Cielo, S., & Murguía, M. «Formación Etica y Cívica» (secundaria, segundo grado). México: Santillana, 2007.

Más moral relativista en libros de texto

Existe un libro que se llama Formación Cívica y Ética 1 (LIMUSA, 2008), en el que estudian adolescentes del segundo año de educación secundaria y sus autores son Valentina Cantón Arjona y Mario José Aguirre Beltrán. Una de las cosas que allí se hacen es fascinante por lo terrible que es: ellos han redefinido a la moral y a la ética. En serio.

Comienzo con la idea aceptada: la moral y la ética son dos áreas de conocimiento que tratan temas prescriptivos, eso significa que se ocupan de lo que “debe ser”. La moral, por lo general, contiene elementos religiosos racionales y de revelación divina. La ética, por su parte, contiene elementos meramente racionales.

Pero ambas se ocupan de lo que debe ser en oposición a, por ejemplo, la física que estudia lo que es. Por eso unas se llaman descriptivas, pero otras se llaman prescriptivas. Unas explican la realidad, la describen y las otras se ocupan de lo que debería ser, no de lo que es. No es difícil de entender.

Bien, pues a los estudiantes en ese libro se les enseña otra cosa 180 grados diferente. Para sus autores, ni la moral ni la ética son conocimientos prescriptivos.  Ellos escribieron que,

“La moral es… la ciencia de las costumbres, mientras que la ética es la ciencia que estudia reflexivamente el fundamento… de la conducta moral, de las costumbres”.

Lo que eso significa es haber girado los planos. La moral para ellos ya no es una ciencia que se ocupa de lo que debe ser, sino una ciencia que estudia las costumbres de una sociedad, como una especie de sociología o antropología.

Ya no es prescriptiva, sino descriptiva. Lo mismo con la ética, que pasa a ser algo que explica las costumbres. Y nunca dicen que lo que ellos dicen va en contra de lo pensado, concluido y aceptado por siglos de razonamiento.

Le puedo asegurar que en un principio lo que he dicho sobre tal libro causará un bostezo en muchos. No se evaluará como algo urgente ni apremiante. ¿Y qué con eso de hacer de la moral y la ética ciencias que describen a la realidad y no la prescriben?

El problema serio y de consecuencias incontables es que deja un hueco, el de definir qué es lo bueno y lo malo. Si ya ni la moral ni la ética lo establecen y se limitan a estudiar costumbres de una sociedad, eso deja un vacío, el de determinar que es lo bueno y lo malo, que es lo que los autores llenan. Escriben ellos que,

“En nuestra época, lo bueno sólo puede darse apropiadamente en la conjugación de los intereses personales con los verdaderamente comunes o universales”.

Eso tan vago significa que lo bueno es una mezcla de lo que cada persona cree con lo que piensa el resto: las ideas que yo tengo con las ideas que tienen los demás. Eso es lo bueno. Lo malo, por necesidad, es lo que no contiene ni mis ideas ni las del resto, ni mis intereses no los del resto. La moral y la ética fueron reducidas por los autores a una negociación de intereses. Y esto es lo que ven adolescentes de 13 años.

La conclusión es aterradora: lo bueno es definido como lo que cada quien piense que le conviene, no importa qué crea. Por supuesto, lo que para alguien es bueno, para otro será malo y las creencias de los dos serán aceptables. Es decir, esos estudiantes están siendo educados con la creencia de que la moral es relativa y que ellos pueden hacer lo que quieran. Literalmente.

Mi amigo dice que esto puede demostrar que la educación mexicana ha adoptado una posición oficial y formal: ha aceptado que el relativismo moral es la moral oficial del gobierno mexicano. Y que esa moral debe ser enseñada a los estudiantes del país. Tiene razón (examinando otros libros para el mismo curso en el mismo año escolar, se han encontrado ideas iguales a las mostradas aquí).

Si usted se ha preocupado por la buena educación de sus hijos, ahora piense en esto: la escuela les está enseñando que no hay reglas morales ni éticas, que cada quien hace las suyas. Si esto no es trascendental, no sé que lo sea.

Adelante, inventa tu moral relativista. Tu libro de texto de dice cómo

Cada quién tiene sus opiniones éticas y eso es bueno —esa es la lección que reciben los alumnos de secundaria en México

Examino ahora un libro, el de Conde, S. (2008). Formación Cívica y Ética I (secundaria, segundo grado) (2 ed.). México.  Inicia el libro (p.21), estableciendo que “no se trata de recibir lecciones de lo que se debe y lo que no se debe hacer para ser una buena persona, sino de analizar y discutir casos y situaciones que suceden todos los días”.

Es decir, el enfoque ético es uno casuístico, sin principios que establecen lo que debe o no debe ser. El punto es reafirmado (p.31), al señalar que los adolescentes tienen un “pensamiento más complejo que les permite… elaborar su propio código ético”. Cada quien tiene sus reglas éticas, por tanto.

A esa elaboración de reglas éticas en cada persona, se añade un uso de la libertad (p.35) para liberarse de las opiniones que “los demás quieren imponernos” —con lo que se logra un mensaje inquietante para el alumno: él tiene a su cargo crear sus reglas éticas propias sin necesidad de considerar opiniones externas.

Es decir, la autora supone que el estudiante de 13 años tiene capacidad para crear reglas éticas con lo que logra autonomía moral, la que “es un rasgo de madurez del ser humano” (p.39). Más aún, no tener autonomía moral es pensar “que las reglas existen por sí mismas” (p.39), lo que significa una negación de criterios valores externos y objetivos.

Su definición de moral confirma ese pensamiento. Dice que la moral “es el conjunto de valores, principios, costumbres y normas que se consideran buenas para dirigir o juzgar el comportamiento de las personas en un cierto momento histórico” (p.42). En otras palabras, las reglas morales cambian en el tiempo.

La ética deja de ser una ciencia prescriptiva o normativa para convertirse en “la reflexión sobre la moral”, una ciencia social simplemente que “no establece valores, normas, o comportamientos y tampoco sugiere cómo deberían ser estos” (p. 42).

Sí, dice eso, “La ética no establece valores…” El alumno, por lo visto, tiene la tarea de crear su propia ética, con independencia de la realidad y aceptando que la moral y la ética son ciencias sociales que describen a comunidades en ciertos momentos.

Echando en parte hacia atrás su tesis de autonomía moral personal, la autora incorpora un elemento regulador al decir que “El ejercicio de la autoridad no debe verse como represión o como autoritarismo, sino como otra forma de regular la conducta humana” (p.46). Y así llena el hueco que dejó antes: la autoridad puede regular la conducta humana sin aclarar quién es esa autoridad a la que convierte en fuente de reglas morales.

El relativismo es enfatizado al decir que, “Cada persona establece sus normas internas en función de sus principios y valores”, pero a continuación se contradice estableciendo que “lo que nos mueve a actuar es la responsabilidad, la conciencia del bien, de la justicia, de la legalidad, de la equidad y de la defensa de la libertad y la dignidad” (p.50).

La contradicción es obvia. Por un lado dice que cada persona establece sus normas, pero por el otro acepta la existencia de valores como la responsabilidad, los que, de acuerdo con su tesis anterior pueden cambiar en el tiempo —lo que significa que en algún momento sería aceptable, por ejemplo, la irresponsabilidad.

Sostiene la autora, más tarde, que “la moral se construye con los demás” (p.57), lo que lleva a necesitar “formar nuestra conciencia moral considerando los intereses personales y los de los demás… [tomando] en cuenta otras opiniones y perspectivas”. La conclusión es una concepción exótica de la moral.

La ha definido como una negociación de intereses y opiniones entre personas que tienen cada una su código ético, en una discusión que no tiene solución externa objetiva. A esto se añade que, “la moral se construye con los otros y en esa construcción son fundamentales dos aspectos: la empatía y el diálogo” (p.63), lo que confirma el enfoque casuístico de la moral y la ética.

Con lo anterior he querido demostrar, de nuevo, que el gobierno mexicano en esos libros de texto ha seleccionado a la moral relativista como su doctrina oficial —un estado laico ha realizado una selección ética que es la oficialmente usada en la instrucción escolar de los adolescentes.

Aunque no lo trato explícitamente, en el resto del libro se toman a la ONU y similares, como fuente de lo que debe ser, capitalizando sus acuerdos y declaraciones de derechos humanos.

Aún más moral relativista en libros de texto

Examino un libro de texto para alumnos de secundaria —para el curso de Formación Cívica y Ética— en el tema concreto de toma de decisiones que se enseña a alumnos de unos 14 años. El libro citado es Conde, S. (2008). Formación Cívica y Ética II (3o. Secundaria). México: Ediciones Castillo.

Quiero mostrar un tratamiento de la libertad reducida a un proceso de toma de decisiones carente de consideraciones éticas y que promueve un hedonismo grande en mentes tiernas e inmaduras.

En la página 37 se dice,

“Las decisiones personales son aquellas que toma cada individuo en relación con asunto de su interés. Algunas de éstas son poco relevantes… otras pueden ser fundamentales… como es el caso de la elección de la pareja, de la ocupación o del momento de iniciar la vida sexual…”

La distinción entre decisiones que varían en importancia es correcta y útil para el estudiante de esa edad —aunque llama la atención que ya se le plantee la decisión de pareja y de sexo (algo que los libros del año anterior promovió realizar).

Vienen ahora recomendaciones sobre las consideraciones que toda decisión significa:

“Al momento de tomar una decisión, nos enfrentamos ante dos o más alternativas. Generalmente todas son igualmente válidas, pues represen distintos intereses o formas de ver el problema…  Conviene analizar las alternativas valorando sus consecuencias, riesgos, ventajas, desventajas, dificultades, posibilidades, apego a la ley y congruencia con los valores”.

Llama también la atención la contradicción entre alternativas que “son igualmente válidas” por representar perspectivas personales y más tarde hablar de “valorar” consecuencias, riesgos y demás, lo que indica que no son igualmente válidas como se había supuesto.

Para tomar la decisión, dice el texto, hay diferentes métodos:

“Algunas técnicas para realizar este análisis recomiendan asignar un puntaje a los criterios, a las ventajas y a otros aspectos a fin de tomar la decisión… También se puede hacer esta elección a partir de una valoración más general y calificar cada alternativa como mala, regular, buena o excelente. La construcción de escenarios también es un buen auxiliar para esta actividad”.

En la página 86 continúa el tema de las decisiones personales, que es titulado “Toma de decisiones informada y apegada a principios éticos” donde se plantea esquemáticamente el proceso:

“… las decisiones que influyen en nuestra vida requieren estar apegadas a principios éticos, lo que significa que deben ser congruentes con, nuestros valores. Una persona que valora la vida, no tomará una decisión en la que arriesgue la salud y la integridad física de otras personas; quien tenga como principio moral el respeto a la dignidad humana, jamás optará por una actividad que lo denigre”.

Empieza a mostrarse con sutileza el punto al que quiero llegar —el de la moral personal, relativa a las creencias de cada uno: “quien tenga como principio moral…” abre la posibilidad a quien no tenga el valor en cuestión. El punto se muestra en el proceso que propone seguir:

“Para tomar una decisión informada y apegada a principios éticos puedes considerarlas siguientes recomendaciones:

  • Revisa todas las opciones que existen y analiza cuál es mejor.
  • Analiza las consecuencias para tu salud, tu economía y otras áreas de tu vida.
  • Revisa qué dice la ley.
  • Analiza los riesgos de cada opción.
  • Reflexiona sobre las consecuencias que puede tener para otras personas.
  • Analiza si cada opción es congruente con tus principios éticos personales”.

Llama la atención el orden de las recomendaciones, que coloca a la ley por encima de la moral —pero sobre todo, ya es clara la idea de la moral personal: “tus principios éticos personales”. La hipótesis subyacente es la de diferentes morales en cada persona.

En una página anterior (80), los criterios de la decisión ignoran incluso esa moral personal a la medida:

  • «Lo que me interesa y lo que quiero.
  • Lo que me ayuda a desarrollar mi potencial.
  • Lo que me conviene.
  • Lo que es saludable.
  • Lo que es legal.
  • Lo que ayuda al logro de mis metas.
  • Lo que puedo hacer”.

No sólo son diferentes a los anteriores —pudiendo confundir al alumno—, también ignoran a la moral, incluso a la definida por cada persona.

Creo haber mostrado elementos suficientes, en ese libro, como para explicar cómo un alumno a esa edad puede justificar el decidir seguir una carrera de narcotraficante —si sigue el proceso de decisión puede ser que sea lo que le interesa, conviene, desarrolla su potencial, ayuda a lograr sus metas y lo puede hacer. El único punto en contra es la ilegalidad.

Pero si a cada aspecto se le dan puntos, la ley es el único freno, de acuerdo con el esquema de la página 80. Y si se sigue el esquema anterior la conclusión es la misma —seguirá la carrera criminal porque en su moral personal no encuentra frenos para hacerlo.

El libro es una aberración educativa por enfrentar el problema de la libertad como un proceso de decisiones entre alternativas igualmente válidas que se valoran sobre bases utilitarias de beneficio propio. Este planteamiento de la libertad permite al alumno decidir lo que sea con una justificación plena.

La autora ha puesto de lado todo lo prescriptivo —el deber ser no existe para ella: cada quien tiene su moral que le puede mandar a ser un activista ecológico o un criminal con perfecta justificación. Esta educación crea mentes que desprecian el deber ser y todo lo legitiman por intereses personales inmediatos y subjetivos.

Es además sumamente notable cómo esta educación pública crea problemas públicos posteriores, los que vienen de una juventud que ha entendido a la libertad como un mecanismo de toma de decisiones en donde el beneficio personal no tiene un contrapeso moral. El gobierno se crea problemas posteriores causados por la educación que él da.


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[Actualización última: 2021-10]