Un examen de los razonamientos, considerandos y juicios usados para justificar a los matrimonios de personas del mismo sexo. Las defensas del matrimonio igualitario.

12 minutos

Introducción

Ha sido llamado matrimonio igualitario y se han elaborado defensas que lo tratan de justificar. Lo que sigue es un examen de esos argumentos en su favor, clasificados según la calidad de su razonamiento

I. Defensas de mejor calidad

En lo que sigue exploro algunos de los otras defensas en pro de los matrimonios de personas del mismo sexo.

Inicio con los que considero de mejor calidad y que ayudarían a la discusión pausada —para en la última gran sección examinar las defensas del matrimonio igualitario que son de baja calidad.

1. La defensa de la libertad

Es una de las defensas del matrimonio igualitario que pueden ser usados en favor de las dos posiciones, en pro y en contra.

Quienes argumentan en favor de esos matrimonios suelen afirmar que ellos son producto de las decisiones voluntarias de las personas —lo que es cierto, pero no valida que esa decisión libre sea digna de ser aprobada. Por decisión libre también, una banda de ladrones ejecuta sus robos.

Del otro lado, quienes argumentan en contra de esos matrimonios usando a la libertad, razonan diciendo que la libertad necesita un código de comportamiento que debe ser respetado —es decir, para ellos la libertad es en realidad la selección voluntaria de lo moralmente bueno.

Son dos concepciones muy diferentes de libertad —siendo una de ellas la que cree que toda decisión, si es libre, es buena y la otra entendiendo que no toda decisión libre es buena.

Ya es ganancia conocer que ambos bandos entienden a la libertad de manera distinta.

2. La defensa del poder gubernamental

Este argumento está sustentado en el papel que cada uno de los bandos asigna al Estado.

Quienes defienden los casamientos igualitarios asignan al gobierno la responsabilidad de respetar la libertad personal —y, por tanto, ser solo testigos de los actos libres.

En este caso, el matrimonio es un contrato civil libre que el gobierno simplemente registra y más tarde puede usar para solucionar judicialmente detalles de disolución y conflictos entre las partes.

Por su parte, quienes se oponen a esos matrimonios asignan al gobierno esa misma función de registro, posible disolución y solución de conflictos —pero añaden que las leyes bajo las que esos contratos se hacen, deben estar sustentadas en premisas morales superiores a la ley y que no legitiman a los actos libres simplemente por serlo.

Debe señalarse el serio riesgo en el uso de este argumento —un trance muy peligroso para ambos.

📌 Cuando se transfiere al gobierno la responsabilidad de decidir lo que es bueno y lo que es malo, ambos bandos se arriesgan a que sea la burocracia dominante la que dé un fallo a su favor o en su contra por medio de la fuerza y la coerción.

Con esta segunda de las defensas del matrimonio igualitario ambos pierden cediendo demasiado poder a la autoridad —causa suficiente como para alejarse de este argumento todo lo posible.

3. La defensa del laicismo

Quienes defienden los casamientos homosexuales argumentan usando la separación entre iglesia y gobierno —diciendo que las iglesias pueden prohibir a sus fieles esos matrimonios, pero no pueden hacer que esa misma prohibición la realice el gobierno.

Si acaso el gobierno los prohibe, eso sería igual a la imposición de una creencia religiosa en un estado laico.

El bando que se opone a esos matrimonios, por su parte, argumenta usando razones religiosas, como citas bíblicas cristianas y a veces de otras religiones, que se oponen muy claramente a la homosexualidad.

La discusión que usa esta defensa suele no conducir a parte alguna. La razón de esta inutilidad es la diferente serie de supuestos que tienen ambos bandos.

Unos no creen en religión alguna y obviamente rechazan lo que cualquiera de ellas afirme en contra de su posición. Los otros suelen no ir más allá de los mandamientos religiosos y citas de escrituras.

La falla central en el uso de esta otra de las defensas del matrimonio igualitario con el laicismo es una que no es sencilla de comprender.

El laicismo supone independencia de poder dentro de una sociedad, pero no oposición esencial entre iglesias y gobiernos. En esa independencia puede haber muchas coincidencias.

Es un error el suponer que un mandato moral sostenido por las iglesias e implantado en leyes significa una imposición religiosa que debe ser evitada —podría ser interpretada al revés y verse como una imposición gubernamental en las religiones.

Por ejemplo, existen mandatos religiosos que prohiben el robo, pero también leyes que contienen esa misma prohibición. Sería un yerro de lógica creer que se trata de una imposición religiosa en el gobierno.

Este argumento contiene una esencia de provecho: la posibilidad de considerar la existencia de algo, lo que sea, que constituya la fuente de las dos, de los mandatos religiosos y de las leyes —algo que los haga coincidir en reglas que, por ejemplo, consideran malo al asesinato. La noción del derecho natural sería prometedora en este sentido.

4. La defensa del daño a terceros

Es una de las defensas más usadas por ambas partes para aprobar u oponerse al matrimonio igualitario.

Quienes defienden la legalización de esos matrimonios señalan con toda seguridad que no causa daños a terceros. Quienes se oponen afirman exactamente lo opuesto, que sí existen daños y que ellos son de consideración.

La discusión que usa este argumento es realmente compleja porque no aclara términos, ni bases de razonamiento.

La frase «daños a terceros» debe ser mejor entendida —puede haber daños directos e indirectos, de corto y largo plazo, propios y en terceros. Además, puede hablarse de razonamientos lógicos, pero también de investigaciones de campo.

Lo que revienta a este argumento es la simplicidad con la que se usa, sin aportar ni pruebas ni razones.

El error potencial de este argumento es el de colocar toda la atención en los efectos inmediatos y fácilmente percibidos de esos matrimonios. La exploración de sus efectos debe ser más profunda y conjuntar tanto efectos medibles como no medibles —es decir, observables tanto como filosóficos.

5. La defensa de la perversión moral

En esta otra defensa se razona sobre terrenos morales.

Para unos, la sodomía es parte de las prohibiciones religiosas claramente señaladas, o bien una acción que es contraria a la naturaleza humana.

Para otros, es una forma de amor, la manifestación específica de un cierto tipo que no puede reprobarse por ser eso mismo, amor, un mandato religioso y moral.

Quizá sea este el argumento central, en el que las discusiones deban centrarse.

Se trata de examinar la moralidad del acto sexual entre personas de un mismo sexo —que es lo que en el fondo se pretende elevar a una conducta legítima. No solo indiferente ante la ley, sino explícitamente aprobada por ella como si se tratara de la familia tradicional.

Esto es el núcleo del problema y muchas de las defensas de los matrimonios igualitarios usados dificultan la discusión llevándola por avenidas inútiles.

Si la discusión se centrara en esta defensa y el de la libertad, ella sería más productiva y mostraría que en el fondo, ambos bandos opinan de manera diferente porque sus concepciones de moral-libertad son muy distintas.

Hasta aquí, una conclusión

Mi intención fue clara —no he defendido a quienes apoyan a esos matrimonios, ni a quienes se oponen a ellos.

Todo lo que he intentado hacer es una exploración de los argumentos de mayor calidad que se usan en esa discusión. Y de esa exploración de las defensas del matrimonio homosexual o igualitario pueden verse algunas conclusiones

• Alejarse del argumento estatal y del argumento del laicismo —los que afirman que el gobierno es capaz de determinar lo que es bueno y lo que es malo. Acudir al estado dañaría a ambos bandos a la larga.

• Concentrar la discusión en las diferentes concepciones de moral-libertad que sostiene cada bando y sobre este, examinar el argumento de los daños a terceros con una mucho mayor amplitud.

• Reconocer que no se trata de un problema legal y de poder estatal, sino uno moral y de libertades.

II. Defensas de baja calidad

En lo que sigue exploro algunos de las defensas del matrimonio igualitario —a esos que considero realmente inútiles y que debían ser extirpados de una discusión razonada. Arriba traté a los que son de mejor calidad

1. La defensa de las encuestas de opinión

Las dos partes de esta discusión la han usado. Unos dicen que deben ser legalizados esos matrimonios cuando las encuestas reportan que la mayoría los aprueba —pero cuando las encuestas los reprueban, esa información suele ser aprovechada para fundamentar que no deben legalizarse.

Es uno de las defensas más aniñadas de los matrimonios igualitarios que pueden usarse por ambas partes —porque hace al tema uno de vaivenes imposibles de razonar, ya que todo lo que debe hacerse es hacer encuestas y seguir ciegamente sus resultados.

A lo que debe añadirse el problema de objetividad y validez de sus métodos.

Es realmente asombroso que esta otra de las defensas del matrimonio igualitario tan menesterosa haya sido usada con frecuencia y siga siendo una de las más mencionadas. Estar sujetos a resultados de encuestas de opinión es meterse en un vaivén sin sentido.

2. La defensa de las minorías

También usada por ambas partes de la discusión, esta defensa recurre al tamaño de los grupos afectados —por lo general, resaltando a la minoría homosexual que se ve oprimida en sus derechos por la mayoría heterosexual; pero también señalando que la conducta de la mayoría establece una norma.

Es decir, puede usarse en cualquiera de los sentidos, para apoyar o reprobar a esos matrimonios.

Es otra defensa miserable que como en el caso anterior asigna la verdad según el peso del grupo —lo que para unos es una opresión, para otros es un estándar.

Además, es obvio que la verdad no puede variar dependiendo de lo que las personas realicen en sus vidas: una minoría, al igual que una mayoría, pueden actuar de maneras reprobables.

3. La defensa del tiempo

Esta otra defensa de los matrimonios igualitarios afirma que la homosexualidad ha existido desde el principio de la humanidad.

Pero, en contra de ellos, se argumenta que desde la antigüedad la regla ha sido más prohibir a la homosexualidad que aprobarla.

Puede, por tanto, ser usado en defensa de cualquiera de las dos posiciones.

Es parecido a los dos argumentos anteriores y es igual de inútil. Unos argumentan que porque la homosexualidad ha existido desde la antigüedad, eso justifica su reconocimiento legal —es una razón ilógica que puede reducirse al absurdo de razonar la legalización del robo porque siempre ha existido.

Otros reprueban esos matrimonios porque la homosexualidad ha sido mayoritariamente prohibida en la historia de la humanidad. Inclusive siendo cierta esa afirmación, no constituye un razonamiento sólido.

4. La defensa de los genios

Igual de pordiosera, esta otra de las defensas del matrimonio igualitario usada para apoyar esos matrimonios hace una lista de personajes brillantes que se sabe fueron homosexuales, como da Vinci, Oscar Wilde y otros más.

En contra de esos matrimonios, por supuesto, se puede hacer otra lista de mentes geniales que no fueron homosexuales, como Shakespeare, Cervantes y demás.

La falla de la defensa es obvia. Puede también usarse en ambos sentidos —pero sobre todo, su falla es la de creer que ser considerado un genio en pintura, por ejemplo, es prueba suficiente de que el resto de la conducta del genio sea por definición algo meritorio.

La genialidad musical de Beethoven no puede hacer laudable su maltrato a otros. El trato que Picasso dio a las mujeres no significa que eso sea digno de encomio.

En una columna se argumentó en favor de la adopción de niños para parejas homosexuales diciendo que fueron heterosexuales quienes fueron los padres de Al Capone (G. Loaeza, Grupo Reforma, 12 enero 2009) —por supuesto, también fueron heterosexuales los padres de quien escribió eso.

5. La defensa de la modernidad

Es una defensa demasiado vaga para ser siquiera considerada.

Los partidarios de la legalización afirman que el progreso del mundo es uno que obliga a aceptarla y califican a sus opositores de reaccionarios y atrasados.

Los oponentes a la legalización, por su lado, lanzan también adjetivos a sus opositores —y todo se vuelve una competición de calificativos de extrema vaguedad.

En su parte lógica, la falla de esta defensa de los matrimonios igualitarios es evidente —el que una idea sea reciente y moderna no significa que sea obligadamente mejor que una anterior; y tampoco una idea anterior es necesariamente mejor que una nueva.

A pesar de esto, debe reconocerse que lo llamado tradición suele ser el resultado acumulado de experiencias anteriores que no pueden desecharse por el simple hecho de ser «viejas», siendo necesario conocer con profundidad la razón de su existencia.

6. La defensa del amor duradero y la buena convivencia

Es otra de las defensas aniñadas que pueden ser usadas por ambos bandos —tan tonto que merece solo una mención corta.

Quienes defienden a esos matrimonios dicen que el casamiento heterosexual no es garantía de estabilidad, que hay muchos divorcios y hogares rotos. A lo que añaden que en los matrimonios homosexuales existe amor real. Y quienes se oponen, argumentan igual, con los datos usados en el otro sentido.

La falla del argumento es obvia: se toman datos malos reales de la posición que se quiere atacar y se comparan con opiniones ideales de la opinión que se desea defender.

Conclusión

He examinado las defensas del matrimonio igualitario habiéndolas dividido en dos clases —las de calidad aceptable y, del otro lado, las de muy baja calidad que merecen ser ignoradas.

De las de calidad aceptable obtuve conclusiones:

• Desechar la defensa basada en la cesión de autoridad moral al gobierno. La autoridad política no debe convertirse en autoridad moral y no es capaz de determinar lo que es bueno y lo que es malo. Acudir al estado dañaría a ambos bandos a la larga.

• Enfocar la discusión en las diferentes concepciones de moral-libertad que sostiene cada bando y sobre este, examinar el argumento de los daños a terceros con una mucho mayor amplitud.

• Reconocer que no se trata de un problema legal y de poder estatal, sino uno moral y de libertades.


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[Actualización última: 2023-03]