Un riesgo real siempre presente en todo gobierno. Es parte de la naturaleza del poder el salirse de sus límites. Es vital para la libertad ponerle frenos. El problema del poder político sin límites.

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Introducción

No es nada nuevo el problema del poder político sin límites. Los romanos, habiendo sufrido las consecuencias de gobiernos desbordados, heredaron mecanismos para ese control.

Trenchard y Gordon, ya en los principios del siglo XVIII, tomaron de nuevo esas lecciones de historia y reiteraron la advertencia de cuidar los límites del poder del gobierno. Y así proteger a la libertad,

📌 En la misma naturaleza del poder está su tendencia inevitable a salirse de sus bordes. La historia presenta lecciones prácticas de cómo ese peligro siempre latente se ha enfrentado. Una lección para las siguientes generaciones.


📕 El  libro consultado para esta carta fue Trenchard, John, Gordon, Thomas (1995). Cato’s letters, or, essays on liberty, civil and religious, and other important subjects vol 2. (Ronald Hamowy). Indianapolis, Ind. Liberty Fund, 1995, Vol. II, letter 115, «The encroaching Nature of Power, ever to be watched and checked», pp 803-807.


Poder versus libertad

El primer punto es muy directo y no andar por las ramas. Solamente los límites que se le pongan a los gobernantes harán libres a las naciones.

Si se carece de esos límites las naciones serán esclavas. Este es el problema del poder político sin límites.

Las naciones son libres donde los magistrados y gobernantes se confinan dentro de ciertas líneas dadas por los ciudadanos. Y son esclavas donde esos magistrados y gobernantes siguen reglas establecidas por ellos mismos, de acuerdo a sus humores e incontinencias, lo que es la peor maldición que le puede suceder a un pueblo.

El poder político sin límites es una cosa monstruosa y salvaje. Es posible que sea natural desear ese poder ilimitado, pero es igualmente natural oponerse a él.

Más aún, el poder sin límites no debe darse a hombre alguno, por buenas y extraordinarias que sus intenciones sean.

Los autores, por tanto, conciben al poder del gobernante como una amenaza potencial sobre los ciudadanos. Una amenaza a la que se le deben poner cotos muy firmes para evitar que se salga de ellos.

📌 Ningún hombre por excelente que sea merece tener un poder exagerado.

El problema del poder sin límites

Sigue el desarrollo de esa idea. El hombre al que se le dé poder sin límites, a pesar de lo que él no lo desee, tendrá enemigos contra los que solo su poder puede protegerlo.

Los requerimientos de sus funciones y las dificultades de sus gestiones lo forzarán a la preservación de su poder. Y le harán cometer acciones expeditas, no previstas ni intencionales, las que él quizá originalmente habría aborrecido.

La historia nos muestra esto. Hay innumerables casos de personas que teniendo poder se han atrevido a cualquier cosa con tal de mantenerse en él, aún las más detestables. Es el poder actuando como o una adicción incontrolada.

Es raro el caso de quienes teniendo poder han renunciado a él. Todos han seguido en el poder mientras pudieron mantenerlo y renunciaron solo cuando ya no lo tenían.

📌 Está en la naturaleza misma del poder, el salirse de sus límites y aprovechar toda ocasión para convertir poderes extraordinarios en normales.

Ningún poder renuncia a sus facultades y ventajas voluntariamente. Y además, por naturaleza, el poder genera acciones malvadas. Una vez que la persona tenga un poder excesivo, tenderá a conservarlo a toda costa.

Los romanos y sus ideas para controlar al poder

Trenchard y Gordon mencionan ahora métodos para el control del poder, para poner límites a la esfera de acción del gobernante. Para esto recurren a los romanos, quienes sufrieron los excesos del poder y proveyeron remedios inteligentes para controlarlo.

En esencia, cuando los romanos reconocieron el problema del poder sin límites, lo lo enfrentaron con otro. Ejemplo de esto es el balance de poder entre los cónsules y los tribunos, ambos eran elegidos solo por un año.

Más aún, si hubiera una intención sospechosa entre los tribunos, la única protesta de uno de ellos invalidaría la voluntad del resto.

Los métodos romanos

Para limitar el desbordamiento del poder, por tanto, había medidas de fragmentación de ese poder. Había poderes divididos y el establecimiento de responsabilidades al final del término del gobernante.

En efecto, los romanos ayudaban a preservar sus libertades también haciendo que los gobernantes, al final de su mandato, rindieran cuentas de su desempeño.

Además de esto, los magistrados podían realizar apelaciones a la ciudadanía, un poder que se usó con modestia y medida.

Otra manera de controlar el poder fue evitar la continuación del gobernante en el mismo puesto, una forma que fragmentaba el poder en el tiempo.

Esto fue señalado por Cicerón, con la idea de que ningún hombre que haya ocupado una cierta posición en el gobierno puede ocuparla de nuevo durante diez años.

Los romanos, insisten los autores, eran muy cuidadosos de exigir cuentas tan pronto terminaba un gobernante su período. El gobernante debía presentar cuentas claras de su conducta y acciones, y muchas veces esos gobernantes fueron condenados confiscándoseles sus bienes.

Estas eran maneras en las que los romanos cuidaban el crecimiento del poder de sus gobernantes. Y si acaso ese poder crecía más allá de lo gobernable, abolían ese poder.

El poder dictatorial fue ocasionalmente aceptado y encontrado de gran utilidad bajo ciertas condiciones, pero él estaba limitado a ciertos meses y aún así el dictador no podía hacer todo lo que quería, pues estaba circunscrito por el juicio del pueblo.

Los romanos llegaron a tener gran poder, en muchos territorios y con grandes ejércitos, por lo que creyeron que era en extremo peligroso dar poder ilimitado a un sólo sujeto. Aún así, el poder fue usurpado por Sula, después por César y de esta manera Roma perdió su libertad.

Globo de ideas afines

Es inevitable. Todo poder tenderá a crecer y a ser abusado. No hay excepción.

Es la verdad que justifica, por ejemplo a la curiosa idea de la necesidad de elecciones al revés y que explica la tentación del totalitarismo.

Se amplía con la necesidad de la redistribución del poder político, la realidad del autócrata, de los gobernantes compulsivos y la quimera del poder total.

Conclusión: el problema del poder político sin límites

El mérito de los autores, por tanto, está en señalar que la misma naturaleza del poder gubernamental es tal que siempre va a tender a salirse de sus límites aprovechando toda ocasión y toda oportunidad.

La conclusión lógica de los autores es tener mecanismos siempre presentes que eviten ese rebosamiento del poder del gobernante, que es la única manera de mantener la libertad del hombre.

Una tarea que, claramente, nunca debe descuidarse. Incluso frente al más bondadoso y bien intencionado de los gobernantes.


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[La columna fue revisada en 2023-06]