La definición de una virtud, un tipo loable de conducta. Los elementos que conforman al altruismo y algunas precisiones muy necesarias. Una advertencia al uso simplificado del altruismo. ¿Qué es altruismo?

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Introducción

Los motivos altruistas suelen ser usados con alta frecuencia en las discusiones que contrastan opiniones económicas y políticas opuestas. Por eso es de utilidad intentar tener una definición de altruismo y los elementos que lo forman.

Lo que sigue es un breve intento que examina el significado de altruismo y que se justifica por la cantidad de veces que una opinión es considerada superior a otra por causa de ser calificada de altruista.

📍 El complejo significado de altruismo lleva a dos originales ideas, la que sostiene que egoísmo y altruismo están en mutua dependencia y la que afirma que es una realidad el poder hacer el bien sin quererlo ni buscarlo.

Altruismo, definición y elementos

En su sentido más esencial, altruismo es una conducta que da la mayor jerarquía al bien de los demás. Y que, por eso mismo, coloca al bien propio en un sitio secundario.

«Diligencia en procurar el bien ajeno aun a costa del propio.». dle.rae.es

Llevado a su conclusión lógica, lo anterior sugiere con fuerza al tipo de actos que se realizan sabiendo que ellos serán buenos para otras personas. Y que se llevan a cabo a pesar de que tengan como efecto un daño en la persona que los realiza.

Altruismo y su opuesto

El altruismo es una noción central en el terreno ético, dentro del que se considera como superior a sus opuestos. La conducta altruista es vista como una opción moralmente mejor.

La posición opuesta al altruismo es la obvia. La de una conducta que da la mayor jerarquía al bienestar propio y coloca al bien de otros en un lugar secundario. Es lo que suele ser llamado egoísmo.

Entre el altruismo y el egoísmo, colocados cada uno en un extremo, es posible presuponer una variedad de posiciones intermedias y graduales. Ellas arrojan luz en la comprensión del altruismo.

Precisiones necesarias

Por ejemplo, un acto por el que un marido dona su casa a un asilo de ancianos. Este acto será considerado como altruista muy claramente, pues se cumple la condición de un beneficio a terceros y un sacrificio propio.

Sin embargo, podrá ser calificado de imprudente si ese acto daña a la familia. Ella ahora se queda sin donde vivir —el sacrificio propio es temerario.

Otra cosa sería haber donado una cantidad sustancial de dinero que hubiera privado a la familia de una vacación.

¿Habría sido egoísta tomar esa vacación y no dar el dinero? Posiblemente, pero solo en una interpretación estricta. Un egoísta claro sería el que quitara dinero propiedad del asilo para usarlo en sí mismo.

Complejidad inevitable

Lo anterior muestra la complejidad de los juicios que intentan calificar a los actos personales como altruistas o no. Una buena cantidad de circunstancias los afectan haciendo que los juicios no sean claros, excepto en casos extremos.

El altruismo, cuando se interpreta con simplismo, tiene un problema para la calificación ética de las acciones. El de los actos que sean de beneficio a ambas partes. Cuando las consecuencias de la acción son positivas para todos, los otros y quien realiza la acción.

Es cierta la otra posibilidad, la de acciones torpes que como consecuencia dañen a todos los que intervienen —quien las realiza y terceros resultan dañados. Este caso posiblemente sea visto como uno de estupidez y ya no me ocupo de él.

Actos de beneficio mutuo

Pero sí vuelvo al otro, el de actos que tienen un beneficio en todos —una situación particularmente complicada.

En una definición simple del altruismo se tienen con claridad dos consecuencias. La de un beneficio en terceros y la de un daño en quien realiza el acto.

El caso de un donativo

Vuelvo al caso de la donación de una cantidad sustancial del dinero a una casa de ancianos —un caso en el que puede verse sin dificultad el provecho de esos ancianos. Sin embargo, en la otra parte, el sacrificio no es posible de ver con tanta luminosidad.

En la superficie se percibe el traslado de dinero de una persona a otras. Y eso hace suponer que existe un sacrificio: el donante podía haber usado ese dinero en un viaje de un año alrededor del mundo.

Pero en el fondo la cuestión no es tan diáfana, pues el donante puede sentirse mejor haciendo ese donativo que haciendo el viaje.

¿Significa eso que el acto no es altruista, o que incluso es egoísta?

No es ocioso plantear esa posibilidad y muchos dirán que, por esa razón, el acto ya no es altruista, ni tiene mérito. No cumplió con el requisito de ser un sacrificio personal (para la persona fue mejor dar el donativo que hacer el viaje).

De allí que se haya pensado en el principio de que el altruismo solo puede serlo en el caso en el que el acto claramente «duela» a su ejecutor. El que, en ese caso, dejar de hacer el viaje sea una opción dolorosa.

El caso del panadero

Una situación muy particular surge en el caso de los intercambios económicos. En ellos, ambas partes tienen un beneficio. Un juego de suma positiva, incluso a pesar de que las partes busquen su propio beneficio sin considerar los efectos de su conducta en la otra.

El caso es el famoso presentado por Adam Smith y presenta un reto a la interpretación simplista de las conductas altruistas que suponen un daño propio y un beneficio al otro.

Dentro de la mente

Esto lleva a otra dificultad con el altruismo. La imposibilidad de entrar dentro de la mente de quien realiza el acto y tener disponibles datos suficientes como para que un observador califique a la acción como realmente altruista o no.

Es decir, los «observadores» no tienen elementos suficientes como para dar un juicio definitivo.

A su disposición están sólo elementos externos e incompletos que les llevan a una sola opción de juicio, la de celebrar lo que se ve como un acto altruista, sin especular sobre motivos desconocidos.

Altruismo, su uso político

El altruismo posee otra dificultad, la de un uso desleal. Es común calificar a ciertas acciones de altruistas y de esa manera darles una justificación y una altura superior a cualquier otra acción opcional.

Esto sucede con frecuencia en obras caritativas.

Por ejemplo, algunos gobiernos dan ayudas a madres solteras, una especie de sueldo por no trabajar, de manera que tengan tiempo para atender a sus hijos. Estas acciones se justifican por ser altruistas lo que hace que sus opositores sean calificados de egoístas.

Es un mal uso del altruismo, que ignora la consideración de efectos colaterales de tales programas.

Este mal uso del altruismo es muy común en la defensa de gobiernos socialistas, los que suelen autonombrarse humanistas y, por eso, superiores a cualquier otra opción política —lo que es sólo una labor de marketing político.

Conclusión: una buena guía

El altruismo, a pesar de sus dificultades, provee a la conducta humana con un muy valioso principio de acción: la consideración de los efectos en otros y, más que eso, la gran prioridad de beneficiar al resto.

El Cristianismo ha tratado el tema con una originalidad grande, al establecer que debe amarse al prójimo como uno se ama a sí mismo. Algo bien establecido en la regla de oro.

La riqueza de esta visión es mayor a la del altruismo y no tiene sus dificultades.


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