Los impuestos en cualquiera de sus formas son un costo de producción y de vida. Esa es la razón por la que alteran los precios y el bienestar. Un aumento de impuestos es un aumento de costos y de precios. Por eso los mejores impuestos son los que no existen y los segundos mejores son los más bajos posibles.

13 minutos

Introducción

Los precios y los impuestos son conceptos muy parecidos. El precio de una caja de cereal es la cantidad que paga el cliente a cambio de recibir ese bien y poder consumir su contenido. Es un intercambio libre de dinero por un producto.

Los impuestos son también el pago de algo que hace el cliente a cambio de servicios policiacos, de justicia, tránsito, y otros más, como representación diplomática, iluminación pública, carreteras y similares. Esos que ofrece el gobierno.

Al comprar una caja de cereal, se paga el costo de producción del producto y, también, los impuestos cobrados al fabricante —con el impuesto de venta cobrado al cliente. A lo que se adiciona los impuestos pagados por sus ingresos y bienes.

📌 Por eso, una elevación de impuestos es un aumento de costos y precios que paga la gente para vivir y mejorar su bienestar.

Precios e impuestos no son lo mismo exactamente

En lo que sigue exploro las diferencias, que no son poco importantes.

🔎 La compra de la caja de cereal es libre. La decide el cliente, sin que el productor del bien pueda obligarlo a la compra. Los impuestos no son libres, al contrario, son obligatorios y en caso de no pagarse la persona recibe castigos legales.

🔎 El productor no tiene poder significativo para elevar sus precios. El cliente puede aceptar esos precios más altos o bien optar por otros productos sustitutos. Los impuestos pueden ser elevados sin ese límite porque sea cual sea su monto, se usará la coerción para obligar a su pago.

🔎 El cereal o de cualquier otro producto trata a todos sus clientes por igual, sin ningún tipo de distinción al poner un solo precio idéntico para todos. Mujeres y hombres, ricos y pobres, todos pueden adquirir ese bien al mismo precio. Los impuestos, por el contrario, «venden» el mismo producto con precios diferenciados, unos pagan más que otros y algunos ni siquiera pagan directamente.

🔎 El interés del productor en prosperar le lleva a intentar vender más, lo que en un mercado con competidores hace que la empresa se ponga al servicio del cliente. El productor mismo está arriesgando su propio patrimonio al invertir en la producción de lo que vende. Con los impuestos, el oferente de los servicios gubernamentales no arriesga su patrimonio personal. Y en caso de fracasar, su patrimonio permanece intacto, por lo que no tiene gran interés en poner las instalaciones gubernamentales al servicio de los clientes.

Consecuencias

Estas diferencias entre precios e impuestos tienen consecuencias en el bienestar de las personas, lo que apunto en lo que sigue:

Dentro de un sistema de competencia, tenderá a existir una mayor gama de bienes y servicios, con amplia variedad de precios y calidades. Entre los que el cliente seleccionará los que más le convengan en lo personal.

Los servicios y productos ofrecidos por los gobiernos y pagados con impuestos, tenderán a tener poca variedad, precios altos y calidades bajas, porque el cliente no tiene otra opción de selección que esa.

📌 La combinación de los dos puntos anteriores indica que el bienestar personal se incrementará más y mejor con empresas en un mercado competitivo que con el sistema de servicios y productos gubernamentales.

Todo lo anterior indica la conveniencia de una política económica general que solo acepte como excepción la opción de gobiernos oferentes de servicios. Solo en aquellos casos en los que clara y rotundamente no pueda satisfacerse la demanda por la vía del sistema de empresas en competencia.

Impuestos son un costo del bienestar personal

Los impuestos son uno de los precios que las personas pagan por bienes y servicios que esperan eleven su bienestar personal. No diferente, en su esencia, al precio que se paga por la comida o la vivienda.

El pago de impuestos es un costo de vida en sociedad, justificado solamente por los servicios y bienes que el gobierno provee para el bienestar de las personas.

📌 Por eso es que un aumento de impuestos es una elevación de los precios y costos del bienestar personal, lo que hace concluir lo opuesto: una reducción de ellos es una disminución en los costos del estándar de vida.

Una reducción de precios, por ejemplo, de los servicios de telefonía produce una elevación del bienestar, ya que su accesibilidad es mayor y el dinero sobrante podrá ser usado en otras cosas y así vivir mejor. Una elevación de los precios de telefonía obrará en sentido opuesto y disminuirá e bienestar.

📌 Igual con los impuestos: su aumento significará una disminución del bienestar porque ello es una elevación de los precios y costos de vida de las personas.

Los pobres no pagan impuestos

Hay una interesante lista de impuestos extraños en CurioSfera. Otro ejemplo durante los tiempos de la Colonia en América Latina:

«Los principales ingresos oficiales que se esperaba pagaran todas las instituciones del imperio en las Américas fueron, primero, la quinta, una palabra que significa un quinto del producto del lugar en cuestión (oro, plata, diamantes y otras piedras preciosas); segundo, el almojarifazgo (un arancel aduanero); tercero, los tributos de los naturales (nativos); cuarto, otros impuestos como la media anata sobre cargos eclesiásticos y civiles, y la cruzada, un impuesto que se suponía anticipaba la buena vida en el otro mundo». Thomas, Hugh. World Without End: Spain, Philip II, and the First Global Empire (Kindle Locations 1466-1471). Random House Publishing Group. Mi traducción. 

Una constante humana la de obligar a las personas a dar recursos a los gobiernos, pero que, en ocasiones, tiene una justificación curiosa, la de que no afectarán a quienes menos tienen.

Los gobiernos de la actualidad tienen un hábito de crear impuestos por cualquier motivo y a los que califican de beneficiosos porque no lastiman a los pobres sino a los ricos. Como si la clase media no existiera y fuese legítimo sacrificar a segmentos minoritarios.

Se crean, con esa justificación, impuestos progresivos a los ingresos, a las ventas, a los combustibles, a la electricidad, a viajes, a operaciones bancarias, a dividendos, a lo que pueda imaginarse.

¿Es cierto que los impuestos son solo pagados por los ricos?

Por ejemplo, un impuesto a los combustibles o a los dividendos o a las utilidades mayores, ¿afectará solo a los de mayores ingresos?

En apariencia sí. Al menos en la superficie y según la opinión de los gobernantes que afirman que esos impuestos no serán pagados por los de menores ingresos. ¿Es cierto eso?

Realmente no. Gracias a los vasos comunicantes de la economía, esos impuestos terminan afectando a todos y no solo a los ricos a quienes van dirigidos. Son como efectos invisibles que la Economía tiene.

⚠️ Los impuestos son un costo de pertenencia a la sociedad, sin importar quién los pague. Y ese costo se distribuye en todos. Incluso entre quienes no tienen automóvil, pero usan o consumen servicios y bienes que aumentan sus costos por un impuesto a la gasolina, por ejemplo. Los impuestos en su totalidad son costos sociales universales —precios que todos pagan de una manera u otra.

Si físicamente y en apariencia un impuesto a las utilidades es pagado por empresas grandes, esa impresión es equivocada, pues significa un aumento a los costos de producción de bienes que todos consumen.

📌 En conclusión, resulta algo muy extravagante afirmar que se vivirá mejor en una sociedad en la que se elevan los costos de producción de los bienes y servicios, los pague quien los pague.

Porque los impuestos son, en su esencial, un costo de vivir y su aumento significa una elevación en el costo de vivir. Eso dificulta la defensa de que la idea de subir cargas fiscales sea bueno para que todos vivan mejor.

Creer que un aumento de impuestos llevará a una mejor vida de todos, significa lo mismo que decir que elevando el precio de la comida las personas tendrán un mayor bienestar. No tiene sentido.

¿Quién usa mejor los recursos?

Los impuestos son una transferencia de recursos. De quien trabaja y produce bienes y servicios a quien provee servicios de gobierno. Esto introduce una pregunta natural.

¿En manos de quién los recursos son mejor aprovechados para elevar el bien común de las personas? Después de los servicios necesarios que debe cumplir un gobierno ¿hay justificación para darle aún más?

La breve historia de un caso

No fue hace mucho. La noticia provocó la indignación del día. Ella fue enmarcada así: «400 grandes empresas (casi) no pagan impuestos». Firmas mexicanas como Cemex, Bimbo, Telmex y demás.

El marco noticioso fue ampliado: «acumularon ingresos por 4 billones 960,000 millones de pesos en 2008, pero apenas pagan 1.7% en promedio de Impuesto Sobre la renta». Una cosa curiosa, porque los impuestos se pagan no sobre ingresos totales, sino sobre utilidades o beneficios netos.

¿Deben pagar impuestos las empresas?

Casi sin pensarlo, la respuesta automática es «por supuesto». Cualquier intento diciendo que no, será tomado como una herejía terrible. Hay argumentos que pueden usarse para justificar que las empresas no paguen impuestos.

• Esos impuestos elevan el precio de los bienes producidos. Los impuestos a las empresas son un costo más de su operación. No diferentes a lo que ella paga por electricidad o materia prima.

Sin impuestos a las empresas, el costo de producción se abaratará y los bienes serán más accesibles para todos.

En un escenario hipotético de cero impuestos para todos. El poder adquisitivo se elevaría notablemente y se viviría mejor. Sin embargo hay que reconocer que se necesita tener gobierno y que la situación ideal es la de uno eficiente, honesto, que necesite pocos ingresos y eso reduzca los impuestos.

• Otra razón simple. La idea de doble pago de impuestos por el mismo ingreso suele ser rechazada, pero eso es lo que sucede en el caso de las empresas.

Por ejemplo, la empresa X tiene utilidades y sobre ellas paga una tasa, digamos de 30%. Una parte de esas utilidades se suele repartir como dividendos a accionistas, la otra parte se queda en la empresa y se utiliza en su operación.

El accionista, a su vez, paga impuestos sobre el ingreso de sus dividendos. Esa misma cantidad que ya pagó impuestos antes cuando fue considerada utilidad empresarial. Paga ahora otra vez porque es considerada ingreso personal. Una clara doble tributación.

Ya no es tan claro eso de que las empresas deben pagar impuestos, mucho menos eso de que deben pagar más impuestos que el resto. Esto último es algo notable realmente. Se propone que las empresas grandes paguen más impuestos que las otras, más que las personas.

• Tercera razón, el efecto general de impuestos más allá de lo razonable. Por encima de cierto punto, los impuestos tienen una incidencia negativa en la actividad económica al quitar incentivos al trabajo y aumentar el costo y precio de los bienes.

• Además, la cuestión del uso eficiente de recursos. A todos conviene que los recursos sean usados con eficiencia para elevar el estándar de vida general. Y, en lo general, los recursos siempre son utilizados mejor por su propietario original cuando busca su beneficio.

Principio general de acción

📌 Como conclusión, es mejor que los recursos permanezcan todo lo posible en manos de quienes producen satisfactores con más eficiencia. Usándolos como inversión para elevar productividad, desarrollo de tecnología e innovación en general.

Y los recursos que sin remedio tengan que ir al gobierno deben ser los mínimos posibles para proveer sus servicios con eficiencia y honestidad. Porque un aumento de impuestos siempre significará un aumento en los costos y precio de vida de las personas.


«El Estado es la única organización que obtiene sus ingresos, no a través de contribuciones voluntarias o el pago por servicios prestados, sino a través de la coerción. (…) el Estado obtiene su renta mediante el uso de la compulsión, es decir, la amenaza de la cárcel y la bayoneta».

— Murray N. Rothbard

Impuestos y el tiempo como recurso

Si cada contribuyente dedica 20 horas mensuales a calcular, pagar y hacer trámites de pago de impuestos y existe un millón de contribuyentes, habrá 20 millones de horas-hombre dedicadas a pagarlos

Esa cantidad es igual a 800 mil días, lo que equivale a casi 2,300 años. Es decir, un contador encargado de hacer ese trabajo de declaración de impuestos de todos que hubiera empezado a hacerlo en la fecha del nacimiento de Cristo, aún no hubiera terminado, trabajando 24 horas diarias, todos los días de la semana.

También requieren tiempo

Quiero completar lo anterior con datos del libro The Future of Freedom, de Fareed Zakaria, página 249. Habla del código fiscal de los EEU y estos son los datos.

En 1914 ese código era de 14 páginas, ahora es de 2 mil, a lo que hay que sumar 6 mil de reglamentos. Se tienen 480 formatos para impuestos con 280 formatos explicativos. El costo estimado de cumplir con esas obligaciones es de 600 mil millones de dólares en ese país, un 15% del ingreso fiscal.

Los cálculos para cambiar esas regulaciones y reducirlas a un impuesto plano (flat-tax) indican que recolectando lo mismo, podría tenerse una elevación de la economía de unos 200 mil millones de dólares anuales.

La realidad de tiempo como recurso

Los gobiernos tienden a complicar severamente las disposiciones fiscales y eso es un desperdicio de recursos, pues desaprovecha tiempo que puede ser dedicado a actividades diferentes.

📌 Es decir, los impuestos son un traslado obligatorio de recursos de quien produce al gobierno —pero ese traslado tiene un costo adicional de tiempo: un costo de oportunidad: recursos posibles de usar en tareas productivas.

Por lo tanto

Es sencillo concluir que una reducción en la complejidad y el número de leyes fiscales significará una reducción del costo de producir bienes y servicios —lo que elevará el bienestar general.

Y, del otro lado, un aumento de la complejidad de las leyes de impuestos y su número significará una elevación del costo y precio de la vida de las personas —por lo que es absurdo que esa complejidad sea frecuente.

Además, una ley fiscal compleja es un buen escondite de concesiones, como tratamientos fiscales preferentes y privilegios.

La solución a esto tiene dos caras. Una de ellas es la adopción de un régimen simplificado de impuesto llano o plano, el flat-tax, igual para todos, lo que desataría un potencial impresionante de tiempos productivos en la nación.

La otra es un remedio más revolucionario. Se trataría de delegar el diseño de las leyes fiscales en un cuerpo ajeno a los congresistas, una especie de órgano independiente de especialistas fiscales con la misión de ampliar la base fiscal, simplificar al máximo el cálculo y el pago, y evitar concesiones especiales a grupos de presión.

Conclusión

Los aumentos de impuestos y la complejidad de sus leyes elevan los costos y precios de vida de las personas —por lo que resulta obvio que las leyes deben ser todo lo simples que se pueda y el monto de los impuestos lo más reducdo posible.

No hacer eso es igual a poner frenos a la economía y a la prosperidad del país.

El tema se liga a otros conceptos, como el de la crisis fiscal, así como a los impuestos a las herencias y los llamados impuestos al pecado. Más la llamativa idea de impuestos buenos y malos.


Otros lectores también leyeron…

[Actualización última: 2023-06]

.