La lógica es perfecta y parte de nuestra relación con Dios descrita en las lecturas del 23 Domingo Ordinario (ciclo A). Él nos ama y dejándonos libres nunca deja de llamarnos hacia él para mantener nuestro camino en su dirección. Si nosotros también le amamos, amamos también a nuestros semejantes y es natural que intentemos hacer algo cuando vemos que se apartan del camino adecuado.

Primera lectura

En esta misa del 23 Domingo Ordinario (ciclo A), la primera lectura (Ezequiel 33, 7-9) contienen palabras de Dios. Palabras que son claras y que se expresan en dos partes.

En una dice, «Si yo pronuncio sentencia de muerte contra un hombre, porque es malvado y tú no lo amonestas para que se aparte del mal camino el malvado morirá por su culpa, pero yo te pediré a tí cuentas de su vida».

En la otra parte, se dice, «En cambio si tú lo amonestas para que deje su mal camino y él no lo deja, morirá por su culpa, pero tú habrás salvado tu vida».

Las dos partes tienen un protagonista central, nosotros mismo y lo que hacemos cuando sabemos que alguien va por mal camino, por el que no conduce a Dios.

Evangelio

El evangelio del 23 Domingo Ordinario (ciclo A), de Mateo (18, 15-20) trata la misma idea anterior, la de nuestra respuesta ante la conducta ajena.

Las palabras de Jesús son directas, «Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano». Esta es una ocasión de éxito nosotros hicimos algo para remediar el mal camino de otro.

Pero, dice Jesús,

«Si no te hace caso, hazte acompañar de una o dos personas, para que todo lo que se diga conste por boca de dos o tres testigos. Pero si ni así te hace caso, díselo a la comunidad; y si ni a la comunidad le hace caso, apártate de él como de un pagano o de un publicano».

No puede haber confusión. Las dos lecturas contienen la misma idea, la de que en nosotros radica un deber ante Dios, el de ayudar a otros a encontrar el camino hacia el Creador.

Segunda lectura

En esta misa del 23 Domingo Ordinario (ciclo A), la segunda lectura, (Romanos 13, 8-10), San Pablo completa admirablemente la idea al decir, «No tengan con nadie otra deuda que la del amor mutuo, porque el que ama al prójimo, ha cumplido ya toda la ley».

La reacción es inmediata y natural, quien a otro ama a él irá tratando de enderezar su camino si es que se ha apartado de Dios.

En conjunto

La lógica es perfecta y parte de nuestra relación con Dios. Él nos ama y dejándonos libres nunca deja de llamarnos hacia él para mantener nuestro camino en su dirección.

Si nosotros también le amamos, amamos también a nuestros semejantes y es natural que intentemos hacer algo cuando vemos que se apartan del camino adecuado.

Todo se basa en el amar, todo, y la conducta natural hacia la que el amor nos lleva. No se dice aquí cómo realizar ese deber en cada ocasión, eso lo debemos decidir nosotros, pero de una cosa estamos seguros y ella es que frente al mal camino que otros pueden emprender, no podemos permanecer indiferentes.

De ello rendiremos cuentas.