Las tres lecturas de este 10 Domingo Ordinario (ciclo C) tomadas en conjunto nos dan un mensaje de esperanza y gozo. Todos somos llamados a Dios. Todos recibimos ese mensaje de «yo te lo mando, levántate».

Primera lectura

En este 10 Domingo Ordinario (ciclo C), la primera lectura (Reyes 17, 17-24) narra un episodio de Elías.

La dueña de la casa en la que el profeta se hospeda sufre la muerte de su hijo y reclama a Elías esa muerte. Le dice la mujer, «¿Qué te he hecho yo, hombre de Dios? ¿Has venido a mi casa para que recuerde yo mis pecados y se muera mi hijo?»

Elías pide a la mujer el cuerpo de su hijo y sube con él a una habitación y clama a Dios, «Señor y Dios mío, ¿es posible que también con esta viuda que me hospeda te hayas irritado, haciendo morir a su Hijo?» y pidió a Dios volverle a la vida.

«El Señor escuchó la súplica de Elías y el niño volvió a la vida». Elías presenta al hijo a la viuda y ella al verlo vivo exclama, «Ahora sé que eres un hombre de Dios y que tus palabras vienen del Señor».

Evangelio

En este 10 Domingo Ordinario (ciclo C), el evangelio (Lucas, 7. 11-17) narra una historia similar.

Jesús está en una ciudad, en cuya entrada encuentra un cortejo fúnebre. Ha muerto el hijo de una viuda. Jesús se compadece y dice a la viuda, “no llores”. Va hacia el ataúd y habla al joven muerto, «Joven, yo te lo mando, levántate».

Eso hizo el muerto. «Jesús se lo entregó a su madre… todos se llenaron de temor y comenzaron a glorificar a Dios».

Segunda lectura

Las dos son historias de resurrección y por medio de ella, de reconocimiento de Dios. En este 10 Domingo Ordinario (ciclo C), la segunda lectura (Gálatas 1, 11-19), San Pablo habla de otra resurrección, la suya, es decir, su cambio.

«… me han oído hablar de mi conducta anterior… cuando yo perseguía encarnizadamente a la Iglesia de Dios, tratando de destruirla. Pero Dios me había elegido desde el seno de mi madre, y por su gracia me llamó…»

No es diferente esto a las palabras de Jesucristo al joven, «yo te lo mando, levántate».

En conjunto

Las tres lecturas de este 10 Domingo Ordinario (ciclo C) tomadas en conjunto nos dan un mensaje de esperanza y gozo. Todos somos llamados a Dios. Todos recibimos ese mensaje de «yo te lo mando, levántate».

Todos podemos revivir de nuestra existencia terrenal a la celestial. Después de nuestra muerte física nos espera la vida eterna junto a Dios, pero también durante nuestra vida terrenal podemos tener otra resurrección, como la de Pablo. Una conversión.

Es una resurrección a Dios en esta vida. Un cambio total. Tan grande conversión como la del apóstol. Si él que fue perseguidor sangriento de cristianos pudo levantarse y seguir a Dios, cuanto más lo podemos hacer nosotros. Basta con hacer lo de Elías, orar pidiendo a Nuestro Señor que nos dé vida real en esta existencia terrenal.

Es lo que nos dice el salmo, «Te alabaré, Señor, eternamente… me salvaste de la muerte y a punto de morir me reviviste… ven en mi ayuda».