El derecho a ser escuchado es más un reclamo que una obligación impuesta en otros. Y no debe confundirse con el derecho a opinar o la libertad de creencias y pensamiento.

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Introducción

Es parte de la libertad el poder expresar opiniones propias, hablar y pensar sin prohibiciones externas. Y contiene, como todo derecho, una obligación en el resto, la de no impedirlo.

Sin embargo, la libertad de pensamiento y opinión con facilidad puede llevarse al extremo de imponer en otros la obligación de escuchar a otros. Esto lleva al corazón del tema del derecho a ser escuchado. ¿Existe ese derecho?

📍 El tema lleva inevitablemente al concepto de derechos verdaderos y falsos y la diferencia entre ellos. Especialmente en el asunto de la censura y las ventajas de la libertad de expresión.

Derechos y obligaciones

Todo derecho real lleva en sí mismo la libertad personal de alguien para hacer algo y, al mismo tiempo, la obligación de todo el resto de no impedirlo.

📌 En el caso de la libertad de pensamiento y expresión, es esa la libertad personal de creer y expresar ideas y opiniones. Más la obligación en el resto de no impedir que una persona haga eso.

Si alguien quiere expresar una opinión como la citada abajo, la libertad de expresión da el derecho de hacerlo a quien lo desee y, al resto, la obligación de no impedirlo:

«Documentos filtrados por NSA del denunciante Edward Snowden demuestran concluyentemente que los Estados Unidos está gobernado por una raza extraterrestre, los de tipo nórdicos, altos, blancos y rubios, que también ayudaron al ascenso de la Alemania nazi en la década de 1930». larealidadperdida.blogspot.mx

Dos elementos claves de todo derecho real

1. Libertad de creer, opinar, pensar, hacer

Se es libre de pensar, de razonar, de reflexionar. Pero no solamente eso. También se tiene la libertad de expresión, la que es simplemente sacar a la luz esas opiniones propias.

2. Obligación de respetar la libertad ajena

Esa libertad contiene en su esencia misma la obligación de respetar la libertad de los otros para hacer lo mismo.

El que la persona A tenga la libertad de decir x lleva en sí misma el respeto que A debe dar a la persona B cuando ella diga w.

Speakers' Corner at Hyde Park in London 1975
«Speakers’ Corner at Hyde Park in London 1975» by Paul Kearley is licensed under CC BY-NC-ND 2.0.

Y ahora, ese derecho a ser escuchado

📌 La confusión se da cuando la obligación que tiene la persona B de no impedir que la persona A diga x, se confunde con la idea de que B tiene la obligación de escuchar a A.

Las personas tienen, por la libertad de expresión, la obligación de no impedir que lo hagan. Lo que no existe es la obligación de escucharse unos a otros. El que la persona C quiera expresar su opinión z, no quiere decir que el resto tenga la obligación de escucharlo.

📌 Existe la obligación mutua de respetar la libertad de expresión de todos. Sin embargo, eso no quiere decir que exista la obligación de escuchar todas las opiniones de todos.

Una dificultad práctica adicional

Mientras que es perfectamente posible respetar mutuamente la libertad de expresión con la obligación expresa de no impedirla, sería imposible en la práctica ejercer la obligación de ser escuchado por todo el resto.

A pesar de esa imposibilidad, se ha afirmado el derecho a ser escuchado. Por ejemplo:

«Toda persona tiene derecho a ser escuchada y a influir en las decisiones que afectan a su comunidad. Este derecho, consagrado en la Declaración Universal de Derechos Humanos, está integrado plenamente en el derecho internacional, en particular en el artículo 25 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos».un.org

Si todos poseen a derecho a ser escuchados, en un país con 3 millones de habitantes tendría que haber un foro que permita eso a cada persona: 15 millones de horas dedicadas por todos a escucharse mutuamente suponiendo 5 minutos por persona.

Conclusión razonable

¿Existe el derecho a ser escuchado? No, no existe. Lo que si es real es el derecho a opinar determinado por la libertad de expresión y con la obligación de los demás a no impedir esa libertad.

Para apoyar lo anterior, puede pensarse en que la existencia del derecho a ser escuchado, impondría la obligación en todo el resto de leer a todos los periódicos y sus editoriales, ver todos los noticieros y sus comentarios, leer todos los libros e incluso, tener que escuchar al vecino que dice tener una opinión cualquiera.


«En los países libres, cada hombre es libre de expresar sus opiniones y cualquier otro es libre de no escucharlas».

G. Norman Collie

Precisiones adicionales

La conclusión anterior merece algunos comentarios extras que completen la idea.

Es natural tener opiniones

Si los humanos tenemos por naturaleza propia libertad, podemos pensar lo que queramos. Pensar lo que queramos no tendría sentido sin que también lo expresemos y otros puedan conocer nuestras opiniones e ideas.

Es lógico tener obligaciones

La libertad de expresión acarrea obligaciones inevitables. Una de ellas es obvia, el no impedir que los demás expresen esas opiniones. Pero hay otra que suele pasar desapercibida.

Es la obligación de quien expresa opiniones de hacer a sus opiniones fiables, sólidas, razonadas, informadas. Es una obligación de quien ejerce la libertad de expresión y que plantea el dilema del respeto a las personas o a sus opiniones.

Si alguien siente tener el derecho a opinar, ello le implica la responsabilidad de pensar y razonar, intentando tener una idea fiable, creíble, sólida. No es nada más que una obligación, un deber que llama a pensar en la opinión propia y a escuchar argumentos opuestos.

Es obvio usar a la prudencia

Otra noción que pone un límite al derecho a opinar es la prudencia, esa virtud de examinar las consecuencias posibles de las opiniones propias. Es una virtud propia, que la persona misma debe tener y ejercer ella misma, por decisión propia.

La interpretación imprudente del derecho a expresar opiniones con frecuencia lleva a la creencia de suponer que eso significa derecho a ser escuchado. Esto es una interpretación terriblemente mala porque supondría en otros la obligación de escuchar.

Usted y yo podemos tener nuestras opiniones, que pueden ser razonables y prudentes, pero no podemos exigirle a los demás que se sienten a escucharnos.

Es obligatorio usar a la razón

Obviamente, las circunstancias y situaciones alteran el empleo del derecho a ser escuchado.

Obviamente, en un proceso judicial, la persona tiene el derecho a defenderse y eso significa, en mucho, expresarse. Claramente, la autoridad política no debe censurar alegando peligros posibles causados por las opiniones (hasta un límite supongo).

¿Puede el derecho a tener opiniones llevarse hasta el extremo de significar el derecho a ser escuchado? Claramente no, al menos como una regla general con circunstancias que la modifican. Por ejemplo, en un juicio o en el de elecciones de gobierno, cuando la persona claramente debe ser atendida y respetada.

Claramente, el derecho a opinar no significa el poder obligar a los demás a escuchar esas opiniones. Los ciudadanos, por ejemplo, no tienen la obligación de escuchar las opiniones de los gobernantes ni las de sus críticos.

Globo de ideas afines

Este es el terreno de las demandas sociales y el activismo político que tienden a crear una inflación de derechos cuando todo lo deseable es convertido en derecho posible de reclamar al gobierno.

Esto lleva a la responsabilidad básica del Estado y las bases de los derechos humanos.

Finalmente

Sea lo que sea, imposible es la ambición de un mundo con opiniones siempre prudentes, razonables, inteligentes, sustentadas. Siempre estaremos expuestos a escuchar cosas como:

«¿Dónde se celebra este año el festival de Cannes?»
«La mayoría de nuestras importaciones vienen de fuera del país».

O, peor aún, algo como esto:

«La inflación no existe en la vida real, esto es, cuando una persona va a un local y se encuentra con que los precios han aumentado, no está en presencia de una “inflación”. En realidad, lo que tiene al frente es justamente eso: un aumento de los precios, problema del cual la inflación en cuanto teoría y sentido común dominante se presenta como la única explicación posible, cuando en verdad es tan solo una y no la mejor».

Es decir, al escuchar las opiniones de los otros, también debemos ser racionales y prudentes. Quizá encontremos grandes ideas; tal vez encontremos lo opuesto.


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[Actualización última: 2023-06]