Existe una gran acumulación de errores que impiden acercarse a la verdad. Ello se debe a varias causas, centralmente los frenos que impiden el uso de la razón, como la soberbia, la corrección política, el énfasis en derechos y la obsesión igualitaria.

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Acumulación de errores, el nudo

En lo que sigue sugeriré la existencia de un nudo gordiano actual. Un embrollo de gran magnitud que complica las vidas de millones y que podrían ser mucho menos enredadas. Un nudo de errores acumulados que impiden conocer la verdad,

Según la leyenda, en un templo dedicado a Zeus, había una carro atado con un nudo imposible de desatar y quien lo pudiera hacer conquistaría Asia.

«Alejandro Magno, en su camino para conquistar Persia, pasó por la ciudad de Gordión. Allí escuchó la leyenda y decidió enfrentarse a ella para dar un golpe de efecto a su propia leyenda. Tras estar un rato mirando el nudo, Alejandro sacó su espada y cortó el nudo con ella. Al hacerlo, dijo en voz alta “tanto monta desatarlo como cortarlo“» siempreconectado.es

Un nudo de tanta complicación que es imposible deshacer por el método que se pensaría estándar, pero que es fácil deshacer por un método simple, una espada que lo corte.

Es mi creencia que estos tiempos presentan otro nudo, uno mental que presenta una situación desordenada y enmarañada. F. Hayek (1899-1992) lo ha definido de esta manera:

«[…] llegado a una etapa en la que es más importante limpiar el camino de los obstáculos con los que la estupidez humana ha abrumado nuestro camino y dejar libre la energía creativa de individuos, que concebir más maquinaria para “guiarlas” y “dirigirlas” —crear condiciones favorables al progreso más que “planear el progreso”». Road to Serfdom

📍 Este tema trae a la mente es el de la cercanía o lejanía de la verdad, del asombro frente a la verdad y el sesgo de la verdad. Incluyendo la batalla de las ideas. Más las cuatro posturas frente a la verdad, politización y politizar: significados y ¿cómo responder a un relativista?

Entendiendo el nudo

Resalto la idea de «limpiar el camino de los obstáculos con los que la estupidez humana ha abrumado nuestro camino y dejar libre la energía creativa de individuos», creyendo que esos obstáculos en su conjunto son el nudo gordiano que se padece hoy (a pesar de que el libro citado apareció en 1944).

📌 La necedad humana, una constante inevitable, ha acumulado una buena cantidad de errores cuyo total es mayor que la suma de sus partes. Forma una especie de muralla que frena el potencial que tiene el talento humano y los resultados que el tendría.

El concepto que sugiero es ese, el de un nuevo nudo gordiano que es imposible de desatar por las vías tradicionales y que puede serlo por otros caminos.

📌 El germen de ese nudo es el depósito acumulado de conceptos equivocados, teorías erróneas, creencias inexactas, prejuicios sin fundamento, opiniones y juicios desacertados, que en lo individual tienen efectos limitados, pero que al ser fusionados crean un total general: ese nuevo nudo.

Flujo impedido

Los errores son una constante humana y no son objeto de sorpresa. Lo diferente de estos tiempos es su acumulación sin solución. En un proceso general estándar las equivocaciones son encontradas, reconocidas y solucionadas con nuevas propuestas, las que a su vez son mejoradas posteriormente.

El problema es que se ha tapado ese flujo de encontrar errores y solucionarlos, lo que ha provocado esa acumulación de equivocaciones, como una tubería de desagüe que ha sido obstruida y provoca problemas.

Hago referencia a errores e inexactitudes en creencias y opiniones económicas, morales, sociales, religiosas, políticas, filosóficas, que están sin solución y se aglomeran formando el nudo al que me refiero.

Errores acumulados: falta de razón

El centro de la explicación que propongo es que esa acumulación de errores sin resolver se debe a una peculiaridad de estos tiempos: el olvido de la razón. Un rasgo moderno que significa relegar el discernimiento y la reflexión que llevan a confrontaciones juiciosas que ayudan a resolver errores.

El olvido de la razón tiene causas, entre las que señalo algunas.

  1. El surgimiento del relativismo intelectual, el que pregona que no hay verdades universales y que cada persona posee su propia verdad personal.
  2. La popularidad de las ideologías como explicaciones personales del mundo y que están afectadas inconscientemente por la posición social de la persona —excepto, por supuesto, la ideología de la persona que eso afirma.
  3. La aceptación de la posverdad, a la que importan más las emociones y sentimientos personales que la verdad a la que reemplaza con «hechos alternos» personales.
  4. El énfasis en las sensibilidad intensa que reclama no ser afectado con lo que sea que contradiga a las creencias personales.
  5. La obligatoriedad, incluso legal, del uso de lenguaje políticamente correcto que cierra la posibilidad de estudiar temas y asuntos.

Examen impedido

Estas modalidades mentales impiden el examen de errores e inexactitudes, los que se mantienen sin solución por no aceptar soluciones que usen evidencias, pruebas, razones y argumentaciones —el nudo crece en tamaño con cada nuevo error que no es solucionado.

El resultado es un estancamiento de los errores y eso es lo que complica la vida actual. Eso que describen palabras como ‘paralización’ y ‘obstrucción’ y, peor aún, la conservación de los errores.

Hayek, en su cita, menciona el de los obstáculos (errores) para liberar la energía humana creyendo que sus consecuencias pueden ser planeadas. Empleé esa idea para hacerla más general.

📌 En resumen, lo que propongo es que el olvido del uso de la razón ocasiona una creciente acumulación de errores sin resolver y que su aglomeración creciente es la causa de una existencia menos buena de la posible —y puede ser que se llegue a un punto en el que haya una desintegración general.

[No resisto la tentación de sugerir, a quienes interese el tema, la lectura del libro de R. Scruton Fools, Frauds and Firebrands: Thinkers of the New Left.]

Mentes frenadas, acumulación de errores

Estamos rodeados de verdades. O al menos de partes de verdades. Lo suficientemente reales como para funcionar. Podemos poner en el aire aviones, hacer flotar barcos, procesar información. Podemos ver imágenes a distancia.

Es posible hacer eso y mucho más, porque sabemos lo suficiente de la verdad. Por ejemplo, en Física, como en otras ciencias. En su perspectiva es un proceso que no tiene fin, al menos en apariencia. Cada vez sabemos más.

Buscando la verdad

¿Qué hay en esta búsqueda de la verdad en la ciencia? Varias cosas generales. Sigamos en esto a M. Adler (1902-2001), el filósofo estadounidense.

  • Primero, la adición de nuevas verdades a las verdades que ya conocemos.
  • Segundo, el reemplazo de formulaciones inexactas de la verdad con formulaciones más certeras.
  • Tercero, el descubrimiento de errores e inexactitudes, con su consecuente rectificación.
  • Cuarto, desechar generalizaciones que con evidencias se demuestra que son falsas.

No hay fin en esto. Es un proceso difícil y arduo, que está lleno de discusiones y conflictos, a veces extremos.

Es parte de la vida, de nuestra forma de encontrar partes de la verdad. Los resultados netos son fantásticos y nuestra vida diaria es mejor gracias a ese encontrar verdades.

En otras palabras, viviremos mejor si seguimos ese proceso de encontrar la verdad, poco a poco, parte por parte. Sin embargo, la búsqueda de la verdad tiene sus obstáculos, incluso sus enemigos.

Obstáculos políticos acumulan errores

Un obstáculo/enemigo de este camino hacia la verdad es la politización de las ciencias. Está muy bien representado en Al Gore y su propaganda en favor de la teoría del cambio climático. Un asunto propio de la ciencia que se convirtió en bandera política.

El problema general es la intromisión de una fuerza ajena al campo de la búsqueda de explicaciones verdaderas y mejores cada vez. La fuerza de la política es un freno al avance científico al detener la posibilidad de encontrar formulaciones mejores, de rectificar errores, de desechar generalizaciones.

¿Solamente la ciencia dura?

Otro obstáculo/freno, más sutil que el anterior, es la convicción de que la verdad solo es posible en la ciencia cuantificable y en nada más.

Es suponer que lo único verdadero puede ser encontrado mediante la medición y la experimentación. Fuera de ese campo, se piensa, solo existen opiniones subjetivas. Adler lo explica bien:

«La visión que prevalece hoy, en círculos académicos al menos, tiende a colocar a las opiniones filosóficas y a las creencias religiosas del lado de la preferencia (taste) más que en el lado de la verdad».

Esta es una reducción importante de la posibilidad de encontrar partes de la verdad, al descalificar el uso de la razón. Las ideas filosóficas, todas ellas, son clasificadas como sujetas al gusto personal, irrelevantes para la verdad.

La consecuencia es clara en asuntos éticos, a los que suele considerarse temas subjetivos, en los que cada persona tiene su verdad y donde es inútil toda discusión racional. Así se acumulan errores en este campo.

Mala educación acumula errores

Otro obstáculo/freno es el descuido de la enseñanza en el uso de la razón por si misma. Toda la atención es dada a asuntos sujetos a tratamientos numéricos en los que se confía ciegamente, relegando la posibilidad de usar el razonamiento.

Esto es realmente notable, la creación de una mente que está dispuesta a creer en la mayor insensatez si ella está expresada en números, pero que recela del más sólido de los razonamientos lógicos. La falla reduce a la persona a la mitad de lo que pudiera descubrir de la verdad.

Son estos frenos los que en la actualidad producen un mundo dispar, en el que asombran los adelantos científicos y tecnológicos, pero dan pena los asuntos filosóficos, éticos, religiosos, artísticos y sociales.

La mente actual solo ve y cree números y, si tiene dudas, las disipa a través de los medios de comunicación y los métodos políticos, olvidando su capacidad de razonar. Es así que la búsqueda de la verdad se obstaculiza y frena. Es como querer conducir un carro en una carrera y quitarle la mitad de los cilindros.

Ejemplos de retrasos en el uso de la razón son, muy notables, en la política, donde se cometen barbaridades económicas y se siguen políticas con efectos secundarios considerables, sin acudir a la razón ni al sentido común.

Lo peor, sin embargo, sucede en palabras de Adler:

«Si todos nuestros juicios sobre el bien y el mal, lo correcto y lo erróneo, son puramente subjetivos; si ellos son simples expresiones de preferencias emocionales; si no tiene sentido acudir al argumentos racional cuando nos encontramos en conflicto con otros en estos temas, las consecuencias prácticas son de gran alcance y agudas. Ellas afectan la conducta de nuestra vida personal y pública en cada momento»

[El libro usado y citado es el de Adler, M. J. (1997). Six great ideas. New York London: Touchstone.]

Cinismo y errores acumulados

Es una impresión mía. La de tener muchas personas una mentalidad curiosa. Pueden ellas sospechar de todo, creer en poco o en nada de algunas cosas y, al mismo tiempo, creer en todo lo de otras.

Una especie de incredulidad general mezclada con candor inocente. Alguien lo ha explicado mejor que yo.

«Una mixtura de credulidad y cinismo ha sido una característica notable de la mentalidad de la turba antes de que se convirtiera en un fenómeno cotidiano de las masas. En un mundo siempre cambiante e incomprensible las masas habían llegado al punto en el que, al mismo tiempo, creían en todo y en nada, pensaban que todo era posible y que nada era verdad». Hannah Arendt

La mentalidad funciona, me parece, de la manera siguiente.

Este modo de pensar y tener contacto con la realidad tiene un principio de filtración de información del exterior al interior que es sumamente laxo y funciona suponiendo que todo lo que sea posible debe ser cierto.

Si algo es siquiera remotamente posible debe ser aceptado como muy probable y seguramente cierto. En actuall.com se mencionó una instancia de esto:

«La cantante Lana del Rey ha pedido a sus fans que se unan a un ritual ocultista contra el presidente estadounidense Donald Trump.“Estoy de acuerdo con Yoko Ono y John Lennon en que hay poder en la vibración de un pensamiento”, ha comentado la intérprete de Video Games, para animar a sus seguidores a sumarse a un mal de ojo masivo contra el presidente Trump».

Y cita a un artículo del NYT que establece «que los estadounidenses menos religiosos tienden a creer en fantasmas y Ovnis, con más frecuencia que los que van a misa los domingos».

Es un buen ejemplo de la mentalidad a la que me refiero. Al mismo tiempo que, por ejemplo, se rehusa a creer en los milagros de la religión se acepta sin remilgos la existencia de OVNIs. Sería más congruente la mentalidad que no cree en ninguno de los dos.

A ese principio de aceptar como muy probable o cierto a todo lo que sea remotamente posible, y acumular errores, esta mentalidad añade otro filtro muy restrictivo.

No creer nada o muy poco de lo que es demostrable mediante razonamientos y evidencias que siguen un proceso lógico. El resultado de esto es el rechazo sistemático de lo que es más probable que sea verdad.

Es el caso de una persona que asegura que inventores como N. Tesla (1856-1943), T. A. Edison (1847-1931), e incluso, S. Jobs (1955-2011), eran seres de otros planetas con la misión de difundir tecnologías no disponibles a los humanos.

Hay muchas más evidencias más fuertes que prueban que S. Jobs era humano que las que demuestran que era extraterrestre. Pero eso no importa, si el ser extraterrestre es remotamente posible eso debe ser tomado como realidad, sin considerar siquiera las pruebas que demuestran que era humano.

Credulidad anudada

En los terrenos políticos esto tiene aplicación frecuente. Esta mentalidad facilita la aceptación de promesas políticas escasamente posibles y de proyectos nacionales utópicos.

Por ejemplo, el suponer que todos los ciudadanos recibirán una renta por retiro a pesar de nunca haber ahorrado un centavo. El que eso sea casi imposible, no importa, es creído.

Y, al mismo tiempo, si a la misma persona que ha creído lo anterior se le muestran razonamientos y evidencias que prueban lo contrario, ella tenderá a no aceptarlas; no las considerará ciertas.

Es esta mentalidad curiosa que, incluso en la mente del político, crea una ficción en la que todas las propuestas funcionan y funcionan muy bien.

Lo que he querido hacer es resaltar la existencia de esa llamativa forma de pensar, crédula e incrédula, ingenua y escéptica a la vez; y que por creer que lo posible debe ser cierto produce una ficción independiente de la realidad en la que la verdad no importa.

No solo no importa, sino que molesta y causa incomodidad. Una forma de acumular error sobre error sobre error.

Pensar para evitar acumular errores

Es una costumbre sana, inteligente. La poseen en buen grado un par de amigos. Suelen ellos comenzar a hablar diciendo «en mi opinión…», o «según yo…».

Muestran así una cualidad escasa en nuestros días, la humildad. Más todavía, cuando escuchan a otros, suelen añadir «eso es según tú», o también, «en tu opinión».

Es saludable hacer eso. Demasiadas veces pensamos que nos asiste la razón entera y que somos poseedores de la verdad indiscutible. La realidad es que fallamos, en ocasiones, terriblemente y acumulamos errores en nuestra mente.

Nuestra razón no es perfecta y esa costumbre es una buena dosis de moderación y modestia mental. Puede llegar hasta el extremo de decir «No conozco del tema y por eso no puedo opinar». Otra posibilidad aún más rara e insólita.

📌 Eso que es bueno, sin embargo, necesita cierta mesura para no llegar hasta el error de suponer que todas las opiniones tienen igual valor y merecen, por eso, el mismo respeto. No, no todas las opiniones valen lo mismo.

Una situación como ilustración

Imagine usted a una persona que dice «en mi opinión esto es A» y la otra persona responde «No, según yo, esto es B». En este caso, por simple lógica, una de las personas está más cerca de la verdad que la otra; o bien, las dos están igualmente alejadas de la verdad.

Entre las dos pueden optar por justificar su opinión tratando de persuadirse entre sí. Posiblemente no lo logren, o tal vez sí. En la discusión que siga ambas se enriquecerán.

Pero ellas pueden hacer algo que no tiene beneficios, el acordar que cada quien tiene «su verdad o su opinión» y que ambas tienen razón. Eso es equivocado y nada ganan ellas.

Porque en realidad puede ser que ambas estén en el error, alejadas por igual de la verdad, o que una de ellas esté menos alejada que la otra. Los errores se acumularán.

A lo que voy es que la deseable modestia con la que se expresa una opinión personal necesita una cierta mesura que le evite irse al extremo de afirmar que cada quien tiene su propia verdad que tiene el mismo valor y merece el mismo respeto.

En realidad, el respeto lo merecen las personas en sí mismas, no tanto sus opiniones. Es decir, negar la opinión ajena obliga al que lo hace a justificar su afirmación con argumentos y evidencias. Y hacerlo de manera razonable, educada y amable.

En esto hay un detalle curioso que ilustro en una conversación esquemática entre dos:

  • Yo creeo que A.
  • Yo creo que tú crees que A.
  • Yo creo que tú crees que yo creo que A.
  • Yo creo que tú crees que yo creo que tú crees A.

El ciclo sería infinito, cada persona calificando de opinión personal a lo expresado por la otra. Nunca se llegaría a nada más que esa reiteración de «según yo-según tú».

La verdad como solución para evitar acumular errores

El asunto tiene una solución obvia, el de reconocer que la verdad existe, una idea que está implícita en las opiniones de las personas. Ellas opinan porque creen que lo que dicen es verdadero. Si no lo pensaran, no tendrían opiniones.

Eso le sucede incluso al más terco de los relativistas cuando dice «La verdad no existe». Decir eso es necesariamente una verdad que él reclama tener en contra de quien afirma que la verdad sí existe.

Reconociendo que hay una verdad, las opiniones ganan en valor en proporción a su cercanía con esa verdad. La mejor opinión entre las expresadas será la que tenga más cercanía con la verdad, lo que lleva a considerar los tipos de demostraciones.

La más usual para la mente moderna es la demostración científica que usa pruebas físicas y genera incluso leyes que pueden producir pronósticos en extremo exactos.

Las cosas se complican notablemente cuando eso se aplica a la conducta humana en campos como la Historia y la Economía, donde existen evidencias empíricas, pero también razonamientos abstractos.

Se necesitan reglas para discutir cuando no hay demostraciones físicas, eso que llamamos lógica o reglas del pensamiento. Son esas que establecen el principio de no contradicción, eso de los silogismos y premisas y falacias.

El punto de ruptura

Sin esas reglas obvias no existe posibilidad de discusión productiva entre las personas. Deben ellas aceptar que existe la verdad y que parte de ella es la aceptación de esas reglas que son válidas en sí mismas.

Esta aceptación de reglas, sin embargo, no siempre sucede. Una persona podrá decir, por ejemplo, «bueno, según tú una proposición y su negación no pueden ser ambas verdaderas al mismo tiempo y en el mismo sentido, pero yo no creo eso».

A partir de ese momento ya no hay posibilidad de discutir quién está más cerca de la verdad.

Es mi impresión general que en la educación formal se ha descuidado notablemente el aprendizaje de la Lógica, el arte y la ciencia de pensar correctamente.

El resultado es un elevado número de personas que son en extremo ingenuas y crédulas, las que acumulan errores serios.

Soberbia y errores acumulados

Es una acusación acostumbrada la de señalar como soberbia a la persona que afirma conocer la verdad, un hábito común que intento examinar en lo que sigue.

De inicio, es una actitud hostil esta, la de crear culpabilidad cierta a todo aquel que afirma conocer la verdad.

Es una situación que examino teniendo muy en cuenta esta animosidad y antipatía profunda, la que revela una actitud que podría resumirse en nadie-posee-la-verdad.

La actitud que niega la existencia de la verdad acumula errores

Contradicción

Es una agresividad mal razonada y que funciona en contra de quien la emplea. Si una persona dice que la otra no tiene la verdad, entonces la primera persona presupone que ella posee al menos una verdad —la de que la otra no la posee.

Si se presupone que nadie puede poseer la verdad, entonces tampoco puede afirmarse que nadie la tiene porque eso es en sí misma una verdad.

Posibilidad real

Cuando alguien afirma que conoce una verdad, la de que 10×10=100, nadie en sus cinco sentidos la acusaría de ser soberbia —eso es una verdad aceptada y universal, independiente de la voluntad personal.

Esto significa que existen campos en los que es posible conocer verdades incuestionables, como las fórmulas de geometría y cosas similares. Por simple razonamiento, por ejemplo, se acepta que el todo es igual a la suma de sus partes y que una parte es siempre menor al todo.

Gradualismo

El asunto, por tanto, se hace dependiente de los terrenos sobre los que se afirma que se posee una verdad —lo que se complica con otro concepto, el de cercanía con la verdad, muy bien ilustrado en los avances científicos en los que las teorías van refinándose y descubriéndose.

Esto hace posible sostener la idea de verdades provisionales —esas que pueden aceptarse por corroboración científica que acepta poder de explicación, hasta que otra teoría da una mejor explicación.

Campos difíciles

Cuando se entra a campos en los que no son aplicables las teorías sujetas a comprobación científica, las cosas se enredan sustancialmente —pero aún así es posible usar criterios de corroboración, como los principios de lógica y razonamiento.

Mi primer punto usa uno de esos: no es aceptable decir que es verdad que la verdad no puede conocerse.

Estos terrenos son los «filosóficos», los que no pueden ser llevados a un laboratorio, ni son sujetos a medición y experimentación. Si, por ejemplo, se acepta que no hay forma de aceptar científicamente que la propiedad es un derecho legítimo, se tendría que acudir a otras maneras de comprobación.

Por ejemplo, podría justificarse la propiedad personal imaginando cómo sería una sociedad en la que el robo no fuera castigado —incluso hay la posibilidad de acudir a datos comparando sociedades en las que los derechos de propiedad están garantizados y en las que no.

De igual manera, por ejemplo, podría demostrarse que la vida es un derecho de cada persona.

El de mayor dificultad

Las cosas llegan a su máximo nivel de complicación en los terrenos morales y religiosos. Un caso típico es el de iglesias que reclaman tener la verdad sobre Dios —una afirmación que no admite pruebas científicas, ni razonamientos aceptados por todos, ni tiene justificación mayoritaria democrática.

Es esta la situación clásica en la que se acusa de soberbia a la iglesia que sostiene ser la religión verdadera. Se razona pensando que debe ser soberbia la persona que cree en una religión como la verdadera.

¿Cómo demostrar lo que piensan las dos personas? Una dice que su religión es la verdadera y la otra dice algo similar, que no es la verdadera. Investigar una cosa y la otra requiere de una condición central —la de abandonar acusaciones de ese tipo y acudir a discusiones razonadas.

No significa eso que se llegará a un acuerdo aceptable para las dos partes, pero sí querrá decir que se ha puesto de lado la hostilidad inmanejable, que es lo que pretendo concluir con este examen.

Las acusaciones de soberbia lanzadas en contra de quienes pretenden saber una verdad, religiosa o no, conducen a la confusión y al enrevesamiento totalmente inútiles. La persona que pretende conocer la verdad tiene el deber de justificar su creencia y la otra persona tiene el deber de justificar la suya —sin insultos ni hostilidad.

Concluyo, pues, que la acusación acostumbrada de calificar como soberbia a la persona que afirma conocer la verdad es un camino de inutilidad total.

Después de leer lo anterior, creo oportuno señalar que existe una costumbre nefasta, derivada de un mal uso de las creencias democráticas. La de suponer que la verdad puede se determinada por medios y procedimientos democráticos de mayoría.

Conclusión

Se ha sostenido la idea de un nudo formado por la acumulación de errores que no han sido solucionados. Por diversas causas, los errores se ha agregado obstaculizando seguir el camino para encontrar la verdad.

La columna sostiene que en la acumulación de errores de razonamiento pone una gran obstáculo para el conocimiento de la verdad y que sin esto se frenan las posibilidades de una vida civilizada con potencial de florecimiento.


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[Actualización última: 2023-06]