Una forma errónea de razonar que busca una explicación única y absoluta de sucesos, la existencia de una conspiración oculta y disfrazada. La falacia del complot.

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La falacia del complot

Ella es un procedimiento equivocado de buscar explicaciones de acontecimientos y que las encuentra en la existencia de una explicación única y universal: la acción de una conspiración oculta y todopoderosa que actúa desde la clandestinidad.

Una manera efectiva de echarle la culpa a otros de las fallas propias. Por ejemplo, «hay una campaña de desprestigio contra mi persona», o «intereses ocultos quieren hacerme ver culpable».

Definición de complot

La definición de la Real Academia Española le asigna tres elementos:

  • Una conjuración de índole política o social
  • Una confabulación colectiva, realizada por dos o más personas en contra de una o más.
  • Connotaciones de tramas e intrigas

A lo que debe agregarse un sentido de clandestinidad y secreto, más un propósito y objetivo de ataque. Las personas que forman la conspiración están ocultas, no puede probarse su culpabilidad o, más comúnmente, son indefinidas.

Las teorías de la conspiración, como también se conocen, son «creencias explicativas acerca de un grupo de actores, coludidos en secreto para alcanzar fines malévolos»

Conversión en falacia

El concepto de complot se transforma en falacia cuando ese tipo de conjuración se utiliza como explicación única y exclusiva de sucesos que son opuestos a los intereses de una o más personas.

Una afirmación como «Existe un complot en contra del mi gobierno» puede ser cierta o falsa. El problema surge cuando el complot se convierte en justificación central de todo suceso contrario.

Estructura

La falacia de la conspiración o complot puede ser explicada en este esquema:

  • Sucede un acontecimiento x
  • X es contrario a los intereses de la persona A
  • A explica la existencia de x como un complot en su contra
  • Por lo tanto, x fue causado por las personas que forman el complot

Falacia del complot, una breve ampliación

Karl Popper, el filósofo, habló de una teoría de la conspiración.

📌 La definía como la explicación de un fenómeno atribuible al descubrimiento de grupos de personas interesadas en hacer realidad el fenómeno que se pretende explicar. Todo lo que sucede es debido a que alguien quiere que suceda.

[Popper, Karl Raimund (1966). The Open Society And Its Enemies Vols 1 And 2. London. Routledge & K. Paul, pp. 94 y siguientes.]

Ese alguien es generalmente un grupo oculto, rodeado de misterio y con un deseo por cumplir para el que varios unen sus fuerzas. Toda la explicación que se requiere es señalar que hay alguien que quiere que algo acontezca. Y nada más.

Explicación modernizada

El complot es una modernización de las explicaciones religiosas más primitivas: antes los dioses eran los autores de los hechos.

En la actualidad es una forma de superstición actualizada y laica: ya no son los dioses los que causan los hechos, sino personas poderosas: la CIA, el IMF, los comerciantes, las grandes petroleras, los sabios de Zión. No hay límites.

¿Hay confabulaciones? Sin duda. Las reuniones clandestinas de los insurgentes mexicanos en el siglo 19 fueron complots: querían que algo sucediera.

Y, más aún, quienes se reúnen para unirse en contra de la conspiración en la que creen, forman ellos mismos otra conspiración y son prueba viviente de lo que ellos tratan de probar.

Un suceso normal

Todo esto no tiene nada de notable. Probar que la gente se reúne para lograr algo es demostrar lo que todos saben de antemano.

Que existan personas reunidas para el logro de un objetivo es, entonces, un descubrimiento que nada vale. Todos los días existen reuniones de ese tipo.

Los partidos políticos se reúnen en privado para trazar su estrategia electoral; los ejecutivos de empresas para enfrentar a la competencia; y quizá algunos estudiantes para poder realizar un trabajo copiándolo de otro. Los editores de un periódico se reúnen para seleccionar las noticias a reportar el día siguiente.

El éxito cierto de la conspiración

El punto no es probar que existen grupos reunidos con un cierto propósito, sino si las confabulaciones son tan exitosas como se les cree.

La realidad es que esos complots son muy poco exitosos y la prueba se da en la existencia de grupos con intereses opuestos, como en unas elecciones, en las que uno solo resulta ganador. Hacer un complot no es garantía de éxito, pero, como falacia, sí es una buena explicación, muy atractiva y sonora, de lo que sea que se desee explicar.

No es explicación única

Y no solo no son exitosos los complots, sino que tampoco pueden ser una explicación siquiera razonable de lo que sucede.

Trate usted de explicar el inicio del Renacimiento por medio de esta teoría, o de la caída de la URSS, o de lo que usted quiera, usando solo esta herramienta y verá que es al menos parcial. Supondría que todas las cosas salen de acuerdo a lo planeado y eso da risa a cualquiera que tenga un sentido práctico.


«En la mayoría de la conducta humana, la incompetencia es una mejor explicación que los complots»

— Peter Bergen

Popularidad inevitable: dos elementos

Pero la falacia o teoría de la conspiración y el complot es popular sin duda, creo que por dos razones.

1. Una muy fácil explicación

La falacia del complot es una salida fácil del que busca una explicación única que no tiene que estudiar nada, ni saber del tema. Este es su error central, el convertirse en una explicación universal y total de cualquier suceso.

E. Waugh lo resume bien:

«… [por naturaleza el hombre] en lo individual y en lo colectivo busca de manera constante un opresor que sea responsable de sus males. El Tratado de Versalles, las sanciones, los judíos, los bolcheviques, los banqueros, los prejuicios raciales: cualquier cosa sirve en tanto pueda concentrar en ella sus agravios y pueda convencerse a sí mismo de que su propia insuficiencia obedece a una causa externa». Waugh, Evelyn. 2008. Robo al amparo de la ley. Madrid: Homo Legens.

«Los especuladores son los responsables del aumento de los precios», es una clásica que ofrece una explicación sin considerar aspectos de oferta monetaria.

Con un factor adicional, el de concentrar agravios y prejuicios previos en culpables favoritos, como apunta el autor.

2. Ricos elementos imaginativos

Otra causa de la popularidad de la falacia del complot es su buen argumento novelesco, de intriga y misterio, lo que explica la cantidad de libros que en serio o en ficción lo usan.

Una lista de conspiraciones muestra la gran variedad de ellas. En otra lista se menciona que «El sida es una creación de la industria farmacéutica con apoyo de la CIA», que «The Beatles nunca existieron», y que «Los dinosaurios ayudaron a construir las pirámides». Y, por supuesto, debe mencionarse a Los protocolos de los sabios de Sión.

Conclusión

Es una realidad innegable que sí existen complots, confabulaciones y conspiraciones, más realidades que desean mantenerse ocultas. Este no es el problema de esta falacia, sino el de usar al complot como una explicación total de cualquier suceso haciendo de lado cualquier otra forma de explicarlo.


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