¿Puede el intervencionismo corregir los defectos del libre mercado? El examen de la interrogante sugiere que no, que el intervencionismo económico no es la solución a la imperfección de los mercados. Y no solamente eso. Fallas del mercado y fallas del intervencionismo.

14 minutos

Introducción

Es parte del panorama político universal la narrativa que primero establece que los mercados libres tienen defectos, errores, excesos y fallas. Una afirmación totalmente cierta.

Esa narrativa establece que las fallas del mercado libre serán posibles de corregir por medio del intervencionismo económico. Este último sistema, se piensa, tiene la capacidad de resolver los defectos del capitalismo.

La propuesta común y estándar

El libre mercado tiene fallas y no es perfecto. Esa afirmación real e innegable, ocasiona el natural deseo de prevenir y corregir esos errores y fallas del sistema de libertad económica. El modo de hacerlo, se afirma casi universalmente, es la intervención del gobierno en el mercado.

📌 El modo de pensar es rápido y directo. Esta contenido en una breve frase: las fallas del mercado las corrige y evita el intervencionismo económico.

Esa afirmación, sin embargo, tiene un problema: presupone que el intervencionismo económico del estado no tiene fallas. Y eso es un supuesto irreal, pues es inevitable que también las tenga.

El dilema

Los dos sistemas económicos son imperfectos, tienen errores, no siempre funcionan y tienen fallas. Ante esta realidad, lo más prudente que puede hacerse es no dar por sentado que el intervencionismo resolverá los problemas del mercado.

📌 No hay garantía de que lo haga e incluso podría llegar a ser que el intervencionismo empeorara la situación que pretende resolver.

El asunto se hace explícito al plantear si el intervencionismo puede corregir los defectos del libre mercado y hasta qué punto. Y se ha ganado hasta ahora la idea de que la intervención estatal corregirá perfectamente los fallos de la libertad de mercado.

¿Puede el intervencionismo corregir los defectos del libre mercado?

Es así como debe plantearse la cuestión, sin dar por supuesto que el intervencionismo no tiene fallos ni defectos.

Los defectos del mercado

Un mercado espontáneo tiene la capacidad de proveer bienes de manera eficiente y cuando hay situaciones en las que eso no sucede, ellas se consideran fallas. Son problemas de bienes públicos, externalidades, bienes públicos, ciclos económicos.

Lo anterior tiene una apariencia razonable, pero escasa utilidad práctica, ya que para aceptar que se trata de un fallo del mercado libre, tendría que cumplir ciertos requisitos:

1. Clara responsabilidad del sistema

Nunca en la realidad, se encuentran esos dos sistemas en estado puro, de manera que una falla de cualquiera puede ser atribuible con certeza. Un ejemplo, es el de la Gran Depresión, caso en el que puede argumentarse fallas del intervencionismo y no solo del mercado.

2. No ser una falla humana

Esto apunta a la conveniencia de separar a la imperfección de la naturaleza humana de la imperfección de los dos sistemas. Sería irreal, por ejemplo, suponer que el egoísmo humano es una falla del sistema y no una constante humana.

3. Sin expectativa de perfección

Es la insistencia es abandonar la expectativa de perfección en cualquiera de los dos sistemas.

¿Resuelve el intervencionismo las fallas del mercado?

Responder a la pregunta es lo que intento hacer en lo que sigue, de manera analítica, examinando características de la naturaleza, el número y el conocimiento de personas.

A. Naturaleza personal

Debe verse la naturaleza de las personas en dos grupos —las personas comunes que conforman a los mercados libres y las personas que conforman al gobierno.

Las primeras son las que dirigen al mercado de libertad económica y las segundas son las que dictan las medidas intervencionistas.

Los dos son humanos

Es imposible negar que ambos grupos tienen un mismo origen, el de las personas que son parte de una comunidad cualquiera —y entre ellas no existen diferencias esenciales.

Todas las personas en una sociedad son imperfectas, definiendo esto como gente que no toma siempre las decisiones correctas y que no siempre tiene una conducta completamente moral.

Conclusiones inevitables

De lo anterior, se concluye que ni los mercados libres ni el intervencionismo estatal tienen la posibilidad de ser conducidos por personas perfectas.

Ambos, los mercados libres y el intervencionismo estatal, están sujetos a las consecuencias de la imperfección humana —en los dos habrá personas que tomen malas decisiones y que tengan comportamientos inmorales.

📌 Por tanto también, el intervencionismo estatal no puede afirmar que sus acciones dirigidas a corregir fallas del mercado libre, estarán libres de errores y de conductas indebidas. Tampoco el mercado libre.

La hipótesis siempre subyacente en el intervencionismo estatal, la de de suponer tener gobernantes sin esos defectos es totalmente irreal.

Es decir, por naturaleza ambos sistemas son conducidos por personas imperfectas. Ninguno de ellos puede reclamar ser un sistema que anule la imperfección humana.

B. Cantidad de personas

Debe verse la cantidad de personas en ambos grupos —el número de personas que actúan en los mercados libres y las que forman al gobierno interventor.

Es un conteo numérico simple. ¿Cuántas personas hay en cada grupo, en la sociedad y en el gobierno? Concretamente, el número de personas que toman las decisiones intervencionistas y de las que toman las decisiones en un mercado libre.

Esta es otra consideración vital para examinar si el intervencionismo puede corregir las fallas del mercado libre.

Tamaño de cada grupo

Es imposible negar que el número de personas que forman un mercado libre es muy superior al número de personas que forman un gobierno interventor.

Lo anterior tiene un impacto directo en el talento, habilidades y capacidades que ponen en funcionamiento cada una de las dos opciones, el mercado y el gobierno.

Los mercados libres, por definición, están formados por un número mucho mayor de personas que el gobierno interventor —lo que significa un fondo o reserva muy superior de habilidades, talentos, ingenio, aptitudes.

Por un simple factor de número, el gobierno cuenta con menor cantidad de todos esos recursos.

Conclusión inevitable

Entonces, el intervencionismo estatal no puede afirmar que tomará decisiones mejor informadas, ni de mayor sabiduría ni con mayor inteligencia.

Todos esos recursos son más abundantes en las economías de libre mercado por una cuestión simple de números. Son las personas mismas el centro de ese tipo de economía.

C. Conocimiento específico

Debe verse también el conocimiento que cada uno de esos dos grupos tiene sobre la economía —el saber del mercado en cada una de sus partes, un asunto de sapiencia acerca de los mercados específicos de cada bien en cada momento en cada lugar.

1. Cercanía del conocimiento

Es imposible negar que las personas que forman el mercado tienen una cercanía mayor con los asuntos de decisiones económicas y de negocios que los gobernantes.

Para ellas es un asunto cotidiano y muy próximo a ellas —es el manejo de sus propios recursos personales en cada situación, circunstancia y lugar.

Los gobernantes, es obvio decirlo, no tienen un contacto cercano con las decisiones diarias y detalladas de tipo económico que toman las personas en un mercado libre. Los gobernantes están más alejados de la cotidianidad económica.

2. Incentivos personales

Otra diferencia entre ambos es el empleo de recursos personales en las decisiones económicas. Los particulares manejas recursos de su propiedad y tienen fuertes incentivos para manejarlos con la mayor eficiencia posible.

Los gobernantes, debido a su posición, no tienen esos fuertes incentivos. Al contrario, el tipo de manejo económico que hacen gastando dinero de terceros en otros terceros, es propicio al desperdicio y la deshonestidad.

Por tanto, para examinar si el intervencionismo puede corregir las fallas del libre mercado, debe considerarse que los particulares tienen incentivos más fuertes para manejar recursos escasos con mayor eficiencia, honestidad y cuidado que los gobernantes.

3. Conocimiento fragmentado

Ni en el intervencionismo ni en el libre mercado existe la posibilidad de que unas pocas personas tengan el conocimiento detallado necesario para manejar adecuadamente a la totalidad de la economía de un país.

Este es un problema insoluble para el intervencionismo, lo que muestra que tiene fallas sustanciales. El mercado libre soluciona el problema de una manera imaginativa.

4. El conocimiento en un mercado libre

El conocimiento de la información económica, en un mercado libre, está fragmentado y disperso entre quienes forman ese mercado —cada uno de ellos conoce lo que necesita saber y no necesita saber todo lo que sucede en el resto del mercado libre.

El conjunto de ciudadanos posee todo el conocimiento de la economía, pero cada uno un fragmento de él —la porción que más le interesa y conviene. Cada uno tomará decisiones con información cercana, actual y detallada, aunque parcial.

Pero, para intervenir, los gobernantes necesitan tener ese conocimiento total del mercado, sin el que su intervención estaría llena de errores debidos a ignorancia —algo tan grande que es imposible recolectar.

Conclusión inevitable

📌 Entonces, el intervencionismo estatal no puede afirmar que conoce mejor que la gente a la economía de esa comunidad y, mucho menos, asegurar que su intervención corregirá fallas del mercado, como es común que suponga.

Es imposible que en el intervencionismo se cuente con la riqueza de información con que cuenta y puede utilizar el libre mercado. Otra parte que ayuda a responder si el intervencionismo económico puede corregir a las fallas del mercado libre.

¿Puede el intervencionismo económico corregir las fallas del libre mercado?

Corregir las fallas de los mercados libres es el argumento usado para justificar la intervención económica gubernamental —la que corregirá esos defectos logrando un mejor resultado general.

Esta narrativa intervencionista tiene dos elementos centrales:

  • Los mercados libres tienen fallas.
  • La intervención gubernamental corregirá esas fallas.

Cualquier lector, con un mínimo de perspicacia reconocerá que existe un tercer elemento: las fallas de la intervención estatal y que no pueden ignorarse creyendo que el intervencionismo corregirá con perfección las fallas del mercado libre.

¿Tiene fallas el libre mercado? No hay duda y el intervencionismo también y por la misma razón —como expliqué arriba.

Debe concluirse, al menos, que el intervencionismo no tiene las garantías que usualmente se le asignan. No está siquiera medianamente garantizado que resuelva los defectos del libre mercado.

El argumento del egoísmo empresarial

Una parte de la justificación que sustenta a las medidas intervencionistas es el evitar el egoísmo de los productores para elevar los precios y tener beneficios máximos con perjuicio a los consumidores.

El gobierno presupone que su intervención limitará la ambición desmedida de los productores —mediante decretos, leyes, regulaciones, impuestos y otras disposiciones que persiguen corregir esa falla del mercado libre: el afán desmedido de lucro de las empresas.

¿Lo logrará? No necesariamente, ya que ese intervencionismo tiene sus fallas también, pudiendo crear problemas mayores a los que intenta corregir —como sucede con controles de precios.

Es mi impresión que mucho del intervencionismo económico parte de una de sus más grandes fallas: la de tener una idea inexacta de cómo funcionan los mercados libres —especialmente en lo que se refiere al egoísmo empresarial que tratará de explotar a los consumidores.

En un mercado libre, varias empresas producen bienes sustitutos entre sí, que son ofrecidos a los compradores —una situación que, por diseño modifica la conducta de las empresas mientras exista competencia: las condiciona a tener precios más bajos y aumentar la calidad, incluso aunque no lo quieran.

Por lo que, si el intervencionista deseara realmente limitar al afán de lucro del empresario, lo que mejor que podría hacer es facilitar que exista competencia —y no evitarla, como con frecuencia lo hace, por ejemplo, cerrando fronteras a importaciones.

El argumento de la competencia imperfecta

Si el mercado libre no es perfecto, por la misma razón tampoco puede ser perfecto el intervencionismo económico —para demostrar esto, me remito al principio de la competencia perfecta.

La competencia perfecta es un estado de cosas que supone un gran número de personas —compradores y vendedores—, tantas que ello tiene un efecto bien explicado en esto:

«La competencia perfecta en un mercado significa que ninguno de los agentes puede influir en el precio del bien o servicio, es decir, tanto los vendedores como compradores son precio-aceptantes». economipedia.com

Para que exista competencia perfecta se necesitan ciertas condiciones: libre competencia, productos homogéneos, información perfecta y entrada y salida ilimitada del mercado.

La competencia perfecta es un concepto teórico de utilidad para el análisis —y que no se espera que sea una posibilidad real. En realidad, la imperfección humana la hace imposible: la actividad económica se verá afectada por actos humanos que no son siempre los mejores.

En la economía influirán las conductas de las empresas, las acciones de los sindicatos, las decisiones de los gobiernos —actuando todos ellos con motivaciones positivas y negativas, en una mezcla imperfecta de influencia.

No es sorpresa alguna que las empresas buscarán proteger sus mercados de la competencia y sus ganancias, no siempre por medios legítimos. La misma conducta que tendrán los sindicatos buscando elevar su poder y proteger sus ingresos.

Pero también actuará así el gobierno, motivado por intereses no siempre nobles, donde la corrupción suele tener un papel central. Esa realidad es lo que imposibilita que la imperfección de la economía de libre mercado sea corregida por la intervención estatal en la economía.

Por tanto…

Esto lleva a la conclusión que he mencionado en el principio: el libre mercado no puede ser perfecto y tampoco puede ser perfecto el intervencionismo económico.

La razón de esto es la propia naturaleza humana, que no es perfecta: las personas cometen errores y acciones reprobables. 

Es común escuchar la argumentación que sostiene, en su base no implícita, que la imperfección del mercado libre se corrige con la perfección del intervencionismo estatal para lograr un estado ideal de cosas —lo que puede verse esquemáticamente:

  • Supuesto 1: el mercado libre es imperfecto, tiene fallas.
  • Supuesto 2: el intervencionismo económico es perfecto, no tiene fallas cuando corrige las fallas del mercado libre.
  • Conclusión: el gobierno debe intervenir en la economía para corregir las fallas que este presente.

Aunque la conclusión es lógicamente correcta, ella debe rechazarse porque el supuesto 2 es falso —el intervencionismo económico también tiene fallas y, por tanto, pensar que el intervencionismo económico es el remedio a las fallas del mercado libre es erróneo.

Falacia del nirvana

«La falacia del Nirvana es un término acuñado por el economista de la Escuela de Chicago Harold Demsetz, para referirse al error lógico consistente en comparar situaciones reales contra situaciones utópicas, irrealizables e idealizadas. El peligro de este error es que cuando se presenta en el campo argumentativo, viene disfrazado como un enfoque comparativo. En materia económica la falacia del Nirvana se presenta constantemente y es quizás la principal herramienta para justificar la intervención del Estado». Guillermo Cabieses

En resumen, sí el mercado libre es imperfecto y también lo es el intervencionismo económico —por lo que las ensoñaciones políticas que prometen que el gobierno logrará un progreso garantizado son falsas.

En resumen

Lo que he querido hacer en lo anterior es mostrar tres argumentos —de varios que existen— que arrojan severas dudas sobre las bondades del intervencionismo económico con la solución a las fallas del mercado libre.

En América Latina la creencia en un intervencionismo sin errores ha sido una idea incuestionable a pesar de la debilidad de la idea:

«La historia económica latinoamericana del último siglo es la historia del intervencionismo económico, esa política inspirada en la errónea idea de que un burócrata puede asignar los recursos económicos (léase traer la prosperidad económica) mejor que los mercados, o resolver las crisis de inflación o recesión que cada cierto tiempo afligen al capitalismo». eldia.com.bo

Sí, los mercados libres tienen fallos, nadie lo niega, porque al final es una obra humana. Suponer que el intervencionismo puede corregir esos fallos es una hipótesis exagerada, sin fundamento real y de un optimismo desbordado.

«La idea que existen «fallas de mercado» que pueden o deben ser corregidas por el estado es absurda, porque un mecanismo solo se puede corregir por medio de otro mejor: no podemos corregir algo malo usando otra cosa peor. Como la intervención del estado es arbitraria, porque manejan mucha menos información que el mercado, cada vez que ocurre solo puede empeorar las «fallas» del mercado, no puede corregirlas. Es como pensar que un ciego puede corregir los errores de lectura de un corto de vista». bradanovic.blogspot.com


Otros lectores también leyeron…

Actualización última: