El derecho a la difusión libre de opiniones personales puede entenderse mejor si se liga con el derecho a la propiedad. De esa manera es posible examinar el reclamo usual hecho a las redes sociales. Se les pide un respeto irrestricto que no es posible. La libertad de expresión en redes sociales.

9 minutos

Introducción

La columna propone una idea, la de la conexión entre la propiedad y la libertad de expresión. Ambos son derechos humanos con una poco sorprendente relación, pero una escasamente apuntada. Algo que se relaciona muy directamente con la libertad de expresión en Internet y las redes sociales.

La mentalidad sobre el tema ha sido bien expresada así:

«Las plataformas de redes sociales pueden filtrar el contenido y, por ende, limitar la libertad de expresión, utilizando tanto inteligencia artificial como humanos para revisar el contenido que podría no ser legal compartir. Pueden eliminar lo que compartes o bloquearte de forma legal para que no compartas contenido si este no está protegido, por ejemplo si utilizas las redes sociales para incitar a la violencia. Y, por supuesto, las redes sociales tienen condiciones de servicio que incluyen todo un abanico de causas más de sanción. (Aunque también puede darse el caso de que sus condiciones de servicio infrinjan la ley limitando contenidos lícitos)». liberties.eu

Una posición razonable que balancea a la libertad de expresión en redes sociales con la propiedad privada de ellas, lo que deriva en la posibilidad de que algunas personas sean excluidas. Como, por ejemplo, señala esto:

«Cada vez son más abiertas las decisiones que las plataformas en línea están tomando cotidiana y unilateralmente en relación con la libertad de expresión de sus usuarios. YouTube, por ejemplo, anunció la remoción de miles de videos y canales que alentaban la intolerancia ideológica. Facebook expulsó a siete personajes por promover la violencia y el odio en dicha red social, En México, Twitter suspendió las cuentas de varios de sus usuarios». sitios.scjn.gob.mx/

Redes sociales y libertad de expresión: el problema

La situación que se debate puede ser comprendida mejor si se apuntan sus dos componentes centrales.

🩸 La existencia innegable de un derecho, el de la expresión libre, que permite a la persona hablar de lo que desee sin que nadie interfiera esa posibilidad y no altere esa misma libertad en el resto.

🩸 La disponibilidad de medios, principalmente Internet, dentro del que existen muy diversas plataformas específicamente diseñadas para ejercer esa libertad de expresión.

El tema que se discute es la regulación que esas plataformas hacen de los contenidos que las personas desean llevar a otros. Eso se manifiesta en el bloqueo de cuentas y perfiles, la restricción de contenidos y, en general, medidas que ponen límites a la libertad de expresión de quienes usan esas redes sociales.

Para examinar la situación conviene revisar brevemente los conceptos centrales que contiene, los derechos de propiedad y los de libertad de expresión.

La propiedad de redes sociales

La propiedad en general de bienes, como un derecho, posee tres rasgos que son claves (siguiendo el razonamiento de Armen Alchian).

🩸 El tomar decisiones acerca de las condiciones y usos de bienes concretos. Esto es reclamar la capacidad de dominio exclusivo sobre un bien, sea un lápiz o una empresa.

🩸 El poder vender a otros esos bienes específicos. Es la posibilidad de trasladar a otros, voluntariamente en un intercambio, el dominio exclusivo de un bien concreto.

🩸 El disfrutar de los beneficios que resulten de esos bienes, incluyendo la aceptación de sus pérdidas. Es la consecuencia inevitable del dominio exclusivo sobre el bien y su manejo, la capacidad de disfrutar lo que ella produzca, pero también la de soportar las pérdidas que cause.

Una red social, cualquiera de ellas, es una empresa privada propiedad de alguien que toma decisiones sobre el uso de ella, que puede venderla si quiere y que acepta tener beneficios y pérdidas derivadas de esas decisiones.

La libertad de expresión en redes sociales

Porque es un derecho conectado a la propiedad, la posibilidad de hablar de lo que uno quiera en donde quiera, tiene que aceptar que eso es algo que no es gratuito. No lo es porque necesita recursos, los de quien aprovecha esa posibilidad libre de expresarse.

Quien habla de lo que quiera necesita usar recursos, los suyos propios, dirigiéndose a personas que voluntariamente acepten poner atención. Y sin que en esto exista interferencia por parte del gobierno especialmente, pero tampoco por parte de otros que quieran impedirlo. Y, si no usa recursos propios, la persona puede rentarlos.

Los elementos son claros:

🩸 Toda persona tiene esa libertad de expresar sus opiniones sin limitar esa misma libertad en otros.

🩸 Para ejercerla, la persona usa sus propios recursos, es decir, no afecta la propiedad de los recursos de otros. Si no tiene esos recursos puede pedir a otros permiso para usar los de estos como favor o como alquiler.

🩸 La libertad de expresión no admite el forzar a otros a atender a lo que dice una persona.

En medios tradicionales, por ejemplo, no es admisible que una persona ajena obligue a un periódico o a una revista a publicar sus opiniones, ni a expresarlas en un programa de radio o televisión. Si eso quiere hacer, tendrá que usar sus propios recursos no los de los demás. No es gratuita la libertad de expresión.

Las redes sociales presentan un caso algo diferente. Ellas ofrecen espacios para que las personas coloquen contenidos con sus expresiones. Pueden ser el video de un gato que se asusta con un pepino, el texto con una opinión sobre el gobierno de algún país, una fotografía de su boda, o lo que sea. Y distribuir esos mensajes a personas que aceptan recibirlos, como amigos, seguidores, curiosos o de algún otro modo.

El caso especial de las redes sociales

La esencia de una red social es la creación por medios privados de espacios en línea que se ofrecen a quien desee aprovecharlos para incorporar los contenidos que producen sus usuarios. Eso puede hacerse gratuitamente o no. Esto es lo que resulta en redes con Twitter, donde las personas colocan sus contenidos que son llevados a sus seguidores: textos, videos, fotografías, lo que quiera el usuario.

El resultado es un espacio en el que millones de personas de casi todo el mundo están en contacto mediante los contenidos que producen y, más aún, pueden reaccionar a esos contenidos. Un formato muy distinto al de los medios tradicionales.

Siendo una propiedad privada, cada red social establece sus propias reglas de aceptación de usuarios y contenidos. Es su derecho, no diferente al propietario de una casa que decide a quién deja o no entrar a ella. La red puede decir que no admite contenidos de más de 240 caracteres y aceptar las consecuencias de eso será su responsabilidad. O cualquier otra regla de admisión a la red, lo que lleva al concepto de discriminación.

Elección y discriminación

Hacer una elección es lo mismo que establecer diferencias entre opciones, como el votar por un candidato y no por otro; por eso se llaman elecciones y discriminan a los no elegidos. Lo mismo acontece cuando se elige comer pescado, lo que discrimina a las reses. La discriminación es una práctica diaria en todas partes y todos la practican.

El usuario de redes sociales, entonces, podrá elegir, es decir, discriminar, entre usar Twitter o cualquier otro; podrá usar Youtube o no. Y lo hará de acuerdo con lo que opine de cada red. Lo mismo hará cada red, con sus condiciones de uso, como quizá solo aceptar videos, pero no textos.

El problema surge con la discriminación indeseable que es la que se aplica (1) a seres humanos (2) usando criterios reprobables, como religión, raza, nacionalidad o sexo. Y no es sencilla de entender en la realidad cotidiana. ¿Discrimina negativamente una red destinada a creyentes católicos o judíos? ¿Una red solo para veganos o progresistas? ¿Otra exclusiva para observadores de pájaros o argentinos en el extranjero? Muy posiblemente no.

Las dificultades mayores se presentan con las redes amplias de gran uso no especializado, digamos Facebook. Redes destinadas a ser un medio de intercambio de contenidos entre personas declaradas como amigos. Allí cabe todo, o casi, sin especialidades. Conviven creyentes y ateos, veganos y omnívoros, hombres, mujeres y las demás opciones, capitalistas y socialistas; la gama completa de posibilidades.

Esto crea la expectativa de que estas redes amplias han adquirido la obligación de aceptar todo contenido, sea cual sea. Si no lo hacen se les acusará de censura.

La discusión

Con lo anterior, el tema de las redes sociales y la libertad de expresión puede examinarse más analíticamente.

✋🏽 La libertad de elegir es usada por la persona para seleccionar una o más redes sociales, discriminado contra otras. La misma libertad es usada por la red social para establecer las condiciones de uso que aceptará o no el usuario.

✋🏽 Nada de las posibilidades anteriores viola la libertad de expresión, puesto que hay múltiples redes sociales compitiendo entre sí por la preferencia de millones de usuarios.

✋🏽 La regla central que opera es la de no anular la libertad de elección del usuario para elegir ni la de la red para funcionar de acuerdo a sus reglas. Adicionalmente, pueden aceptarse limitantes, como la no aceptación de contenidos que inciten a la violencia, al terrorismo, al crimen. Son cuestiones de sentido común, más leyes nacionales.

La situación problemática surge con las redes de uso generalizado que las personas usan para intercambios de contenidos y de acceso general, cuando se les acusa de alguna acción de censura. Por ejemplo, bloqueo o suspensión de cuentas de usuarios. Hacer eso puede tener justificaciones válidas, como la de hacer incitación al crimen. Pero hay otras circunstancias no tan claras.

Por ejemplo, discriminar alguna postura sobre el aborto o la ideología de género; o bloquear opiniones conservadoras. No es erróneo cancelar usuarios fantasmas o los troles de Internet, pero no hay razón para hacer eso a usuarios que expresan, por ejemplo, opiniones opuestas a lo políticamente correcto. Aquí comienzan los problemas y no son simples.

¿Qué hacer con usuarios con lenguajes extremadamente vulgares? ¿Con contenidos claramente explícitos? Cada red pone sus reglas y tiene derecho a ello en estos casos. Pero lo de dar preferencia a ciertas ideologías, ya es otra historia. Un asunto complejo realmente.

Conclusión

Ha sido examinado el tema de la libertad de expresión y las redes sociales, especialmente a la luz de los derechos humanos y el de propiedad en concreto.


Actualización última: