Jesús nos previene en las lecturas del 1 Domingo Adviento (ciclo A). No dejemos que nuestros quehaceres y preocupaciones diarias nos distraigan de algo que es más importante, el arribo de Dios. Es un aviso insistente ante una tentación natural, nuestra distracción ante las preocupaciones del día a día. Más aún, Pablo incluso nos previene de la exagerada tentación a cuidar nuestro cuerpo.

Primera lectura

La preparación para la llegada de Jesús inicia con las lecturas de este 1 Domingo Adviento (ciclo A), abriendo así un nuevo ciclo litúrgico.

La primera de ellas, de libro del profeta Isaías (2, 1-5), contiene una visión. Dice así,

«El días futuros, el monte de la casa del Señor será elevado en la cima de los montes… Acudirán pueblos numerosos que dirán «Vengan, subamos a la casa del Señor… para que él nos instruya en sus caminos y podamos marchar por sus sendas… Él será el árbitro de las naciones y el juez de pueblos numerosos…»»

Y añade a eso,

«De las espadas forjarán arados y de las lanzas, podaderas; ya no alzará la espada pueblo contra pueblo, ya no se adiestrarán para la guerra».

Las palabras de Isaías hablan del futuro, de los días por venir y de lo que sucederá entonces, con el reconocimiento de Dios.

Este quizá sea el tema central en el contexto de las siguientes lecturas, el reconocimiento de Dios para así caminar sus caminos. De cierta manera es un aviso y una llamada a estar preparados.

Evangelio

El Evangelio de este 1 Domingo Adviento (ciclo A), de Mateo (24, 37-44) profundiza en esa idea. Dice,

«… Jesús dijo a sus discípulos, «Así como sucedió en los tiempos de Noé, así también sucederá cuando venga el Hijo del Hombre. Antes del diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca»».

La referencia es extraordinaria, pues alude a nuestra vida diaria, la que ocupa nuestra atención totalmente.

Continúan las palabras,

«Y cuando menos lo esperaban, sobrevino el diluvio y se llevó a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del Hombre».

De nuevo aparece la idea de estar preparados, de no distraernos con nuestra vida cotidiana; es necesario reconocer a Dios, aceptar ese aviso que se nos da.

La idea es reiterada cuando se lee, «Velen, pues, y estén preparados, porque no saben qué día va a venir el Señor […] a la hora que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre».

La claridad del mensaje es obvia. En su infinita misericordia, Dios nos da una indicación simple. No sabemos el tiempo de su llegada y es lógico que por ello debemos estar siempre preparados, sin que nos distraigan las cosas normales de nuestra vida.

Igual que el padre de familia que ignora la hora en la que el ladrón llegará; si lo supiera estaría vigilando.

¿Qué sucederá cuando llegue el Señor? Las palabras de Jesús establecen que, «Entonces, de dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y otro dejado; de dos mujeres que estén juntas moliendo trigo, una será tomada y la otra dejada».

La imagen de estas palabras es genial. Jesús coloca a esos hombres y mujeres en sus ocupaciones diarias, sin duda ignorantes del arribo del Señor y en ese momento, unos serán llevados y otros dejados.

Quienes estén preparados irán al Señor; los otros serán dejados atrás.

Segunda lectura

La segunda lectura del 1 Domingo Adviento (ciclo A), la carta de San Pablo a los romanos (13, 11-14), trata la misma idea.

Lo hace usando palabras llanas. Dice, «Comportémonos honestamente. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujurias ni desenfrenos, nada de pleitos ni envidias».

Es sencillo imaginar así nuestra vida diaria, tal vez ocupada en las cuestiones cotidianas y dada a poner atención a cosas triviales, ignorando el aviso de la llegada del Señor.

Pablo, naturalmente, nos aconseja, «Revístanse más bien de nuestro Señor Jesucristo y que el cuidado de su cuerpo no dé ocasión a los malos deseos».

La admonición de Pablo es igualmente clara: la vida diaria no nos debe distraer y por eso debemos estar revestidos de Cristo.

La atención excesiva a nuestra persona es una distracción peligrosa. Insiste en esto diciendo, «Desechemos, pues, las obras de las tinieblas y revistámonos con las armas de la luz».

En resumen

La palabra adviento viene del latín adventus y está asociada con las ideas de arribo, llegada, acercamiento, inicio de un suceso importante. Desde luego, está íntimamente ligada con el período de los domingos antes de Navidad.

Resulta, por tanto, un claro inicio del ciclo litúrgico y sus lecturas nos dan un mensaje en extremo claro.

Nuestra vida es un poderoso imán de atención. A ella dedicamos nuestros esfuerzos y energías. Lo cotidiano nos llama insistentemente y ocupa nuestro tiempo totalmente.

Jesús nos previene: no dejemos que nuestros quehaceres y preocupaciones diarias nos distraigan de algo que es más importante, el arribo de Dios. Es un aviso insistente ante una tentación natural, nuestra distracción ante las preocupaciones del día a día. Más aún, Pablo incluso nos previene de la exagerada tentación a cuidar nuestro cuerpo.

Un mensaje importante en una época como la nuestra en la que se llega a idolatrar el físico propio, llenándolo de atención y descuidando asuntos de mayor importancia.

Y, desde luego, nos avisan también esas lecturas de que ese día es desconocido. Lo ignoramos. No sabemos cuando vendrá el Señor y es por esto que debemos estar vigilantes, pendientes, listos siempre para ese momento en el que unos serán tomados y otros dejados, sin aviso previo.

Es lógico que suceda así, pues de lo contrario actuaríamos sin mérito y sin amor por Jesús. Sabiendo el día, actuaríamos con hipocresía y doblez, no podríamos lograr la presencia de Dios.

La conclusión que nos podemos llevar es aplicable a cada uno de los días de nuestra vida, a cada uno de sus instantes.

Pongámoslos en perspectiva y actuemos como si en ese mismo momento fuera el arribo de Dios Nuestro Señor. Esta es la vida que nos pide Pablo, vivir revestidos de Jesucristo.



1 Domingo Adviento (ciclo A)

2 Domingo Adviento (ciclo A)

3 Domingo Adviento (ciclo A)

4 Domingo de Adviento (ciclo A)

Domingo Sagrada Familia (ciclo A)

Domingo de la Epifanía del Señor (ciclo A)

Domingo del Bautismo del Señor (ciclo A)

2 Domingo Ordinario (ciclo A)

3 Domingo Ordinario (ciclo A)

4 Domingo Ordinario (ciclo A)

5 Domingo Ordinario (ciclo A)

6 Domingo Ordinario (ciclo A)

8 Domingo Ordinario (ciclo A)

7 Domingo Ordinario (ciclo A)

1 Domingo Cuaresma (ciclo A)

2 Domingo Cuaresma (ciclo A)

3 Domingo Cuaresma (ciclo A)

4 Domingo Cuaresma (ciclo A)

5 Domingo Cuaresma (ciclo A)

Domingo de Ramos (ciclo A)

1 Domingo de Pascua (ciclo A)

2 Domingo de Pascua (ciclo A)

3 Domingo de Pascua (ciclo A)

4 Domingo de Pascua (ciclo A)

5 Domingo de Pascua (ciclo A)

6 Domingo de Pascua (ciclo A)

Ascensión del Señor (ciclo A)

Domingo de Pentecostés (ciclo A)

Domingo Santísima de la Trinidad (ciclo A)

11 Domingo Ordinario (ciclo A)

12 Domingo Ordinario (ciclo A)

13 Domingo Ordinario (ciclo A)

14 Domingo Ordinario (ciclo A)

15 Domingo Ordinario (ciclo A)

16 Domingo Ordinario (ciclo A)

17 Domingo Ordinario (ciclo A)

18 Domingo Ordinario (ciclo A)

19 Domingo Ordinario (ciclo A)

La Transfiguración del Señor

20 Domingo Ordinario (ciclo A)

21 Domingo Ordinario (ciclo A)

22 Domingo Ordinario (ciclo A)

23 Domingo Ordinario (ciclo A)

24 Domingo Ordinario (ciclo A)

25 Domingo Ordinario (ciclo A)

26 Domingo Ordinario (ciclo A)

27 Domingo Ordinario (ciclo A)

28 Domingo Ordinario (ciclo A)

29 Domingo Ordinario (ciclo A)

30 Domingo Ordinario (ciclo A)

31 domingo ordinario (ciclo A)

32 Domingo Ordinario (ciclo A)

33 Domingo Ordinario (ciclo A)

Cristo Rey (ciclo A)