Las ideas de una república se han ignorado en la democracia. Es lo que ocasiona la pérdida de libertades, la falta de prosperidad y los abusos de poder. El olvido de qué es una república.

8 minutos

Ideas que no son tan novedosas

¿Es nueva la idea de qué es una república? En apariencia lo es. Aunque no tanto en realidad.

Hubo un caso curioso, el de una república adelantada a los tiempos de la Ilustración, para la que esos conceptos no eran novedosos. Muy adelantada, Venecia.

«La Ilustración marcó el comienzo del mundo moderno. Esos Estados que no pudieron adaptarse eventualmente perecieron. Sin embargo, para Venecia, la adaptación era innecesaria; había abrazado estos conceptos esenciales mil años antes de que se pusieran de moda». Madden, Thomas F.. Venice: A New History (pp. 354-355). Penguin Publishing Group. Kindle Edition. Mi traducción.

Una evidencia que demuestra las bondades del sistema inglés, tan admirado por Montesquieu (1869-1755) y una fuente de inspiración para los autores que influyeron en los Padres Fundadores de los EEUU.

Progreso, prosperidad longeva, gracias a las limitaciones impuestas al poder político. Gracias a la idea de república.

«Durante más de mil años, Venecia había sido la única república en el mundo, una que floreció en una era de reyes, emperadores y tiranos». Ibídem, (p. 358)

Trono del Dogo Veneciano«Trono del Dogo Veneciano» by Claudio Quezada – Pintamono is licensed under CC BY-NC-ND 2.0

La buena idea olvidada

La idea central es la que conocemos con una palabra, ‘república’, y su olvido.

Pero lo que cuenta es su significado, su esencia: limitar al poder, tenerlo bajo control, evitar sus excesos, cuidar que no invada lo que no es su terreno.

Y hacerlo mediante el imperio de la ley, siempre enfocada a respetar amplias libertades impidiendo que los gobiernos las anulen.

Si esos conceptos han funcionado, si sabemos que son exitosos, si son causa de progreso, ¿no deberían acaso mantenerse hasta nuestros días?

Resulta curioso en extremo que, sabiendo todo eso, surjan esos regímenes tan del siglo 20, como los de la URSS, de China, Cuba, Venezuela… Es el olvido de qué es una república y su función como control de los excesos de la democracia.

Si las libertades propias de una república son tan congruentes con la naturaleza humana y produjeron una prosperidad jamás vista en la historia, llama mucho la atención que hayan cobrado popularidad significativa las ideas opuestas (muy similares a las anteriores, de gobiernos autoritarios y sus variaciones).

¿Qué sucedió?

Algo debe haber pasado. Algo que explique esa voltereta mental por la que las ideas republicanas de libertades personales y gobiernos limitados fueron abandonados y sustituidos por ese retorno a suponer que los gobiernos excedidos y las libertades perdidas lograrán prosperidad. No lo harán. Nunca lo han hecho.

Y, sin embargo, han vuelto. Han regresado vengativas y agresivas. ¿Por qué ese olvido de la idea de república? Hay muchas explicaciones.

Unas ideas sobre el olvido de la república

Una de ellas, la de Schumpeter, es curiosa: el éxito de las libertades económicas, el bienestar que han creado, morirán por ese enorme éxito que han tenido.

Parecido a lo explicado por Ortega y Gasset: queremos gozar de la prosperidad presente sin darnos cuenta de lo que las anteriores generaciones hicieron para lograrlo. El síndrome del niño mimado.

O bien, la obsesión con  la igualdad, un peligro bien señalado por Tocqueville y que, supongo, ha producido la moral de la envidia apuntada por R. Sheaffer. Demasiada democracia y poca república.

Podría influir, y mucho en el olvido de la república, la simple ignorancia histórica, como también la dictadura del relativismo, como la entendió Benedicto XVI

Y otra dictadura, la de la corrección política y la censura que ella crea. También, la avalancha que ha convertido a la educación en adoctrinamiento ideológico que rechaza a la verdad. O el optimismo sin escrúpulos que explica R. Scruton.

Tenemos, pues, algo que llama la atención. Teniendo todas esas evidencias, demostraciones y razonamientos que sirven para defender regímenes políticos de amplias libertades y gobiernos reducidos, se ha llegado a concluir equivocadamente que habrá prosperidad con eso que la destruye. 

Curiosa mentalidad de nuestros tiempos. El olvido de qué es una república y su gran contribución a evitar excesos y abusos de autoridad.

Democracia y república, precisiones

No son lo mismo. Pueden diferir en mucho. Una es considerada una vaca sagrada, la democracia. La otra casi no se menciona, la república que está en el olvido.

La opinión general y la costumbre verbal colocan toda su atención en la democracia. A la república la hacen de lado y la olvidan o, lo peor, creen que es lo mismo que democracia.

Trato democrático y trato republicano

Supongamos que se comete un robo y el ladrón es capturado. El trato dado al ladrón será diferente es una democracia que en una república.

Si el ladrón fuere juzgado en una democracia, su condena sería puesta a votación popular y, si la mayoría vota que lo ahorquen, eso se hará. La voz de la mayoría es la ley.

Si, por el contrario, el ladrón vive en una república, una vez capturado se le lleva al juez y es sometido a un juicio en el que puede haber jurados, y donde se aplica la ley: la sentencia estará predeterminada y seguramente no será el ahorcarlo si se le juzga culpable.

No es una diferencia pequeña. Veamos la diferencia entre democracia y república parte por parte.


«El hecho de que una opinión haya sido ampliamente sostenida no es prueba alguna de que no sea completamente absurda; de hecho, en vista de la estupidez de la mayoría de la humanidad, es más probable que una creencia ampliamente difundida sea más tonta que sensata».

— B. Russell

Mayoría versus instituciones

📌 El principio central de la democracia es la mayoría. La mayoría tiene la razón y ejerce su voluntad. Todo el énfasis está en la expresión de la voluntad del pueblo, de la mayoría, de lo que diga los más numerosos.

Es un sistema altamente dependiente de una opinión pública ilustrada y razonable (esa que no votaría por ahorcar al ladrón).

📌 La norma central de la república es la ley, generalmente una constitución o carta magna nacional. Es el estado de derecho.

En ella se establecen las grandes normas que regirán al país y desde las que se crean leyes más detalladas. Hay procesos de elección y votaciones, igual que en la democracia, pero el gran énfasis está en la gran ley primera.

Dos mentalidades

Ahora entremos a las mentalidades que representan esas dos palabras, democracia y república.

Una, la democrática, enfatiza a la voluntad mayoritaria y tiene sus frases comunes, como la voz del pueblo, la voluntad general y otras por el estilo. No es que se olvide de la ley, sino que la rebaja en importancia.

La mentalidad democrática es la que intenta resolver todo por medio de diálogo y acuerdos entre partes, sin grandes principios que normen los asuntos. De aquí surgen los gobernantes que se sienten representantes de las mayorías y para quienes la ley suele ser un estorbo.

La mente republicana es, en cierto sentido, temerosa de las mayorías en quienes no confía totalmente. Consecuentemente se prefiere el imperio de la ley, el estado de derecho que emana de la gran ley superior aprobada por una mayoría de personas selectas, no por mayoría general ciudadana.

Tiene su punto válido. No hay garantía razonable que impida que la mayoría vote por algo irracional e injusto.

Concluyendo, el olvido de república

En otras palabras, ser demasiado democrático es un peligro que llevaría a regímenes extremos de injusticia. No es que no se tengan votaciones, sino que todo se realiza bajo un marco legal que impida excesos mayoritarios.

📌 Es decir, en resumen, una república es un sistema político que siendo democrático contiene frenos y limitaciones a la voluntad mayoritaria y que están contenidas en la gran ley general, de la que surgen el resto de las leyes.

El miedo a las mayorías está bien justificado

Una democracia en la que la gran ley no existe o se ignora llegará eventualmente a un régimen de abuso de poder e injusticia: el gobernante se legitimará con el respaldo mayoritario, real o imaginario, y gobernará de acuerdo con lo que él piense que quiere la mayoría (y que coincidirá lo que a él le dé más poder).

Visto de otra manera, en una república se protegen a las minorías tratándolas bajo la ley igual para todos. En una democracia las minorías cuentan poco o nada, porque lo importante es la voz mayoritaria y lo que ella decida que deba hacerse.

En otras palabras, la república es un mejor sistema de gobierno que la democracia. La mentalidad republicana presenta mecanismos para evitar abusos de autoridad, cosa que en la democracia no existe.

El olvido de la idea de república como un control sobre las pasiones de la democracia tiene costos que pueden ser enormes.

«La diferencia clave entre una democracia y una república radica en los límites impuestos por la ley al gobierno, lo que tiene implicaciones para los derechos de las minorías. Ambas formas de gobierno tienden a usar un sistema de representación, es decir, los ciudadanos votan para elegir políticos para representar sus intereses y formar el gobierno. En una república, una constitución o carta de derechos protege ciertos derechos inalienables que el gobierno no puede quitar, incluso si ha sido elegido por la mayoría de los votantes. En una «democracia pura», la mayoría no está restringida de esta manera y puede imponer su voluntad a la minoría». diffen.com (mi traducción)


Otros lectores también leyeron…

[Actualización última: 2023-07]