Un ejercicio de decisión sobre al lanzarla o no, con información disponible antes del suceso real y después. El dilema de usar la bomba atómica.

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Introducción

Un buen ejercicio de toma de decisiones es la consideración de usar o no a la bomba atómica sobre una o más ciudades de Japón. Lo políticamente correcto es decir que no, pero la vida es más difícil que esa simpleza tonta de lo aceptado sin análisis.

No tomo partido, sencillamente doy datos para que usted decida y lo haga basado en su muy profunda conciencia.

El dilema de lanzar la bomba atómica

Expongo los datos con los que cuenta el responsable de lanzar o no la bomba en una situación concreta y específica. Es decir, la información con la que cuenta antes de decidir.

Datos previos

Los mandos militares de Japón habían dado por perdida la guerra desde febrero de 1942. Pero el sistema de mandos hacía imposible aceptar una rendición formal.

En junio de 1945, los planes japoneses contenían posibles acciones de defensa, como el uso de 10,000 kamikazes, más de 2 millones de tropas y reservas civiles de 4 millones armados incluso con arcos y flechas.

La rendición de Japón costaría muchas vidas. Los estimados de muertes en las fuerzas aliadas eran de un millón y los estimados para Japón eran de hasta 20 millones, posiblemente la mitad de ese número.

Stalin no quiere mediar en el conflicto, los japoneses no quieren aceptar la rendición y la guerra continuaría. La más obvia decisión militar seguramente es la de bombardeos convencionales y eso se hizo el primer día de agosto de ese 1945: 820 aviones B29 arrojaron muchas toneladas de explosivos en la zona Kyushu.

Una bomba de plutonio había sido explotada en una prueba antes en Alamogordo, Nuevo México.

El dilema solucionado, usar a la bomba atómica

El 6 de agosto fue arrojada en Hiroshima la bomba de uranio, la sexta ciudad más grande y un puerto importante. Antes se habían arrojado avisos de que la ciudad, de unos 250 mil habitantes, sería destruida.

Después del hecho, los japoneses quisieron saber si se trataba de un artefacto nuclear. El 9 de agosto fue arrojada una bomba de plutonio, sobre el objetivo secundario, que era Nagasaki. Había dos bombas más, en caso de ser necesarias.

Ground zero. Hiroshima.«Ground zero. Hiroshima.» by puntxote is licensed under CC BY-NC 2.0

El resultado

La segunda bomba apresuró la rendición japonesa, aunque hubo más bombardeos adicionales posteriores. La rendición fue acordada el 14 de agosto, cinco días después de la segunda bomba.

Un ejercicio de decisión extrema

El lector puede usar su imaginación para encontrar la silución dilema de lanzar la bomba atómica. El objetivo es la rendición de Japón con el medio mejor para hacerlo. Usted decide sabiendo los estimados de muertes en las opciones esenciales que tiene, la invasión convencional y el bombardeo atómico.

En este caso, usted debe decidir entre el número de muertes. Pero además debe considerar las consecuencias futuras de cada opción.

Es muy fácil y llamativo sentarse a hacer o aplaudir un lamento en favor o en pro del bombardeo atómico de Japón en la II Guerra Mundial.

Pero es más complicado aceptar la realidad de una situación imposible de hacer de lado y que necesita solución. Cuando se presenta este caso de decisión, se corre el riesgo de ser mal interpretado.

No es una defensa del uso de la bomba

Ya que la opinión imperante es la de rechazar ese bombardeo y hacerlo sin mayor análisis, todo el que saca el tema a la superficie y plantea la posibilidad de que quizá no haya sido una mala decisión, corre el riesgo de ser calificado con una serie muy larga de epítetos.

Es un riesgo que merece ser aceptado si es que se logra iniciar el hábito del análisis y el juicio crítico.

Casos similares a este son los de la deuda externa de países en desarrollo, el combate a las drogas, el papel de los gobiernos en el desarrollo, el imperialismo europeo en África y muchos más.

En los que desafortunadamente se tienen imágenes emocionales que aceptan sin cuestionamiento opiniones superficiales y sin fundamento.

Siendo creyente, sostengo que Dios nos dio el poder de razonar y que es un error tanto el dejarlo de usar como el creer que es absolutamente confiable. En nuestra búsqueda de la verdad, Dios nos dio el don de la razón y ejercicios como este lo fortalecen.

¿Qué hubiera decidido realmente hacer usted con el dilema de lanzar la bomba atómica?

Unas cosas más

Una de las ocasiones en las que expuse este ejercicio en público, entre ejecutivos de empresas, pude entender dos maneras de reaccionar al menos. Los de mente fría tomaron los datos vieron las limitaciones y calcularon números, tomando en general la decisión de arrojar la bomba porque así, dijeron, se salvaban vidas.

Los de mente caliente se revolvían en sus asientos tratando de tomar una decisión: comprendían en ahorro de vidas, la prolongación del conflicto y la imposibilidad de abrir canales de comunicación exitosos. Su indecisión fue una decisión, la de no arrojar la bomba. Alegaron en lo general, razones morales de miles de muertos. Uno de declaró pacifista extremo.

Pero descubrí un tercer tipo de mente, la del que rehuye la decisión y se sale del ejercicio con cualquier razonamiento. Uno de ellos evadió la solución diciendo que «la historia la escriben los vencedores», lo que sea que ello quiera decir en este caso.

Otro se excusó diciendo que los datos podían contener errores (sin entender que con datos imperfectos se trabaja siempre y si esperan datos perfectos nunca tomarán una decisión).

Otra decisión difícil de tomar es la de la pena de muerte, cuyo dilema es otro buen ejercicio de decisión.


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[Actualización última: 2023-03]