Las cualidades y claves que posee quien ocupa un puesto público de alta jerarquía. Dos ejemplos reales de esas cualidades. Las características de un buen gobernante.

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Introducción

El gran tema es el de los gobernantes, las características de un buen gobernante. Esas que lo pueden colocar en una lista reducida de héroes y estadistas.

Es un libro que contiene breves biografías de una variedad de personajes, desde Judith, en la Biblia, y Julio César, hasta Mae West y A. Lincoln. Algunos de ellos fueron gobernantes y dentro de ellos destaca la reina Isabel I de Inglaterra, cabeza de un gobierno exitoso.


La idea fue encontrada en Johnson, PaulHeroes: from Alexander the Great and Julius Caesar to Churchill and de Gaulle. New York. HarperCollins, pp. 104-106, 256 y 280. 


📍 El tema se liga a otros como gobernantes imperfectos, calidad del gobernante, líder, gobernanza.

El caso de Isabel I de Inglaterra

Ella es examinada por Johnson encontrando rasgos deseables en los gobernantes. Los que culminan en la simplicidad de su gobierno, una idea fuera de la comprensión moderna.

Isabel I nació en Londres en 1533 y murió en 1603. Fue reina a partir de 1558 hasta su muerte. Su abuelo fue Enrique VII. Era hija de Enrique VIII y Ana Bolena.

En esta parte de su libro, dedicada a la conocida como Reina Virgen, el autor anota nueve de las cualidades que hicieron a Isabel I un gobernante admirable y que mezclan habilidades de gobierno con rasgos personales.

Las características de un buen gobernante forman una misma unidad. Los gobernantes, buenos y malos poseen un todo integrado en su persona. Una especie de estilo de gobierno que cada uno define.

Son valores, virtudes, creencias, capacidades, hábitos, costumbres, que en el caso de esta reina inglesa, según Johnson, son las siguientes características de un buen gobernante.

1. Autonomía personal

Primero, dice el autor, la reina nunca se casó. Interpretar esto literalmente y pedir que los gobernantes todos eviten el matrimonio sería absurdo. Detrás del hecho está la independencia que eso produjo.

No creía ella que el matrimonio era conveniente y había sido testigo de matrimonios con consecuencias políticas nefastas. Amigablemente hizo pensar a otros que podía casarse en algún momento, pero nunca lo hizo.

De seguro, no quería limitaciones, ni presiones. Si uno de los rasgos de los buenos gobernantes es la independencia personal, la reina lo manifestó en su soltería.

Casarse hubiera significado adquirir compromisos como los de María I con España. Sin matrimonio, ella tuvo mayores libertades para gobernar como ella lo quería. El poder no la afectó.

2. Consejeros capaces

Ella supo seleccionar a consejeros capaces. Y no solo los seleccionó, sino que los mantuvo a su servicio. Fue lo opuesto a otros monarcas que cambiaron de consejeros a menudo.

Cometió algún error, pero sus elecciones al respecto fueron muy buenas. Posiblemente esto contenga un elemento subyacente de estabilidad y confianza, que es tan necesario en un buen gobernante.

Si otro de los rasgos de los gobernantes es el tener independencia mental, la reina la obtuvo por medio de una buena selección de consejeros estables y razonables.

Y esto apunta en quizá cualidades adicionales, como la de saber escuchar sin desear que se diga lo que el gobernante desea.

3. Buen manejo de recursos

Isabel I valoró muchos el manejo de los recursos.

Después de solucionar los enredos y problemas que heredó por causa de la guerra contra Francia, fue prudente en el uso de los recursos, una cualidad que venía de su abuelo, Enrique VII, quien leía todos los reportes de las finanzas públicas.

La reina hizo eso durante 44 años de reinado, revisiones meticulosas de las finanzas del reino y nunca tuvo problemas de ese tipo.

El autor da el ejemplo opuesto, el de Felipe II, en España, con muchos mayores recursos que venían de América y que siempre padeció problemas financieros.

Comienza aquí a mostrarse otro rasgo de su gobierno, la actitud conservadora, aplicada a las finanzas del reino. La abundancia de recursos y un manejo descuidado de ellos no son parte de las características de un buen gobernante.

4. Sin lujos ni caprichos

La reina se abstuvo de entrar en guerra todo lo que pudo. Los gastos militares fueron mantenidos bajos.

Tampoco construyó nuevos palacios. Se trata de otra faceta del cuidado con el que se manejan los recursos.

Es un rasgo conservador que ponía de lado las glorias y los honores de guerras y conquistas. Muestra también una virtud, la de la modestia o humildad.

5. La gente crea riqueza

Dice Johnson, la reina creía que sus súbditos podían crear riqueza si tenían la oportunidad de hacerlo.

Su reinado fue uno en el que la industria y el comercio florecieron. La agricultura se hizo más eficiente. Las ciudades crecieron. Fueron construidos puertos y puentes. Mejoraron las casas. Ella permitió que, en ese tiempo, Inglaterra fue el país más rico de Europa junto con Holanda.

Este rasgo, ligado al de la modestia, arroja una luz interesante sobre el opuesto de un gobernante que sustituye las iniciativas de los ciudadanos.

En términos administrativos se trata de una delegación de autoridad, como una especie de empowerment del ciudadano en el que se confía y se cree capaz. Una de las más importantes características de un buen gobernante.

6. Conservadora

Pocas veces innovó. Fue una conservadora, como su abuelo. Lo que funcionaba bien no tenía que ser cambiado.

Lo que ya existía trató de hacer mejor, como el Parlamento con el que cuidaba mucho su relación.

El lado opuesto sería el de lo grandes proyectos nacionales que requieren destruir lo existente para construir órdenes nuevos. Para ella eran ajenas las ideas de imposición de proyectos y estructuras sociales diseñadas de acuerdo a alguna ideología.

7. Moderada

Era moderada en todo, desde la comida, el vestido, la bebida, las diversiones. Su vestimenta era simple, excepto en ocasiones especiales.

No fue fanática, ni siquiera de la religión. Incluso hacía ejercicio. No nombró a obispos en puestos de gobierno.

8. Sin prisas ni urgencias

La reina pensaba que en caso de tener que tomar una decisión era mejor abstenerse de hacerlo que tomar la errónea.

Hacer nada era una política que manejaba magistralmente. No era apresurada ni precipitada.

Dice Johnson que no tenía ideología, sino que era una conservadora empírica. En el lado opuesto puede colocarse al gobernante hiperactivo que desea estar en todo asunto e imponer su voluntad.

Biografía de Isabel I de Inglaterra

¿Y las características de los malos gobernantes?

Es muy interesante comparar lo anterior con la sabiduría cotidiana de mero sentido común, donde se habla de las características de los malos gobernantes

  • Los líderes refinados y afectados. Esos líderes se separan de sus partidarios.
  • Los dirigentes insaciables, codiciosos y ávidos de provecho personal. Ellos dañan a los demás.
  • Los líderes que son envidiosos, especialmente los que envidian a quienes son sabios. Esos líderes se dejan de beneficiar del consejo de quienes son capaces.
  • Los dirigentes mentirosos, esos que engañan y que hacen amistad con los traicioneros. Ellos mienten a sus seguidores.
  • Los que juzgan a los demás sin juzgarse a sí mismos también. Ellos son líderes injustos.
  • Los que dudan y son indecisos. Ellos provocan vacilación y carencia de dirección en sus seguidores.
  • Los líderes que son débiles ante los placeres y son adictos al vino y al sexo.
  • Los que son mentirosos, maliciosos y cobardes en su interior.
  • Los que hablan y tratan a otros sin educación, con tosquedad, rudeza y barbarie.

Las características de un buen gobernante: W. Churchill

El mismo autor, en su biografía de Winston Churchill, apunta las características de un buen gobernante que fueron peculiares de ese personaje.

Las obvias

Habilidad para decidir prioridades. Una característica de buen gobernante que Churchill tenía extraordinariamente desarrollada. Un rasgo vital, sobre todo, en tiempos de guerra.

Aspirar a lo más alto y trabajar duro. Esto es ver las debilidades propias y superarlas, lo que necesita esfuerzo. Las cosas no son gratuitas ni producto de casualidades. Sus jornadas de trabajo de 16 horas lo demuestran.

No permitir que los fracasos afecten el ánimo. Sean errores, críticas, accidentes o enfermedades, nada de eso debe afectar. Sus poderes de recuperación eran formidables.

Las no tan obvias

Según Johnson, dos características más de Churchill lo hicieron un gran gobernante. Y que no son tan obvias para el común de las personas.

Sin odio y sin mezquindad

«Churchill desperdició una cantidad extraordinariamente pequeña de su tiempo y energía emocional en las mezquindades cotidianas: recriminaciones, echar la culpa a otros, acciones maliciosas, buscar venganza, jugar trucos sucios, difundir rumores, guardar rencores […] La ausencia de odio dejó mucho espacio para la alegría en la vida de Churchill». Johnson, Paul. Churchill (p. 159). Penguin Publishing Group. Kindle Edition. Mi traducción

Entonces, entre las características del buen gobernante, pueden encontrarse otras no tan claras ni mencionadas. La ausencia de bajeza, de vileza, de odio. Y la presencia de diversión, humor y júbilo.

Más algo no mencionado. Churchill poseía un manejo excepcional del lenguaje.

En resumen

Hacia el final del libro, Johnson hace dos meditaciones acerca de las características de un buen gobernante.

Simplicidad de gobierno

En la primera, concluye que de acuerdo su experiencia de 60 años de historiador, el éxito de los gobiernos depende no de la inteligencia y el conocimiento de los gobernantes, sino de la simplicidad del gobierno.

Esto es, la capacidad del gobernante para reducir sus objetivos a unos pocos, tres o cuatro tareas que sean posibles, razonables y comunicables.

Rasgos de héroe

Las últimas lineas de la obra hablan de los rasgos de los héroes de hoy, mujeres y hombres que pueden serlo si tienen ciertos rasgos.

La total independencia mental y que se logra por medio de la capacidad pensar por uno mismo, tratando a las opiniones generalizadas con mucho escepticismo.

El actuar de manera consistente y resoluta basado en esa independencia mental. Además, «ignorar o rechazar todo los que los medios arrojan a uno, siempre que uno este convencido de hacer lo correcto».

Y tener valor en todo momento, sin importar las consecuencias que se sufran por esa independencia mental. No hay sustitutos de ese valor, la más noble de las cualidades y sin la que no habría héroes.


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Breve, concisa, biografía de quien tiene que ser uno de los grandes de todos los tiempos. Escrita por un historiador cuyas obras siempre me han gustado.
El tono del libro muestra simpatía hacia Churchill, algo obvio que a algunos no agradará. No importa.
El libro mantiene su valor mostrando a una persona humana en sus varias facetas. Desde su infancia de niño despreciado hasta su muerte en medio del reconocimiento mundial. Estadista por excelencia, buen pintor y Premio Nobel como escritor. Interesante personaje.
En fin, buena lectura, muy recomendable, especialmente para el nuevo en estos temas.
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