Un modo incorrecto de razonar para justificar decisiones por sus efectos inmediatos en un grupo social. Olvida las consecuencias de la decisión en el largo plazo y la población general. Falacia de la visión de corto plazo.

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Introducción

Para comprender mejor a la falacia de la visión de corto plazo ayudará examinar una gran definición de Economía:

«[…] una ciencia para el reconocimiento de consecuencias secundarias. Es también una ciencia para ver consecuencias generales. Es la ciencia de revelar los efectos de políticas propuestas o existentes no solo para un interés especial en el corto plazo, sino para el interés general en el plazo largo». H. Hazlitt Economics in One Lesson.

La clave es eso de «revelar los efectos de políticas propuestas o existentes no solo para un interés especial en el corto plazo, sino para el interés general en el plazo largo».

Una clasificación de efectos económicos

Las consecuencias de aplicación de medidas económicas son de varios tipos:

  • Efectos en el tiempo: corto y largo plazo.
  • Efectos en el beneficio: de grupos y del total

La falacia de la visión de corto plazo consiste en olvidar los efectos de una decisión en el largo plazo en todos y poner toda la atención en los efectos de corto plazo en un grupo.

La falacia de la visión de corto plazo

📌 Ella es el error de razonamiento que se comete cuando se justifica una acción por sus efectos en el corto plazo y en una parte de la población. Olvida considerar los efectos de largo plazo en el total de la población.

El mismo Hazlitt ejemplifica su demostración con varias sugerencias que suelen escucharse acerca del manejo de la política económica.

Abaratar el crédito

Puede alguien proponer que la vía para resolver una situación de estancamiento económico es facilitar el crédito de manera que se reavive la economía. La consecuencia de esa propuesta —que suele ser común y recibida con entusiasmo— puede ser vista del lado opuesto y complementario: su efecto es el aumento de la deuda.

¿Puede ser razonable afirmar que la economía florecerá por medio del aumento de la deuda? Muy difícilmente.

Aumento de precios agrícolas

Otros han propuesto que el fomento a la actividad agrícola debe realizarse por medio del aumento del precio de esos productos, lo que ayudará a los campesinos y personas de ese sector. La siguiente pregunta es pensar en las consecuencias que ese aumento de precios tienen en los demás —pues pensar solo en los agricultores es demasiado limitado.

Hazlitt lo explica claramente: pensar en aumentar los precios agrícolas es igual a creer que «el camino a la prosperidad es encarecer la comida del obrero de la ciudad».

Subsidios a ciudadanos

Es frecuente también escuchar la propuesta de que los subsidios gubernamentales ayudan a la economía de las personas —por ejemplo, subsidiando a la electricidad.

Pero si se evita la falacia de la visión de corto plazo, un enfoque general y de plazo largo hará ver que quien propone subsidios está diciendo que la prosperidad se logrará aumentando los impuestos —lo que tiene muy poco sentido.

Elevación de salarios

La propuesta de elevar salarios por medio de decretos gubernamentales con el objeto de aumentar el poder adquisitivo de los trabajadores es otro buen ejemplo de la falacia de la visión de corto plazo.

Sin embargo, con la visión general y de largo plazo podrá verse lo que sucede adicionalmente al aumento del ingreso de los trabajadores —se verán aumentos en los costos de producción.

Es decir, proponer que se eleven los salarios para mejorar la vida de los trabajadores es equivalente a afirmar que los trabajadores y todos los demás vivirán mejor por medio del aumento de los costos de producción —una propuesta sin sentido.

El arte de ver más allá 

Las acciones tienen consecuencias. Podemos ver con claridad los efectos inmediatos de las acciones, pero requiere una mayor perspicacia ver los efectos en el largo plazo y, aún más, los ocultos.

Un ejemplo de esto es la consideración siguiente acerca de la primera batalla librada para la independencia de las colonias españolas en Latinoamérica y ella no fue librada en ese continente:

«La batalla de Trafalgar en 1805 destrozó la marina española e hizo casi imposible la comunicación entre España y su imperio en América. (La última lucha de Nelson fue, en cierto sentido, la primera batalla en la guerra de independencia de América Latina, ya que, durante los siguientes años de abandono, las colonias continentales de América Latina por fin comenzaron a asumir una identidad separada)». Thomas, Hugh. Cuba: A History (Kindle Locations 1231-1234). Penguin Books Ltd. Mi traducción. 

Ha sido señalada también, como un caso de consecuencias no intencionales, la I Guerra Mundial.

«Consecuencias no deseadas: el comunismo, el fascismo, Hitler y el Holocausto. La Primera Guerra Mundial, la mayor catástrofe hecha por el hombre en el mundo, dejó un legado venenoso que allanó el camino para gente como Stalin y Hitler». telegraph.co.uk. Mi traducción.

Las acciones tienen consecuencias y muchas de ellas son difíciles de ver, quizá porque acontecen después de algún tiempo, o tal vez porque simplemente se comete la falacia de la visión de corto plazo.

Un caso reciente

Una acción en México, en 2019. El presidente electo, antes de tomar posesión, decide detener la construcción ya avanzada de un nuevo aeropuerto en la capital del país. Por la razón que sea que eso se haya hecho, hay efectos indeseables. Por ejemplo, la «pérdida de confianza y el crédito», caída en la bolsa de valorescaída cotización del pesorepercusión en la calificación crediticia.

Aunque el presidente electo haya considerado en ese momento que los efectos inmediatos fueron no tormenta sino llovizna, es obvio que eso es falso en el plazo mayor.

No es excepcional que sucedan cosas así. Las acciones tienen efectos, unos de ellos son intencionales y buscados, pero hay otros que no lo son.

Una porción importante del arte de gobernar es tener esa intuición acerca de los efectos colaterales de acciones que por buenas que sean sus intenciones, pueden resultar indeseables.

El problema esencial

Con lo anterior he querido llamar la atención sobre lo que quizá es el mayor problema gubernamental de estos días —proponer e implantar políticas económicas con resultados benéficos de corto plazo en un sector de la nación y sin poner atención en las consecuencias generales a largo plazo.

Es un modo erróneo de pensar y razonar que podría ser llamado falacia de la visión de corto plazo. Consiste en justificar acciones de política económica sin tomar en cuenta sus consecuencias de largo plazo para la población total.

Esta falacia permite conocer la esencia de los efectos no intencionales —esas situaciones en las que queriendo solucionar un problema la solución aplicada empeora la situación.

Estructura de la falacia de la visión de corto plazo

Ella funciona de acuerdo con el siguiente esquema:

  • Se propone la medida X
  • La medida X beneficiará de inmediato al grupo A
  • Por lo tanto, la medida X debe implantarse.

El error consiste en dejar de lado las consecuencias de la medida X en el largo plazo y en la población general. Algo muy conectado con la falacia de las buenas intenciones y también con la noción de F. Bastiat sobre la importancia de las cosas que no se ven.

Este error es el que evitan los modos correctos de evaluar propuestas y políticas de gobierno.

Conclusión: una aplicación universal

Aunque esta columna ha puesto atención central en decisiones de políticas económicas gubernamentales, la falacia de la visión de corto plazo tiene una aplicación general en todos los aspectos cotidianos — no es nada novedoso, es la vieja idea de la prudencia y la necesidad que los gobernantes tienen de usarla.


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