Igual que dice a José que huya a Egipto y que, más tarde, regrese, así nuestro Señor nos pide claramente lo que dicen las primeras dos lecturas del Domingo Sagrada Familia (ciclo A): honremos a nuestros padres, amémonos en familia, tratemos a los todos los demás como si fueran nuestra familia entera porque en realidad lo son.

Primera lectura

En este Domingo Sagrada Familia (ciclo A), la primera lectura, del Eclesiástico (3,3-7.14-17), obviamente, trata el tema de la familia, con principios aplicables a la nuestra.

Sencillas reglas de sentido común que la palabra de Dios nos señala.

«Quien honra a su padre, encontrará alegría en sus hijos… el que enaltece a su padre, tendrá larga vida, el que obedece al Señor es consuelo de su madre… cuida de tu padre en la vejez y en su vida no le causes tristeza… no lo menosprecies por estar tú en pleno vigor. El bien hecho al padre no quedará en el olvido…»

El mensaje queda muy claro. Debemos amar a nuestros padres. Es un mensaje a todos, pues todos somos hijos. «El que honra a su padre queda limpio de pecado y acumula tesoros el que respeta a su madre».

Son exhortos que hemos oído muchas veces, pero que el resto de las lecturas nos ponen en perspectiva.

Segunda lectura

La segunda lectura, la epístola de San Pablo a los colosenses (3, 12-21) amplia el mensaje, yendo de la familia al resto de los hombres.

Igualmente nos da consejos esta lectura del Domingo Sagrada Familia (ciclo A),

«… sean compasivos, magnánimos, humildes, afables y pacientes. Sopórtense mutuamente y perdónense… tengan amor que es el vínculo de la perfecta unión… aconséjense unos a otros lo mejor que sepan… respeten a sus maridos… amen a sus esposas… obedezcan a sus padres… no exijan demasiado a sus hijos…»

Las palabras de Pablo siguen el mismo tono de las de la primera lectura. Son una serie de exhortaciones para guiar nuestra conducta.

El Eclesiástico hace referencia exclusiva a la familia y sobre todo a los hijos. Pero la carta de Pablo amplía esas exhortaciones al resto de las personas para hacernos ver que los demás son también nuestra familia. La misma bondad que llevamos a nuestra familia, la debemos llevar a todos.

Evangelio

En este Domingo Sagrada Familia (ciclo A), el evangelio de Mateo (2, 13-15.19-23), nos traslada a un plano muy superior. La narración es simple y rica en significado.

El ángel previene a José, pues la vida del niño peligra. Deben José y su familia huir a tierras lejanas. José oye la palabra del Señor y obedece. Sale del peligro.

Más tarde, pasado el riesgo, de nuevo oye José la palabra de Dios. Es el ángel que le avisa que el peligro ha pasado, que debe regresar y José obedece de nuevo.

Lo que Mateo nos deja ver sin complicaciones es la capacidad para escuchar, pero sobre todo para cumplir con la palabra de Dios. Es nuestro Señor hablando a la familia y José obedeciéndolo sin chistar, pues sabe quién habla.

Es un ejemplo para nuestra familia, el que seamos capaces de escuchar la palabra de Dios y, más aún, obedecerle.

En conjunto

¿Qué es lo que Dios dice a nuestra familia? ¿Qué es lo que nos pide que hagamos? No hay que buscar muy lejos.

La respuesta está en las lecturas de este Domingo Sagrada Familia (ciclo A).

Igual que dice a José que huya a Egipto y que, más tarde, regrese, así nuestro Señor nos pide claramente lo que dicen las primeras dos lecturas: honremos a nuestros padres, amémonos en familia, tratemos a los demás como si fueran nuestra familia entera porque en realidad lo son.

En los momentos en los que surgen los propósitos de año nuevo, sin mucho aspaviento pero con gran fuerza, las lecturas de este domingo de la Sagrada Familia nos dan la idea del mejor propósito que podamos tener.

No para el año nuevo, sino para toda la vida. Oigamos, como José, la palabra que viene de Dios y hagamos lo que él nos manda. Amemos a nuestros padres, amemos a todos los demás.

Actuemos como si fuésemos una familia entera, perdonando nuestras faltas, aconsejándonos mutuamente, amándonos.