Las lecturas de este 5 Domingo Cuaresma (ciclo B), colocadas en conjunto, son una preparación en Cuaresma para los sucesos que en estas fechas recordamos.

Primera lectura

En este 5 Domingo Cuaresma (ciclo B), la primera de las lecturas de este domingo (Jeremías 31, 31-34) expone una idea central que viene de Dios: «Haré una alianza nueva y no recordaré sus pecados».

En su texto, la palabra del Señor establece que,

«Esta será la alianza que haré con el pueblo de Israel después de aquellos días… Pondré mi ley en su interior y la escribiré en su corazón: yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Para instruirse unos a otros, no necesitarán animarse unos a otros diciendo: ‘¡Conozcan al Señor!’, porque me conocerán todos, desde el más pequeño hasta el mayor… ».

Son palabras de acercamiento, de Dios hacia nosotros, de promesas que nos hace, de amor que nos da y que se expresan en esa frase, «Yo perdonaré su maldad y no me acordaré más de sus pecados».

Se abre así el tema de la salvación eterna, prometida a nosotros por nuestro Creador.

Evangelio

El evangelio (Juan 12, 20-33) lleva esas palabras a la máxima altura posible usando la idea de que «Si el grano de trigo, sembrado en la tierra, muere, producirá mucho fruto».

La ocasión, narrada en este 5 Domingo Cuaresma (ciclo B), es la llegada a Jerusalén de algunos griegos, quienes piden ver a Jesús. A lo que Jesús responde con palabras que llevan la idea de la alianza y del perdón a un nuevo plano.

Dice Jesús, «Ha llegado la hora en que Dios va a glorificar al Hijo del hombre. Yo les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere dará fruto abundante».

Un tanto enigmáticas, esas palabras continúan: «Quien aprecia su vida terrena, la perderá; en cambio, quien sepa desprenderse de ella, la conservará para la vida eterna».

Es posible imaginar que quienes le oyeron no podían entenderle. Su confusión debe haber sido mayor aún, al suceder lo que el evangelista cuenta.

Sigue San Juan narrando que al terminar de hablar Jesús, «se oyó esta voz venida del cielo: «Yo lo he glorificado y volveré a glorificarlo»». De los que estaban presentes, unos creyeron que había sido un trueno; otros decían: «Le ha hablado un ángel».

La confusión debe haber aumentado. ¿Cómo comprender lo que pasaba?

El final del evangelio de este domingo dice que

«Jesús explicó: «Esta voz se ha dejado oír no por mí, sino por ustedes. Es ahora cuando el mundo va a ser juzgado; es ahora cuando el que tiraniza a este mundo va a ser arrojado fuera. Y yo en vez que haya sido elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacía mí»».

Solamente conociendo los sucesos posteriores podemos entender las palabras que a los testigos presenciales de seguro confundieron. La hora se acerca y Jesús usa la imagen del grano de trigo, el que para dar cosecha debe morir; lo que viene le angustia, pero lo acepta. A eso ha venido.

Es una nueva alianza perfeccionada por medio de Jesús, Dios mismo entre nosotros renovando la alianza con su sacrificio y señalando que debemos seguirle. ¿Cómo? El salmo responsorial provee el camino, haciéndonos suplicar:

«Crea en mí, Señor, un corazón puro. Ten piedad de mí, Dios mío, por tu amor, por tu inmensa compasión, borra mi culpa; lava del todo mi maldad, limpia mi pecado… fortaléceme con tu espíritu generoso; enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores se convertirán a ti».

Segunda lectura

Em este 5 Domingo Cuaresma (ciclo B), la segunda lectura (Hebreos 5, 7-9) explica los sucesos: «Llegado a la perfección se convirtió en causa de salvación eterna para todos lo que le obedecen, y ha sido proclamado por Dios sumo sacerdote…» De nuevo la idea de la salvación eterna.

En conjunto

Las lecturas de este 5 Domingo Cuaresma (ciclo B), colocadas en conjunto, son una preparación en Cuaresma para los sucesos que en estas fechas recordamos.

Nuestro Creador no nos ha dejado abandonados, al contrario. Una y otra vez ha establecido alianzas con nosotros. Está cerca, nos ama y está dispuesto a personas nuestras faltas. Ansía nuestra salvación, tanto que su mismo Hijo viene a nosotros y se ofrece en sacrificio voluntario. Por nosotros, por nuestra salvación.

La hora del máximo sacrificio posible y que recuerda las palabras de la primera lectura, «Yo perdonaré su maldad y no me acordaré más de sus pecados».

Ahora Jesús dice, «Quien aprecia su vida terrena, la perderá; en cambio, quien sepa desprenderse de ella, la conservará para la vida eterna. Si alguien quiere servirme, que me siga; correrá la misma suerte que yo. Todo aquél que me sirva será honrado por mi Padre».

Nada, absolutamente nada hay que pueda compararse con eso y ello es la mayor fuente de alegría que podemos tener. Si bien los sucesos que vienen pueden sentirse como tristes y causar desconsuelo, la realidad es que en ultima instancia son causa de alegría y felicidad.

¡Es nuestro mismo Creador, el Señor, quien se ha acercado a nosotros y nos pide seguirle!