Por poderoso que sea un gobernante, la realidad que que no puede gobernar solo. Necesita de otros responsables de realizar sus ideas. Esta es la capacidad del poder político, la de lograr hacer por medio de otros.
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Introducción
La columna propone el contraste entre dos realidades acerca del poder y su ejercicio.
Por un lado, la percepción simple externa que supone que un gobernante ordena y eso es suficiente para que las cosas sucedan.
Por el otro, la reflexión inevitable que acepta que lo anterior es falso, las cosas no suceden por la simple voluntad del gobernante, por mucho poder que posea.
La confrontación es quizá un tanto sutil. Puede leerse en algún libro que «Luis XIV construyó Versalles» y quedarse con esa idea general. Pero, al refinar la frase y ver su imposibilidad literal, puede surgir otra frase más exacta que todo lo cambia. En realidad, Luis XIV no construyó Versalles. Otra frase es más realista. «Luis XIV mandó construir Versalles». Pensando aún más, uno se da cuenta de la realidad. El gobernante necesita personas que obedezcan sus mandatos.
La idea de la capacidad del poder político ha sido expresada muy claramente:
«No importa cuánto brillen los rayos de cualquier rey sol: ningún hombre gobierna solo. Un rey no puede construir carreteras solo, no puede hacer cumplir las leyes solo, no puede defender ni a la nación ni a sí mismo, solo». laughingsquid.com. Mi traducción.
Nadie gobierna solo: la capacidad del poder
La percepción primera y olvidadiza que supone la autonomía del gobernante es falsa. Nadie gobierna solo, ni el más poderoso dictador, ni el más acotado presidente de una democracia puede hacerlo.
Ellos necesitan de otros que los obedezcan y sigan sus instrucciones. Es el más obvio principio de administración, el hacer a través de otros. Esto tiene consecuencias en el entendimiento correcto del funcionamiento del poder político.
📌 El gobernante no hace, ni actúa, ni realiza. Su poder consiste en la capacidad que posea para hacer que otros hagan en su nombre. La clave del poder, por tanto, se sustenta en esa capacidad para hacer que otros le obedezcan.
Capacidades primarias
La capacidad del poder político que es el hacer a través de otros es la habilidad esencial del gobernante. Una capacidad que puede ser analizada para encontrar sus sustentos primarios.
Es obvio, pero poco reconocido, que no hay gobernante que pueda solo construir carreteras, aeropuertos, plantas industriales, ferrocarriles. Solo, tampoco puede obtener los fondos que paguen por esas obras, ni hacer respetar a la ley, ni combatir el crimen. Requiere de otros para invadir países, o para defenderse del invasor.
🔴 El gobernante necesita responsables de la recolección de fondos que paguen sus órdenes.
Sin recursos financieros nada de lo que quiera hacer puede ser hecho. Esta es una capacidad primaria que consiste en tener personas que hayan sido convencidas de obtener esos fondos que el gobernante, más tarde, distribuirá según su criterio.
🔴 El gobernante necesita personas encargadas de la realización de sus ideas.
Son estos los responsables de hacer y mandar hacer realidad las iniciativas del gobernante. Los encargados de obras, de leyes, de programas, policías, tribunales, ejército y demás.
🔴 El gobernante organiza una jerarquía organizacional.
Esto es un arreglo de la capacidad del poder político por rangos y escalafones con varias cabezas, formales e informales, con quienes tiene trato directo y los que a su vez tienen jerarquías bajo su mando.
Las capacidades centrales del gobernante dependen de disponer de (1) los fondos suficientes, (2) las personas y (3) una jerarquía organizacional.
«Yo no gobierno a Rusia. Lo hacen diez mil burócratas».
—Nicolás II

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Gestión de incentivos
El gobernante, sea un rey o un presidente, ejerce el poder mediante su habilidad para administrar recursos económicos y humanos para hacer realidad sus ideas.
Necesita seleccionar personas y persuadirlas de seguir sus instrucciones y mandatos, dándoles incentivos para que lo hagan. Es una gestión de incentivos monetarios y no monetarios que mueven a su jerarquía organizacional. Una distribución de premios y castigos que mueven a sus allegados a actuar.
Los incentivos son de naturaleza variada. Hay fondos asignados a proyectos, como la construcción de carreteras. También, oportunidades de avance personal del encargado e incluso de beneficios personales y corrupción. Igual que satisfacciones mentales de aplicación práctica de ideologías.
📌 El gobernante, por tanto, es un distribuidor de beneficios entre sus allegados por medio de los cuales sus ideas de implantan. De sus allegados inmediatos, las instrucciones van a la jerarquía burocrática que las cumple usando fondos asignados y movida por incentivos de avance profesional.
Rey, dictador, presidente…
Esos principios aplican sin importar la vocación del gobernante. Se usan en una monarquía absoluta, en una dictadura y en una república.
La diferencia será la dificultad o facilidad que el tipo de régimen permite para concentrar poder en una persona. La división del poder limitará la posibilidad de abusos de poder que permite un régimen totalitario.
El caso más ilustrativo es el de gobiernos personalistas, en los que uno solo tiene el poder y quiere mantenerlo. El punto de la columna es que para eso el gobernante necesita gran capacidad para gestionar a los recursos materiales y humanos con los que cuenta. Solo no podrá hacerlo. Necesita de otros.
La clave de su poder radica en su capacidad para hacer que quienes le rodean hagan en su nombre las cosas.
Para ponerse a pensar…

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El gobernante persuasivo
Quien gobierna tiene a su disposición instrumentos diversos de persuasión dirigidos a la cohorte que le rodea en su jerarquía de poder.
Parte central de su poder de convencimiento es su control sobre los recursos materiales, financieros y económicos. Cuanto más tenga, mejor para él. Tendrá la capacidad de distribuirlos como incentivos a la lealtad que se le tenga y los resultados que obtenga de sus allegados.
El gobernante que controle todos los recursos nacionales tendrá el poder absoluto. Por eso, en estos casos, no existen entidades autónomas gubernamentales.
Otro instrumento de persuasión es el premiar a los leales y castigar a quienes muestren cualquier tipo de independencia personal. A esto se unen los avances personales de los allegados, mejores ingresos, impunidad y posibilidad de negocios propios.
La coincidencia ideológica ayudará a persuadir a quienes están convencidos de la filosofía del gobernante. Lo mismo que acontecerá con quienes gozan intensamente del poder, sin importarles los credos políticos.
También, será un medio persuasivo el carisma del gobernante. Conforme sea este percibido como algo cercano a lo sobrenatural, más sentido de pertenencia tendrá entre sus partidarios.
«Él castiga con severidad la menor falta y recompensa los servicios con gran liberalidad».
— François Fenelon
El caso de la masa
Lo anterior describe a la capacidad de poder política del gobernante en relación con la jerarquía de allegados a su persona. ¿Qué sucede con quienes están alejados de ella? Esto se refiere al amplio grupo de ciudadanos comunes, el pueblo, la masa, o como quiera llamársele.
También aquí, el gobernante puede ejecutar artes de encantamiento y persuasión que creen lealtades entre estos grupos tan numerosos.
Puede recurrir a la creación de imágenes sobrenaturales que rodeen a su persona, a la distribución de dádivas y ayudas, al adoctrinamiento educativo. Al igual que a la limitación y anulación de la libertad de expresión, a la desaparición de la oposición y a otros medios que le produzcan lealtades políticas masivas y simples.

Conclusión
La columna ha propuesto la existencia de la capacidad del poder político. Esta es la gestión de los recursos del gobernante, materiales y humanos, con el propósito de volver realidad sus ideas. Esta es la real habilidad del gobernante para ser exitoso.
Esta habilidad es necesaria en cualquier tipo de régimen, desde el más liberal hasta el más totalitario. Y aplica a cualquier calidad de gobernantes, desde los conocedores hasta los ignorantes. No es infrecuente el caso de gobernantes con gran capacidad de gestión del poder y que al mismo tiempo son analfabetos financieros y económicos.
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