Es una práctica común y equivocada examinar los problemas públicos dándoles un nombre llamativo para luego proponer una solución que generalmente propone un cambio de régimen político o de sistema económico. La auténtica causa de los males sociales, como la guerra y la pobreza es el conjunto de defectos y vicios humanos, disfrazados de buenas intenciones.
Tabla de contenidos
10 minutos
Introducción
Todo inicia con una idea en un gran libro, el de Edmund Burke acerca de la Revolución Francesa de finales del siglo 18. En una de sus muchas y sutiles observaciones comenta acerca de los defectos personales y de carácter que todos, sin excepción, tenemos.
La exposición de la idea sigue este orden. Primero, una visión de la historia humana:
«La historia consiste, en su mayor parte, en las miserias traídas al mundo por el orgullo, la ambición, la avaricia, la venganza, la lujuria, la sedición, la hipocresía, el celo descontrolado y toda la serie de apetitos desordenados, que sacuden al público con las mismas pertubadoras tormentas que sacuden a la fortuna personal y amargan la vida».
Una propuesta clara y directa que se acepta sin problema por cualquier mente razonable. Segundo, algo obvio también, pero que lleva a proponer algo asombroso.
«Estos vicios son las causas de esas tormentas. La religión, la moral, las leyes, las prerrogativas, los privilegios, las libertades, los derechos de los hombres, son los pretextos. Los pretextos siempre se encuentran en alguna apariencia engañosa de un bien real. ¿No protegerías a los hombres de la tiranía y la sedición arrancando de la mente los principios a los que se aplican estos pretextos fraudulentos?»
En pocas palabras, los males que se sufren, como la guerra, son los consecuencias de los defectos humanos. De vicios y fallas de carácter como la ambición o la codicia que usan como pretextos «a la religión, la moral, las leyes, las prerrogativas, los privilegios, las libertades, los derechos de los hombres».
📕 La idea fue encontrada en Burke, Edmund. Reflections on the Revolution in France (annotated and illustrated) (p. 144). MDB Oxford Editions. Kindle Edition. De allí fueron tomadas las citas, con mi traducción.
Los defectos personales
Las fallas de carácter, los vicios humanos, ellos son el punto de arranque del razonamiento de Burke. El tema es conocido. Una lista menciona: hipocresía, crueldad, falta de empatía, avaricia, codicia, envidia, egoísmo e indisciplina. Otra contiene una larga lista de defectos personales.
Una más de ellas menciona fallas de carácter como: pesimismo, deshonestidad, narcisismo, juicio [?], envidia, arrogancia, hipersensibilldad, cinismo, codicia, pereza, impulsividad, deslealtad y otras más.
La mejor y más breve lista es esta:
«La soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza son las siete pasiones del alma que la tradición eclesiástica ha fijado como ‘pecados capitales’. Independientemente de la vigencia o no de la idea de pecado en nuestras sociedades, son siete pasiones muy arraigadas en la psique humana». cccb.org
📌 Las fallas de carácter, los vicios humanos, los defectos personales son una realidad, una de las constantes humanas. Y ellas tienen consecuencias en nuestra vida. Nos causan problemas.
Los problemas causados
Son esas situaciones que hacen menos grata a la vida, que afectan a la felicidad. Son los casos de guerra entre naciones, guerras civiles, criminalidad, violencia, persecuciones, discriminación, tiranía, abusos de poder, pobreza y muchos más.
La idea de Burke puede llevarse a la propuesta de que esos problemas o males públicos son realmente causados por los defectos humanos, por las fallas personales, los vicios que tenemos. Por la soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia, la pereza y las formas en las que se manifiestan. Esto lleva a una conclusión irrefutable que el autor explica así:
«[…] los actores e instrumentos ordinarios en los grandes males públicos son reyes, sacerdotes, magistrados, senados, parlamentos, asambleas nacionales, jueces y capitanes. No curaréis el mal resolviendo que no haya más monarcas, ni ministros de Estado, ni del Evangelio, ni intérpretes de la ley, ni oficiales generales, ni concilios públicos».
El disfraz de los defectos humanos
En la primera impresión, los problemas que se tienen son adjudicados a disfraces y no a los defectos humanos. Los males públicos se ven como asuntos de «la religión, la moral, las leyes, las prerrogativas, los privilegios, las libertades, los derechos de los hombres». Cosas que aparentan un bien pero ocultan a los vicios personales.
Si hay abusos de poder, por ejemplo, bajo una monarquía, se confundirá a esta con el problema y que creerá que destronando al monarca esos excesos acabarán. Si existen privilegios y desigualdad legal, se pensará que cambiando de régimen todo será resuelto.
O bien, el razonamiento actual. Si existen salarios bajos se concluirá que cambiando de régimen económico la explotación pasará a la historia. Es decir, que pasando de capitalismo a socialismo todo será arreglado, o viceversa.
Es un mal análisis de las causas de los males públicos porque no considera a las causas reales. Y ellas son los defectos humanos, nuestros vicios y fallas de carácter. De nuevo, Burke:
«Los sabios aplicarán sus remedios a los vicios, no a los nombres, a las causas del mal, que son permanentes, no a los órganos ocasionales por los que actúan ni a los modos transitorios en que aparecen».
La trampa mental
La idea de Burke es genial porque revela una forma equivocada de pensar en asuntos políticos, porque yerra en los remedios que se proponen. Falla porque no identifica las reales causas de los males públicos. La idea se explica así.
🔴 Las reales causas de los males públicos son los defectos humanos
Es ese conjunto de vicios y defectos humanos la causa de los males públicos, de los problemas sociales. Esas fallas como soberbia, ambición, codicia, envidia, egoísmo, lujuria, sed de poder y el resto.
🔴 Los males públicos se disfrazan con nombres diferentes
Los problemas que se tienen se entienden con nombres propios que disfrazan a los defectos humanos. Tienen denominaciones como guerra, pobreza, desigualdad, hambre, racismo, explotación, desigualdad, violencia familiar, despotismo, inseguridad, corrupción y otros más.
Incluso, llegan a concebirse eso que puede llamarse «sospechosos usuales», a los que se atribuye todo mal y cuya desaparición se entiende como solución universal. Son los conceptos de capitalismo salvaje, competencia egoísta, imperialismo, globalización, codicia del comerciante, privatización, usura y demás.
🔴 Las soluciones de dirigen a esos nombres diferentes no a los defectos humanos
Se deduce de lo anterior que para, por ejemplo, erradicar la pobreza, debe combatirse al capitalismo sustituyéndolo con otro sistema económico. Se concluye que ese nuevo sistema resolverá los problemas sociales.
Por ejemplo, la destitución del monarca francés, del clero y la nobleza, por medio de una revolución, supondría la creación de una nueva y mejor sociedad. O el cambio de un presidente por otro solucionaría los problemas de un país.
📌 El problema que se plantea es el natural. ¿Acaso dejarían de existir los defectos humanos cambiando, por ejemplo, de una monarquía a una república, o del capitalismo al socialismo? Por supuesto, no. En una república y en un régimen socialista seguiría existiendo la codicia, la ambición, la envidia, la mentira.
La solución
Si son los defectos humanos la causa última de los males públicos, se concluye que en su corrección radica el remedio atinado.
Esto apunta al error que se comete cuando se cree que los problemas sociales serían solucionados con la implantación de un sistema democrático. Pensar así ignora que también dentro de una democracia se sufrirán las mismas fallas de carácter, como la ambición, la envidia, la corrupción y la soberbia.
Es conveniente insistir en la propuesta de Burke, «Los sabios aplicarán sus remedios a los vicios, no a los nombres, a las causas del mal, que son permanentes, no a los órganos ocasionales por los que actúan, y los modos transitorios en que aparecen». Se trata de evitar el mal análisis de atender a lo circunstancial olvidando a las causas reales.
Si se piensa que se vive en una sociedad con estructuras injustas y se cree que la solución es construir una nueva con «estructuras justas», eso no llevará a nada bueno. No hay estructuras justas ni injustas, sino defectos humanos, fallas de carácter y vicios que crean males públicos. Y son una constante humana que no es posible erradicar.
⚠️ Por tanto, debe aceptarse que no puede existir una sociedad libre de males y problemas. Siempre los habrá porque la naturaleza humana es imperfecta. Los intentos de construir utopías conducirán a aún peores males sociales en los que los defectos humanos se ampliarán.
Todo lo que puede hacerse es pensar en las fallas humanas y tratar de aminorarlas. Un asunto de cultivar virtudes, algo de naturaleza moral.
Los obstáculos
Al aceptar que los males públicos y los problemas sociales tienen su causa en los defectos y vicios personales, se acepta también que las cosas reprobables que acontecen son un tema moral. Un asunto de reglas morales que instruyen a evitar lo malo y aprobar lo bueno. Reglas universales de conducta aplicables en todo tiempo y lugar.
Esos defectos humanos se padecen también en todo tiempo y lugar, sin importar el régimen político ni el sistema económico. Los sufren los de derecha y los de izquierda, los progresistas y los conservadores, los monárquicos y los republicanos. Todo lo que puede hacerse es tratar de que esos defectos sean lo menos frecuentes posibles.
📌 ¿Qué impide combatir esos defectos y fallas humanas? Todo lo que debilita a la conciencia y a la responsabilidad moral, por ejemplo, el relativismo moral y el laicismo combativo. Sin frenos morales, los defectos humanos se multiplican y, por tanto, aumentan los males públicos.
Algo más debilita la posibilidad de remediar a los males sociales y problemas públicos, este mal análisis que se hace de ellos. Se llega a cree que los problemas de, por ejemplo, corrupción generalizada pueden ser combatidos con un cambio de presidente, con votaciones, o con leyes más estrictas. O se supone que la pobreza será solucionada con la implantación de un estado de bienestar.
La corrupción y la pobreza son en realidad, al final de cuentas, males sociales provocados por fallas y defectos humanos. Su solución última radica en la corrección, hasta donde sea posible, de faltas como la codicia, la ambición, la ira y demás.
Globo de ideas relacionadas
- No hay crisis de valores, hay crisis de virtudes
- Lamentable estado moral de la actualidad
- Mentalidad de crecimiento
- El dilema del conocimiento
- Debilidad moral de la sociedad occidental
- Decepción y desilusión política del ciudadano
- Dilema de la libertad con moral, o sin moral
- Etica: sus dos grandes ramas o enfoques
Conclusión
📌 Es una práctica común examinar los problemas públicos dándoles un nombre llamativo para luego proponer una solución que generalmente propone un cambio de régimen político, de sistema económico, o similares. Lo que Burke hace es apuntar el olvido de las causas reales de tales problemas y ellas son una constante: los defectos humanos.
Esas fallas de carácter, esas faltas y errores de comportamiento, es lo que ocasiona los problemas que se sufren. Por tanto, si la sociedad es imperfecta, eso se debe a que somos imperfectos. Ilusos desvariados son quienes creen que los males públicos podrán solucionarse por medio de cambios de régimen político, o de sistema económico.
Otros lectores también leyeron…
Actualización última: