Es usual adjudicar el progreso a las decisiones de los hombres de Estado. Un autor da un viraje de 180 grados a esa mentalidad. La grandeza de un país no tiene ese origen. Este es el giro de Anatole France, asignar la causa de la prosperidad a una variedad de personajes comunes.
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Introducción
¿Cuál es el origen del progreso? ¿Cuál es la causa del florecimiento de una sociedad? La respuesta acostumbrada es atribuir la prosperidad a los hombres de Estado, a las decisiones que ellos tomaron y que la produjeron.
No es para tanto. Creer lo anterior es exagerado, seguramente falso.
Entra Anatole France y lo explica con sus propias palabras.
📕 «Como los asuntos del Estado están tan extendidos que la inteligencia de un solo hombre no puede abarcarlos, hay que perdonar a los ministros que trabajen a ciegas en ellos y no abrigar ningún resentimiento contra el bien o el mal que hagan, sino suponer que se mueven como en un juego de gallina ciega».
El viraje de Anatole France comienza así, con un giro que destruye la expectativa usual: no existe persona alguna que pueda conocer los asuntos de una sociedad entera. Ellos demasiados y tan complejos que escapan a la capacidad de la persona.
El giro de Anatole France
Una vez aceptado lo anterior, el autor da el segundo y definitivo paso.
📕 «Pero lo que es necesario considerar es que los imperios subsisten, no por la sabiduría de ciertos secretarios de Estado, sino por las necesidades de millones de hombres que, para vivir, trabajan en toda clase de artes bajas e innobles, como la industria, el comercio, la agricultura, la guerra y la navegación. Estas penurias individuales constituyen lo que se llama la grandeza de un pueblo y ni el príncipe ni los ministros tienen parte en ellas».
La prosperidad de una comunidad no viene de la sapiencia de los gobernantes, su origen está en otro lado. En los millones que trabajan en sus pequeños asuntos y con sus esfuerzos individuales producen eso que «se llama la grandeza de un pueblo».
El giro es de 180 grados y reta a la sabiduría convencional. Acostumbrados en la Historia a poner atención en los hechos de los grandes hombres de Estado, perdemos la realidad de los que «trabajan en toda clase de artes bajas e innobles, como la industria, el comercio, la agricultura, la guerra y la navegación». Ellos son los que crean y son la causa verdadera del florecimiento de una comunidad.
Los dos pasos del giro de Anatole France
El viraje del autor reorienta la atención: cuando se piense en los orígenes del progreso conviene poner en segundo plano a los gobernantes y políticos y colocar en el primero a las usualmente anónimas personas que por millones trabajan para vivir mejor ellas mismas.
El gran viraje se comprende mejor en dos pasos.
🔴 Nadie tiene la capacidad para conocer todos los asuntos de una comunidad.
🔴 Son los millones de personas los que con su trabajo logran el progreso de su comunidad.
Para pensarse…


Un cambio de enfoque
Primero, ninguna persona tiene la capacidad para conocer todos los asuntos de una comunidad. Y eso incluye a los gobernantes y políticos. Los asuntos de una sociedad son muchos y complejos. Ninguno puede conocerlos, menos dominarlos.
Suponer que un ser humano pueda asumir la responsabilidad de conducir a la sociedad por los caminos que él ha vislumbrado es la hipótesis menos racional que puede contener la política. La mentalidad que lleva al sometimiento incondicional ante el mesías gubernamental y a los errores inevitables que comete quien ignora tanto.
Ninguna persona puede conocer lo suficiente como para llevar por sus órdenes a la sociedad a la prosperidad. Ninguna.
Segundo, son los millones de personas los que con su trabajo logran el progreso de su comunidad. ¿Quiere alguien conocer el origen del progreso de una sociedad? Vuelva la mirada, deje de ver al gobernante y contemple el panorama de millones trabajando por sí mismos tratando de vivir mejor.
Esto es exactamente lo opuesto a la postura habitual que examina al progreso como el resultado de las decisiones de sabios gobernantes que por ellos mismo han conducido a los habitantes de un país al florecimiento de una sociedad.
La única manera en la que un gobernante pueda hacer próspera a la sociedad es dar ese giro él mismo y hacer caso a Anatole France. Reconocer que él no tiene el conocimiento que se necesita y que nadie lo pueda poseer. Y concluir que lo mejor que puede hacer es dejar el libertad a las personas para que ellas puedan trabajar en circunstancias seguras y confiables.

Conclusión y precisiones
El viraje que expresa Anatole France en sus palabras es casi un cambio de paradigma. La mentalidad inconsciente parte del supuesto oculto de que la prosperidad es la obra personal del gobernantes que guiaron a su gobernados por las rutas que esos guías apuntaron y los súbditos dócilmente siguieron.
Monarcas, emperadores, presidentes, primeros ministros, tiranos, dictadores, todos ellos reciben el mérito de los casos en los que la sociedad a la que rigen florece. La impresión es falsa. El gobernante cuya sociedad progresa es el líder que entiende que saben más sus gobernados que él y que debe hacerles comprender que ellos son libres, responsables y el origen de la real riqueza.
[Las citas son de France, Anatole. Delphi Complete Works of Anatole France (Illustrated) (Series Five Book 17) . Delphi Classics. Edición de Kindle. Traducción propia.]
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