Para poder funcionar de forma correcta, los derechos deben mantenerse en armonía. Una situación de simetría entre ellos. El equilibrio de los derechos humanos como una manera de entenderlos y aplicarlos.

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Introducción

Para explicar la idea del equilibrio de los derechos humanos, conviene ir, primero, a la idea de ‘simetría’. Ella es la «correspondencia exacta en la disposición regular de las partes o puntos de un cuerpo o figura con relación a un centro, un eje o un plano». La simetría del cuerpo humano la ejemplifica.

A lo que debe añadirse otra, la de ‘equilibrio’, que se comprende como el «Estado en que se encuentra un cuerpo cuando las fuerzas que actúan sobre él se compensan y anulan una a otra». Como sucede en el caso de los platillos de una balanza.

La columna propone que los derechos humanos pueden entenderse y aplicarse mejor cuando se le añaden las ideas de equilibrio y simetría. Concretamente, equilibrio o simetría:

  • Entre derechos y responsabilidades propios
  • Entre derechos propios y obligaciones ajenas.
  • Entre derechos propios y ajenos.
Intento de simetría
«Intento de simetría» by .Kikaytete.QNK is licensed under CC BY-NC-ND 2.0.

Equilibrio entre derechos y responsabilidades propios

Esta primera dimensión examina la armonía que debe existir en la persona. Es decir, el equilibrio interno de sus derechos y las responsabilidades correspondientes que ella acepta como parte de la simetría: a todo derecho corresponde una responsabilidad.

Esto es el acuerdo natural y lógico entre la parte que presenta una libertad individual y la que toma la forma de una aceptación responsable de consecuencias. Si la persona realiza un acto, decidido en libertad, ese acto se equilibra con la aceptación de la responsabilidad del mismo.

Si alguien conduce un automóvil a exceso de velocidad, se hace inmediatamente responsable de las consecuencias que eso tiene sin posibilidad de alegato en contra. Quien comete un robo, por ejemplo, por ese mismo hecho acepta los efectos que eso produce, como ir a prisión o restituir lo robado.

Es un asunto de equilibrio entre derechos y responsabilidades. La pareja de novios que tiene relaciones sexuales, lo quiera o no, es responsable de las consecuencias que eso tenga, como la concepción de un hijo. No pueden existir derechos que no estén en equilibrio con sus responsabilidades.

Si se tiene el derecho a estudiar, eso se balancea con la responsabilidad que acarrea el pago de esos estudios y las consecuencias de las materias elegidas, así como la asiduidad del estudiante. Si se tiene el derecho a la vida, este se armoniza con la responsabilidad propia de conservarla. Un alpinista, por ejemplo, acepta los riesgos de su profesión.

Derechos sin responsabilidades

Cuando se rompe el equilibrio entre responsabilidad y derechos personales, el concepto de derecho desaparece. La conducta humana sin esta simetría se convertiría en una sucesión de actos sin sentido ni propósito. Como la de un niño mimado, o la del ciudadano a quien se le retiran responsabilidades dentro de un Estado de Bienestar.

Si «Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria» (ONU), eso significa que ellas aceptan la responsabilidad de esforzarse para alcanzar ese ingreso. Si se les releva de esa responsabilidad, se rompe el equilibrio de los derechos.

Siete elementos en equilibrio
«Siete elementos en equilibrio» by Carlos Adampol is licensed under CC BY-SA 2.0.

Equilibrio entre derechos propios y obligaciones ajenas

Esta segunda manera de examinar la armonía que presenta el equilibrio de los derechos humanos, pone atención en los derechos de una persona individual y lo que ese derecho impone como obligación en el resto de las personas. Una obligación de no interferencia.

El derecho a decidir la religión propia y asistir a templos de adoración, por ejemplo, impone sobre los demás la obligación de no interferir en la realización de esos actos. No podrán impedir que quienes quieran entren al templo, que en él se celebren ritos, prohibir que ellos se construyan, ni causar otras dificultades que interfieran con ese derecho.

Así se establece otra armonía entre cada persona por separado y el resto en su conjunto. Los derechos de las personas por separado se equilibran con la obligación del resto de no impedir su realización.

La libertad de expresión, por ejemplo, impone en los demás la obligación de no impedir que, por ejemplo, un conferencista hable dentro de un recinto universitario al que ha sido invitado. Aunque algunos de los estudiantes estén en desacuerdo con las ideas del conferencista.

Si se posee el derecho a la libertad personal, eso acarrea en los demás la prohibición de la esclavitud. Cuando se tiene el derecho a la vida, eso impone en el resto la prohibición de matar, de maltratar y torturar. Si se tiene el derecho a la vida privada, eso obliga a los demás a no entrometerse, por ejemplo, hackeando datos personales.

Derechos sin obligaciones

Los derechos humanos están equilibrados en un todo armónico cuando los demás aceptan y cumplen con la obligación de no interferir ni obstaculizar los derechos de otros. Sin esta simetría, los derechos dejan de tener sentido.

El derecho a votar para seleccionar gobernantes no tendría sentido si alguien impidiese que existieran al menos dos candidatos entre los que elegir. La obligación de respeto al derecho de votar es múltiple e incluye, por ejemplo, no alterar votos y, por supuesto, no impedir la existencia de candidatos alternativos.

Si «Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autora» (ONU), eso obliga al equilibrio de que los demás respeten esa propiedad intelectual. Cuando no sucede, se rompe la armonía de ese derecho.

Equilibrio entre derechos propios y derechos ajenos

Esta tercera forma de explorar el significado de los derechos humanos lleva al equilibrio que es necesario que exista entre los derechos de una persona y los del resto. Es una simetría de derechos iguales para todos.

Si se tiene el derecho al trabajo, eso significa la simetría de que todos tienen ese mismo derecho por igual, sin diferencias. Ninguno puede carecer de ese o de ningún otro de los derechos. La sola existencia de un derecho implica el equilibrio del mismo en todos sin excepción.

Si se tiene derecho al matrimonio libremente consentido, eso significa que todos lo tienen y, por ejemplo, una mujer no puede ser obligada a casarse aunque así lo indiquen los usos y costumbres.

Derechos selectivos

Cuando se rompe el equilibrio de derechos iguales para todos sin excepción, el concepto desaparece. Surge, entonces, un sistema de privilegios selectivos y discriminación.

Si se tiene el derecho de libre asociación, todos lo tienen y, por eso, no podrá obligarse a trabajadores a ser miembros de un sindicato contra su voluntad. Esto rompería el equilibrio creando personas sin el mismo derecho que otros tienen.

Conclusión

Ha sido propuesta la idea de que los derechos humanos pueden ser entendidos bajo la idea de armonía o equilibrio:

  • Entre derechos y responsabilidades propios
  • Entre derechos propios y obligaciones ajenas.
  • Entre derechos propios y ajenos.

Estas simetrías sirven para comprender que si se propone algún derecho que no cumple con estas condiciones de equilibrio, eso no podrá ser un derecho verdadero.

Un derecho que no tenga una obligación propia correspondiente, no es un derecho propiamente. Tampoco lo es si su realización es impedida, o si ese derecho no es idéntico en todos.


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