La relación entre libertad y civilización. Cómo la libertad económica es esencial para el florecimiento sostenible de una sociedad estable y segura. Dicho de otra manera, donde no exista libertad tampoco habrá civilización.
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Introducción
Es la idea central que muestro en esta columna: la relación íntima que se tiene entre la existencia de la libertad de iniciativa económica de las personas y el florecimiento de la civilización.
Considerado de otro lado, la idea propone que donde no exista esa libertad económica tampoco existirá civilización.

El punto principal de esta columna es la intrínseca y esencial relación entre la libertad de iniciativa económica individual y el florecimiento de la civilización. Se argumenta que la existencia de la primera es un requisito indispensable para la segunda, definiendo civilización como un estado de estabilidad, seguridad, confianza y prosperidad creciente que permite a los individuos trabajar y disfrutar de los frutos de su esfuerzo bajo un estado de derecho.
El significado de civilización
Dadas las múltiples interpretaciones del término, para propósitos de esta columna debe entenderse de la manera siguiente:
📌 Civilización es un estado imperfecto de cosas en una comunidad que ofrece estabilidad, seguridad y confianza a quienes allí viven, de tal manera que ellos pueden trabajar y esforzarse teniendo una certidumbre razonable de que podrán gozar de los frutos obtenidos.
Parte de ella es eso que se conoce como estado de derecho, imperio de la ley y que hace percibir un ambiente en el que no se teme a abusos del gobernante, ni a amenazas externas ni internas.
Se vive en paz razonable y en un clima de seguridad personal. Las personas en ese ambiente son respetuosas de la ley, pueden confiar entre ellas y viven con un sentido de virtud.
Allí se ha logrado, se mantiene y es razonable esperar una prosperidad creciente que mejora niveles de vida, eleva productividad, facilita inversión, incentiva investigación, crea cultura, educación y tiempo libre.
La libertad es efecto esencial de la civilización. Es la que permite a las personas tener iniciativas personales que logran innovación, mejoras y adelantos —tanto que una sociedad con libertades suprimidas no puede llamarse civilizada.
La libertad es eso que permite acumular contribuciones personales por millones desde generaciones anteriores hasta las presentes —sin haber otra posible manera de lograr el cúmulo innumerable de esas aportaciones que es su conjunto forman el ambiente que se llama civilización.
«Una civilización es una entidad social que manifiesta uniformidad religiosa, política, legal y consuetudinaria durante un período prolongado, y que confiere a sus miembros los beneficios del conocimiento socialmente acumulado. La cultura de una civilización es el arte y la literatura a través de los cuales toma conciencia de sí misma y define su visión del mundo. Las culturas son los medios a través de los cuales las civilizaciones se vuelven conscientes de sí mismas y son permeadas por las fortalezas y debilidades de su forma de vida heredada»
— Roger Scruton

Papel del gobierno
La autoridad política juega un papel vital en una civilización. El de mantener ese ambiente de seguridad, confianza y certidumbre que permite a las personas suponer que gozarán de los frutos de sus trabajo en el largo plazo.
Esta es la razón de ser del gobierno y la ley. Y lo hace por medios distintos, como la división del poder, la emisión de leyes justas, servicios de policía, representación diplomática y tribunales eficientes, justos y honestos.
El mayor riesgo que representa el gobierno es el abuso de su autoridad, algo siempre presente y que una civilización atiende como prioridad central.
Para ponerse a pensar…

La defensa de la libertad económica
Defender a libertad económica, por más razonada que sea su defensa, es un error cuando olvida el cimiento en el que se sostiene. Un olvido que debilita la argumentación a favor del que es claramente el mejor sistema económico.
📌 Es el error de una defensa que ignora la relación entre libertad económica y la civilización. Sin este argumento, la defensa de los mercados libres y la libertad económica queda en un mero argumento de formación de precios reales, asignación eficiente de recursos y procesos beneficiosos de intercambio.
Los mercados libres merecen una mejor defensa, con lo que debe entenderse un discurso más amplio que el meramente descriptivo de procesos económicos.
Si se defiende a la libertad económica, sus adalides deben decir insistentemente que no argumentan solamente a favor de un sistema económico, sino de la libertad humana total que produce civilización —la adición de un elemento filosófico.
La conexión entre libertad económica y civilización, más aún, permite agregar otro argumento en defensa de esa libertad.
Las otras libertades
Si se cree en la libertad económica, como un bien en sí mismo, resulta obvio que se crea también en otras libertades, las políticas, las educativas, las culturales, de expresión, religión y otras más.
El liberal debe aceptar que su defensa de los mercados libres es en realidad la defensa de la libertad humana. No solamente la exaltación de un proceso de formación de precios que es notablemente superior al intervencionismo económico.
Esto hace que el defensor de los mercados libres deba hablar también de la naturaleza humana, pues si defiende a la libertad es que entiende a la persona de esa manera: libre, racional, responsable. No como el socialismo, que la define como incapaz, irracional e irresponsable.
Libertad económica es naturaleza humana
La defensa de la libertad económica es en realidad la defensa de una cierta forma de pensar acerca de lo humano y que es esa forma de pensar lo que no deben olvidar incluir señaladamente en sus argumentos.
Con frecuencia se escuchan admirables argumentaciones en favor de lo mercados libres que olvidan eso y acaban por convertirse en posiciones estrechas que todo quieren resolver por medio de razonamientos económicos liberales que acaban en el simple consejo de creer que la sociedad perfecta sería aquella en la que todos hicieran lo que quisieran, sin límites.
Olvidan que los mercados libres son una consecuencia de un mucho más vasto marco, de toda una civilización que en compañía de otras ideas tuvo un desarrollo de muy largo plazo.
El olvido de la defensa de la libertad económica, es el de dejar de considerar que ella es parte de una civilización y que al no defender a esa civilización, la defensa de esa libertad nace impedida y mutilada.
Es la civilización que entendió a la persona como individual e irrepetible, imperfecta y racional, así como responsable por su libertad, lo que le hace tener que aceptar las consecuencias de sus acciones y rendir cuentas por ellas.
Una civilización que acepta reglas y normas universales y objetivas —con un marco general reconocido de que hay actos indeseables y acciones loables. Rascando un poco siquiera, el defensor de la libertad económica verá, seguramente con sorpresa en muchos casos, que defiende a la civilización que es greco-romano-judeo-cristiana.
La real defensa
La defensa de la libertad económica es mucho más que el alegato en pro de sin duda el mejor sistema económico que se conoce.
📌 Es también la argumentación a favor de la libertad humana individual y de la civilización en la que esa idea nació, maduró lentamente y produjo la manera de pensar que, entre otras cosas, reprobó el abuso de la autoridad gubernamental.
Cuando se olvida que la defensa de la libertad económica es también la defensa de una civilización, el resultado será el predecible —una derrota sonora ante formas de pensar que socavan a la civilización que produjo a los mercados libres.
Estoy hablando de que el defensor de la libertad económica se convierte en un aliado inconsciente de sus opositores cuando olvida que también debe defender ciertas creencias que, tal vez, le parecerán, conservadoras y dignas de olvidar.
Este es Hayek (1899-1992), un ídolo de los defensores de la libertad económica:
«No necesita enfatizarse más que el verdadero individualismo afirma el valor de la familia y de todos los esfuerzos comunes del grupo y la comunidad pequeña, que cree en la autonomía local y en las asociaciones voluntarias y que en verdad su defensa descansa principalmente en la creencia de que mucho de lo que ocasiona el llamado a la acción coercitiva el Estado puede ser mejor realizado por la colaboración voluntaria». The Essence oh Hayek

Finalmente
La conclusión es difícilmente más clara: defender a los mercados libres es también defender a la idea de la civilización entera.
Y eso es un olvido que hace fracasar sus esfuerzos —incluso a pesar de que están en lo cierto. Un olvido que debilita al libre mercado, incluso a pesar de su fortaleza y explica, al menos en parte, la popularidad de sistemas económicos malos. Más de Hayek:
«[…] la existencia de convenciones y tradiciones comunes dentro de un grupo de personas les permitirá trabajar conjuntamente de manera sosegada y eficiente con mucho menor organización formal y obligatoriedad que un grupo sin ese antecedente común». Ibídem
En resumen, ha sido apuntado que la correcta y completa defensa de la libertad económica debe incluir dos puntos adicionales a los usuales:
- Existe una conexión entre civilización y libertad, lo que incluye a la económica.
- La libertad es una sola y se manifiesta de diversas maneras, una de ellas es la económica —como la de expresión y otras más.
La columna enfatiza que la defensa de la libertad económica no debe limitarse a argumentos puramente económicos (como la eficiencia en la asignación de recursos), sino que debe ampliarse para reconocer que es una manifestación fundamental de la libertad humana total, la cual es el motor de la innovación, el progreso y, en última instancia, de la civilización misma.
Olvidar esta conexión debilita la defensa de los mercados libres y explica, en parte, la persistente popularidad de sistemas económicos menos eficientes. En definitiva, defender la libertad económica es defender una concepción del ser humano como libre, racional y responsable, y la civilización que se construye sobre estos principios.
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