Las tres formas en las que la creación de odio puede emplearse en la política. Desde la legitimación de la violencia hasta la movilización de masas para apoyos políticos, el rencor institucional es un recurso político disponible, útil y reprobable.

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Introducción: el odio

Esta columna explora la aplicación del odio en la política cotidiana de cualquier sociedad, comenzando por la definición del término.

La forma más simple de entenderlo es acudir a una selección de sus sinónimos: rencor, aversión, aborrecimiento, animadversión, antipatía, tirria, desprecio, fobia, inquina. Sentimientos de odio entre una persona y otra, a veces mutuos.

En cuanto a su definición, el odio puede ser entendido como la «intensa hostilidad y aversión que usualmente deriva de miedo, enojo, o sentimiento de daño». Es una antipatía extrema hacia algo o hacia alguien.

Es posible analizarlo en partes antes de examinar al odio como recurso político.

🖐 Una actitud intensa y extrema de odio y rechazo.
😡 El sujeto que odia y aborrece a un objeto.
🔴 El objeto que es odiado y rechazado, una cosa o una persona.

La actitud varía en intensidad e importancia. Desde el inerme «odio al brócoli», hasta actos de violencia física entre dos fans de equipos de fútbol. Puede odiarse a alguien o algo en particular, pero también a grupos de ellas.

El odio en política: división social

¿Tiene uso el odio en la vida política de una sociedad? Sí, puede ser creado, fomentado y aplicado de manera que se produzcan situaciones de beneficio político para quien eso hace.

El resultado práctico será la división social en grupos rivales cuyo odio mutuo dé un beneficio al gobernante que la fomenta. Por ejemplo, para obtener apoyo de los sectores obreros haciéndoles ver que son víctimas de los millonarios dueños de fábricas que los explotan. El gobernante los defenderá con leyes laborales y otras medidas, como quizá proteccionismo.

El esquema general de la división social alimentada por el odio en política es sencillo.

🔴 Parte o toda la sociedad es entendida como posible de clasificar en dos grupos o clases de personas.
🔴 Se establece un papel para cada grupo: uno de víctimas y oprimidos, otro de villanos y opresores.
⚠️ Se oficializa e institucionaliza la rivalidad entre ellos, incluso a nivel académico y didáctico.
🔴 El gobernante o activista toma bajo su protección al grupo víctima, este le corresponde con apoyo y logra tener poder.

Institucionalización del odio en política

La parte central es la tercera. La conversión del odio entre esos grupos en un concepto político académico, artísticos y teórico, que es materia de cursos escolares y repetición frecuente como verdad creíble y justificada. Se transforma en un tema frecuente de la retórica, la literatura y da bases a los activistas.

Se trata de la creación de sentimientos hostiles entre grupos de personas que son aprovechados por quienes tienen ambiciones de poder encabezando a los grupos calificados de víctimas u oprimidos.

Al extranjero rico, turismo. Al pobre, racismo
«Al extranjero rico, turismo. Al pobre, racismo» by Albar Arraitz de San Martiño is licensed under CC BY-NC-SA 2.0.

Del odio en política a la acción

Una vez arraigado el sentimiento de odio, con enemigos bien identificados, él es un gatillo que moviliza a las personas así motivadas. Las lleva a acciones de protestas, reclamos, actos de acoso en línea, censura, cancelación y similares que acrecientan el poder de quienes dirigen esas acciones.

Con facilidad llega el punto en el que se justifica la violencia, incluso el terrorismo. Las nociones de estado de derecho, libertad de expresión y el resto de los valores democráticos dejan de tener sentido ante la injusticia percibida en la relación de opresores-oprimidos.

El esquema se aplica con flexibilidad para describir como grupos antagónicos a diversas situaciones. Por ejemplo, obreros contra patronos, mujeres contra hombres, así como conflictos entre razas, preferencias sexuales, creencias religiosas, reclamos territoriales, nacionales contra separatismos e inmigrantes.

Este es el sesgo ideológico que produce el entendimiento de la sociedad como un terreno de lucha entre grupos en conflictos inevitables que, para su solución, requieren la acumulación de poder en personas y gobiernos.

El odio como recurso político se manifiesta a través de sentimientos, palabras o acciones que buscan implantar acciones de poder que dañan, discriminan y desprecian a las persona consideradas opositoras.

Narraciones de odio

Quizá el tema pueda examinarse también viendo al gobernante como un distribuidor de historias de odio dirigido, las que aprovecha para su beneficio personal y afianza por medio de la repetición.

Toma historias de clisés existentes, las edita y lanza de nuevo, contando en que mucho de su audiencia las creerá porque son una explicación fácil de la realidad que coincide con prejuicios previos: «Lo malo que sucede en el mundo y a mí, es causado por ese enemigo que se beneficia con nuestros males».

Así se logra adeptos y se identifican enemigos usuales.

«Los igualitarios fomentan el odio contra las minorías ricas; los opositores a la redistribución generan odio contra las minorías pobres. El odio se basa en que las personas acepten, en lugar de investigar, las historias que crean odio. El odio disminuye cuando hay un incentivo privado para conocer la verdad. […] Este marco se utiliza para iluminar la evolución del odio contra los negros en el sur de Estados Unidos, los episodios de antisemitismo en Europa y el reciente aumento del antiamericanismo en el mundo árabe». jstor.org. Mi traducción.

Los hombres oprimen a las mujeres, los blancos al resto. Así se explica la homofobia, el subdesarrollo de América Latina, la pobreza de unos y la riqueza de otros. Siempre en una dualidad de fuertes contra débiles que coincide con prejuicios previos e historias simplificadas que fomentan el odio colectivo.

Protesta feminista jucio manada_marca de agua_foto- Pablo Ibáñez-3
«Protesta feminista jucio manada_marca de agua_foto- Pablo Ibáñez-3» by AraInfo | Diario Libre d’Aragón is licensed under CC BY-SA 2.0.

Conclusión

La columna trata al sentimiento de odio como un recurso político a disposición de quienes ambicionan el poder y recurren a fomentar división social y sentimientos hostiles entre quienes viven en sociedad.

Al final de cuentas, la utilidad política del odio es que hace que la realidad sea muy simple de entender. Todo se explica cuando las personas son clasificadas en amigos y enemigos, en aliados y opositores, en buenos y malos. La más compleja realidad es explicada en una dicotomía de héroes y villanos.

Para unir a los buenos, a los amigos, nada es más funcional que el odio a los enemigos. Amar a los aliados, unirse con los amigos, no es tan simple como odiar al enemigo y así lograr una fuerte unión propia, la del enemigo en común. Nada hay ya tan simple como la meta de acabar con el enemigo.

No hay necesidad de pensar más allá de eso. El mundo ha sido explicado en su totalidad. La misión es derrotar al contrario porque se le odia. Es él el culpable de todo lo malo que pasa y ya no se necesita demostrarlo. La repetición de la idea ha sido tal que es evidencia suficiente.

Todo lo que se necesita ahora es al líder que encarne lo que el resto debe hacer y lo harán sin preguntar, sin dudar, ciegamente, incluso las cosas más reprobables.

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