Una búsqueda del saber filosófico comienza con una idea propuesta por Aristóteles: el deseo natural de saber. A partir de allí, Montaigne ensaya ideas que llevan a la independencia personal y vacunan contra el poder de las mayorías.

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Introducción

Todo parte de una idea acerca de la naturaleza humana. Una idea propuesta por Aristóteles: ningún deseo es más natural que el del conocimiento.

«Todos los hombres tienen naturalmente el deseo de saber. El placer que nos causan las percepciones de nuestros sentidos son una prueba de esta verdad. Nos agradan por sí mismas, independientemente de su utilidad, sobre todo las de la vista». Aristóteles: Metafísica. filosofia.org

Es parte de la esencia humana el querer buscar la verdad y, al encontrarla, sentir placer. El más grande que pueda sentirse. Con este punto de arranque, es posible entrar en las ideas de Michel de Montaigne y su célebre obra, Los ensayos.


📕 El libro usado para esta columna sobre el conocimiento y el saber filosóficos es el de Montaigne, Michel. The Essays: A Selection (Penguin Classics) (p. xix). Penguin Books Ltd. Kindle Edition.


📍Este es el terreno de ideas como la ignorancia, el poder y conocimiento y educación. Además de la curiosidad intelectual y la superación personal.

Monument funéraire de Michel Eyquem de Montaigne (1533-1592), vers 1593, Musée d'Aquitaine, cours Pasteur, Bordeaux, Gironde, Aquitaine, France.
«Monument funéraire de Michel Eyquem de Montaigne (1533-1592), vers 1593, Musée d’Aquitaine, cours Pasteur, Bordeaux, Gironde, Aquitaine, France.» by byb64 is licensed under CC BY-NC-SA 2.0.

Saber filosófico e imperfección humana

Es razonable, dice Montaigne, que sepamos la causa de nuestros defectos, unos son las debilidades que padecemos y otros distintos las maldades que hacemos.

«En verdad es razonable que hagamos una gran diferencia entre los defectos debidos a nuestra debilidad y los debidos a nuestra maldad. En este último caso vamos deliberadamente contra las reglas de la razón, que nos son impresas por la Naturaleza; en el primero parece que podemos llamar a la propia Naturaleza como testigo de la defensa por habernos dejado tan débiles e imperfectos». Montaigne, Michel. The Essays: A Selection (Penguin Classics) (p. 11). Mi traducción.

Más esquemáticamente, la gran idea puede verse así. Los humanos son imperfectos y esa imperfección se debe y manifiesta de dos modos diferentes.

🖐 Maldad: intencionalmente oponerse a las reglas de la razón. Esto es ir en contra, a sabiendas, de lo que se conoce y sabe.

🖐 Debilidad: la realidad de la imperfección humana, su debilidad y fragilidad. Equivale a errores y equivocaciones causadas por ignorancia y falta de conocimiento.

De esas dos causan salen los defectos de la existencia. Otro saber filosófico que complementa al primero. Todos tienen el deseo natural de saber pero eso está restringido por esas dos fallas de la naturaleza humana: perversidad y flaqueza.

Las reflexiones de Montaigne

Una vez establecido el terreno a tratar, el autor entra en meditaciones de las que aquí se presentan unas pocas (hará bien el lector en acudir al original para comprender la magnitud de ellas).

La responsabilidad del docente

Citando a otro, se resalta un argumento obvio. «Para aquellos que quieren aprender, el obstáculo frecuente puede ser la autoridad de esos que enseñan». El punto es claro.

Incluso aquellos que siguen ese deseo natural del saber filosófico y de conocer, es posible no alcanzarlo por causa de esos que son sus maestros. Con mayor aún razón, sufren aquellos que no sienten aún esa inclinación por saber más.

Son fallas causadas por maestros e instructores, que pueden realizar mal su función y enseñar el error, o frenar el ansia humana natural de saber más.

La certeza

Es un atributo de los tontos el suponer que están en lo cierto y no dudar de ello. «Ese que no sabe dudar, no es de mi agrado», es la cita de Montaigne en este terreno del saber filosófico.

Se trata de terquedad y de rencor, cualidades propias de las personas comunes que aseguran no tener motivos de duda y asegurar sin límite lo que afirman. Por otro lado, son escasas las cualidades que llevan a admitir dudas, pensar de nuevo y cambiar de opinión, atributos de fuerza y sabiduría.

Entender a la Filosofía

Se comete un grave error cuando a los jóvenes se le presenta a la Filosofía com una faz regañona, terrible y altanera, que les produce rechazo y alejamiento. Lejos de eso, dice el autor, «nada hay más querido, feliz y alegre» que la Filosofía. Todo lo que ella predica es celebración y diversión.

Ella es el arte que instruye el saber filosófico en el vivir, cosa necesaria en todos y que debe ser mostrada desde edad temprana.

Saber filosófico y vacío personal

Otro tema es el del alma vacía, el de la persona sin contenido. Cuanto más vacía se encuentra la persona, menos contrapesos tendrá a su favor. Cuando eso sucede más fácilmente sucumbirá a las fuerzas de sus primeras convicciones. Esta es la causa por la que la gente común, los niños y los enfermos son acarreados.

Con conocimiento filosófico habrá ese saber que sirve de contrapeso a las opiniones comunes y se comprenderá la razón por la que ellas deben ser evaluadas con la razón y no por votación popular. Así, la persona adquiere independencia y no se rinde a las mayorías.

«Si entendiéramos la diferencia entre lo imposible y lo inusual, o entre lo que va contra el orden del curso de la Naturaleza y lo que va contra la opinión común de la humanidad, entonces la manera de observar esa regla establecida por Quilón sería nada en exceso: no creer demasiado precipitadamente ni descreer con demasiada facildad». M. de Montaigne. Ibídem.

Iniciando con el principio que establece que todas las personas tienen naturalmente el deseo de saber, el autor ha llegado a la idea de que quienes carecen de ese conocimiento o carecen del ansia para obtenerlo están vacías. Ese hueco tiene consecuencias, volviéndolas fácil presa de mayorías y líderes populares.

Conclusión

Una búsqueda del saber filosófico comienza con una idea propuesta por Aristóteles: el deseo natural de saber. A partir de allí, Montaigne ensaya ideas que llevan a las causas de las fallas humanas: maldad e ignorancia. Lo que conduce a reflexiones que aconsejan cuidar a los docentes, enseñar filosofía desde la niñez y cuidarse del extremo de la certeza absoluta.

De allí, los ensayos llevan a la posibilidad de la persona vacía que es fácil presa de mayorías y, seguramente también, líderes populares. El antídoto es la persona con contrapesos que le lleven a pensar, razonar, dudar y que se abre a la verdad.


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