Una forma de pensar que distorsiona la historia para suponer que una cierta sociedad pasada fue ideal y perfecta. El síndrome de Arcadia es un conocimiento equivocado del pasado con efectos presentes.

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Introducción

Para comprender el concepto, es necesario examinar sus componentes: (1) síndrome y (2) Arcadia.

🔴 Síndrome. Ha sido definido como el «Conjunto de síntomas característicos de una enfermedad o estado determinado. Conjunto de signos o fenómenos reveladores de una situación generalmente negativa».

En este caso, se entiende como la serie de señales o marcas que en total exhiben una cierta manera de pensar y entender sucesos históricos.

🔴 Arcadia. El término se refiere a «una provincia de la Antigua Grecia que con el tiempo se convirtió en el paraíso fantástico favorito de los artistas. […] su fama se debe a los poetas y pintores de la Antigüedad y el Renacimiento».

Más en concreto, tiene una connotación actual muy clara.

«En este lugar imaginado reina la felicidad, la sencillez y la paz en un ambiente idílico habitado por una población de pastores que vive en comunión con la naturaleza, como en la leyenda del buen salvaje. En este sentido posee casi las mismas connotaciones que el concepto de Utopía o el de la Edad de oro». es.wikipedia.org

El síndrome de Arcadia

Combinando los dos elementos anteriores este concepto puede ser comprendido de la manera siguiente.

📌 Es una forma de pensar que muestra como signos centrales (1) la creencia en un tiempo pasado ideal en el que una o más sociedades vivían de forma idílica, en paz, armonía y una felicidad general y (2) la propuesta de que en el presente es posible recrear esas condiciones de una sociedad perfecta.

El síndrome de Arcadia toma, primero, a una o más situaciones históricas y las transforma en localizaciones de sociedades paradisiacas. En lugares idealizados en los que sus habitantes viven en armonía y felicidad, sin padecer los vicios humanos.

Quienes padecen el síndrome ven con nostalgia a esas situaciones y proponen regresar a ellas. Es una nostalgia que mueve a recrear a esas sociedades perfectas del pasado.

El noble salvaje: un caso clásico

«El mito moderno del buen salvaje se atribuye más comúnmente al filósofo de la Ilustración del siglo XVIII, Jean Jacques Rousseau. Creía que el ‘hombre’ original estaba libre de pecado, apetito o concepto de bien y mal, y que aquellos considerados ‘salvajes’ no eran brutales sino nobles». theconversation.com. Mi traducción

El síndrome de Arcadia es esa tendencia a desarrollar mitos de pueblos primitivos que se piensa viven con sencillez, sin necesidad de lo superfluos, ni de lujos; en climas benevolentes que ofrecen comida abundante y se vive en un ambiente de felicidad simple.

Es el traslado de la idea de una sociedad ficticia perfecta, como la Utopia de Tomás Moro, a la supuesta realidad de una sociedad anterior, libre de los defectos de la presente. O como la fantasía de La ciudad del sol de Tommaso Campanella. Solo que en este caso se presupone que efectivamente existió.

Se trata, por tanto, de una distorsión o falsedad histórica, que atribuye a una sociedad pasada la perfección que nunca tuvo. Y, como consecuencia, propone la inferioridad de otra sociedad, muchas veces la actual.

Amor Indio
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Otros casos

El síndrome de Arcadia es aplicable a cualquier instancia en la que alguien idealiza a una sociedad cualquiera. Por ejemplo, este caso que pide establecer la superioridad de aztecas o españoles durante la Conquista.

«Los aztecas o mexicas eran superiores en casi todo a los españoles. Hay que recordar que al final, quien derrotó a los mexicas fueron las epidemias provocadas por el cochinero de gérmenes que traían los españoles y provocaron la muerte de cientos de miles de indígenas de diferentes pueblos. Según escuché en un programa de History Channel, murieron cerca del 95% de la población indígena de lo que sería la colonia española Nueva España. Esto lo escribo porque he visto respuestas despectivas de españoletes presumiendo que 500 españoles vencieron a los aztecas (mexicas). No señores, quienes los exterminaron fueron las pestes que traían en su ropa, en su piel, en su boca… por cochinos que no se bañaban mas que cuando los agarraba la tormenta». es.quora.com

Otro caso de este síndrome es el de la ejemplar tolerancia en al-Ándalus.

En el año 2009 Barack Obama, en un discurso en la Universidad de El Cairo, pedía a los judíos y palestinos que se fijasen en la tolerancia andalusí: ‘Cuando hablas con cualquier árabe sobre al-Ándalus, siempre hay una expresión de admiración, una sensación de paraíso anhelado, un sueño’. Obama estaba atrapado en el mito de las tres culturas». Javier Rubio Donzé.

Buena parte del síndrome de Arcadia es el contraste que lo amplifica. Si se idealiza la civilización indígena, por ejemplo, en América Latina, eso va acompañado con la denigración de su opuesto, los conquistadores. Entre la prominente tolerancia musulmana y la intolerancia inquisitorial.

Todo acompañado de la simplificación reduccionista que distorsiona a la realidad para servir de evidencia a la intención de quien lo hace.

«Desde las universidades, la cultura del repudio se extendió a las escuelas, y ahora apenas hay en Europa una escuela pública dedicada a enseñar la cultura y la herencia de Europa. Tenemos un plan de estudios basado en la inseguridad y una cultura al borde de la suicidio». Roger Scruton.

Conclusión: sus efectos

El síndrome de Arcadia es la construcción romántica de un pasado idealizado, falso, que se convierte en una meta de recreación presente. Es querer convertir al futuro en algo igual a ese pasado que nunca existió. Esto, por supuesto, tiene consecuencias.

Provoca concentración de poder. Quienes tienen esa intención de recrear al pasado perfecto necesitan controlar a las personas y hacerles seguir sus dictados. De otra manera, ello no será posible.

Crea políticas insensatas. Esto es planes gubernamentales sostenidos en fantasías históricas que llegan a producir reclamos de compensación y programas ajenos a la razón.

Produce odios nacionalistas. La exaltación del pasado idealizado necesita dirigirse contra aquellos que lo destruyeron. La culpa de la destrucción de traslada del pasado a los culpables presentes, sus descendientes, a quienes es obligación atacar. Esto produce división social y radicalismo político.

Transforma a la educación en adoctrinamiento. La educación en manos gubernamentales se convierte en un instrumento que fomenta la idea de ese pasado idealizado y esto se convierte en un marco que sirve para interpretar el presente. Así, los jóvenes se convierten en activistas y fanáticos ideológicos.

Relega las metas de crecimiento y a la libertad. Las acciones gubernamentales y su política económica olvidan a la realidad y los recursos nacionales se desperdician en los intentos de reconstrucción del pasado. Esto frena al país y produce pobreza.


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