Esta columna hace una aportación lingüística proponiendo nuevas palabras que persiguen facilitar los diálogos y las conversaciones de las personas con términos más precisos y específicos. Es parte de una colección de ellas que puede verse en ContraPeso.info: nuevas palabras, clasificadas dentro de la etiqueta ContraPeso.info: humor.
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Tabración
El momento exacto de inicio de una vibración sonora en los coches. Parte de la nomenclatura técnica de reciente creación, esta palabra define al punto exacto de aceleración de un automóvil en el que se produce una frecuencia vibratoria la que a su vez hace tremolar piezas del tablero y con eso genera un molesto ruido para el conductor.
Existen, por supuesto, dos grandes segmentos de conductores, el primero formado por quienes ponen atención extrema a los ruidos y el segundo por quienes simplemente no se preocupan por los ruidos.
Fue la empresa consultora Tinhuindín Consulting und Services, fundada por el alemán Ludwig von Pfaffliegen, en su oficina de Piippola, Finlandia, la que por primera vez lanzó este concepto y recomendó a sus clientes la incorporación inmediata de hules, esponjas,cauchos y fibras destinadas a evitar la tabración.
El hecho es claro, simplemente existen autos con tabración y sin tabración, estando muy correlacionada esa cualidad con el precio del coche. Por último, debe señalarse la existencia de un motivo de pérdida del juicio por causa de la tabración.
En efecto, las personas afectadas por el síndrome de Pffaz tienen una probabilidad 100 veces mayor de enloquecer por esta causa que quienes no lo sufren, lo que significa aproximadamente dos casos mundiales posibles de evitar.
Canicólica
La pequeña esfera dentro de los cuellos de las botellas de licores. Se trata de un tecnicismo muy empleado en la industria de las bebidas fuertes y que se da a la pequeña esfera que se encuentra dentro de las tapas de seguridad de las bebidas.
Una parte de los mecanismos empleados por esos fabricantes para impedir la falsificación de sus productos es esa tapa en la que se encuentra la pequeña esfera.
Su función es, desde luego, impedir el rellenado de la botella, pues la canicólica sólo permite llevar el líquido hacia el exterior de la botella y no hacia dentro de ella. Se trata de un invento muy ingenioso que aprovecha la fuerza de la gravedad para cumplir con su objetivo de manera eficiente.
Sin embargo, es posible imaginar que la canicólica haya causado estragos mentales en más de un caso, cuando ella se adhiere a las paredes interiores de la tapa e impide el paso del líquido ansiosamente esperado. En estos casos, vividos por muchas personas, es posible despegar la canicólica dando suaves golpes a la boca de la botella, lo que da resultados en la mayoría de las ocasiones.
Un remedio para situaciones extremas, de botellas con dulces licores que no han sido abiertas en mucho tiempo, es el de poner la tapa de la botella dentro de agua muy caliente. La experiencia humana con la canicólica aún no recibe gran atención por parte de la comunidad científica, y es por eso que no hay datos sobre sus efectos sociales. La única evidencia empírica que se conoce fue una noticia en un periódico caribeño que reportaba el caso con un titular que decía Lo mató con la cabeza de una botella.
El evento fue el sencillo asesinato del compadre de un hombre de 38 años, habitante de Oracabessa, Jamaica, que desesperado ante la imposibilidad de servir una marca de licor, tomó la botella y estrelló su extremo superior en la cabeza del que fuera su compadre hasta ese momento, quien lo exasperaba diciendo que sumergiera la tapa de la botella en agua hirviendo.
La Comisión de Derechos Humanos de la localidad evitó que el autor del incidente fuera declarado culpable sobre la base del derecho a beber y la posibilidad de morir de sed.
Entre las peticiones de diversas organizaciones gubernamentales que han sido sometidas para su consideración al Consejo Superior Mundial para los Derechos Humanos, una dependencia de las Naciones Unidas, se encuentra precisamente esta.
Se pide sea incluido entre los derechos de los hombres y mujeres envases de bebidas que sean abiertos con facilidad evitando así la serie de incidentes que a diario se registran por millones en todo el orbe, cuando las personas no pueden abrir botellas de mermelada, ni de mayonesa, ni de aceitunas, ni desde luego de bebidas más fuertes.
Por último debe mencionarse que el registro mundial de la botella que nunca ha podido despegar su canicólica a pesar de usar los más variados medios, según el Bottle Book of Records, es el de una botella de crema de menta de la marca Don Pancho.
Pastalante
Las sopas aguadas de fideos, que obligadamente se toman con cuchara para en ella incluir el caldo, presentan un problema real, el del pastalante, que es el fideo que cuelga de la cuchara y que es necesario sorber para poder comer.
Obviamente ese hecho de sorber produce ruidos innecesarios y de escasa educación.
El problema del pastalante que tanto inquietó a los chefs de diversas partes del mundo fue simultáneamente solucionado por dos personas, jefes de cocina, uno en Wahpeton. Iowa y el otro en Wapah, Manitoba y, curiosamente ambos pertenecientes a la misma familia, originaria de Wawina, Minessota.
La solución dada por ambos es asombrosamente sencilla: para evitar el pastalante y sus consecuencias tan embarazosas lo que debe hacerse es partir el fideo en fragmentos más pequeños antes de ser hervido, cuando más pequeños los fragmentos menor es la posibilidad de encontrar un pastalante.
Relletras
Se utiliza el término relletra para designar a un cierto tipo de letra del alfabeto, el de las letras que permiten ser rellenadas de tinta o lápiz, es decir, aquellas que tienen áreas cerradas en su diseño, como por ejemplo la O, que es la máxima representante de esta cualidad, muy cerca de la D.
Desde luego la actividad de relletrar es aplicable sólo a ellas, es decir, a ese tipo de letras, pues si se tratara de relletrar a la W, ello sería visto como un problema que desafía a la imaginación euclidiana más atrevida.
Por otro lado, la relletra es un fenómeno muy antiguo, posiblemente derivado de las tediosas clases de Teodoro de Marchetti, un profesor de la Universidad de Cecina, Italia, en el siglo XIII, cuando explicaba el número de vacas que podían ser ordeñadas por un solo ángel al mismo tiempo pero únicamente en Cecina.
La exposición de ese problema generalmente duraba tres días, son sus noches, y los alumnos eran obligados a permanecer dentro del salón de clase sin permitírseles salir por motivo alguno; es natural que por esa razón, la clase de Marchetti era una de las más pestilentes del medioevo.
En medio del aburrimiento de sus explicaciones, cuenta Tabado de Badallini, en su obra más reciente, los alumnos de Marchetti inventaron la relletra, lo que les ayudaba a pasar el tiempo, llegando incluso a celebrar concursos de rapidez de relleno de letras, lo que es fácilmente demostrable dada la enorme cantidad de libros con relletras que se han encontrado recientemente en las excavaciones de Cecina, concretamente en la abadía de Schittimini.
Aburrial
Nombre que es dado a los artículos editoriales de periódicos y revistas que producen bostezos y curan los insomnios más obcecados. Son piezas de escritura consideradas como desganadas, cansadas y verdaderamente aburridas. Es una palabra muy necesaria y útil que merece la popularidad que no tiene.
Por ejemplo, con facilidad podría escucharse una conversación como la siguiente.
— ¿Ya leíste el artículo sobre los niños que mataron a sus papás? —interroga un amigo a otro.
— Sí, leí la noticia. Es impresionante lo que sucedió con los niños esos. Digo, tenían como doce años. Lo que no entendí nada fue el editorial sobre esa misma noticia. No sé qué tienen que ver Levi-Strauss y Chomsky en todo esto, ni que eso sean pruebas de que toda nuestra sociedad está viciada de origen —contesta el otro.
— Fue un editorial muy profundo, que yo creo que tiene razón, porque…— intenta decir el amigo sin éxito.
— ¿Acabaste de leer ese editorial? Yo no pude, me aburrió, como la inmensa mayoría de los editoriales, que no les entiendes y quieren pasarse de listos sacando teorías de que todo está descompuesto en la sociedad. ¿Qué tengo yo de descomposición social a cinco mil kilómetros de distancia del tipo que hace una idiotez? —comenta el otro.
— No lo acabé de leer, la verdad es que no le entendí nada con todas esas palabras de domingo —finaliza el amigo.
Conversaciones como esa serían más breves al aceptarse el uso de aburrial. Las investigaciones de ContraPedia® revelaron la existencia de un libro clásico sobre el tema, El Editorial como Somnífero que no Produce Hábito, de John Chiles Ph.D., de la editorial Allílesvaeso, según la cual lo que podemos ahora llamar aburriales pueden ser divididos en diferentes categorías.
Los tipos de aburriales más representativos de este género literario son el aburrial trabucado , cuyo contenido contiene palabras comunes y conocidas, pero su entendimiento global es imposible; el aburrial fatuo es el que persigue colocar a su autor como un sabio conocedor sobre el tema que él trata por medio de afirmaciones que sólo él y sus amigos pueden entender; y el aburrial esdrújulo es el que usa palabras de ese tipo y de más de siete sílabas, cuyo significado es desconocido por la totalidad de los lectores.
La primera aparición de un concepto similar posiblemente se remonte a 1802, fecha de la publicación de un estudio inglés de un médico cuyo nombre desconocemos, en el Royal Journal of Frivolous Remedies, y que reporta los efectos en sus pacientes de la lectura de diferentes documentos. Quizá la más renombrada de las tablas comparativas de este experimento sea la siguiente.
• Documento con mención de Platón al principio: 80/100 dormidos a la media hora.
• Documento con mención de Platón y Eurípides al principio: 87/100 dormidos al cuarto de hora. Eurípides acelera sueño.
• Documento con cuento de Bocaccio: 1/100 dormidos a los tres días de lectura. Bocaccio produce insomnio.
• Documento “Principæ Mathematicæ” del primo de Newton: incluso yo he dormido durante la explicación del experimento. La familia Newton es muy aburrida.
Después de ese estudio, poca atención ha recibido el aburrial como sujeto de experimentos. Al parecer, el mero estudio del aburrial produce en sí mismo un profundo fastidio y si piensa que ésta es la razón principal de la falta de profundización en el tema. Incluso, la Universidad de Teocaltiche en el Campus Cacaxtla ha ofrecido becas para su estudio, durante cinco años, sin que haya existido solicitud alguna.
Dejapapeles
Llámanse así a las pilas y torres de papeles que con frecuencia se encuentran dentro de las oficinas de muchos altos ejecutivos, especialmente de aquellos que se empeñan en insistir que todo asunto, por pequeño que sea, debe pasar por su oficina.
Aunque desde luego, los dejapapeles causan una firme impresión de tratarse de un ejecutivo muy importante y ocupado, ha sido ampliamente documentado que se trata de sólo eso, una impresión detrás de la que se oculta un ejecutivo ineficiente que no delega en sus subalternos. Hay casos extremos de este fenómeno que conviene citar para aclarar este término.
Por ejemplo, el de un ejecutivo con tres dejapapeles que medían 33.45, 27.89 y 67.21 cm. de altura; entre ellos se encontraron autorizaciones de vacaciones con retrasos de cinco años de empleados que habían salido ya de la empresa por motivos de salud, documentos por pagar de proveedores que habían quebrado por falta de pago de sus clientes y la solicitud de compra de una computadora con Pentium I, por no mencionar trozos de un moho desconocido y el cultivo de un virus mutante que afortunadamente pudo ser erradicado a tiempo.
Otro caso es el de un funcionario de muy alto nivel que acostumbraba el sistema de primeras entradas-primeras salidas en la atención de sus papeles, con el problema de tener un retraso de 15.98 meses, y que afortunadamente significó la victoria sobre su competidor que llevaba un retraso de 16.13 meses.
Sin embargo, el caso más sonado de todos fue el del descubrimiento de una obra desconocida de Johannes Troffen Bach dentro del dejapapeles de un ejecutivo en Kahakuloa, Hawai; ¿cómo llegó una obra del siglo XVI escrita al escritorio de esa persona y cómo permaneció sin ser descubierta durante al menos cincuenta años?
Eso es algo que aún tiene perplejos a los estudiosos de este curioso suceso. Los dejapapeles, por otro lado, poseen una cierta ventaja que administradores de alta experiencia aprovechan dejando de lado algunos de los papeles cuando ellos no tienen idea de la importancia de su contenido.
La idea detrás de esta práctica de administración es que si en unas pocas semanas nadie se queja del retraso en la atención del asunto, eso significa que no era un asunto urgente, pero que lo más probable es que sí haya sido importante y vital, pues bien saben ellos que las cuestiones esenciales e imprescindibles son las que tienden a ser puestas de lado.
Errombres
El origen de esta palabra viene de las narraciones de eventos deportivos y se da a uno de los muchos errores que cometen los locutores.
Consiste en tener equivocaciones de nombres de los jugadores; por ejemplo, el locutor puede nombrar a Ze Rorro como el autor de un gol, cuando en realidad fue Ze Claudio el anotador.
Se cuenta que muchos narradores deportivos pueden darse cuenta del errombre, pero que por experiencia lo dejan sin corregir pensando que tampoco el televidente lo ha percibido.
Por extensión, el errombre rebasa el ámbito deportivo y se aplica a cualquier situación en las que las personas confunden nombres y dicen, por ejemplo, Vladimiro, cuando lo que quisieron decir es José. De hecho, existe una prueba con el nombre de Smirnov-Jack que mide el nivel de deterioro de la mente sobre la base de las distancias fonéticas de los errombres; hay mucha diferencia entre confundir Rigoberto con Roberto, y confundir Laura con Carmen.
La realidad es que las neuronas de muchas personas se niegan a registrar ciertos nombres, lo que hasta ahora tiene una explicación neuro-química solamente, y que hace prácticamente imposible dar una identificación correcta a ciertos nombres;.
Tal es el caso estudiado por Sigfrido Freud, descendiente del distinguido psicoanalista, de una persona que nunca pudo llamarlo por su nombre correcto y usaba nombres como Wilfrido, Frido, Ludofredo, Pancho y otros más.
La conclusión de Freud fue la existencia del yo lateral, cuya función es dar a las personas los nombres que se piensa deben tener y no los que en realidad tienen.
Por otro lado, las encuestas del Instituto de Opiniones Públicas, Humor Involuntario y Similares de Teocaltiche, Campus Cacaxtla, por ejemplo, tiene pruebas contundentes sobre la imposibilidad de la mayoría de las personas para decirle por su nombre completo a bebés que se llaman Gregorio o Evaristo.
Dentro de este terreno, debe mencionarse que muchas veces son los nombres mismos los que causan la confusión, ya que demasiadas familias tienen la costumbres de dar nombres improbables a sus hijos. Nombres compuestos, como Federico Augusto, Linda Jacqueline, Abigail Scarleth, o Zoraida Alicia, son realmente poco memorables y demasiado rebuscados para esperar que personas normales los recuerden de manera exacta.
Este es precisamente uno de los puntos dogmáticos de la Iglesia Tercera Reformada y Corregida de los Santos Cielos, que prohibe a sus fieles la posesión de más de un nombre sencillo, claro y fácil de escribir, so pena de ser sujeto a burla pública cada vez que entra a uno de los dos templos que tiene en el continente americano.
Frigernalia
Todo eso que tiene en su exterior la nevera. Una de las costumbres culinarias arraigadas en un hogar promedio de muchos países es la de usar al refrigerador como un tablero para la colocación de recortes de periódicos y revistas, mensajes, recordatorios, direcciones de farmacias y reparaciones caseras, y muchos otros objetos, incluyendo simples objetos decorativos sin función utilitaria.
Al conjunto de estos objetos colocados en la puerta del refrigerador se le da el nombre de frigernalia. La frigernalia moderna incluye, por tanto, una enorme variedad de objetos de toda naturaleza, cuya clasificación es debida a los estudios del Instituto Cuasitecnológico de Güera de Melena, Cuba, que ha encontrado los siguientes tipos:
(1) recetas de cocina,
(2) direcciones y teléfonos de emergencia como policía y electricistas,
(3) recortes de periódico con información que jamás ha sido usada en los pasados tres años pero que permanecen allí sin que nadie se atreva a quitarlos,
(4) lista de teléfonos de los vecinos,
(5) plásticos con imán con publicidad de restaurantes que llevan comida a casa y a los que jamás se ha llamado y
(6) recuerdos de viaje que tomaron la forma de un objeto decorativo que tiene un imán en la parte de atrás y cuyo único uso posible es recortar algo del periódico para usarlo.
Sin duda hay más tipos posibles, pero eso no es causa de crítica a este esfuerzo científico que mereció el apoyo financiero de diversas instituciones, especialmente del CEHD, de las Naciones Unidas.
Deodoración
Esas gotas de agua fuera del vaso. Entre los círculos de personas que son parroquianos frecuentes de bares, cantinas y otros centros de consumo de bebida de alto grado etílico, especialmente los encontrados en las latitudes más tropicales, se registra con frecuencia la costumbre de la deodoración.
Este hábito tiene su origen en un fenómeno físico muy reconocido y aceptado, que es la condensación de humedad en un vaso cuya temperatura es sustancialmente inferior a la del medio ambiente.
De hecho, para todo propósito práctico esa condensación formada en la superficie exterior del vaso alto en el que se suelen servir las bebidas más consumidas en centros vacacionales de playa, es motivo para que el cliente del establecimiento se entretenga y pase un rato agradable retirando con el dedo esa humedad yendo parte por parte en las diferentes secciones del vaso.
Efectivamente esa costumbre de retirar del vaso la condensación de agua en su exterior es la que recibe el nombre de deodoración. De seguro, todos hemos sido testigos de esa usanza que casi siempre toma la forma de usar el dedo índice para con él ir llevando hacia abajo del vaso la mencionada humedad.
La verdad debe ser enfrentada diciendo que esa humedad es un problema para el bebedor, lo que en esos establecimientos distribuidores de bebidas refrescantes y contribuidoras a elevar los espíritus, se acostumbre envolver la mitad inferior del vaso en una servilleta de papel.
Cierto que los vasos de foam que usan algunos hoteles en los bares de sus piscinas evitan totalmente el problema, pero eso es sólo un efecto colateral de su verdadera intención que es la de evitar que los existan vidrios provenientes de vasos rotos en lugares en los que es común que se camine descalzo.
Por otro lado, la deodoración ha sido causa de la creación de una escuela de arte de relativa fama en las playas del Pacífico mexicano, gracias a la imaginación y el talento de varios vendedores de parafernalia playera.
Esos hombres ofrecían a sus clientes potenciales, generalmente tumbados en las cómodas sillas de las palapas de los hoteles dibujar el retrato del mismo turista en su vaso, siempre que este fuera alto y de ciertas dimensiones.
Dado el uso de los vasos de foam esta venta no fue exitosa, cosa que no desanimó a los artistas en ciernes, quienes posteriormente usaron ventanales de grandes dimensiones que enfriaban en extremo de un lado para que en el otro se formara esa condensación de agua y sobre ella creaban verdaderas obras de arte, efímeras, pero obras de arte.
Los anales de la vida cultural de una de tantas playas en esa costa mexicana registran una expohumedad, que hace pocos años causó sensación en la localidad, especialmente la creación de Joshua Gardinerd, un inglés retirado en esa zona.
La creación del señor Gardinerd llevó por título Lienzo Octagónico, una obra expresionista en extremo, que sacó a la superficie pública todo lo que ese artista quería comunicar al mundo; la pena fue que lo que tenía que comunicar se tomó como algo muy poco interesante.
A pesar de estos primeros desánimos, la escuela de la expohumedad no cejó en sus esfuerzos durante un buen tiempo, hasta que sus representantes tomaron plena conciencia de que sus obras no podían ser llevadas a otros lugares, para ser expuestas en, por ejemplo, Helsinki, como les fue solicitado alguna vez.
Bohada
Un tipo de defecto de la almohada. Se usa este apelativo para nombrar y reconocer con facilidad a las protuberancias que desarrollan y generan las almohadas debido al uso que de ellas se hace y que, en casos extremos, son causa de insomnio.
Son las bohadas, por lo general, de pequeño tamaño, poco perceptibles al tacto de las manos; sin embargo, la percepción de su tamaño crece substancialmente cuando la cabeza es reclinada sobre la almohada, pudiendo incluso llegar a producir dolores de cabeza.
La bohada da un nombre coloquial a esas salientes y abombamientos, aunque técnicamente ellas sean de diversos tipos y posean nombres diferentes; la bohada es propiamente una sima en la almohada, mientras que la bohalta es una cima.
En cuanto a su magnitud, han sido clasificadas en tipos B, B+, B++, M, M=, M+, A, A+ y A++, según su magnitud de menor a mayor, sabiendo que la A++ nunca ha sido detectada y que ocasionaría un lesión craneal permanente.
También existe una clasificación de cuerdo a su dureza con los grados de D, D+, D++, S, S+, S++, también sin haber nunca encontrado una D++, la que implicaría una perforación en el cerebelo.
Estas clasificaciones, por cierto, fueron desarrolladas gracias a un trabajo de la empresa clasificadora Phelpestreet & Donna, Associates.
Existe un antecedente muy poco conocido sobre la bohada, en uno de los diálogos de una oscura obra teatral del Siècle du Merde de la literatura medieval que en su parte medular dice lo siguiente.
BARTIFREDO REY— ¡Oh, lastimero Morfeo que me has abandonado y que has dejado a tu amante mayor! Has volado, has volado, dejándome tal y como se sienten las brujas de Lasconia. ¡Solo, solo! Víctima ahora de los más asquerosos sentimientos y de las pasiones más bajas alimentadas en el exceso de tu displicencia. ¿Qué hacer ahora? ¿Dormir de nuevo? ¿Intentar cerrar las luces de mi faz para que iluminen ya la búsqueda interior? Será sólo un desengaño, de seguro. Vanas y fútiles esperanzas. Alimentos vituperables se presentan ante mi como fantasmas tentadores que me llaman sabiendo de su victoria última. Todo, todo lo daría por una hora de sueño. ¡Una hora sólo! ¡Mi cama por una hora de sueño!
BARTINILDA REINA— Bartifredo, amantísimo esposo. Del tálamo conyugal os conjuro a que así como os ha abandonado Morfeo, vos abandonéis vuestros lastimeros quejidos y gimoteos, que poco os van con el rango que recién ocupáis después de asesinar a vuestros primos. No son los fantasmas de Braginilda y Ortifredo lo que os lastima como espinas de rosas sangrientas. No es ni siquiera la opípara cena de jabalíes alimentados con venados de Lestconia, ni el vino sangrante de Bardoseux. Nada de eso os atormenta. Nada de eso os aflige.
BARTIFREDO REY— ¿Qué es entonces eso que me quema por dentro como ráfagas ardientes de las hogueras de Visjouex-dans-la-Valles? ¿Qué es eso que deja a mi espíritu sin ánimo de conciliar el beneplácito de dormir? Mi cabeza revienta, mil púas parecen penetrarla sin caridad, ni misericordia. Diez mil dagas afiladas de Damasco entran en mi testa cada vez que la reclino en la real almohada. ¡Oh, Morfeo, cruel verdugo de mi destino!
BARTINILDA REINA— Os conjuro a que sigáis el sabio camino que ante mí ha mostrado la sabiduría infinita de Merlín, más sabio que los mil magos de Tastvia, más poderoso que los cien hombres sabios del Sudán. Mostróme el gran Merlín el enorme secreto de los cojines, almohadas, cabezales, edredones y almadraques, recogido en mil siglos de misterios y noches de espanto, consternación y turbación. Que tres simples golpes en esos objetos pueden remediarlo todo, si es que al mismo tiempo os atrevéis a enunciar los conjuros de Teranoeaux. ¡Esas terribles palabras jamás pronunciadas por seres que gozan de razón!
Según las interpretaciones más modernas de este pasaje, lo que Bartinilda Reina menciona no es otra cosa que dar unos golpes a la almohada de manera que en ella desaparezcan las bohadas y así el rey pueda conciliar el sueño de nuevo.
Unimaní
También, unihuate, maní de una sola pieza. Nombre dado al maní, unihuate o unihuete, y que corresponde al unimaní, es decir, el maní de un solo grano, que es en extremo raro, al igual que el aún menos común, trihuate, trihuete, o trimaní, que es el de tres granos; todos derivados de cacahuete o maní.
La denominación o sistema de identidad aquí presentado es obra del Comité de Economistas Revolucionarios de Tucupido, Venezuela, cuyo líder Zoraido Guaria fundó la Organización para el Subsidio del Maní y dictaminó que el mencionado subsidio sólo podría ser recibido por los agricultores que tuvieran menos del 0.01459% de unimaníes y del 0.01371% de trimaníes, con la consecuencia de que la medición exacta de dichas proporciones consumió todo el dinero asignado por el gobierno a esos subsidios.
Igorrodo
Puede ser de origen extraterrestre. Aunque de aparente raíz vasca, esta palabra no pertenece al antiquísimo idioma. El término designa a las manchas que aparecen en los pantalones de los hombres y que son ocasionadas por la suciedad que se acumula en las puertas de los automóviles.
Los igorrodos son siempre manchas de tipo predominantemente horizontal y vienen en varios colores, desde el marrón claro, que es producto de la tierra y el polvo, hasta el gris oscuro y negro, que es producto de la suciedad y la grasa.
Estudiosos del tema mencionan que es más común el igorrodo izquierdo que el derecho debido a la mayor exposición de la pierna derecha al marco de la puerta del auto, aunque hay autores que sostienen que el igorrodo en la parte interna de la pierna izquierda también es muy común.
En lo que sí existe acuerdo es en afirmar que el igorrodo es más común en los lugares de mayores lluvias. La etimología de la palabra es un misterio que posiblemente nunca será posible aclarar del todo, pues en ella no es posible detectar ninguna raíz conocida en lenguas populares.
Esto ha producido la opinión de que ella es uno de los legados de ancestrales visitas de extraterrestres, según se puede constatar en una de las piedras labradas de la pirámide de Keops en Egipto, si es que esa piedra es leída en un espejo cóncavo por un nativo de las orillas del río Koka, en Turquía que ha bebido licor de maracullá añejado en barricas de roble aún verde.
Quienes esto sostienen dicen que al aterrizar naves espaciales cerca de Egipto en tiempos remotos, los seres que nos visitaron vieron que sus naves acumularon algo del lodo del Nilo, mismo que al subir a sus naves provocó unas manchas en sus trajes espaciales ante lo que esos seres tuvieron una reacción extrema que significó la muerte del faraón Hilabasa VI y la maldición de que éste nunca tendría una pirámide con su nombre, lo que es absolutamente cierto.
Antes de cerrar las puertas de las naves, según se ve en esa piedra, los extraterrestres gritaron «¡igorrodo, igorrodo!».
Desde luego, es conocido que esa teoría que nunca ha sido desmentida, pero tampoco probada, ha sido puesta en tela de juicio por quienes afirman que en realidad esos seres del espacio sideral nunca visitaron Egipto, sino las poblaciones del México precolombino, especialmente al rey Nahtalayácatl del que se hicieron grandes amigos hasta que éste los agasajó con una banquete en el que se sirvieron pimientos picantes o chiles, cosa que causó gran enojo en ellos y ocasionó la destrucción total de la civilización de los Hutlatlapecatletecas, cosa que a nadie parece haber importado dada la imposibilidad de pronunciar ese nombre en Londres.
Se dice que en la despedida de esos seres ellos también salieron en sus naves gritando «¡igorrodo, igorrodo!», palabra que fue traducida por los nativos como mancha en la conducta y que por degeneración terminó por ser asignada a las manchas de los pantalones producidas por los autos.
Esta es una teoría que parece tener más fundamento que la de la visita a Egipto, pues una de las piedras caídas en Stonehenge apunta exactamente en la misma dirección que la que señala el código de Jerez, donde los jeroglíficos y dibujos cuentan esa historia.
Mucho más débil es la teoría que tuvo cierta popularidad hace unos años, cuando en el condado de Lorvercestershire (pronunciado Lovshaire) aparecieron restos fecales de borregos merinos en formaciones perfectas de triángulos equiláteros con la demostración del teorema de Pitágoras y que fueron llamados igorrodos por los habitantes del lugar.
Poco tiempo después se supo que eso bien podía haber sido realizado por uno de los dueños de una granja de ganado vacuno que había asesinado a su esposa y que deseaba distraer a la atención mundial con esa misteriosa aparición.
Lisdexia
La imposibilidad de los disléxicos para pronunciar el nombre de su padecimiento, la dislexia.
Bouqueliento
Uno de los tipos de aliento alcohólico. Es el nombre dado al aliento alcohólico que producen las bebidas de ese tipo, siempre que el aroma bucal sea producto de bebidas caras, finas y de excelente imagen. Conviene ejemplificar la importancia de este término en el siguiente diálogo, lo que ayudará a comprender su significado.
— Te lo juro, mi vida, estuve con mis amigos y la comida se prolongó hasta estas horas —dice el marido que está siendo regañado por la esposa—. Estuvimos en Le Crustace y éramos puros hombres.
— No te creo nada de lo que dices —contesta ella cruzándose de brazos y con cara de haberse despertado a destiempo.
— Es cierto, aspira el bouqueliento que traigo —responde él—. Puro cognac francés. ¿Crees tú que traería yo este bouqueliento de haber estado en un cabaretucho?
— A ver, acércate —dice ella mientras él abre la boca y la acerca a la nariz de su esposa—. Sí, ahora te creo, pero de todas maneras te digo que no deben suceder estas cosas. Yo me quedo en la casa y tú andas de diversión en diversión.
Aunque no hay reglas específicas que aclaren sin duda alguna la existencia del bouqueliento, sí es posible decir que el consumo de prácticamente toda bebida importada lo produce, lo que hace del bouqueliento un fenómeno relativo a la geografía.
Por ejemplo, un escocés que toma tequila en Edimburgo hasta caerse en la calle es clasificado como poseedor de bouqueliento, mientras que un mexicano que se embriaga con el mismo tequila en Yajalón, Chiapas, en México, no lo posee; pero si ese mismo mexicano toma whiskey sí poseería bouqueliento.
Hasta aquí los expertos mundiales están de acuerdo, pero ese consenso desaparece al tratar a las bebidas nacionales. ¿Qué tequila produce bouqueliento en un mexicano que lo consume dentro de su país? ¿Qué cognac produce bouqueliento en un francés que lo ingiere dentro de Francia?
No son preguntas sencillas y tal vez por eso es que nunca recibirán una contestación adecuada. Peor aún, ¿existen bebidas que causan bouqueliento independientemente del lugar en el que se consumen? ¿Hay bebidas que sin importar su origen jamás causan bouqueliento?
Estas y otras interrogantes fueron tratadas con profundidad por el autor danés Toyiro Hayohiro en el libro Alcoholic Beverages: a study in aroma generation, donde propone varias reglas que son razonables.
Por ejemplo, la cerveza produce bouqueliento siempre que sea consumida en restaurantes caros, pero no si es ingerida en una cantina; el vino sí produce bouqueliento siempre que provenga de una botella que haya sido tapada con corcho, pero no si la botella usa envases de plástico; el whiskey de precio medio sí produce bouqueliento siempre que su fabricante tenga una campaña publicitaria mundial para esa marca; en cuanto al tequila, Hayohiro afirma que sí la marca es muy poco conocida sí produce bouqueliento, pues posiblemente se trata de una marca en exceso cara.
En algunos de los restaurantes más exclusivos, está iniciando un movimiento que puede ser exitoso; esos establecimientos otorgan al cliente una nota adicional de consumo, una especie de certificado que garantiza que el comensal ha bebido sólo bebidas clasificadas como productoras de bouqueliento, lo que en algunos países es tomado por la autoridad como una causa de descenso en la severidad del castigo en caso de ser sorprendido conduciendo un auto en estado de ebriedad.
Desde luego, ese certificado tiene un costo adicional y representa también una propina extra al capitán del restaurante.