Reuniendo las tres lecturas de este 3 Domingo Ordinario (ciclo B), se tienen ideas muy sencillas de ver. Primero, desde luego, allí está el llamado de Dios a Jonás, a los apóstoles y también a nosotros mismos. Es una reiteración de las lecturas del domingo pasado: el llamado a Samuel y también a los apóstoles. Dios nos llama a él y de eso no debemos tener dudas.
Primera lectura
En este 3 Domingo Ordinario (ciclo B), la primera lectura narra el mensaje que el Señor da a Jonás.
Dice así (Jonás 3, 1-5.10), «En aquellos días, vino de nuevo la palabra del Señor a Jonás: «Vete ahora mismo a Nínive, la gran capital, y proclama allí lo que yo te diré”».
Jonás obedece y de inmediato cumple con el mandato, que es gigantesco, pues «Nínive era una ciudad enorme; se necesitaban tres días para recorrerla. Jonás entró en la ciudad y caminó durante todo un día, pregonando: «Dentro de cuarenta días Nínive será destruida”».
La tarea se antoja descomunal, un hombre solo en una ciudad inmensa. Y sin embargo, Jonás logra su propósito.
«Los ninivitas creyeron en Dios, ordenaron un ayuno y todos, desde el más grande hasta el más pequeño, se vistieron con ropa de penitencia. Al ver Dios lo que hacían y cómo se habían convertido, se arrepintió y no llevó a cabo el castigo con que los había amenazado».
Es una historia de caminos. Es el camino de Jonás que obedece al Señor en lo que parece es una misión imposible. Y también es el camino de los habitantes de Nínive, quienes creyeron en Jonás y por lo tanto en lo que el Señor les mandaba decir.
Es una historia de reconocimiento de caminos, que es precisamente lo que muestra el salmo responsorial:
«Muéstrame, Señor, tus caminos, muéstrame tus sendas. Guíame en tu verdad; enséñame, pues tú eres el Dios que me salva… El Señor es bueno y recto y señala el camino a los pecadores; guía por la senda del bien a los humildes, les enseña el camino».
Evangelio
El evangelio de este 3 Domingo Ordinario (ciclo B), de Marcos (1, 14-20), por su parte, redondea la idea de la primera lectura, colocando a los apóstoles en el mismo papel que Jonás.
Dice el evangelista,
«Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que estaban echando las redes en el lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres». Ellos dejaron inmediatamente las redes y lo siguieron».
El episodio se repite, ahora con otros de los apóstoles,
«Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan. Estaban en la barca reparando las redes. Jesús los llamó también; y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con sus trabajadores, se fueron con él».
Dios mismo instruye, pide que le sigan y les da una responsabilidad que es aceptada de inmediato por Jonás y por los apóstoles. Lo que pide es una acción nuestra, «El plazo se ha cumplido el. El Reino de Dios está llegando. Conviértanse y crean en el Evangelio».
Segunda lectura
En este 3 Domingo Ordinario (ciclo B), la segunda lectura, de San Pablo (I Corintios 7, 29-31) nos da detalles de eso que debemos hacer, algo así como el otro lado de la moneda.
Si debemos seguir a Jesús, resulta lógico que debamos actuar como lo escribe San Pablo:
«Les digo esto: el tiempo se termina. En lo que falta, los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que se alegran, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran; los que disfrutan del mundo, como si no disfrutaran. Porque la apariencia de este mundo pasa».
En otras palabras, si obedecemos a Dios viviremos en este mundo sin apego a sus cosas, pues todo lo que realmente importa es Dios mismo.
En conjunto
Reuniendo las tres lecturas de este 3 Domingo Ordinario (ciclo B), se tienen ideas muy sencillas de ver.
Primero, desde luego, allí está el llamado de Dios a Jonás, a los apóstoles y también a nosotros mismos. Es una reiteración de las lecturas del domingo pasado: el llamado a Samuel y también a los apóstoles. Dios nos llama a él y de eso no debemos tener dudas.
Segundo, es una llamada concreta, bien ilustrada en la tarea asignada a Jonás, la de llamar al arrepentimiento a los habitantes de Nínive; y la de los apóstoles, comparándolos con «pescadores de hombres».
Y es eso mismo lo que nos llama a hacer: debemos antes que nada acudir a su llamado para más tarde ser instrumentos de la conversión de otros.
Tercero, la idea de nuestra conducta, que es la de actuar poniendo en el lugar correcto a las cosas: Dios es nuestra prioridad principal y única, de lo que resulta lógico que todo lo demás sea secundario, todo sin excepción.
En resumen, son ideas de un camino, el camino de Jesucristo que nos llama a seguirle y en ese camino hacer lo que es congruente hacer cuando se le sigue: hacer el bien, ayudar a los demás, sin distraernos con nada, pues nuestra atención entera está en Dios.