Las tres lecturas del 6 Domingo Pascua (ciclo B) juntas no pueden ser de mayor claridad. Dios es amor y desea que el amor nos rija. El evangelio termina diciendo «Lo que yo les mando es esto: que se amen unos a otros».

Evangelio

El evangelio de este 6 Domingo Pascua (ciclo B), de S. Juan (15, 9-17) contiene una idea central, la del amor. Ocho veces se repite la palabra “amor” y sus derivados. Inicia con las palabras de Jesús diciendo, «Como el Padre me ama a mí, así los amo yo a ustedes».

Sigue Jesús hablando,

«Permanezcan en mi amor. Pero sólo permanecerán en mi amor, si ponen en práctica mis mandamientos, lo mismo que yo he puesto en práctica los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho todo esto esto para que participen de mi alegría, y su alegría sea completa».

A lo que añade un mandamiento, «Ámense unos a otros, como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando».

Y hace una distinción,

«En adelante, ya no los llamaré siervos, porque el siervo no conoce lo que hace su señor. Desde ahora los llamaré amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí a mi Padre… Lo que yo les mando es esto: que se amen unos a otros».

Segunda lectura

La segunda lectura (I Juan 4, 7-10) reitera esa idea. Dice,

«Hermanos queridos, amémonos unos a otros, porque el amor procede de Dios. Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. Dios nos ha manifestado el amor que nos tiene enviando al mundo a su Hijo único, para que vivamos por él. El amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados”.

Son ya 16 las veces que la palabra ‘amor’ se ha repetido en esos dos breves textos. Es difícil pedir más claridad en el mensaje que deja Jesucristo en este 6 Domingo Pascua (ciclo B).

Primera lectura

La primera lectura (Hechos 10, 25-26.34-35.44-48) ejemplifica en una situación concreta lo que dicen las dos lecturas anteriores.

Cuenta que a los pies de Pedro se postró Cornelio, ante lo que Pedro exclama,

«Levántate, que yo soy un hombre lo mismo que tú. Verdaderamente ahora comprendo que Dios no hace distinción de personas, sino que acepta a quien lo honra rectamente sea de la nación que sea».

Y se narra que «Todavía estaba hablando Pedro, cuando el Espíritu Santo descendió sobre todos lo que escuchaban el mensaje».

Aquí la palabra clave es ‘todos’, lo que da un significado enorme a las palabras de Jesús, «Lo que yo les mando es esto: que se amen unos a otros», sin distinción. La idea se confirma con lo narrado a continuación.

«Los creyentes judíos que habían venido con Pedro quedaron asombrados de que el don del Espíritu Santo se hubiera derramado también sobre los paganos. Pues los oían hablar en lenguas y proclamar la grandeza de Dios».

Que es lo que hace que Pedro pregunte en este 6 Domingo Pascua (ciclo B), «¿Se puede negar el agua del bautismo a éstos que han recibido el Espíritu Santo como nosotros?» y ordene bautizarlos.

En conjunto

Las tres lecturas del 6 Domingo Pascua (ciclo B) juntas no pueden ser de mayor claridad. Dios es amor y desea que el amor nos rija. El evangelio termina diciendo «Lo que yo les mando es esto: que se amen unos a otros».

El salmo responsorial reitera el mensaje con estas palabras, «El Señor nos ha mostrado su amor… Aclamen al Señor, habitantes de toda la tierra, estallen de gozo, griten de alegría, canten. El Señor nos ha mostrado su amor y su lealtad».

Es un amor total, absoluto, el que Dios tiene por nosotros. Por eso es lógico que su mandato sea el de amarnos también. Es un mandamiento universal en el que todo se resume todo, absolutamente todo. Actuando así estaremos en Jesús y él en nosotros.