La existencia de Internet pone en nuestras manos una gran cantidad de información. Esa información es la más variada posible. Ella viene de todas las fuentes imaginables, sobre todos los temas posibles y con los estándares más variados.

Esto coloca en el lector una responsabilidad nueva, que es la evaluación de la información contenida en la Red.

Antes, el lector seleccionaba entre fuentes conocidas de información. Ahora, la multiplicación de fuentes y, desde luego contenidos, nos obliga a ser muy críticos, más de lo que antes éramos.

Por ejemplo, hace poco recibí de varias fuentes un correo que reproducía el discurso de un supuesto cacique ante jefes de gobierno de países occidentales.

Ese texto, llamado Conferencia del Cacique Guaicaipuro Cuatemoc ante la reunión de los Jefes de Estado de la Comunidad Europea, trata el tema de la deuda externa de los países latinoamericanos.

En una revisión rápida del tema, conté que existen más de cuarenta sitios en la RED que reproducen ese mensaje, la mayoría en español, pero hay traducciones al italiano y al inglés. Entre esos sitios, los hay personales, de discusión, al menos uno de una orden católica y varios universitarios.

En algunos sitios aparece como las palabras de un cacique azteca, en otros no hay identificación posible. Muchos sitios hablan de que es un discurso pronunciado en Europa, otro habla de un discurso en Japón frente al G-7.

Analizar el discurso en cuestión no es importante en sí mismo. Si usted quiere saber de verdad sobre el tema de la deuda externa, existen publicaciones más completas, más serias, más confiables. Sin embargo, por pueril que él sea, contiene atributos muy interesantes.

Es sensacionalmente atractivo y su tesis es atrayente. Ese interés deriva sólo de su capacidad para haber logrado popularidad y haber convencido a varias personas para ser ellas agentes de su difusión.

Lo que en este ensayo me propongo es analizar el texto que se identifica como Conferencia del Cacique Guaicaipuro Cuatemoc ante la reunión de los Jefes de Estado de la Comunidad Europea, concentrándome en la identificación de su autor. Obviamente no sabré su nombre, pero si podré dar indicios de cómo es.

Intentaré demostrar que se trata de un mensaje falso tomando como evidencia exclusiva el texto mismo. El texto inicia con lo siguiente:

«Aquí pues yo, Guaicaipuro Cuatémoc, he venido a encontrar a los que celebran el encuentro. Aquí pues yo, descendiente de los que poblaron la América hace cuarenta mil años, he venido a encontrar a los que se encontraron hace quinientos años. Aquí pues nos encontramos todos. Sabemos lo que somos, y es bastante».

 

No existe en la RED ninguna otra referencia al autor del discurso que el discurso mismo. La conclusión razonable es que no sabemos de su autor, ni siquiera de su veracidad. Esto choca con la voluntad de todo autor, especialmente de todo político que quiere ser plenamente identificado.

Peor aún, no hay fechas, ni lugares, que son datos obligados de toda fuente seria de información. La redacción es claramente de alguien que no domina el español.

Según el cacique, implícitamente, hay superioridad esencial en el primer habitante histórico de alguna tierra, lo que negaría la posibilidad de todo tipo de emigración desde épocas prehistóricas y proyecta al aislacionismo natural de las comunidades. Es decir, es alguien de tendencia aislacionista.

Éste es el primer rasgo que puede saberse acerca del autor. Y, desde luego, alguien que quiere establecerse como una persona que habla el español de manera muy primitiva.

Después de su introducción, el cacique dice «El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los que me descubrieron».

Presupone el cacique que en los países que dice representar no existen aduanas, ni oficinas de inmigración, ni políticas proteccionistas, ni una gota de xenofobia. Se mantiene el tono y la redacción primitiva, a pesar de la contradicción inherente en su posición.

Luego entra en el tema central de su discurso, que es muy claro, el de la deuda externa. Dice en concreto que,

«el hermano usurero europeo me pide pago de una deuda contraida por Judas, a quien nunca autoricé a venderme. El hermano leguleyo europeo me explica que toda deuda se paga con intereses, aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros, sin pedirles consentimiento. Yo los voy descubriendo».

 

La base de esa idea es sencilla. Los grupos a los que este personaje dice representar, desde el anonimato, tienen una deuda externa. Según él, esa deuda fue contratada por Judas, una mención de culpable anónimo que abre un tono poético.

La deuda externa es un asunto grave y serio que no merece este tratamiento. Ignora el cacique que esa deuda tomó la forma de recursos que los gobiernos de su país usaron de alguna manera obviamente bastante deficiente. Si hay culpa, ella es doble, del que prestó tontamente y del que hizo cosas tontas con ese dinero.

El autor, por tanto, tiene prejuicios en un análisis superficial y es alguien aislacionista, como se vio, pero también poético, con ambiciones de representación indígena y de escasa habilidad analítica. Más aún, es alguien que habla mal el español y da con eso origen a la fascinación por lo primitivo.

Hay algún elemento à la Rousseau, si se quiere ver así.

Para tratar el tema, el cacique da estos datos: «Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo, firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a Sanlúcar de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones kilos de plata provenientes de América».

No he podido corroborar el dato y, por eso, lo tomo con la misma calidad de su fuente. Añado que la conquista de México fue consumada en 1521, por lo que la fecha de 1503 es demasiado temprana para ser sólida, aunque no niega totalmente la validez de esas cifras.

Lo que añade a continuación es interesante. Dice en un tono de burla,

«También yo puedo reclamar pagos, también puedo reclamar intereses. ¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque sería pensar que los hermanos cristianos faltaron al Séptimo Mandamiento. ¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los europeos, como Caín, matan y niegan la sangre del hermano!».

 

Parece revelador aquí el cambio drástico de estilo de redacción, pues de una persona que habla primitivamente el español ahora pasa a dominar el sarcasmo en una redacción muy aceptable que muestra conocimientos Cristianos. ¿Usaría la palabra ‘expoliación’ alguien que apenas puede hablar español?

El autor abandona el estilo del español mal hablado para usar una redacción que implica un buen conocimiento de esta lengua y su vocabulario. Sigue su exposición con estas palabras:

«¿Genocidio? ¡Eso sería dar crédito a calumniadores como Bartolomé de las Casas, que califican al encuentro de ‘destrucción de las Indias’, o a ultrosos como Arturo Uslar Pietri, que afirma que el arranque del capitalismo y la actual civilización europea se deben a la inundación de metales preciosos. ¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones kilos de plata deben ser considerados como el primero de muchos préstamos amigables de América destinados al desarrollo de Europa. Lo contrario sería presumir la existencia de crímenes de guerra, lo que daría derecho no sólo a exigir su devolución inmediata, sino la indemnización por daños y perjuicios».

 

Podemos inferir que pretende pasar por no dominar el español, aunque sí lo domina y con aceptable vocabulario. Quiere dar una apariencia que no tiene y eso es muy claro en el cambio de construcción gramatical y de vocabulario.

Es además, aislacionista, con una redacción poética, sin gran análisis y, notablemente,un ser con una educación superior al promedio y muy identificado con los indígenas a los que quiere representar.

Ahora un muy breve dato acerca de la plata y el oro mexicanos. Primero, como se dice en ese texto, las cifras hacen referencia a los años 1503 y 1660. Son años aún muy alejados de la época de las grandes producciones de América. Pero hay más datos al respecto.

Esa información del saqueo de la plata, mexicana solamente, que narra el cacique no deja de ser parcial. La obra Historia de México 2000 del Colegio de México añade datos que ponen en perspectiva los hechos.

La Nueva España recibía manufacturas del extranjero, como ropa, telas y otros bienes de Europa, vino, aceite y demás de España, sedas y otros bienes de la India y de China, cera de La Habana y cacao de Venezuela. Exportaba cochinilla, vainilla, cueros y otros productos.

Su balanza comercial era deficitaria y eso era corregido con la exportación de enormes cantidades de monedas acuñadas de plata.

La producción mexicana de plata realmente empezó hacia el segundo tercio del siglo XVIII, unos sesenta años después de lo que el cacique menciona, y creció de manera impresionante durante casi un siglo. Por el año 1800 la plata mexicana era un 66% de la plata mundial y su producción y venta fue uno de los grandes estímulos del crecimiento económico de la Nueva España, pero un problema inflacionario en España, que contagió a Europa.

Unos 15,000 empleos directos existían en las minas de ese metal. La producción de plata tuvo una tendencia positiva de crecimiento hasta 1811, al inicio de la Independencia, cuando cae a los muy bajos niveles de 1745.

Esta información muestra que el autor del texto no es un tipo muy confiable en sus datos. Las grandes cantidades de plata no salieron de la Nueva España sino varias décadas después de lo que menciona el cacique y ellas fueron factores de expansión económica en esa época.

El objetivo del cacique debe ser ya muy claro. Toma datos sin referencia sobre la salida de metales preciosos de América Latina hacia Europa y usa eso para desarrollar la noción de ese saqueo como un préstamo de nuestros países hacia aquéllos. El tono es duramente sarcástico.

Pero la mención de un Arturo Úslar Pietri, no parece congruente con la personalidad del cacique. Arturo Úslar Pietri, nacido en 1906 y muerto en 2001, fue un escritor venezolano, muy involucrado en cuestiones políticas de su país, incluso como candidato a la presidencia. Es una mención no muy comprensible en alguien que no domina el español y, por eso seguramente ha leído poco.

Sea lo que sea, la tesis del cacique es clara en esas palabras, esas cantidades fabulosas de metales preciosos «deben ser considerados como el primero de muchos préstamos amigables de América destinados al desarrollo de Europa». La tesis es confirmada con las siguientes palabras, en las que dice que

«tan fabulosas exportaciones de capital no fueron más que el inicio de un plan Marshall-tezuma, para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, creadores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización».

 

Estas palabras revelan el ataque a la civilización europea en general, lo que en realidad es un punto secundario del discurso, pero muestra un dato. El autor es claramente anti-occidental y tiene una cultura universal.

En sus palabras habla de Europa, de la civilización árabe, del Plan Marshall, de deidades de México, de un escritor venezolano y, más adelante, de un economista norteamericano, de la OTAN, de Hitler y de la batalla de Lepanto. No parece ser el poco educado hombre que inicia el discurso.

Dice el cacique que «por eso, al celebrar el Quinto Centenario del Empréstito, podremos preguntarnos: ¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable o, por lo menos, productivo de los recursos tan generosamente adelantados por el Fondo Indoamericano Internacional? Deploramos decir que no».

Debe ser ya muy obvio que la redacción de estas frases no es ya la misma que la usada en el inicio de su mensaje. Con gran probabilidad se puede decir que es una persona que domina el español y que al inicio de su discurso quiso dar otra apariencia.

Sobre esto, dice el cacique que «en lo estratégico, lo dilapidaron en las ‘batallas de Lepanto’, en ‘armadas invencibles’, en ‘terceros reichs’ y otras formas de exterminio mutuo, sin otro destino que terminar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como Panamá pero sin canal».

La falla de su argumento puede pasar desapercibida.

Primero, Europa en efecto se convirtió en el poder mundial a partir del siglo XVI y su éxito no puede negarse. Los países europeos cuentan con estándares de vida envidiables.

Segundo, el cacique ignora intencionalmente lo que los países latinoamericanos hicieron con las ayudas y los financiamientos recibidos, a los que desperdiciaron tontamente.

La idea continua en las palabras siguientes

«en lo financiero, han sido incapaces, después de una moratoria de 500 años, tanto de cancelar el capital y sus intereses cuanto de independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta el Tercer Mundo. Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman, conforme a la cual una economía subsidiada jamás puede funcionar. Y nos obliga a reclamarles, por su propio bien, el pago del capital y los intereses que, tan generosamente, hemos demorado todos estos siglos».

 

Aquí hay otra mención que llama la atención, la de Milton Friedman. Ni el razonamiento, ni la mención de Friedman son congruentes con el muy probable disfraz de un cacique que habla mal español. Esta es una nueva corroboración de fuertes evidencias sobre la persona autora del texto.

Quiso dar la apariencia de la inocencia del que no habla español para luego ser evidenciado por una redacción muy aceptable y conocimientos universales.

Y de allí se deriva el reclamo del cacique, puesto en estas palabras:

«Al decir esto aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarles a los hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas flotantes de 20%, y hasta 30%, que los hermanos europeos le cobran a los pueblos del Tercer Mundo. Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés fijo de 10% anual, acumulado sólo durante los últimos 300 años».

 

La cantidad resultante en esta petición recibe una calificación al decir que

«Sobre esta base, y aplicando la fórmula europea del interés compuesto, informamos a los descubridores que nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de 180 mil kilos de oro y 16 millones kilos de plata, ambas elevadas a la potencia de 300. Es decir, un número para cuya expresión total, serían necesarias más de 300 cifras, y que supera ampliamente el peso total de la Tierra».

 

La fórmula del interés es incorrecta. No se trata de elevar el número de kilos a la potencia 300. Lo que se eleva a esa potencia es la tasa de interés y no el principal. A pesar de ese error, de nuevo se demuestra la cultura amplia de ese cacique. Hablar de cantidades elevadas a una cierta potencia requiere cierta educación, incluso para saber el peso de la tierra.

La ironía del cacique continúa:

«Aducir que Europa, en medio milenio, no ha podido generar riquezas suficientes para cancelar ese módico interés, sería tanto como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo. Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los indoamericanos».

 

Ese comentario podría hacerse también a los gobiernos latinoamericanos que recibieron enormes cantidades de fondos sin que con ellos hayan podido resolver problemas de pobreza. Pero lo que más interesa es el autor del texto ¿Puede alguien que habla mal el español usar palabras como ‘metafísico’ y ‘estratégico’?

El final de su discurso contiene una petición clara. Dice él que «Pero sí exigimos en forma inmediata la firma de una ‘carta de intención’ que discipline a los pueblos deudores del Viejo Continente; y que los obligue a cumplir su compromiso mediante una pronta privatización o reconversión de Europa, que les permita entregárnosla entera, como primer pago de la deuda histórica».

Cierra el cacique con este nuevo toque poético: «Dicen los pesimistas del Viejo Mundo que su civilización está en una bancarrota tal que les impide cumplir con sus compromisos financieros o morales. En tal caso, nos contentaríamos con que nos pagaran entregándonos la bala con la que mataron al Poeta. Pero no podrán. Porque esa bala es el corazón de Europa».

Vuelve aquí el autor a mostrar inclinaciones poéticas en sus palabras, más humanista que de técnico.

Las siguientes son piezas de información que este análisis nos ha dado.

• Indudablemente, según el texto, hay una gran diferencia entre el estilo de entrada y el siguiente. No es quien dice ser.

El cándido indígena que no sabe hablar español correctamente y que utiliza construcciones gramaticales primitivas, termina usando un vocabulario aceptable, construyendo frases complejas y haciendo referencias históricas.

• Es alguien que quiere aparentar ser otro. Sus palabras muestran a una persona educada, seguramente universitaria, del área de humanidades, a la que le gusta la poesía. El error del cálculo de tasas de interés no lo cometería un egresado de áreas técnicas y éste tampoco sería dado a incluir elementos poéticos en un discurso.

Se tiene, hasta aquí, a una persona que pretende aparecer como indígena inculto pero no lo es y que tiene estudios humanistas, posiblemente universitarios.

• A lo anterior, puede añadirse claramente que el autor quiere identificarse con las cuestiones indígenas, aunque posiblemente el autor no lo es. No tendría sentido querer aparecer como indígena con una redacción primitiva si no existe la intención de identificación indígena.

• Su pensamiento es aislacionista y anti-occidental. Posiblemente sea un egresado universitario de humanidades, con buen nivel cultural e inclinaciones poéticas que desea representar a las culturas indígenas de América Latina.

• No es un autor falto de inteligencia. Debe estar familiarizado con el Internet y tener preferencias políticas muy claras. Seguramente es un activista que sabe escribir de manera atractiva y que en pocas palabras puede crear un mensaje intuitivamente atractivo a muchos, si bien con escasa o nula base.

• Sabe, conoce y explota evidentemente muy bien para su provecho el encanto de la inocencia indígena. Y de esto hay pruebas obvias dada la cantidad de sitios en Internet que han tomado ese texto y lo han incluido en sus páginas.

El análisis anterior muestra evidencias fuertes para al menos expresar fuertes dudas acerca del origen de ese texto. Y, un texto sin origen claro, no puede ser aceptado sin sospecha. Sencillamente, ese texto no es aceptable bajo ningún estándar académico medianamente exigente.Su única justificación estaría dada por un romanticismo irracional de consideración.

Para conocer del tema de la deuda externa, este autor no ofrece nada digno de aceptar. Sus datos no tienen referencias tolerables y su posición está totalmente en duda.

Todo mi punto ha sido mostrar un caso que creo es representativo del síndrome de Internet que nos pone en peligrosas posiciones al aceptar sin juicio a escritos de orígenes desconocidos e incluso mentirosos.

Addendum

En Saqueo de América Latina, hay un comentario adicional sobre el tema. Y en Precios Justos y Baratijas, se entra al tema del valor económico.

Nota al 5 de noviembre de 2010: a tantos años de haber realizado esta exploración de un texto popularizado por Internet, debo confesarme asombrado por la cantidad de comentarios que recibió lo que sólo fue para mí una diversión intelectual.

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