Introducción

Enrique Krauze, el conocido historiador mexicano, en junio pasado publicó una columna titulada “El Mesías Tropical” en la revista Letras Libres —el gran tema del escrito es la personalidad del candidato del PRD, un retrato de AMLO.

No hay análisis económico, ni evaluación de las propuestas de ese candidato. Krauze intenta sólo un retrato personal de uno de los candidatos.

La información es rica. Hay datos y antecedentes. Hay historia y biografía. Krauze en un buen escritor informado —pero en su estilo suave, siempre me da esa impresión, deja las cosas como sin terminar, sin llegar a sostener una idea final clara a la que le haya llevado su análisis.

📍Este es el campo de ideas como la guía para la evaluación de gobernantes, la guía contra propaganda política y sus trucos y los riesgos del gobernante carismático. Más los fans del político.

Retrato: AMLO

He tomado de su escrito elementos que él usa para describir a ese candidato —es una simple lista de lo que podría verse como las piezas incompletas de un rompecabezas por armar.

Estas son las piezas seleccionadas de ese escrito y todas se refieren a rasgos de la personalidad de López Obrador.

  • Tempranero, elusivo, sagaz.
  • Creyente en la idea de que el pueblo nunca se equivoca.
  • Sus objetos de culto personal: imagen de B. Juárez, fotografía de Savador Allende, fotografía de él con el subcomandante Marcos, fotografía de Rosario Ibarra de Piedra, escultura indígena.
  • Jovial, directo, sencillo.
  • Sin pasaporte, sin viajes al exterior, concentrado en México.
  • Vivaracho de pequeño; al ser regañado se “trababa”; pegaba duro.

Siguen otras facetas del retrato de López Obrador:

  • Malo para las matemáticas, bueno para el beisbol; enfurecía al perder su equipo.
  • Estudió Ciencias Políticas en la UNAM; toda su vida ha estado en política
  • Apasionado por la historia de Tabasco, su estado natal.
  • Admira a tabasqueños, especialmente Tomás Garrido Canabal y Carlos Madrazo.
  • Cree en que lo que México necesita está en el pasado mexicano.
  • Temple rudo, combativo, apasionado, orador incendiario.
  • Más político e ideológico que práctico y técnico.
  • Usuario de la retórica de polarización social; usa expresiones “los de arriba”, “los finolis”.
  • Cree que la palabra dinero es sinónimo necesario de maldad.
  • Cree que la delincuencia se debe primordialmente a la pobreza.
  • Tiene un proyecto de izquierda, a la que no ha definido.
  • Dice admirar a Benito Juárez y L. Cárdenas; con los que poco o nada tiene que ver, según Krauze.
  • Es opaco en su administración.

Más rasgos:

  • Relativiza las realidades, se desmarca de las responsabilidades; cree que los ataques son productos de confabulaciones secretas, el famoso “compló”.
  • Su concepto de derecho es marxista: la ley es una arma burguesa. El pueblo está por encima de la ley.
  • Se ve a si mismo como posible sacrificio: Ghandi, Mandela, Jesús.
  • Su democracia es la popular, no la liberal; ella requiere un líder que interprete la voluntad popular.
  • Piensa que todos sus adversarios están equivocados.
  • Es tenaz y eficaz; cree tener una misión, especialmente después de un accidente en el que casi muere.
  • Ha dicho que “Diálogo verdaderamente sustantivo para el avance de la democracia es el que se acompaña de la movilización ciudadana”.
  • Fuerte y continuo practicante de marchas y tomas de instalaciones.
  • Es vehemente y agresivo; intolerante; líder mesiánico.
  • No es de la izquierda moderna.
  • Víctima del desequilibrio mental al que lleva el apoyo popular de sus partidarios.
  • Se ve como ungido más que electo; muy capaz de perpetuarse en el poder.

La clave del retrato de AMLO: Garrido Canabal

  • Se dice católico no practicante; inspiración en Garrido Canabal: puritana, dogmática, autoritaria, proclive al odio y redentorista.
PRD Xochimilco Haciendo valla
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El futuro

La lista de rasgos de personalidad es, me parece, lo suficientemente completa como para que cualquiera con un mínimo de sentido común puede formarse una imagen de este candidato y anticipar los que sucedería en caso de que sea elegido.

Me parece que la base central de su personalidad es dual: él cree que es un elegido con una misión redentora de salvación en la que sólo las buenas intenciones cuentan y que todos los que se oponen a él son miembros de una confabulación secreta —en resumen, vive fuera de la realidad.

Con esto como punto de arranque puede hacerse una proyección de posibles sucesos futuros.

1. Si gana la elección, su personalidad se enfrentará a pesos y contrapesos del poder presidencial y eso será causa de desesperación personal.

Su tenacidad le llevará a buscar maneras de quitarse las limitaciones legales y formales —usará marchas de apoyo que representen a la voluntad del pueblo y manipulará a la política para hacerse de apoyos en las cámaras y tener incondicionales en el poder judicial, el Banco de México y demás. Atraerá hacia sí a los sindicatos oficiales.

Buscará cambios que permitan la continuación en el poder. Con frecuencia hablará a la nación. Atacará duramente a quienes se le enfrenten, con la acusación de ser parte de las fuerzas enemigas que buscan su destrucción —la creación de un enemigo indefinido es característico de todo régimen de ese tipo.

Los resultados económicos del país, bajo su programa, serán mediocres en el mejor de los casos —de lo que culpará al enemigo inventado, al estilo de López Portillo, tomando medidas desesperadas.

2. Si pierde la elección, llamará a movilizaciones sociales que busquen anular las elecciones y creará una situación de indefinición de gobierno, con consecuencias graves.

Krauze dice que este candidato podría aceptar su derrota sólo teniendo un margen muy alto de diferencia contra el ganador.

Mi impresión personal es la de una persona con serios problemas mentales y con un plan de gobierno inoperable. Una combinación explosiva.

Tomás Garrido Canabal — Alfonsobouchot, Public domain, via Wikimedia Commons

El fondo

Finalmente, el dato de su admiración por Garrido Canabal es para poner los pelos de punta a cualquier persona que conozca las acciones de ese personaje de la historia mexicana reciente.

Sobre este personaje, en ese artículo, Krauze escribe lo siguiente.

A Graham Greene, que recorrió Tabasco en 1938, tres años después de terminada la era de Garrido, lo intrigaba la “oscura neurosis personal” de aquel “dictador incorruptible”. Su sombra seguía rondando. Ahí estaban las “escuelas racionalistas”, instituciones de disciplina casi militar donde los niños era adoctrinados “científicamente”, aprendían las virtudes de la razón, la técnica agrícola y los ejercicios físicos.
Greene se impresionó con los carteles que vio en las escuelas: una mujer crucificada a la que un fraile le besa los pies, un cura borracho bebiendo vino en la Eucaristía, otro tomando dinero de manos indigentes. Su confesor en Orizaba se lo había advertido: “A very evil land”, y Greene, converso al catolicismo, creyó constatarlo a cada paso: “Supongo que siempre ha existido odio en México –apuntó–, pero ahora el odio es la enseñanza oficial: ha superado al amor en el plan de estudios […] Uno se niega a creer que logrará algo bueno: y es que ese odio envenena los pozos de humanidad.
Ahí estaba también la huella de una existencia puritana (las luces se apagaban todavía a las 21:30, la venta y consumo de alcohol estaban prohibidos) y el recuerdo de una sociedad regimentada: cooperativas de distribución agrícola controladas por el gobierno, “ligas de resistencia” obligatorias para cada gremio de trabajadores o empleados, y, sobresaliendo entre todas, los llamados “camisas rojas”, contingentes estudiantiles de ambos sexos uniformados con colores rojinegros, recorriendo las calles con disciplina fascista y sirviendo como tropas de adoctrinamiento y choque para la intensa campaña “contra Dios y la religión”.
En escenas filmadas por el gobierno de Garrido para fines de propaganda se veía cómo los “camisas rojas” (precursores de los “guardias rojos” chinos) empuñaban la piqueta para destruir, piedra por piedra, la Catedral de Villahermosa; arrojaban a las llamas imágenes piadosas de los templos destruidos y los objetos de culto que la gente guardaba en sus casas, y escenificaban tumultuosos “autos de fe” donde los niños, maestros, jóvenes y viejos se turnaban para destruir con la piqueta grandes esculturas de Cristo crucificado.

El lector comprenderá ahora que lo que está en juego es mucho más allá que la selección entre izquierdas y derechas —el elector mexicano estará optando entre la razón y la locura.

Sobre el personaje, puede encontrarse más información en: Etcétera, ETabasco.gob.mx, Frommers, Historical Text Archive.

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