ContraPeso.info presenta el resumen de un texto de Alejandro del Bosque, quien quiere  «[…]mostrar la influencia de los sentimientos, particularmente el religioso, en los modos de pensar y de decidir de los mexicanos» y «cómo tal sentimiento ha moldeado una visión cultural en forma alienada, mancipada, conservadora, conformista y mágica».

9 minutos

Sentimientos mexicanos

Su gran tema es el de los rasgos de la personalidad del mexicano bajo la pespectiva única de la religión. 

[Los puntos del autor no necesariamente coinciden con los míos y son resumidos de manera puntual en lo que sigue, claramente diferenciados de los míos que presento entre corchetes y al final].

La Conquista

Ella suele ser señalada como origen de la pérdida de la identidad mexicana, fue un episodio amargo, pero no puede ser la causa de todo lo que se pudo haber sido.

La Conquista produjo pérdidas culturales y significo un cambio aparente de identidad; aparente por las superimposiciones culturales, es decir, el mantenimiento de creencias y costumbres indígenas bajo la apariencia colonial.

La Conquista, se ha dicho, ha producido un sentimiento de rencor hacia lo extranjero, lo que es criticable por tratarse de hechos pasados. Los mexicanos actuales no son iguales a los anteriores.

Auto-obsesión

Los mexicanos están obsesionados con indagarse a sí mismos, buscando qué, cómo, dónde y cuándo se es o se pudo haber sido. Es una obsesión de los intelectuales por explorar la identidad nacional.

Sentimientos más que ideas

Nación es más que un conjunto de personas que tienen rasgos comunes; dentro de ella hay diversidad y es por esto que es risible indagar al mexicano como si fuera una abstracción.

Eso lleva a crear estereotipos y prejuicios que anulan esa variedad y suelen enfatizar rasgos negativos.

La historia da una identidad a un pueblo y la historia de México, dice el autor, es más una de sentimientos que una de ideas. No es que en México no existan ideas, sino que en la práctica son los sentimientos los que definen el rumbo de la historia.

[Encuentro en esto una idea difícil de comprender al no proveerse una definición de idea ni de sentimiento; un defensor de la libertad puede poseer al mismo tiempo esa idea y su sentimiento. No son alternativas incompatibles. Podría interpretarse al autor como significando que en México predominan las emociones, las pasiones y la falta de racionalidad.]

La lucha por la independencia fue alimentada por la teoría libertaria, dice, pero el deseo de ser independiente fue un sentimiento. El cura Hidalgo apeló al sentimiento religioso al usar el estandarte de la Virgen de Guadalupe.

La religión fue enseñada como sentimiento sin pensarla. La Revolución Mexicana fue un ejercicio de sentimientos, los caudillos provocan sentimientos en sus seguidores, sin acudir a ideologías incomprensibles.

Igual de sentimental fue el movimiento estudiantil de 1968. Quien conozca esos sentimientos mexicanos puede mover la historia del país, como fue el caso de Fox por parte de ciudadanos con sentimiento de hartazgo. [Sin embargo, el conflicto entre liberales y conservadores en el siglo 19 fue claramente uno de ideas.]

De acuerdo con lo anterior, el mexicano puede ser visto como un ser que obedece a quien sea que lo manda, pero eso es subestimar la inteligencia de las personas.

Aunque de todas maneras, dice, hay que examinar el peso de los sentimientos en la identidad mexicana para encontrar lo que define al país.

[De nuevo, tengo problemas de comprensión en estas ideas: de la visión colectiva del mexicano pasa el autor a la visión individual, aunque sólo de paso, para insistir de nuevo en rasgos de sentimientos asignados a la colectividad. Sin duda es una visión sociológica y que pone el énfasis en los grupos más que en la individualidad.]

Religión

De todos los sentimientos mexicanos el autor selecciona uno, el religioso, por tener una fuerza decisiva en la historia del país.

Ese sentimiento religioso no es propio de una sola religión y ha creado una mentalidad mexicana que es «alienada, mancipada, conservadora, conformista y mágica».

El asunto viene desde los aztecas, quienes se alienaban en beneficio de sus dioses, incluso con el sacrificio y que era parte del poder político del imperio.

[La definición de alienación es la de una separación de la propia naturaleza personal, de los productos que uno produce o de la realidad, lo que resulta en indiferencia e incluso aversión a una vida que de otra manera podría ser floreciente. Es un concepto muy asociado con el marxismo.]

El sentimiento religioso, dice del Bosque, facilitó la Conquista. La religión indígena fue sustituida con la cristiana, sin que fuera totalmente extinguida.

La fe, que es el mayor sentimiento religioso, ha forjado la identidad mexicana. Hidalgo, pero también Zapata, usaron símbolos religiosos con intenciones emancipadoras. Fox lo hizo una vez en medio de grandes críticas. El día de la Virgen de Guadalupe se festeja como celebración nacional.

[De nuevo tengo problemas con esta idea, la de atribuir a una sola causa la identidad mexicana; más atractiva me parece la idea de causas múltiples en complejas relaciones.]

Su énfasis en el culto guadalupano, dice, se debe a la influencia que ejerce en la identidad nacional, especialmente la de la mujer. A ella, continúa, se le ha educado para no ser ella misma, sino una que reúna las virtudes de la Virgen: casta, decente, abnegada, sumisa, humilde, de casa.

[Lo curioso de este razonamiento es que se presta a una interpretación absurda: si la mujer mexicana no es ella misma y se le fuerza a actuar de esa manera, entonces es posible deducir que ella debe ser lo opuesto, promiscua, indecente, soberbia, rebelde. El autor trata de corregir esta posible interpretación diciendo que la mujer ahora, además de esas cualidades, es alguien autónomo que trabaja y participa en política.]

Autoritarismo

Un rasgo nacional, afirma, es el autoritarismo: ejercido por el encomendero, el virrey, el emperador, el sacerdote [y desde luego, también por el emperador y los tlatoanis en los tiempos prehispánicos].

La historia es un panorama de cambios de figuras que ejercen la autoridad: del hacendado español, al cacique criollo, al virrey, al caudillo libertador, al dictador, al presidente.

El presidencialismo es una manifestación de este sentimiento autoritario. Incluso el himno nacional es un sentimiento religioso para defender a la patria.

El autoritarismo político tiene también una aplicación en lo social, el machismo, el que según el autor tiene un origen religioso: la autoridad superior debe ser aceptada aunque no sea comprendida, lo que es de procedencia cristiana

[Encuentro esto difícil de justificar; el autoritarismo quizá más recalcitrante puede encontrarse en obras de Platón que no tienen la menor influencia cristiana.]

El machismo es el autoritarismo dentro de casa, el del rey del hogar que no se equivoca, ni pierde, que siempre tiene la razón, es fuerte, aguanta y puede tener varias mujeres. Eso se complementa con la visión pasiva de la mujer.

El machismo plantea un principio de vida basado en la alternativa de ser chingado o chingar primero. Este rasgo está disminuyendo, pero aún así hay rasgos de ocultamiento: actitudes serviles falsas ante el superior para sobrevivir. Una de esas maneras de ocultamiento es el albur, un lenguaje escondido dentro de otro.

La iglesia católica, dice el autor, es inflexible e intolerante y ha creado una actitud conservadora en los mexicanos que rechazan el cambio. Los mandamientos son sin embargo, no respetados en la práctica, por medio de ese ocultamiento de intenciones; la religión se lleva a la ligera, de manera relajada.

Parte del relajamiento es el gusto por los chistes, sobre todo los de humor negro y que son burla de situaciones serias. Dice el autor que los refranes son otra forma de relajación de las reglas y afirma que los refranes son formas de interpretarse a sí mismo y al mundo, una forma de suplir la educación, respuestas a preguntas que la religión contesta de manera incompleta.

[Creo que este es un fenómeno universal; recuérdese a Sancho y sus refranes.]

Otros sentimientos mexicanos

Los corridos son otra parte del relajamiento, al narrar historias según el sentir popular de manera anónima.

El mexicano es más intuitivo que racional, siente más que analiza. Por eso, la comunicación entre las personas requiere ser intuida para saber qué es lo que se dice en realidad bajo palabras que no pueden ser tomadas literalmente.

Es un problema de asertividad y que el mexicano no puede aceptar: es moverse con palabras que significan poco, sin aceptar ni reconocer posiciones claras, por miedo, conveniencia o riesgo de herir susceptibilidades en otros. Es ambigüedad de lenguaje.

El manejo del tiempo es otro rasgo mexicano: no se depende del tiempo y por eso no se respeta, ni el propio ni el de otros. [Creo que es esa reputación que se tiene en el extranjero, el síndrome del mañana.]

El catolicismo, dice el autor, ha provocado un rasgo de conformismo y de apatía, al mismo tiempo que un sentimiento de fortaleza para soportar adversidades.

Mediocre en la realidad, por causa de sobrellevar la carga de una influencia católica, dice del Bosque, el mexicano es ingenioso y creativo, tanto que si usara ese talento de manera productiva, podría salir de la mediocridad.

Otro rasgo de la identidad nacional es el de la magia. Aquí habla del sincretismo religioso, la fusión de creencias y costumbres religiosas indígenas y cristianas, que subsiste en el país.

Son las peregrinaciones, los votos, las mandas que piden favores religiosos; las celebraciones del día de muertos, las limpias o barridas de brujos. Habla el autor también de la fe en equipos deportivos, al estilo de la magia

[El texto es de Alejandro del Bosque «Sentimientos Mexicanos» en Vázquez, Mario, Maya, Teresa, Padilla, Jorge, et al. (2002). Sociedad y desarrollo en México. (Nora Guzmán – compiladora). Monterrey. Ediciones Castillo/ITESM. pp 171-191.]


Otros lectores también leyeron…

[Actualización última: 2023-07]