Conceptos que solo pueden comprenderse a la luz del significado del libre comercio, el comercio exterior. ¿Qué es ventaja comparativa? ¿Qué es ventaja absoluta? Definición, características, ejemplos.

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Ventaja absoluta y comparativa

Para comprender la idea de ventaja comercial, ella debe examinarse en sus dos tipos.

Absoluta

La definición de ventaja absoluta está bien ilustrada en un ejemplo de los muchos usados.

Inglaterra, por ejemplo, tiene la mayor productividad para la producción de cerveza y, supóngase también, Francia tiene la mayor productividad para vino.

Nadie es mejor que Inglaterra para la cerveza y nadie mejor que Francia para el vino, o mejor dicho, los productores individuales de cada producto en cada país son los mejores para hacer esos bienes.

Podría hacerse una lista de los mejores productores de cada producto y ver en que países están.

📌 Eso es la ventaja absoluta, la realidad de que los mejores productores de los bienes se encuentren en cada país. Se hablaría entonces de la ventaja absoluta inglesa en cerveza, de la francesa en vino.

Esta es una forma de hablar que no significa que el país tenga esa ventaja absoluta, sino sus productores nacionales. Visto así, surge la iniciativa razonable siguiente, la de decir que dentro de un país los recursos serán mejores aprovechado en sus ventajas absolutas.

No tiene caso que Inglaterra produzca vino, no le conviene a esta nación y sería mejor dejar que los franceses hagan vino y no cerveza.

Entonces, sale a la superficie la idea del comercio entre las naciones. Dedicadas ellas a los bienes en los que son más productivos, el total de la producción sería mayor y las personas en todos los países disfrutarían de productos mejores: más cerveza inglesa, más vino francés, más salchichas alemanas y demás.

La idea tiene su base sólida dentro de la economía de cada país, en la que las personas se especializan y por ello comercian entre sí. El relojero vende sus relojes a sastres, zapateros, pintores, abogados, albañiles. Y cada uno de ellos vende sus bienes al relojero.

El comercio entre naciones no es, por tanto, más que eso mismo llevado fuera de las fronteras de los países.

El relojero suizo puede vender al zapatero español y este al sastre inglés. Es lo mismo que sucede dentro de los países, pero ahora llevado fuera de ellos.

Pero hay algo que falta en todo esto, la posibilidad de que, por ejemplo, alguien sea el mejor en varias cosas. ¿A qué se dedicarían los demás? ¿Qué podrían vender para obtener eso que otros hacen mejor?

Relativa

Hay una indicación de la respuesta en asuntos de la vida diaria. Si fuese el caso de una persona que en dos ocupaciones fuese mejor que otra, podrá verse también la conveniencia de dedicarse a una sola y dejar la otra en manos de quien no es tan docto en la otra.

Si un gran sastre es también un gran zapatero, podrá él dedicarse a una de esas profesiones, la de su mayor preferencia y dejar la otra en manos de quien no es tan bueno como él.

Este es el mismo caso de, por ejemplo, un país con productores que son los más productivos produciendo cerveza y también vino, caso en el que no necesariamente debe decidir producir los dos.

Sigo ahora el ejemplo reproducido aquí y que muestra lo anterior: en el clásico análisis de David Ricardo puede verse que también en el caso de que los productores de un solo país sean los mejores produciendo dos o más bienes, puede ser de ventaja mutua el comercio entre las naciones.


«Por medio de vasos, semilleros y paredes calientes, pueden cultivarse muy buenas uvas en Escocia, y también puede hacerse muy buen vino con ellas a un costo unas treinta veces superior al costo por el cual se puede traer al menos igualmente buenos vinos de países extranjeros. ¿Sería razonable que una ley prohibiera la importación de todos los vinos extranjeros, simplemente para fomentar la elaboración de vinos en Escocia?»

— Adam Smith

Ventaja relativa, un ejemplo

Si el país A es más 10 veces productivo haciendo cerveza y 2 veces más productivo haciendo vino que el otro país, esto hace ver que es mejor haciendo cerveza que vino: 10 veces contra 2 veces.

El país B entonces es la mitad de productivo haciendo vino y 10 veces inferior haciendo cerveza, es decir, la menor de las diferencias es la del vino en relación al otro país. En ningún caso es superior al país A, pero la menor de las diferencias está en la producción de vino.

Lo que más conviene es, por tanto, que los fabricantes del país A dejen de hacer vino y se dediquen a hacer cerveza, dejando que el vino sea producido todo por los productores del país B.

Si se logra esa especialización, la producción total de los dos bienes será mayor que en caso de no especializarse. Esta especialización es la ventaja comparativa y no necesariamente corresponde con la ventaja absoluta.

📌 Es decir, las ventajas del comercio internacional libre no son anuladas por la existencia de naciones con ventajas absolutas. El razonamiento anterior prueba que teniendo ventajas comparativas, que pueden no ser absolutas, la producción total de un bien puede expandirse usando los mismos recursos.

Un mundo complicado

Si alguien argumentase que el libre comercio es más laberíntico que el ejemplo académico anterior, tendrá que dársele la razón.

Existen muy diferentes bienes e insumos posibles de producir en muchas partes que varían sustancialmente en condiciones políticas y económicas.

Pero a pesar de eso, la simpleza del ejemplo y su lógica señalan que eso mismo puede suceder bajo condiciones reales que son ensordecidas por cuestiones como la política monetaria, las tarifas al comercio y demás.

Adam Smith razonó que es un desperdicio hacer en casa lo que más barato puede adquirirse fuera de ella. Si eso aplica al caso de familias, nada hay que indique lo opuesto en el caso de familias que vivan en diferentes naciones.

Si el gobierno de un país prohibe la importación de bienes que en el exterior podrían comprarse a precios mejores, dentro de la nación habría un uso ineficiente de recursos. Se estaría fabricando lo que en otras partes es más barato.

Una mucho mejor decisión sería la de permitir la entrada de los bienes externos y usar los recursos internos en algo que rindiera mejores frutos.


«Es la máxima de todo amo prudente de una familia, no intentar nunca hacer en casa lo que le costará más hacer que comprar… Lo que es prudencia en la conducta de toda familia particular, difícilmente puede ser una locura en eso de un gran reino».

— Adam Smith

ANL WARATAH.
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Otras precisiones

So pena de ser repetitivo, un punto debe ser enfatizado otra vez más: el comercio libre no es un intercambio de bienes entre naciones, es uno entre personas que se encuentran en países distintos.

Insistir en esto pretende corregir distorsiones que los medios tienen al reportar información de comercio internacional como si los países fueran entidades que compran y venden entre sí.

Una falsedad absoluta y que cuestiona la noción del déficit comercial nacional, que en todo caso sería una colección de déficits y superavits personales entre millones de personas.

Las ideas del libre comercio poseen además otra fuente de distorsión en su entendimiento. Van en contra de la lógica superficial que produce temores de sucumbir ante el poderío de naciones que son potencias comerciales y se piensa son productivos en todo lo que hacen.

Competir con ellas produce miedo y lleva a medidas que buscan proteger a las relativamente débiles industrias nacionales.

Es común escuchar que las fronteras abiertas a las importaciones acabarían con toda la industria local, sin pensar que si en efecto eso hacen nada podría entonces importarse: para importar debe exportarse, lo mismo que le sucede a todas las personas en lo individual.

La fuente de la distorsión anterior es la falta de distinción entre la ventaja absoluta y la relativa —no son lo mismo y creer que solo la ventaja absoluta cuenta es un error de consideración proveniente de las primeras consideraciones económicas que razonaban diciendo que no conviene fabricar internamente lo que en otra parte es más barato y sí conviene fabricar lo que en otras partes resulta más caro.

Libre comercio, un asunto de ventajas para todos

De esta manera los habitantes de diversas naciones comercian entre sí con ventajas mutuas.

Más tarde, la idea de la ventaja absoluta resultó afinada con otra, la de la ventaja comparativa. La que no tiene la ventaja de ser tan fácil de comprender.

El ejemplo tradicional es el de dos países, Portugal e Inglaterra:

• Ambos países producen textiles y vino. Si Inglaterra es más productiva produciendo textiles y Portugal produciendo vino, se está en el caso de ventaja absoluta de cada país en uno de esos productos.

Lo que conviene en este caso es lo obvio, el comercio entre las dos naciones produciendo cada una eso en lo que es más eficiente. Este es el razonamiento más conocido.

• Pero es obvio que hay otra posibilidad, la de que uno de los dos países sea el más productivo en la producción de los dos bienes. Por ejemplo, los productores portugueses son los más eficientes, en término de la cantidad de producción por trabajador.

¿Qué hacer entonces? Es obvio que las ventajas anteriores no aplican

En este caso, por supuesto, la lógica superficial hace comprender el miedo del que antes hablé. Si el país inferior en ventajas absolutas abre la frontera a las importaciones del país con todas las ventajas absolutas debe haber un fracaso absoluto del país inferior que nada puede hacer mejor que el otro.

Pero la ventaja comparativa muestra lo opuesto: si entre esos dos productos uno de los países se especializa en uno y el otro en el segundo, el resultado sorprende pues crece la producción total y el comercio conviene a los dos países. Todo, a pesar de la desventaja total de uno de ellos.

Otro ejemplo

Acudo a un ejemplo más de personas. Supóngase que una cierta persona es el mejor médico cirujano y al mismo tiempo es el mejor enfermero.

El costo de oportunidad entre esas dos profesiones es lo que se pierde en una por realizar la otra. Es obvio que le conviene a la persona dedicarse a una de ellas nada más porque con eso termina en una mejor situación. Simultáneamente se abre una oportunidad a otra persona que se dedique a una de esas dos profesiones, la que el primero abandone por decisión personal. La idea de la ventaja comparativa es la misma, aplicada a productores de diferentes países.

En resumen

Es ahora más comprensible la idea de la ventaja comparativa y del por qué su entendimiento es menos común e incluso imposible si se desconoce el costo de oportunidad.

Solo en el improbable caso en el que el costo de oportunidad sea igual en ambos países se estaría frente a la inexistencia de ventaja comparativa para ambos.

Otra forma de ver esto es más memorable que lo anterior. Conviene que los productores más eficientes de un país se dediquen a producir el bien en el que su eficiencia es mayor y que los productores del otro país se dediquen a producir el bien en el que no son tan ineficientes.

La gran eficiencia de un país y que puede verse como una desventaja para el otro, es en realidad la causa por la que se abre la oportunidad de comercio para el país menos eficiente: producirá para beneficio de todos eso en lo que es menos ineficiente y todos ganan.

Lo explicado antes parte de supuestos que persiguen ir con facilidad a demostrar el punto de la conveniencia del comercio entre naciones.

Es obligatorio reconocer que en la realidad no se dan esos supuestos: dos países nada más, trabajo como único insumo, bienes estandarizados, costos inexistentes de transporte, mudanza inmediata de recursos de una industria a otra y demás.

Estos supuestos tan irreales bien pueden ser usados para tratar de anular a la idea del Libre Comercio y, por tanto, preferir políticas de aislamiento nacional como el proteccionismo.

Del aislamiento a la apertura

Una situación de aislamiento comercial, cualquiera que sea la razón para aplicarla, produce efectos que son notorios.

Cada uno de los países dedicará sus recursos a producir todos los bienes que necesita, sean dos productos o más, sean dos naciones o más. Sin comercio internacional, cada nación debe ser autárquica y autosuficiente en todo.

Yendo de nuevo al ejemplo artificial de dos países y dos bienes, para comprender mejor el aislamiento, existirá una situación obvia: los precios de esos bienes serán diferentes.

Los bienes en el que se tenga la ventaja comparativa serán más bajos que en el otro país y en el país que se tenga la ventaja absoluta, los trabajadores tendrán mayores ingresos por su más elevada productividad.

Si de inmediato se abren las fronteras de esos dos países antes aislados, se iniciará de inmediato el comercio entre ellos estimulado por las diferencias en los precios: las empresas tendrán más utilidades exportando el bien en el que tienen ventaja comparativa.

Hasta que los flujos libres hagan iguales a los precios en ambas naciones que es especializarán en el bien con ventaja comparativa. Los trabajadores desempleados en una de las industrias serán empleados en la otra, sin mayor afectación por desarrollos tecnológicos y sin considerar niveles de desarrollo.

Las fronteras

En la realidad y sin las simplificaciones anteriores, la posibilidad de vender y comprar sin las fronteras como un obstáculo, eleva la gama de productos disponibles y eleva la competencia.

Es una situación superior a la del aislamiento en sus dos facetas, la de consumo y la de producción. Son beneficiados compradores y trabajadores.

Incluso con modelos, razonamientos y cálculos, el libre comercio y la noción de ventaja comparativa, demostrados como positivos, suelen causar reacciones de rechazo.

Una de ellas es la natural, por parte del beneficiado con el cierre de fronteras; típicamente empresas y sus sindicatos que verían afectados sus intereses derivados de precios altos. Contra este tipo de rechazo, no hay argumento lógico de utilidad.

El otro tipo de rechazo es el causado por la dificultad de entendimiento de la realidad cuya percepción está distorsionada por las diferencias entre países.

Será fácil afirmar que de dejar abiertas las fronteras de México, por ejemplo, el país se vería inundado por mercancías estadounidenses que arruinarían a las industrias nacionales.

A pesar de que la realidad niegue eso, para muchos será difícil comprenderlo. Y lo será, curiosamente, a pesar de que esas mismas personas apliquen el principio diariamente en su vida personal, dejando hacer a otros lo que a ellas no les conviene.

Un pintor, famoso por sus grandes obras vendidas a buenos precios, preferirá dedicarse a realizarlas incluso a pesar de ser un gran cocinero.

Dejará la actividad que menos le conviene a otros y eso le permitirá vivir mejor a todos, incluso al cocinero delegado que no es tan notable como el pintor.

Eso mismo sucede con el pintor en ciernes, el escritor, el tornero, el ama de casa y todas las personas que pudiendo hacer algo más de mejor manera, deciden dejarlo en otras manos.


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[Actualización última: 2023-07]