La exploración de los efectos, consecuencias y situaciones causadas por un régimen que tome a la igualdad como valor político central. La descripción de un sistema de desarrollo igualitario.
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Introducción
La columna examina la naturaleza de un sistema igualitario, la de un régimen político que haya tomado como principal prioridad la implantación de la igualdad de los miembros de una sociedad. Es el sistema intuido en afirmaciones como la siguiente:
«Acabar con la pobreza no es suficiente. La desigualdad provoca que personas que no son pobres sufran de carencias muy notables en el disfrute de sus derechos económicos y sociales, incluso en sociedades donde en términos generales hay niveles elevados de desarrollo». elpaís.com
Significa, por tanto, un régimen político que busca centralmente la igualación de las personas con respecto a una serie de derechos creados que retroalimentan al sistema. Nuevos derechos decretados producen nuevos criterios de igualación y que se convierten en obligaciones legales.
En otras palabras, aquí se explora la idea de la política con pasión igualitaria.
📍El tema conduce a ideas relacionadas como la desigualdad social, clases y tipos, la igualdad humana y el significado de igualdad de oportunidad.
Dificultades del sistema igualitario
La primera faceta de este análisis es detallar la posibilidad de implantar ese sistema cuya prioridad central es la igualación de las personas. ¿Hay posibilidad realista de que un régimen así sea viable? La intención presenta dificultades notables.
Primera dificultad: no todos serán iguales
Para imponer un sistema igualitario, por definición, es necesaria la existencia de una institución con el poder suficiente para establecerla y mantenerla. Los miembros de esa institución requieren tener más poder y más recursos a su disposición que el resto de las personas a las que quieren igualar.
Por tanto, es imposible que todos sean iguales en un régimen que eso pretende. Siempre será imprescindible una autoridad que (1) produzca los criterios de la igualación, (2) tenga el poder real de obligar esa igualación y (3) posea los recursos que la igualación costará. Esa autoridad será superior al resto de iguales.
La causa de esta dificultad es obvia, las personas son muy diferentes. Una realidad innegable.
Segunda dificultad: el choque con otros valores
¿Es la igualdad el único valor existente? Claramente no. ¿Deben ignorarse todos los demás valores y derechos? La dificultad es obvia cuando se incorpora la libertad. Ella conduce a un régimen de desigualdad inevitable. La libertad generará consecuencias distintas en la vida de las personas y esas diferencias harán imposible la igualdad central que exige el sistema igualitario.
Lo mismo sucede con otros valores y derechos, como el de la propiedad personal. Ella tendría que ser sacrificada si se estableciera el sistema de igualación. También, las leyes serían aplicadas de firma distinta a cada persona para poder mantener la igualdad interpersonal.
Es una dificultad derivada de la simplicidad del sistema sostenido sobre una sola columna, la igualdad, poniendo de lado otros aspectos ligados a la compleja naturaleza humana.
Tercera dificultad: la hipótesis eufórica
El fundamento sobre el que reside todo el sistema igualitario es una conjetura sin examinar. La presunción de que la felicidad personal equivale a ser lo más parecido al resto. Cuanto más similar sea yo a los demás, mejor me sentiré y más feliz seré. Es una figuración que pasa sin justificación ni examen.
Es una realidad innegable la diversidad de talentos, gustos, habilidades y circunstancias que las personas tienen. Mientras que para algunos la ambición de su vida puede ser el dominio de la Física Cuántica, difícilmente lo será para todos. Por no mencionar la habilidad infrecuente de esos que se convierten en estrellas del deporte, o innovadores tecnológicos.
Las personas no forman una masa informe con iguales capacidades y agrados. Es alocado suponer que todas las personas son iguales. Toda evidencia lo niega.
Para pensarse…

¿Es mala la desigualdad?
La pregunta irritará a los igualitarios apasionados, pero debe hacerse. ¿De verdad es la desigualdad tan mala que deba desaparecer? Responder con un «sí» incondicional impide un análisis productivo. ¿De qué igualdad se habla?
Igualdad de libertades
Todas las personas son iguales en su dignidad. Todas son libres y tienen capacidad de pensar. Es posible crear un régimen igualitario así. Se llama Estado de Derecho y, aunque imperfecto, se funda en el respeto a la libertad personal que acepta la responsabilidad individual.
Este sistema igualitario necesariamente produce consecuencias distintas en cada persona, impidiendo igualar los resultados de sus actos libres. El sistema generará muchas iniciativas personales motivadas por la mejora en la situación individual.
Igualdad de resultados
La igualdad que persigue es esta otra. No importan los actos de las personas, por diferentes que ellos sean, deben producir los mismos resultados. El que despilfarra debe tener la misma fortuna que el previsor, el incauto que el prevenido, el haragán que el diligente.
En este sistema que iguala los resultados, de nada sirven los esfuerzos personales puesto que ellos no tienen recompensa. El sistema creará pocas iniciativas de esfuerzos personales porque la situación personal no mejora por esa vía.
⚠️Cuidado área resbaladiza. Ningún sistema, igualitario o no, es perfecto.⚠️

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Efectos no intencionales del sistema igualitario
La anticipación de consecuencias indeseables es parte de la debida diligencia con la que se examina a esta propuesta. Quizá algunos de estos deben considerarse.
Avances menores
Las innovaciones que llevan a una mejor vida, por ejemplo, los avances en la atención médica, son producto de iniciativas personales que benefician a todos, incluyendo a sus autores. Si al innovador se le retira ese incentivo de progreso personal, disminuirán sus esfuerzos.
No tendría sentido abrir un restaurante si sus propietarios no disfrutan del éxito de su negocio.
Tendencia autoritaria
Ya que es un sistema igualitario es necesario un poder central que fuerce una distribución igual de riqueza, ese centro de poder tenderá siempre a abusar de su poder y lo aumentará en la medida en la que no exista contrapeso que lo impida.
Dentro de esa agencia central de poder se toma las decisiones de redistribución de recursos. Serán elevadas las probabilidades de corrupción, (1) llevando a su bolsillo recursos y (2) dándolos a cambio de favores.
Relaciones de dependencia
Las personas dentro de una sociedad igualitaria desarrollarán una cultura de dependencia del poder que es el que les da los recursos para poder vivir. Esta es una cultura de reclamos y demandas que usa los talentos individuales para obtener más recursos de la gran autoridad distribuidora.
Dichos talentos personales no se usarán en trabajo y esfuerzo que lleve a la libertad e independencia personal, sino a tretas y argucias para obtener más de la agencia redistribuidora, es decir, el gobierno.
División política
Es inevitable que el sistema de desarrollo igualitario emplee un mecanismo redistributivo que (1) retire recursos a algunos y (2) los redistribuya a otros.
Será necesario encontrar motivos que justifiquen despojar a unos para dar a otros. Esto lleva a la división social en grupos simples: los buenos y los malos, entre los que debe existir oposición esencial irreconciliable.
Conclusión
Este artículo exploró la idea, la viabilidad y las implicaciones de un sistema político que da prioridad única a la igualdad entre sus ciudadanos. Un régimen de desarrollo igualitario tiene varias dificultades inherentes.
La imposibilidad de igualdad absoluta: para imponer y mantener la igualdad, se requiere una autoridad central con más poder y recursos que el resto, lo que crea inevitablemente desigualdad.
El conflicto con otros valores: la igualdad puede entrar en conflicto con valores como la libertad y la propiedad individual, las que generan naturalmente diferencias entre las personas.
La falsa suposición sobre la felicidad: supone que la felicidad individual es igual a la similitud con los demás, ignorando la diversidad de talentos y aspiraciones humanas.
Los efectos no intencionales: existen posibles consecuencias negativas, como la disminución de la innovación, la tendencia hacia el autoritarismo, la creación de relaciones de dependencia y la división política y social.
Es vital aceptar la diferencia entre la igualdad de libertades, que respeta la dignidad y la capacidad de pensar de todos, y la igualdad de resultados, que busca equiparar los resultados independientemente de los esfuerzos individuales.
Han sido cuestionados la viabilidad y los efectos de un sistema igualitario, destacando las complejidades y los posibles inconvenientes de sistemas que buscan una igualdad absoluta.
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