La desigualdad social y la igualdad personal, sus tipos y clases. Un examen de las ideas en el fondo de las peticiones de igualdad material.

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Introducción

La desigualdad social ha sido resaltada como un problema serio y grande —manifestada en políticas igualitarias.

«La desigualdad, la mayor epidemia de nuestro planeta». sinpermiso.info

«Los diversos estudios, los que se han hecho a nivel nacional y los nuestros, confirman que la causa más importante de obesidad y diabetes tipo 2 y, con ellas, de otras enfermedades cardiovasculares relacionadas, son las desigualdades sociales, expresadas por el nivel cultural». laopinióndemalaga.es

Oxfam ha hecho del tema una bandera de acción.

«La desigualdad es uno de los lastres del desarrollo de nuestra economía y, a nivel mundial, es un problema no resuelto a lo largo de la historia, afirmó Leonardo Lomelí Vanegas, secretario general de la UNAM». unam.mx

Es posible que el entusiasmo que ha recibido la atención a la desigualdad haya resultado en una escasa atención al análisis que merece el tema. La fijación igualitaria es tal vez la mayor de las compulsiones modernas —un error de consideración que quiero examinar en lo que sigue.

📍 La noción de la desigualdad se asocia de inmediato con conceptos como discriminación, elitismo, clasismo y racismo. Como también a las ideas de segregación y marginación social, de justicia social e Inclusión y exclusión social.

Igualdad humana y desigualdad social

¿Son los seres humanos todos iguales? La respuesta puede ser positiva o negativa y además la pregunta es demasiado vaga —necesita mayor precisión.

Igualdad esencial

Si la igualdad se refiere a la esencia humana, la respuesta es positiva. Los seres humanos tienen todos la misma esencia innegable, la de pertenecer al género humano y, por tanto, poseer todos el mismo valor.

Eso significa tener los mismos derechos todos, sin excepción y, por eso, merecer el mismo trato y consideración.

La igualdad esencial de la naturaleza humana en todos lleva a la aceptación de reglas que se cimientan en el principio de tratar a todos por igual, sin excepción.

Algo que en las leyes, por ejemplo, evitaría tratamientos distintos a personas que son iguales en su esencia. Es la idea que bien se ilustra en la prohibición de matar y lastimar a otros: entre iguales nadie puede estar justificado para hacerlo.

Desigualdad accidental

Si la igualdad se refiere a aspectos no esenciales del ser humano, llamados accidentales, la respuesta en negativa. No todos los seres humanos son iguales y eso es también innegable.

La desigualdad no esencial en la naturaleza humana crea diferencias reales entre las personas. La diferencia entre ser mujer u hombre es real, aunque en su esencia ambos sean iguales. O entre ser viejo o niño. O más profundamente aún, las diferencias no esenciales en habilidades o talentos, muy visibles en deportistas.

Conclusión obvia

Por tanto, las personas tienen todas una igualdad humana derivada de su naturaleza igual en todos. Y, además, las personas tienen desigualdad accidental, causada por su diversidad de talentos, cualidades, ideas, hábitos…

Hablar de igualdad humana y desigualdad social es inútil si es que no se hace explícito el tipo de igualdad del que se habla —algo que tiene repercusiones significativas en la realidad cotidiana.

Desigualdad social, la idea central

El concepto solicita encontrar diferencias entre personas. Es una noción comparativa que busca encontrar disimilitudes entre las personas a las que compara. Obviamente las encontrará.

La única manera de no encontrar desigualdad social comparativa es que todas las personas sean iguales en todas sus facetas —algo como clones idénticos, lo que es una imposibilidad absoluta.

Por esa razón, la desigualdad social ha encontrado su enfoque en las diferencias materiales y muy específicamente desigualdad de ingreso. No es propiamente lo mismo que poner atención en la pobreza, sino en otra variable diferente que tiene su propio índice.

Libertad, la variable sorpresa

La idea anterior es sencilla y comprensible, pero se complica muy significativamente al introducir la idea de la libertad —una parte de la igualdad humana que hace a la persona libre, capaz de decidir sus actos, lo que por necesidad absoluta amplía la desigualdad no esencial humana.

Presuponiendo dos personas iguales en su esencia y libertad puede mostrarse cómo se altera la igualdad no esencial humana.

• Una de ellas toma la decisión de emigrar a otro país buscando oportunidades de trabajo y tiene un éxito razonable que le permite vivir sin grandes carencias.

• La otra decide permanecer en su país, donde logra ser muy exitosa hasta que estalla una guerra civil que la arruina y manda al exilio.

Mi objetivo es mostrar que las decisiones personales son un factor que crea desigualdad no esencial —y que esa desigualdad es afectada también por factores fuera del control personal.

Tipos de desigualdad social

Con lo anterior en mente, entro ahora a explorar los tipos de desigualdad que pueden presentarse.

Desigualdad en aspectos esenciales

La desigualdad social en la consideración esencial del ser humano, siendo las leyes injustas discriminatorias el ejemplo más claro. Como cuando alguna raza es tratada como inferior a otra; o como cuando los fieles de una cierta religión no tienen acceso a ciertos derechos.

La esclavitud es el mayor de los ejemplos posibles. Son situaciones en las que se tiene una base que acepta la desigualdad esencial, creando categorías de personas inferiores a quienes se da un trato distinto.

Esta es una desigualdad reprobable por ir en contra de la idea de una misma esencia humana.

Desigualdad en aspectos no esenciales

Las desigualdades no esenciales al ser humano son muchas y muy variadas y no pueden ser consideradas de manera inmediata como reprobables.

Desigualdad social por diferencias personales

Puede haber desigualdad social por diferencias físicas notables, que produzcan otras diferencias. Como el que es muy alto y tiene más probabilidades de jugar ciertos deportes; o como el que tiene ciertas mayores capacidades mentales y que tiene más probabilidad de ser experto en algo.

Desigualdad social por diferencias en decisiones

Puede haber desigualdades generadas por las decisiones personales libres. Como la del que invierte todo su dinero en cierto negocio que resulta un fracaso y pierde su capital; o la del que decide hacer una carrera diplomática.

Esta desigualdad es causada por la libertad personal que lleva a tomar decisiones con consecuencias diferentes que producen desigualdad.

Desigualdad social por circunstancias ajenas

Puede haber desigualdad social por situaciones ajenas a todo control personal—como la del que queda huérfano y deja sus estudios; o la de la persona que nace en un país gobernado por un déspota.

Aplicar la ley a todos por igual es un principio contra el que creo que existe poca oposición. 

Es lo que, por ejemplo, pide el ciudadano que ve a gobernantes que en poco tiempo logran fortunas descomunales —y le indigna que la ley sea aplicada a otros ciudadanos, pero no a los gobernantes corruptos.

Es la noción central que solicita que la ley sea aplicada sin excepción a todos, sin que en ello influya la condición particular de cada uno.

«La igualdad ante la ley es principio jurídico que se deriva del reconocimiento de la persona como criatura dotada de unas cualidades esenciales -comunes a todo el género humano- que le confieren dignidad en sí misma, con independencia de factores accidentales […]» gerencie.com

Lo que suele pasarse por alto es lo que está incluido en esa cita, pero no tan explícito como debiera: se demanda que la ley sea aplicada igual a todos porque se acepta que entre ellos hay diferencias.

Si todas las personas fuesen iguales, la demanda de igualdad ante la ley no tendría sentido. Es precisamente porque se reconocen diferencias entre las personas que se reclama igualdad ante la ley: ninguna persona debe ser tratada de manera distinta a otras por la misma ley.

Los aficionados a los deportes comprenderán esto con rapidez usando el caso de un deporte cualquiera, por ejemplo, el futbol —en el que las reglas de aplican igual para todos los jugadores, sin que considerar estatura, peso, habilidad, nada; el reglamento aplica igual al más célebre jugador y también al más torpe de ellos.

La petición de igualdad ante la ley de personas que —iguales en su dignidad— son muy diferentes en lo demás, tiene secuelas y desenlaces que también deben hacerse explícitos.

Personas diferentes e iguales

Las personas son diferentes; no son iguales entre sí, excepto por su dignidad. Presentan una enorme variedad de diferencias —tantas que cada persona es en realidad única.

La dignidad personal igual para todos fundamenta el reclamo de un trato igual ante la ley, con independencia de las amplias diferencias entre ellas —una noción de justicia que es aceptada universalmente.

Un efecto que sigue necesariamente al reclamo de igualdad legal es la desigualdad social de la situación de cada persona.

Es el efecto que tiene un reglamento de futbol con reglas iguales para todos: algunos jugadores manifestarán tal calidad que se colocarán entre los más buscados y de mayores ingresos, mientras que otros podrán estar en posiciones en las que ningún equipo se interese en ellos.

Igualdad personal y desigualdad social

He hecho explícitas dos cuestiones que suelen pasar desapercibidas.

• Reclamar la igualdad de todos ante la ley implica reconocer las amplias diferencias entre las personas.

• Reclamar la igualdad ante la ley tiene la consecuencia de crear posiciones diferentes entre las personas —una consecuencia de desigualdad social pero no legal.

Esto resulta aberrante para los obsesionados con la igualdad de situaciones personales, pues una demanda de igualdad ante la ley les provoca eso que es odioso para ellos, la desigualdad de resultados o posiciones personales.

Si los obsesionados con la igualdad material quisieran lograrla, tendrían que hacer que la ley fuera aplicada de manera diferente a cada persona.

«La igualdad ante la ley y la igualdad material son por tanto no solamente diferentes, también están en conflicto una con otra; y podemos lograr una o la otra, pero no las dos al mismo tiempo». The Essence of Hayek

El respeto a la dignidad personal que lleva a la libertad individual y reclama la igualdad ante la ley lleva a la desigualdad material —a la colocación de personas, cada una, en posiciones diversas y dispares. 

Por tanto

De lo anterior puede concluirse que para lograr la igualdad o la similitud de condiciones o posiciones personales, la coerción gubernamental se usará, no para aplicar a la ley de manera igual para todos, sino para aplicar a la ley de manera desigual —lo que es un ataque a la dignidad y a la libertad.

Siguiendo el símil del futbol, el anhelo de igualdad de resultados entre los jugadores obligaría a aplicar el reglamento de manera diferente a cada jugador.

Podría ser que la regla de fuera de lugar no se aplicara a los jugadores que anotan menos goles, o que los equipos más poderosos jugaran con nueve jugadores contra los once de los equipos más débiles. 

Hay una colisión entre la igualdad legal y la material —no pueden alcanzarse las dos al mismo tiempo: es preciso seleccionar una o la otra, sabiendo que la igualdad legal respeta a la dignidad y a la libertad, y que la otra igualdad las ataca.

Claramente defiendo a la igualdad ante la ley y me opongo a su aplicación desigual para lograr igualdad materia. Por lo que aclaro que desigualdad social material no es igual a pobreza.

«Una sociedad puede ser muy igualitaria y muy pobre o bastante desigualitaria y rica: Albania, Bielorrusia, Irak, Kazajistán, Kosovo, Moldavia, Tayikistán o Ucrania son sociedades con una distribución de la renta bastante más igualitaria que la de España, pero en cambio son mucho más pobres. En cambio, Singapur es una sociedad mucho más desigual que España, pero con una renta per cápita mayor para todos los quintiles de la distribución de la renta». blogselconfidencial.com

La obra de Kurt Vonnegut, Harrison Bergeron (1961), en la que en 2081 en los EEUU se garantiza la total igualdad de la gente y para que todos lo sean, el gobierno crea dispositivos para que los más capaces no puedan aprovecharse de sus habilidades.

El libro inicia así:

«El año era 2081, y todos eran, por fin, iguales. No solo eran iguales ante Dios y ante la ley. Eran iguales en todas las maneras posibles. Nadie era más inteligente que los demás. Nadie lucía mejor que los demás. Nadie era más fuerte o más veloz que los demás. Toda esta igualdad era gracias a las Enmiendas Constitucionales número 211, 212 y 213, y a la incesante vigilancia de los agentes de la Directora General de Impedidos de los Estados Unidos».

Conclusión

La desigualdad que debe preocupar es la esencial, la que viola la idea de una naturaleza igual en todos —y la desigualdad no esencial no debe ser tratada como indebida por definición.

Puede ser que ella sea justa y debida; o que sea producto de factores externos; o de decisiones personales. Lo mejor será examinar las causas y enfocarse a su remedio, evitando el error de tener a la igualdad como meta miope.

Querer que todos sea iguales es una meta imposible que, si se intenta, conducirá a la pérdida de libertades y a la imposición de un sistema totalitario.

Esa tan compleja situación de desigualdad social no admite ser ser considerada con simpleza juzgándola injusta e implantando políticas redistributivas genéricas. Una herramienta demasiado ruda y tosca para ser efectiva.

Temino con una cita de A. MacIntyre (1929-):

«Alguna dosis de desigualdad —no debe ser ella muy grande—no es necesariamente opresiva. Y el que alguna gente más que otra debe ejercer el poder a través de la oficina pública no es siempre una marca de opresión […] Lo que siempre es opresivo es cualquier forma de relación social que niega a esos que participan en ella la posibilidad del tipo de aprendizaje mutuo acerca de la naturaleza del bien común que puede emitir en una acción socialmente transformadora» The MacIntyre Reader. Mi traducción.


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