La construcción de fantasías políticas imprudentes, consideradas totalmente posibles. El fenómeno de la brecha entre realidad y esperanzas alocadas que en los gobernantes trastorna sus mentes y los hace repelentes a evidencias, razonamientos y realidades. La política del optimismo sin escrúpulos.
Índice
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Introducción
Cuando el gobernante separa a sus deseos y esperanzas de la realidad, termina por construir fantasías políticas imprudentes. Cuando su euforia se aísla del mundo real, se crea una ficción, la política del optimismo sin escrúpulos.
¿Qué es lo que hace que el gobernante se convierta en un constructor de fantasías políticas imprudentes que a toda costa desea implantar? ¿Qué es lo que hace que su optimismo sea a prueba de razones y evidencias?
Scruton da una respuesta a ese fenómeno político del constructor de mundos virtuales a los que cree perfectamente posibles. El optimista sin prudencia ni escrúpulos sucumbe a falacias que le hacen inmune a la realidad.
📕 El libro usado en este resumen es de Scruton, Roger, The Uses of Pessimism. New York: Atlantic Books Ltd, 2014.
📍 Esto lleva a temas como el del las ilusiones como el mayor enemigo político e incluso al fenómeno del poder que embrutece y el de la miopía política. Más Robin Hood, la leyenda.
Tema y punto de partida
El gran tema de la obra de Scruton es el optimista político sin recato ni escrúpulos, con esperanzas desbocadas y serios errores de razonamiento. Especialmente esto último.
Es quien razona de cierta manera.
- Supone que los problemas humanos tienen una solución.
- Esa solución es la de algún cambio sustancial en la sociedad.
- Implantar esa solución permitirá una sociedad perfecta, carente ya de problemas.
- Tiene él la responsabilidad de implantar el régimen que considera como correcto.
La esperanza desbocada del optimismo político sin escrúpulos puede ser examinada parte por parte en cada una de las falacias que la alimentan.
Aquí se examinan solo tres de ellas esperando que el lector decida leer la obra completa (hay una edición en español).
📌 El gran tema es, por tanto, el de los modos incorrectos de razonar que crean esa política del optimismo político imprudente y sin escrúpulos. ¿Por qué, a pesar de ser imposible, el gobernante se empeña en implantar lo que él supone una sociedad perfecta? Porque cree es es posible y se alimenta de un optimismo político a toda prueba.
A. Falacia del mejor escenario
La primera de las falacias que Scruton describe es la del «mejor escenario». Es un modo equivocado de pensar y que produce esa idea de que todo lo que imagina el gobernante es posible.
📌 Es la esperanza de que las medidas propuestas producirán el mejor resultado que es posible esperar. La ilusión de que se alcanzarán todas las metas ideales de las decisiones tomadas.
Sin errores de gobierno y sin efectos no intencionales negativos. Es la mente que tiene como dogma que todo saldrá a la perfección.
Así piensa el optimista sin escrúpulos, pero no el optimista que los tiene, quien añadirá dosis de escepticismo pensando que la certeza del mejor escenario no es razonable.
La mente del optimismo sin escrúpulos
📌 Rehúsa él pensar en nada que puede alterar su expectativa del mejor escenario como una certeza absoluta. La posibilidad de fallas, de errores, de imprevistos y de, en general, un mal escenario, es inconcebible para él. Supone que puede predecir perfectamente el futuro.
Esto, según Scruton, es una adicción a la fantasía que alimenta las manifestaciones más devastadoras del optimismo:
«un deseo de descartar a la realidad como la premisa desde la que comienza la razón práctica y reemplazarla con un sistema de ilusiones compatibles». Ibídem
Otro absorberá el costo
En este pensamiento optimista irreal existe un elemento a considerar: la noción de que es posible transferir a otros los costos de los riesgos tomados.
Un factor que nutre a la expectativa del mejor escenario, siendo implícita la idea de que si todo falla, alguien, como los gobiernos, absorberá los costos y consecuencias malas.
Explícitamente, el autor se refiere al optimismo sin escrúpulos de Lenin y los bolcheviques. Su único y mejor escenario de un futuro perfecto era irrefutable y fue protegido destruyendo los instrumentos que podrían haber señalado y corregido errores.
Enojo frente a los críticos
Quien sea que tenga el atrevimiento de dudar del mejor escenario posible es objeto de un «torrente de enojo defensivo».
Esto se vio en la Revolución Francesa y en la Revolución Rusa. Los críticos son, para el optimista sin escrúpulos, el mal personificado, el enemigo de la humanidad e indignos de merecer hablar con ellos.
La estructura mental del optimista sin escrúpulos está construida de tal manera que no entran en su cabeza las consecuencias de su acciones que sus críticos señalan. Tampoco comprende que las falacias que comete son un peligro, incluso aunque se le mencionen. Hace a la realidad de lado.
Certeza absoluta de lograr su mundo ideal
Más todavía, la política del optimismo político sin escrúpulos entiende que el escenario ideal cierto y único que persigue, enfrentará obstáculos, cosas que debe superar y contra las que debe luchar.
Pero piensa que en esa lucha no hay limitaciones, que todo puede ser logrado, que no hay escasez de recursos.
Lo contrario del realista, que ve limitaciones, quien acepta al mundo imperfecto y la contribución de todos al mejor escenario que con realismo pueda irse logrando.
Esta falacia puede ser ligada con otra, la de la utopía, donde la «Imposibilidad y la irrefutabilidad están sin pena una al lado de la otra».
B. Falacia de la suma cero
Es la creencia de que la sociedad funciona así: lo que uno gana otro pierde, los beneficios y los costos suman cero.
Esta falacia está «en la raíz del pensamiento socialista». Esto es lo que permite concluir que la injusticia es demostrada ampliamente por la desigualdad.
La mera existencia de personas con más riqueza es prueba de desigualdad y, por tanto, de injusticia. Una total incapacidad para entender la naturaleza de los intercambios económicos.
El beneficio de uno siempre causa el daño del otro, lo que ha sido aplicado muy señaladamente a las relaciones internacionales para explicar la existencia de naciones pobres.
La solución
La solución a ese problema percibido es la obvia: la transferencia de recursos de unos a otros, como, por ejemplo, trasladar recursos a los países pobres, o adoptar medidas redistribucionistas.
Pero la falacia va más allá de lo material, iniciando en la desilusión o el desencanto que produce ver el éxito ajeno. Es una mecanismo que permite transferir resentimientos en, por ejemplo, las relaciones internacionales que hace ver con antipatía a países ricos.
El Islamismo es otro ejemplo de transferencia de resentimiento al transferir a Occidente la culpa de la situación propia.
Clasismo
Scruton usa un ejemplo. Pocos sentirán que es injusto que Juan gane más que Pedro, así entre personas individuales.
Pero cuando Juan es clasificado dentro de una clase adinerada, entra en juego la falacia de suma cero haciendo concluir que Juan está dañando a Pedro.
Esta falacia de entender a la sociedad como una entidad de suma cero está sustentada en el marco mental de los partidarios de la igualdad construida sobre el concepto de «clase» y las diferencias entre esos agregados.
«El sinsentido se ha instalado en el corazón del debate público y también en la academia. Esta tontería es parte del enorme fondo de sinrazón en el que se sustentan los planes y esquemas de donde los optimistas sacan su vitalidad. La tontería confisca al significado. De ese modo pone a la verdad y la falsedad, a la razón y la sinrazón, a la luz y las tinieblas en un nivel de igualdad. Es un golpe en defensa de la libertad intelectual, como la interpretan los optimistas, es decir, la libertad de creer cualquier cosa, siempre que te sientas mejor por ello».
— Roger Scruton
C. Falacia de la agregación
Es el resultado de deseos ilusos. Intenta mezclar lo que no se puede. Combinar sin sentido ni inteligencia, lo que sea que suene bien.
El ejemplo obvio es la célebre frase de la Revolución Francesa: liberté, égalité, fraternité. ¿Son posibles de mezclar?
Tres cosas buenas por superado deben ser mejor aún si se reúnen en un todo. Pero no, no pueden combinarse realmente.
R. Scruton, de quien he tomado esta idea, tiene un ejemplo. Por separado son buenas una langosta, un chocolate y la salsa catsup, pero mezclarlas no resulta algo deseable.
Es un tipo de falacia, de forma incorrecta de razonar. Consiste en ignorar las relaciones que existen entre los elementos mezclados.
Fantasías políticas imprudentes
Tome usted, por ejemplo, la mezcla de libertad e igualdad, dos elementos que por separado tienen una connotación positiva.
Pero juntas se muestran menos compatibles de lo que parece.
- Si primero se quiere libertad, habrá que aceptar al menos cierta desigualdad.
- Y lo contrario, si se quiere igualdad primero, entonces se tendrá que perder libertad.
O bien, considere usted el caso de los derechos humanos y su transformación en una lista creciente de reclamos. Otro caso de esta falacia de agregados incompatibles entre sí.
Porque si existe el derecho a la propiedad personal, entonces no se puede cobrar impuestos para así pagar el derecho a la educación de otros.
La lista de derechos que contenga al mismo tiempo el derecho a la propiedad y el derecho al agua gratuita, por ejemplo, contiene una contradicción: tendrá que afectarse el derecho del propietario para pagar el agua que el resto recibe sin costo. La discordancia tiene que ser reconocida.
La mezcla imposible de una agregación alocada
Los deseos de tener lo mejor de todo puede llevar a la mezcla imposible, a la combinación disparatada.
📌 Esta es esa falacia de la agregación que cree que es posible, por ejemplo, tener libertad e igualdad en el mismo plano y con la misma dosis. Una de las falacias que Scruton apunta como causas de las políticas del optimismo sin escrúpulos
Sea percibida o no esa contradicción entre los elementos de la mezcla, es natural que ella presente problemas prácticos que originen choques entre distintas interpretaciones.
• Si se cree que la libertad es el más alto bien, se dará peso a, por ejemplo, los derechos naturales entendidos como libertades personales con su respectiva responsabilidad individual. Los gobiernos son entonces vigilantes celosos de las libertades personales.
• Si no se cree en la libertad, entonces se dará paso a la intervención estatal para la implantación de las agendas políticas variadas que tengan acceso al poder político para realizar programas estatales de bienestar, como agua, educación, o rentas gratuitas. O redefiniciones de familia y matrimonio, por ejemplo.
Las dos mentalidades son muy distintas, pero enfrentan el mismo problema de esta falacia de la agregación cuando ellas propongan ambiciones combinadas de elementos incompatibles, o tan vagos que no tienen sentido (¿cómo implantar la fraternité por decreto estatal?).
Otro caso
Tome usted al multiculturalismo y su definición
«Es la primera expresión del pluralismo cultural, que promueve la no discriminación por razones de raza o cultura, la celebración y reconocimiento de la diferencia cultural así como el derecho a ella». universitarios.universia.es
La idea es una agregación dudosa. Por un lado, está la idea de la convivencia de diversas costumbres y pensamientos que enriquece a todos los miembros de cada cultura.
Pero, del otro lado, presupone que la multiculturalidad es un valor dentro de todas las culturas que conviven, lo que no necesariamente es cierto.
Las culturas contienen muchos elementos, buenos y malos, pero no necesariamente el de la multiculturalidad, por lo que no pueden ser agregadas como si todas lo poseyeran.
La comunidad plural debe tener instituciones comunes a todos si es que quiere sobrevivir.
La gran contribución de R. Scruton es apuntar esta forma errónea de razonar agregando elementos contradictorios en una combinación difícil al menos, pero con una apariencia atractiva.
¿Quién comete esta falacia de la agregación con frecuencia? El idealista irremediable que se alimenta de sueños inviables, que cuando implanta producen lo contrario de lo que intentan, mundos de pesadilla.
📌 Conceptos centrales
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Concluyendo
La obra de Scruton contiene otras falacias, como la de la planeación que en su conjunto permiten conocer sobre una base más sólida sucesos que de otra manera son incomprensibles.
El análisis de Scruton resulta inigualable para examinar programas de gobierno y plataformas electorales que en realidad son la política del optimismo sin escrúpulos.
Y al final, son nada más que la construcción de fantasías políticas imprudentes, a las que el gobernante cree perfectamente posibles.
Propuestas de gobierno sustentadas en falacias como la del mejor escenario. Esa que supone que los planes y propuestas de son realistas y posible, sin sentir vergüenza alguna al omitir limitaciones de recursos y efectos no intencionales.
Por no mencionar la creencia de que todo puede ser planeado y dirigido desde un centro de poder emisor de instrucciones que todos deben seguir.
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