Un término complejo y sutil, de múltiples significados. Se entiende como la supresión de uno de los derechos humanos, la libertad de expresión. El significado de censura, su naturaleza, consecuencias y complicaciones.
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En breve: preguntas y respuestas
El término, en español, tiene varios significados. El que interesa aquí es el de la censura comprendida como restricción de la libertad de expresión, generalmente por la coacción de un agente externo con poder formal o informal.
1. Acciones que provocan la supresión de la circulación de información dentro de una comunidad.
2. Autoridad con poder de coacción que puede obligar a las personas a modificar o impedir la emisión de sus ideas.
3. Criterios legales, ideológicos, o de retención de poder que motiven la supresión.
4. Castigos y penalizaciones a quienes desobedezcan las restricciones.
1. Viola el derecho a la libre expresión individual.
2. Daña con severidad mecanismos políticos de regímenes libertarios, como las elecciones y la evaluación de los gobernantes.
3. Reduce o anula la información que las personas necesitan para tomar decisiones propias.
4. Es un rasgo propio de regímenes autoritarios que violan libertades humanas.
Sí, Aeropagitica de John Milton y que se resume al final.
Introducción
La primera y más clara dificultad es la multiplicidad de significados de censura en español. Por ‘censura’ puede entenderse un juicio crítico de un objeto, como el de una pintura. Una especie de dictamen negativo pero que no implica minguna supresión ni castigo.
También, muy parecido a lo anterior, puede censurarse la conducta de una persona cuando ella realiza un acto reprobable, como, por ejemplo, robar una pintura de un museo. Incluso puede significar la realización de un registro, de un censo.
📌 El significado de censura que examina esta columna es el de la imposición de restricciones a la libertad de expresión realizada por un agente con poder que puede causar violencia en quienes no respeten esas restricciones.
Para ponerse a pensar…

¿Qué es la censura?
El significado común del término es el de la supresión, anulación o restricción de comunicación, información, opiniones o ideas, que por lo general realiza alguna entidad con poder. La que resulta en consecuencias dañinas para quienes la violan.
Otras definiciones establecen:
«La censura es un proceso mediante el cual se analiza y examina una información u obra destinada al público, eliminando las partes que vayan en contra de los valores y principios que el censor haya establecido». economipedia.com
Otra quizá más clara definición de censura:
«… el cambio o supresión o prohibición de la expresión o escritura que se considere subversiva del bien común». britannica.com. Mi traducción.
En otra parte, se dice:
«Los censores buscan limitar la libertad de pensamiento y expresión restringiendo las palabras habladas, los impresos, los mensajes simbólicos, la libertad de asociación, los libros, el arte, la música, las películas, los programas de televisión y los sitios de Internet». firstamendment.mtsu.edu. Mi traducción.
La razón de la censura
Suprimir total o parcialmente tiene justificaciones de tipos variados, no siempre reprobables. Hay casos de censura justificable y válida, pero existen otros que tienen motivos indebidos. Sea cual sea la razón de la censura, ella alega en lo asuntos de interés general: si cierta información se hace pública ello sería dañino.
Algunas razones usadas para justificarla son las siguientes.
🔴 Seguridad nacional. Así se legitima la supresión de divulgación de asuntos relacionados con conflictos bélicos, inteligencia acerca de acciones terroristas y similares.
Esto incluye el evitar riesgos de violencia y disturbios, así como incitaciones a la discriminación.
🔴 Salud nacional. Aquí se incluyen razones como los riesgos de abuso infantil, pornografía e, incluso, prevención de acciones obscenas o blasfemas.
También, para evitar la difusión de información falsa acerca de cuestiones medicinales, como vacunas y tratamientos engañosos.
🔴 Daño político. Este es el caso más obvio de censura, que es usado por un organismo con poder para evitar la difusión de información que lo dañaría. Por ejemplo, un gobierno que coacciona a medios que son sus críticos, o un cartel de drogas que asesina a reporteros que revelan sus acciones.

¿Qué formas toma la censura?
Las acciones que restringen a la libertad de expresión son de dos tipos.
🔴 Presión sobre los agentes difusores. Estos son los autores, editores, propietarios, empleados, de los medios que difunden la información que se cree debe mantenerse secreta.
🔴 Presión sobre los medios difusores. Estos son los medios impresos, electrónicos, musicales, fílmicos, páginas web, imprentas, redes sociales, que distribuyen el contenido creado por los agentes difusores.
La presión ejercida por el poder sobre agentes y medios es muy variable. Puede ir desde un leve intento de alterar alguna información hasta la amenaza a la vida del difusor y la expropiación del medio difusor.
📌 Un buen indicador del la existencia de censura dura es la propiedad de los medios de comunicación. Si ellos son de propiedad estatal, la censura es una realidad. Y lo opuesto, cuando existen muchos medios independientes de propiedad privada, la censura ese poca o nula.
En sus formas más visibles, la censura se ilustra en casos como el monopolio noticioso en Cuba, la quema de libros en Irán y el reporte especial del Comité para la Protección de Periodistas. También, son casos similares los intentos de regulación de contenidos en línea.
Otras instancias notables son los sesgos ideológicos de los motores de búsqueda y de las redes sociales, formas que la censura puede adoptar. A lo que debe añadirse los fenómenos de la corrección política y la cultura de la cancelación, que son menos notorias que la violencia estatal, pero no menos reales.
Sin olvidar la posibilidad de «comprar» a los agentes y a los medios, usando instrumentos como los presupuestos de publicidad gubernamental y pagos ocultos.
Discusión
La censura en una restricción a la libertad de expresión y, por tanto, una violación de esa libertad personal. Ella es implantada por una organización con poder, usualmente un gobierno, causando una limitación severa a la información y al conocimiento que son necesarios para las personas de cualquier sociedad.
Se puede justificar por causas ideológicas, políticas, de seguridad, de sanidad y moralidad, a veces legítimas, pero que siempre presentan riesgos de control político y limitación de otras libertades. Su mayor peligro es la anulación de críticas políticas, lo que lleva a regímenes autoritarios.
La censura es un atentado a la libertad general de toda persona, es decir, a sus derechos individuales totales, sean o no de expresión.
¿Es la censura siempre algo negativo?
La respuesta es no, la censura no es siempre algo negativo. Existen circunstancias en las que ella puede ser justificada, como la prohibición de pornografía infantil y el castigo a revelación de información de seguridad nacional militar. Son casos de naturaleza limitada y excepcional.
En algunos casos, la censura puede ser justificada, como para proteger a los niños de contenido inapropiado o para evitar la difusión de información falsa, criminal, o terrorista. Sin embargo, es obvio que la censura se aplique de manera excepcional y con las debidas garantías para no vulnerar la libertad de expresión. Es la excepción, no la regla.
📌 El principio más sano es el de aceptar a la libertad de expresión por las ventajas que ella tiene y a pesar de los abusos que ella pueda sufrir. Intentar evitar esos abusos conduce a consecuencias negativas mayores a las que pretende evitar.
«»Quemar libros es el equivalente a quemar personas».
— Ray Bradbury

La aportación de J. Milton
En esencia la obra de Milton argumenta a favor de la libertad de imprenta con razones acerca de la naturaleza de los libros. De la inutilidad de esa ordenanza para suprimir libros indeseables. Y de los efectos negativos de la medida en el aprendizaje y la búsqueda de la verdad.
📕 La clásica defensa de la libertad de expresión. De las obras clásicas que exaltan a la libertad humana, ninguna sobrepasa en importancia al panfleto de J. Milton, Areopagitica. Un manifiesto contra la censura.
Publicado a mediados del siglo XVII, los razonamientos que presenta siguen siendo válidos, no solo en las cuestiones teóricas sino también en los aspectos prácticos.
Esos libros vivos
La visión del autor en su escrito contempla a los libros como seres vivos: quien mata a un hombre asesina a una imagen de Dios y quien destruye un libro ataca a la razón misma que es la imagen de Dios.
📌 La vida de los hombres, dice, está preservada y contenida en los libros, por lo que atacarlos equivale a una masacre cometida en la esencia de la vida misma.
Con esa visión sobre los libros, Milton da ejemplos históricos a favor de la libertad de imprenta.
Un poco de historia
En Atenas, el gobernante solo ponía atención en las obras blasfemas, ateas y difamatorias, del resto no se ocupaba. Ni siquiera de las obras libertinas. Lo mismo sucedía en Roma, incluso con las obras críticas del gobernante, como en el caso de Tito Livio.
También, en el principio de los tiempos de los emperadores cristianos, las obras paganas circulaban, si bien no recomendando su lectura, pero sí dejando esa decisión a la conciencia de cada persona.
Eso sucedió hasta que llegó el tiempo de las prohibiciones, incluso por excomunión, de obras no religiosas y de obras sin el imprimatur o licencia.
Libros que nacen
Milton, en su manifiesto contra la censura, recurre de nuevo a su visión de los libros como seres vivos. Dice que hasta esa época los libros arribaban al mundo al igual que el nacimiento de un ser cualquiera. El producto de la razón no era más causa de supresión que el producto del vientre materno.
Más aún, si un libro fuera sujeto a licencia de impresión, él estaría en peor condición que un alma pecadora, pues se enfrentaría a un tribunal antes de nacer y condenado antes de ver la luz.
Hay que recordar, sugiere Milton, a Moisés, a Daniel y a san Pablo, los tres fueron lectores de obras egipcias, caldeas y griegas. El mismo Pablo puso en las Sagradas Escrituras frases de poetas griegos. Más aún, los primeros doctores cristianos consideraban beneficiosa la lectura de obras paganas.
Recordemos que la censura también se dio entre los paganos, como cuando Julián el Apóstata prohibió que los cristianos leyeran obras paganas argumentando que ese conocimiento podría ser usado en beneficio de ellos y daño de los paganos.
Igualmente, Dionisio Alejandrino, en el año 240 dC, creía que todo libro debía ser leído pues el hombre es capaz de juzgarlo y examinarlo.
Manifiesto contra la censura, incluso de libros «malos»
Vuelve aquí Milton a su visión de los libros como algo vivo. Dice que para los puros todas las cosas son puras, no solo lo que se come y bebe, sino también todo tipo de conocimiento, bueno y malo.
El conocimiento no puede ser causa de envilecimiento y, por eso, tampoco los libros, si es que la razón y la mente no están ya envilecidas.
Incluso los libros malos son de gran uso, pues ayudan a descubrir, examinar, prevenir e ilustrar. Los errores son de gran ayuda para descubrir la verdad.
Dios no ha esclavizado al hombre a una perpetua y eterna niñez que debe ser guiada. Dios ha dado al hombre la razón y con ella capacidad para que él haga sus elecciones.
De poco serviría la exaltación de los valores si las leyes y la coerción obligaran a hacer eso que debe hacerse por voluntad propia.
Además, añade Milton a su manifiesto contra la censura, no puede haber sabiduría si no existe el conocimiento del error y de lo malo. Los que saben de los vicios con sus placeres y, sin embargo, se abstienen de ellos y distinguen lo bueno de lo malo, esos son los verdaderos cristianos.
O, puesto de otra forma, el conocimiento de lo malo es necesario para ver el error y llegar a la verdad, lo que sólo puede lograrse leyendo libros.
Si se cree que los libros pueden infectar y crear epidemias de malas ideas, entonces no hay más remedio que hacer de lado y retirar todo conocimiento y controversia religiosa, incluyendo la prohibición de leer la Biblia.
Además, quien teme la proliferación de los malos ejemplos, debe reconocer que esos ejemplos se propagan sin necesidad de libros, por lo que prohibirlos o censurarlos es una tarea inútil.
No hay censores perfectos
Y más aún, la censura de los libros presupone que los censores son personas con una gracia especial. La de la infalibilidad en sus juicios. Presupone también que ellos no son corruptibles.
La verdad es que no hay beneficio en privar al sabio de una obra sin que su censura sea garantía de que el necio frene sus actos.
Necesidad de censurar todo
Sigue Milton su manifiesto contra la censura diciendo que el pensar reglamentar los libros y su contenido significa necesariamente regular las diversiones humanas.
No habría recreación que no debiera pasar por la censura y la necesidad del imprimatur. Toda música, toda danza, todo debería antes pasar por tener un permiso si es que eso se quisiera enseñar a la juventud.
Dios, dice, nos dio el poder de la razón y eso significa libertad de elección. Es decir, Dios nos hizo libres y nos puso frente a objetos provocadores, que es donde radica el mérito y la recompensa por la abstinencia.
Tienen poca inteligencia los que piensan que quitando de enfrente la materia del pecado remedian el problema, pues quitando la ocasión del pecado retiran a la virtud misma.
Problemas prácticos de la censura
Regresa Milton a presentar otra parte de su manifiesto contra la censura, los problemas prácticos que presenta.
Dice que si la censura existiera, entonces todos los libros previos existentes deberían pasar por ese filtro, haciendo una lista de lo prohibido. Y no autorizando la importación de obras que no hayan pasado por la censura.
Todo esto, desde luego, requiere de personas muy capaces que además deben enfrentar el problema de libros con partes buenas y malas, es decir, que deben ser expurgados.
Peor aún, la calidad de la persona del censor es la de un juez contra el que no se tiene apelación y quien debe ser alguien muy poco común: estudioso, juicioso y conocedor.
Esta persona, adicionalmente, estará por necesidad encargada de leer obras que él no desea leer, libros que él no hubiera seleccionado para su lectura, lo que es una pesadilla para el sabio.
Podemos, por tanto, imaginar al tipo de personas que tendríamos de censores. Gente ignorante, antagónica y con inclinaciones hacia lo pecuniario.
Adultos vistos como niños
La censura de los libros acarrea la idea de la desconfianza en el autor y en su mente libre.
El autor sería visto igual que un niño en la escuela, un menor que necesita ser guiado. Esto es un oprobio al conocimiento y a la enseñanza, originado todo por la vigilancia del censor sobre el autor.
Todo lo dicho por el autor estaría sujeto a juicio del censor. Y en el lector, el sello de aprobación causaría recelo, pues en él vería la aprobación de una posición oficial.
Un gobierno está para gobernar, no para ser crítico de la razón, pues pueden equivocarse en la selección del censor al igual que el censor puede errar con el autor.
La verdad y el conocimiento no son mercancías que pueden ser sujetas a monopolio e intercambiadas con boletos, estatutos y medidas.
Conclusión
La obra de Milton fue originalmente impresa en 1644 con el título Areopagitica, A speech of Mr. John Milton for de liberty of unlicensed printing to the parliament of England.
El año anterior el Parlamento Británico había pasado una ordenanza requiriendo licencia de impresión, de manera que ningún libro o panfleto pudiera ser impreso sin su correspondiente permiso. Con este manifiesto contra la censura, Milton intentó que la ordenanza fuera repelida.
El título del panfleto se deriva del Areopagus, una especie de corte o parlamento ateniense formado por los ciudadanos más viejos elegidos por los ciudadanos libres y que se reunían en una colina dedicada al dios Ares.
La censura, entendida comúnmente, es una limitación injustificada de la libertad de expresión ejercida por una entidad con poder para actuar en contra del emisor de un contenido cualquiera, ya sea antes o después de emitirla.
Existe, sin embargo, otra posibilidad, la de la auto-censura, que es la ejercida por el emisor mismo del contenido. Esta posibilidad hace que ese emisor limite a sí mismo su propia libertad de expresión. Podrá ser por causa del temor que perciba de consecuencias dañinas futuras que provengan de la entidad con poder, o bien por algún tipo de decisión propia que le haga pensar que la emisión del contenido pueda causar daños a otros.
La literatura siguiente trata el tema y resulta muy recomendable.
- 1984 de George Orwell
- El nombre de la rosa de Umberto Eco
- Farenheit 451 de Ray Bradbury
- Aeropagitica de John Milton
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