Un análisis de la idea de que aumentando el gasto gubernamental podrá lograrse progreso económico. El gasto público y la reanimación económica. El examen de la alocada idea de que es posible progresar sólidamente por medio del aumento del presupuesto gubernamental.

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El razonamiento de fondo

La economía mejorará cuando el gasto público sea mayor. Esta es la idea que subsiste en una buena cantidad de mentes. Ella se implanta por medio de políticas de alto gasto público.

Durante elecciones democráticas, es parte del paisaje político escuchar promesas que en su fondo serán solo posibles mediante el aumento del gasto público, como el plan de construir 100 universidades públicas en México.

Son propuestas basadas en una variable, el gasto público. Incluye propuestas para otorgar pensiones a ancianos, dar becas a estudiantes, construir ferrocarriles, carreteras y una buena cantidad de proyectos que necesitan recursos.

📌 Su justificación es simple. Se afirma que cuanto más gaste un gobierno, la economía se animará. Es una conexión causal entre gasto público y reanimación económica. Establece que el bien común aumentará conforme más se eleve el gasto de gobierno.

📍 El tema se relaciona con las propuestas sobre quiénes deben pagar más impuestos y los impuestos redistributivos. Además de la llamada moral fiscal, la definición de impuestos justos e injustos y los efectos de las políticas redistributivas.

Casos

La mentalidad puede verse en:

«El Gobierno japonés no cesa en su intento de estimular la recuperación de su economía. Su último plan es acelerar el gasto en obras públicas previsto en su presupuesto para el recién inaugurado año fiscal, con lo que pretenden reanimar la actividad». elpaís.com

También:

«El gobierno chileno presentó hoy una serie de medidas para reanimar el crecimiento económico del país sudamericano, a través del gasto público de 571 millones de dólares». spanish.xinhuanet.com

O bien:

«Ante el ritmo de desaceleración que mostró la economía en el primer trimestre del año, empresarios del país propusieron aumentar el gasto público destinado a la inversión y la aplicación de la reforma energética para reanimar el mercado y propiciar inversiones este mismo año». eleconomista.com.mx

📌 La idea es clara. Reconoce una relación causa-efecto entre el gasto público y la bonanza de la economía. La propuesta es curiosa porque supone que cuantos menos recursos tengan las personas en su bolsillo ellas vivirán mejor.

Intervencionismo económico

En su fondo, el aumento del gasto público con esta meta pertenece a una doctrina política que se llama intervencionismo económico. La que significa dar un mayor poder a los gobierno, en este caso mayor poder económico.

La idea es cuestionable al menos. Una de sus críticas ha sido expresada de esta manera:

«La ilusión detrás de todo este intervencionismo estatal es la de que el gasto público puede revivir la economía. Nada más falso. El gasto público debe financiarse ya sea con impuestos que asfixian la economía, con deuda que debe ser pagada después mediante mayores impuestos o con inflación cuyos efectos destructivos ya hemos analizado. No existe algo así como volver a la prosperidad por la vía del gasto público». Kaiser, Axel. La miseria del intervencionismo: 1929-2008 (Biblioteca de la Libertad Formato Menor nº 17) (Spanish Edition). Unión Editorial, S.A. Kindle Edition.

Fuentes de mayor gasto público

A mayor intervencionismo y gasto mayor necesidad de recursos en manos del gobierno. ¿De dónde se obtienen esos recursos? La cita anterior lo aclara. Hay tres fuentes posibles.

1. Impuestos

Ellos retiran recursos de los particulares y los llevan al gobierno. Lógicamente, cuanto más altos sean los impuestos, menores serán los recursos en manos privadas.

No habrá más recursos, simplemente ellos tendrán una distribución diferente. Los gastará el gobierno, o lo harán los particulares. La pregunta que sigue es la obvia.

¿Quien usará con mayor eficiencia esos recursos? La respuesta es conocida. Los incentivos mayores para cuidar recursos y usarlos productivamente los tienen los particulares, no los gobernantes.

2. Deuda pública

Esta es otra fuente de ingresos para los gobiernos que buscan tener un mayor gasto público y así lograr la reanimación económica.

La deuda de este tipo se pagará en el futuro y la única manera de hacerlo es con impuestos que deben pagar particulares de las generaciones siguientes. La deuda es un impuesto futuro y admite la misma crítica anterior.

3. Emisión de dinero

Esto es la impresión de más billetes que en su primera etapa son gastados por el gobierno, logrando muy posiblemente un boom inicial. Impresión de billetes o cualquier otra forma de crear dinero.

El problema es que tiempo más tarde eso crea inflación, un aumento generalizado y desordenado de los precios de los bienes. Esto reduce el poder adquisitivo y el bienestar.

«Existen varias causas que pueden desencadenar este fenómeno inflacionario. Sin embargo, la principal es generada por los excesos de dinero circulando en manos de la población que, al sentirse con más recursos, incrementa sus gastos generando una mayor demanda de bienes y servicios en la economía cuando la capacidad productiva del país no está en posibilidades de cubrirla, provocando escasez y aumentos en los precios». banxico.org.mx

Redistribución de recursos

Los fondos que necesita el mayor gasto público se retiran de los bolsillos de las personas haciendo que ellas tengan menos recursos e impidiendo que ellas hagan con tales recursos lo que podrían haber hecho con ellos.

Lo que el gobierno retira de manos particulares y pasa a manos gubernamentales, significa que las personas tendrán menos recursos a su disposición. Podrán hacer menos de lo que ellas hubieran hecho de seguir contando con los recursos retirados por el gobierno.

📌 Lo que el mayor gasto público hace en realidad es una redistribución de recursos. Los traslada de los particulares al gobierno. No habrá más recursos en ese mecanismo de redistribución, incluso quizá haya menos (incentivos negativos de los particulares para invertir y trabajar).

El asunto de la visibilidad

El gasto público tiene una ventaja de visibilidad. Es la idea de F. Bastiat sobre las cosas que se ven y las que no se ven. El gasto público es muy visible y, más aún, es exaltado por el mismo gobierno.

Una visibilidad grande que hace poner atención exclusiva en puntos concretos que materializa el mayor gasto público. Puede ser un tren que es inaugurado con bombo y platillo, una refinería de petróleo, o una entrega de dinero a adultos mayores.

El problema es que no se perciben las otras posibles cosas que pudieron hacerse con esos fondos y el costo de oportunidad que se tuvo. Cosas que es imposible ver en concreto. No será visible la ampliación de la fábrica porque ella no se hizo.

Lo anterior hace que muchas personas, quizá la mayoría, aplaudan el mayor gasto público creyendo que ello producirá una reanimación económica.

El meollo del tema

La discusión sobre el gasto público es otra totalmente distinta. Es la de quién gasta con mejores resultados los recursos, el ciudadano o el gobierno. Obviamente ya no es la narrativa original, que es demasiado incompleta y sesgada.

📌 ¿Quién gasta con mejores resultados? Esta es la discusión de fondo y merece ser iniciada con una consideración general: quien ha trabajado por tener esos recursos los cuidará más que quien se los ha quitado a otro por la fuerza. El concepto de la tragedia de los comunes.

Otra consideración importante es la conocida y reconocida ineficiencia gubernamental, aunada a posibilidades reales de corrupción.

En este momento, alguien argumentará que el gobierno gastará en cosas de bienestar social como creación de empleos, educación, sanidad, pensiones y otras cosas similares, mientras que el ciudadano no hará ese tipo de gasto. ¿Es cierto? No realmente.

El gasto del ciudadano creará empleos y eso significa dinero en más manos (para sus pensiones, médicos, educación, lo que sea). O bien, el ciudadano invertirá, con el mismo resultado anterior. Un gasto más cuidado, eficiente y limpio.

Es cierto que el gobierno necesita recursos para servicios como policía, tribunales, bienes públicos en general. Cosas que sí tienen un efecto positivo, pero no quiere decir que mayor gasto público cree más prosperidad. Quizá, después de un cierto monto, podría significar lo opuesto.

La superioridad presupuesta

Queda un punto pendiente aún, el de la razón por la que algunos insisten en el aumento del gasto público y la elevación de impuestos. Ello se debe a una creencia que tienen: suponen que gastar en lo que ellos proponen es mejor que dedicar ese mismo dinero a lo que los ciudadanos quieren.

Dicho de otro modo, ellos han diseñado a la sociedad que ellos piensan que es la ideal, pero no tienen fondos para realizar el proyecto que quieren y buscan obtenerlos por medio del poder gubernamental para cobrar impuestos por la fuerza.

Esto es fácilmente visto en un documento de Podemos en España pidiendo 28,000 millones de impuestos en 2019. Aquí ya no se trata de elevar el gasto público para la reanimación económica sino de tener recursos para financiar el proyecto ideológico de un partido.

Neto, neto, los impuestos mayores pedidos para aumentar el gasto público no son nada más que el financiamiento por la fuerza de un proyecto de uno o más partidos para construir la sociedad que esa élite supone es la ideal. Eso es como pedirle a usted dinero para comprarle su ropa según el gusto del que lo pide.

Conclusión: la otra alternativa

Es deseable tener una economía boyante y animada —pero el asunto es cómo lograrlo. Así es posible ver el dilema que se presenta en el fondo de la política económica seleccionada.

Alternativa intervencionista de mayor gasto

Esta es la opción analizada antes. La que por lo expresado tiene serios problemas. Es una política económica intervencionista que retira recursos de los particulares y los concentra en el gobierno.

No es una alternativa deseable dadas las experiencias que se han tenido y el mecanismo que usa.

La opción alterna

Es la que plantea dejar la mayoría de los recursos en manos de particulares, manteniendo en ellos las decisiones de inversión y gasto. Son sus recursos propios, los cuidarán más y buscarán mayores rendimientos.

La cuestión, por tanto, es un asunto de incentivos y así examinar la conexión entre gasto público y reanimación económica.

¿Quién tendrá más incentivos para manejar recursos con eficiencia y productividad, la persona que ha trabajado para ganarlos o el gobernante que los ha obtenido por medio de la fuerza?

Una columna del WSJ trata eso con claridad. Bill de Blasio, alcalde de Nueva York, afirmó que hay mucho dinero pero que ese dinero está en «las manos equivocadas». Obviamente sería mejor, según él, que el dinero estuviera en las manos correctas, ese decir, las suyas.


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[Actualización última 2023-06]