Un asunto de honestidad al decir lo que está dentro de la cabeza. Pero un asunto de eso que está dentro de ella. ¿Qué es mentir? ¿Qué es una mentira?
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Introducción
Todos lo hemos hecho más de una vez. Sabemos que no es lo ideal. Tenemos una clara idea de qué es, aunque cueste trabajo definirlo.
Es, al final de cuentas, lo que separa a lo verdadero de lo falso. Tener la capacidad de distinguirlo es esencial para nuestra supervivencia. Una idea de M. Adler (1902-2001), el filósofo estadounidense, nos puede ayudar.
El mentiroso y el escéptico
Compara él a un mentiroso con un escéptico. Si una persona es mentirosa no puede ser escéptica. Y si es escéptica no puede ser mentirosa. El escéptico sostiene que poco o nada puede saberse y, por tanto, que él nada o poco sabe. Esto le hace que no pueda mentir.
La única posibilidad de mentir es reconocer que hay verdades, por lo que si se sostiene que no hay verdades, mentir sería imposible. Cierto que el escéptico tiene una sola posibilidad de mentir: la de decir a otros que él no es escéptico.
Una posibilidad que lo mete en apuros. Si él sostiene que nada es posible de conocer, tendrá que reconocer que tampoco es posible saber si él es un escéptico o no.
Mentir y mentira, definición
📌 Esto abre ya la posibilidad de definir una mentira: la falta de correspondencia entre lo que se piensa internamente y lo que se afirma externamente.
En mi interior sé que no me gusta el brócoli y mentiría si digo que sí me gusta.
No es difícil de entender. Decir la verdad es afirmar externamente lo que internamente se piensa o cree. Si sé que mi auto tiene 100,000 kilómetros y digo que tiene 100,000 kilómetros, estaré diciendo una verdad.
La cosa va bien y puede entenderse qué es mentir y qué es hablar con la verdad. Pero hay un problema severo a continuación.
La creencia errónea
Si, por ejemplo, yo creo sinceramente que la tierra es plana y digo a otros que la tierra es plana, no estaré mintiendo. Lo que dije y lo que creo son lo mismo exactamente.
📌 El problema es entonces si hay o no correspondencia entre lo que creo que es verdad y la realidad. Es decir, el problema de que sea o no verdad lo que la persona cree que es verdad. Si la persona está segura en su interior de que existe Dios y habla diciendo que Dios existe, no miente.
La clave del asunto se encuentra en otra parte: la correspondencia entre la creencia en Dios y la realidad de su existencia. Si lo que digo que es cierto es verdadero, o que es falso lo que en realidad lo es, entonces mi creencia es verdadera (y viceversa).
Honestidad y compatibilidad
Aquí es donde las cosas se ponen interesantes. Podemos distinguir dos facetas que ayudan a comprender mejor las cosas diarias, especialmente las discusiones entre personas que opinan diferente.
Honestidad personal
Primero, eso que distingue entre el mentiroso y el franco.
El mentiroso dirá como verdaderas cosas que él piensa que son falsas. No hay paridad entre lo que cree y lo que dice. Obviamente un mal tipo, deshonesto y nada confiable.
El tipo honesto, que dice la verdad, es el que dice lo que él cree. Hay conformidad entre su interior y su exterior. Claramente es un buen tipo, honesto y confiable.
Compatibilidad
Segundo, eso de que sea realmente cierto lo que yo creo que es cierto; y que sea falso lo que yo creo que es falso. Es decir, la posibilidad de estar convencido de algo, pero ese algo no es real.
Esta es una faceta fascinante. La ilustra muy bien el caso de una persona que dice una verdad: Dios no existe y ella realmente cree que Dios no existe. Ella no miente en el sentido de haber coherencia total entre lo que dice y lo que piensa.
Ignorancia intencional, el problema
Pero el problema es ahora otro. ¿Es real lo que ella piensa y de lo que está convencida? Es la probabilidad de tener creencias falsas. Algo que puede remediarse si la persona hace esfuerzos para examinar su creencia.
Si ella, por ejemplo, afirma que Dios no existe y al mismo tiempo ella no ha hecho nada por saber más del tema, comete un error de desconocimiento intencional. Algo reprobable.
Si en cambio ella afirma que Dios no existe y al mismo tiempo ella ha estudiado el tema y lo conoce razonablemente bien, ya no comete ese error de ignorancia intencional. Puede todavía estar equivocada, pero ella se ha preocupado de saber más y hacer sólida su creencia.
Esto lleva a un problema de nuestros tiempos: la abundancia de creencias y opiniones expresadas sobre bases que carecen de examen y conocimiento.
Es el síndrome moderno que se obsesiona con el derecho a opinar exigiendo respeto a la opinión, pero olvidando la obligación de tener un mínimo de conocimiento razonable sobre el tema acerca del que se opina.
Historia del bufón mentiroso y el campesino honesto
La historia comienza en un tiempo lejano, cuando un rey se preocupaba igual que ahora de las mismas cosas, de proveer a su pueblo con diversiones gratuitas. Para tal objeto construyó un nuevo teatro, más grande y cómodo que el anterior. Pero enfrentó un problema.
No podía el rey estrenar el teatro nuevo con los mismos actos a los que había acostumbrado a su pueblo. Debía ser algo diferente y nuevo, jamás intentado. Puso entonces en funcionamiento un concurso. Daría un jugoso premio a quien realizara un acto jamás visto. Nadie se atrevió a tal hazaña.
El bufón propone un acto nunca visto
Nadie, excepto un bufón conocido por sus bromas pesadas y que prometió un acto que jamás se había visto en el reino. Concedió el rey al bufón el privilegio de realizar la primera función del nuevo teatro a las dos semanas. La voz se corrió por todo el reino y el día del estreno, el teatro se encontraba totalmente lleno.
A la hora anunciada, se abrieron las cortinas y apareció en escena el bufón, vestido de gala, pero sin otra cosa un telón atrás. Habló al público diciendo, «realizaré ahora algo nunca visto en el reino, imitaré el sonido de diversos animales, de manera tan real que pensarán que los animales están en escena detrás de mí, tras el telón». Y eso hizo.
De manera tan real y auténtica imitó a varios animales, pensó la gente, que era imposible. Lejos de aplaudir, reclamaron la existencia de fraude y varios ciudadanos fueron nombrados para examinar el telón trasero, detrás del que se pensó que estaban escondidos el cerdo, la vaca, el ruiseñor. el cuervo, el ciervo, la gallina y los demás que había imitado. No los encontraron.
Aplausos al bufón y el reto del campesino
Y una vez reconocido el mérito del bufón, recibió una enorme ovación. Entonces, una vez que terminaron los aplausos, un campesino pidió la palabra y dijo que al día siguiente él repetiría la misma hazaña. Nadie le creyó, pero aceptaron todos el reto. Fue así que al día siguiente hubo otra función. Aparecieron en escena el bufón y el campesino. Detrás de ellos había el mismo telón anterior.
Pero detrás de él, el campesino había colocado a animales reales. Los mismos que el bufón había imitado y que producirían sus peculiares sonidos con la ayuda del hermano del campesino, que también estaba escondido tras el telón. Comenzó la función y el bufón imitó a una vaca recibiendo grandes aplausos.
Siguió el turno del campesino que puso su mano en la boca al mismo tiempo que su hermano hacía que la vaca mugiera. La gente le abucheó. Siguió el turno de un perro, al que el bufón imitó y la gente aplaudió con locura. Hizo lo mismo el campesino, con su hermano atrás haciendo ladrar a un perro real. Recibió unos pocos aplausos.
Se repitió lo mismo con el graznido de un pato, el croar de una rana y otros animales más. El bufón era aplaudido a rabiar, pero el campesino en general abucheado.
Terminada la demostración, el campesino pidió la palabra. Todos pensaron que iba a declararse vencido.
Pidió que se abriese el telón de atrás y todos pudieron ver a los animales ocultos detrás del telón a espaldas del campesino. Dijo él, «Esto, amigos, muestra el tipo de juicio que tienen ustedes. Mientras el bufón mentía imitando a los animales, yo les hice escuchar a la realidad y creyeron que mentía. A él lo aplaudieron. A mí me abuchearon».
Concluyendo
Esquemáticamente, por tanto, hay dos aspectos que deben distinguirse al tratar al mentir y a la mentira:
• Mentir es manifestar a otros, exteriormente, algo que es opuesto a lo que se tiene internamente. Creer que un diamante es falso y decirle al potencial comprador que es real.
• Estar en el error, que es creer que es cierto lo que es falso en la realidad; o creer que es falso lo que en realidad es cierto. Esto se corrige si la persona adquiere conocimientos sobre el tema y refuerza su opinión, o la cambia.
Adler lo explica con claridad:
«Hay una clara diferencia entre el juicio de que lo que dice un hombre es falso y el juicio de que está diciendo una mentira. Su afirmación puede ser falsa sin que necesariamente sea un mentiroso». Adler, M. J. (1997). Six great ideas. New York London: Touchstone.
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[Actualización última: 2023-06]