La razón por la que las cosas salen mal. Olvidar a los incentivos. Las razones por las que buscando solucionar un problema se termina haciéndolo mayor. Las buenas intenciones no bastan. Necesitan examinarse los incentivos. El error de políticas públicas que ignoran a los incentivos.
Índice
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Introducción
Se coloca toda una serie de aparatos de seguridad en los autos. Así, se piensa, eso evitará muertes por accidentes. Se reparten gratuitamente condones en las escuelas. La intención es tener menos enfermedades sexuales.
Las dos medidas tienen objetivos loables, pero muy posiblemente fracasarán. Este es el error de políticas públicas que ignoran a los incentivos.
📕 El libro consultado para esta carta fue Landsburg, Steven E (1993), The Armchair Economist : Economics And Everyday Life, chapter 1, «The power of incentives, how seat belts kill», pp 3-9.
Personas, incentivos y políticas públicas
El primer punto, muy claro de Landsburg, es afirmar sin dudas que las personas respondemos ante los incentivos. Eso es la Economía, el estudio de las respuestas ante los incentivos.
Lo demás son anotaciones y observaciones. Ignorar a los incentivos es una falla colosal. Para demostrar lo que son los incentivos, cómo operan y las consecuencias de ellos en la conducta humana, el autor acude a varios ejemplos.
Ejemplo uno: precios de la gasolina
Quienes vivieron esa época, recordarán que durante los años setenta en varios países se formaban largas filas de autos. Estaban en espera de cargar gasolina. Esa gasolina se vendía a precios fijados por la autoridad.
La predicción económica que hubiera podido hacerse era clara. Al dejar libre al mercado y subir los precios de la gasolina, las filas desaparecerían. Las personas comprarían menos gasolina.
Eso es precisamente lo que sucedió. Las largas filas para comprar gasolina barata desaparecieron cuando la gasolina subió de precio y se abandonó la política pública de control de precios.
«autos en fila para comprar gasolina en 1974» by over 25 MILLION views Thanks is licensed under CC BY-NC-SA 2.0
Ejemplo dos: autos más seguros
En 1965 fue publicado un libro que produjo un gran efecto. Ralph Nader, en su obra Unsafe at any speed, trató los elementos de diseño de los autos americanos.
Esos elementos hacían a los carros más peligrosos de lo deseable. El gobierno americano respondió con una política pública de emisión de leyes y disposiciones muy amplias que obligaron a la industria automotriz a introducir elementos de seguridad como cinturones de seguridad, sistemas dobles de frenado y otros.
«Todo [acerca de la Economía] es observar al mundo con curiosidad genuina admitiendo que está lleno de misterios. […] La lógica importa, nos lleva desde ideas simples hasta conclusiones sorprendentes».
— Steven E. Landsburg
El error de ignorar a los incentivos, dispositivos de seguridad
Tomando el ejemplo de los dispositivos de seguridad de los autos, el reto intelectual que se presenta es el predecir qué sucederá ante al aumento de esos dispositivos de seguridad.
Si usted piensa que con eso los accidentes diminuirán, está equivocado. El incentivo de la mayor seguridad hace posible una posibilidad: el número de accidentes se elevará. Lo opuesto de lo que busca esa política pública y causado por ignorar los incentivos.
Las personas, con autos que tienen esos dispositivos, tienen un incentivo para conducir con menos cuidado. Para quien tiene cinturón de seguridad y tablero acojinado el riesgo de un accidente baja. Puede conducir con menor precaución. Esa es la predicción teórica.
Exactamente contraria a la intención de la autoridad. Pero la cuestión es probar en la práctica esa predicción. Probarla con datos que la confirmen o nieguen. Sin evidencias de realidades lo demás es una mera especulación, por lógica que sea.
Más aún, es necesario ver la predicción de manera analítica. La inclusión de mayores sistemas de seguridad hace entrar en funcionamiento a dos fuerzas contrarias.
- Por un lado, se reduciría el número de muertes de conductores debido a que esos sistemas de seguridad elevan la probabilidad de supervivencia.
- Por otro lado, aumentaría el número de accidentes al fomentar un manejo con menor precaución.
La evidencia
¿Cuál de esas dos fuerzas es mayor? Esta pregunta fue analizada por Sam Peltzman, en 1975, en un artículo del Journal of Political Economy.
El estudio de Peltzman indicó que hubo más accidentes después de introducir los sistemas de seguridad en los autos, pero que hubo menos muertes de conductor por accidente.
El efecto neto de esto fue un número neto de muertes de conductores igual, antes y después de hacer obligatorios los sistemas de seguridad.
Sin embargo, después de colocar esos sistemas de seguridad en los autos, aumentó el número de muertes de peatones derivadas de accidentes automovilísticos.
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Consecuencias de ignorar a los incentivos en las políticas públicas
Los dos ejemplos anteriores, según el autor, muestran que las personas respondemos a los incentivos que tenemos.
Los excelente sistemas de seguridad de los autos, como las bolsas de aire, por ejemplo, hacen menos riesgosas conductas como el cambiar de estación de radio alejando la vista del camino, aunque sea por fracciones de segundo.
Esto nos puede llevar a hacer especulaciones. Por ejemplo, para de verdad aumentar el cuidado con el que las personas conducimos, podemos colocar la punta de una lanza en el volante del conductor, apuntando a su pecho.
Más predicciones basadas en incentivos
La idea de que respondemos a incentivos puede ser llevada a otras áreas en las que es posible hacer predicciones y análisis de políticas públicas.
Supongamos la invención de un sistema mejorado de control natal y cuestionemos su capacidad para reducir el número de embarazos no deseados.
Igual que en los casos anteriores podemos pensar en dos fuerzas diferentes. Desde luego, por un lado, bajan las probabilidades de embarazos no deseados y, por el otro, se eleva el número de contactos sexuales porque el riesgo de embarazo ha bajado.
El resultado neto de estas dos fuerzas puede dar resultados en cualquier dirección, no necesariamente la buscada. Será un grave error ignorar a esos incentivos.
Podemos suponer otro ejemplo para comprender la idea de los incentivos y cómo ellos no necesariamente obtienen los resultados buscados originalmente.
Si fuera inventado un auto extremadamente eficiente en su consumo de gasolina, ¿podríamos prever un ahorro de combustible? No necesariamente.
El abaratamiento del combustible, podría hacer que las personas decidieran usar su auto más que antes. El efecto neto podría llegar a ser un aumento neto en el consumo de gasolina.
Ejemplo tres: la pena de muerte
Una de las causas por las que la pena de muerte puede ser apoyada es su valor como un incentivo negativo a la actividad criminal.
Quien sabe que su conducta le puede provocar ser condenado a muerte, tiene una poderosa razón para evitar esa conducta.
Este problema fue estudiado por Isaac Ehrlich de la Universidad de Búfalo y reportado en el American Economic Review, en 1975.
Los resultados indicaron que por cada pena de muerte ejecutada se evitaron ocho muertes de personas inocentes.
Concluyendo, es un error tener políticas públicas que ignoran a los incentivos
Las personas, los humanos, respondemos ante los incentivos que tenemos enfrente. Lo hacemos siempre, aunque a veces no lo notemos.
Sabemos y entendemos que si el precio de la carne sube, disminuirá el consumo de ese producto.
Igualmente podemos pensar en otros casos, como una elevación en los precios de las escuelas, lo que posiblemente haga que los padres de familia inscriban a sus hijos en escuelas públicas.
Pero, ahora podemos ampliar esa visión a otros casos menos claros, o en donde no creíamos que operaran esos incentivos.
Sí, quienes conducimos autos reaccionamos de cierta manera cuando baja el riesgo de un accidente fatal; estamos dispuestos a conductas de mayores riesgos.
El criminal y sus incentivos
Igualmente los criminales. Quien sabe que un cierto acto criminal con alguna seguridad no tendrá un desenlace fatal, se sentirá más libre de realizarlo. Y lo contrario.
Si usted alguna vez se ha preguntado las razones por las que ciertas medidas que perseguían objetivos loables dan resultados contrarios a los buscados, estas ideas tienen la contestación. El error de las políticas públicas que ignoran a los incentivos.
Es el olvido de los incentivos. Por ejemplo, un gobierno decreta un control de precios en las rentas de inmuebles para beneficiar a los arrendatarios. ¿Logrará la autoridad su objetivo?
Seguramente no. Todo porque ha cancelado el incentivo de quienes rentan. Probablemente decaiga el mantenimiento de los inmuebles rentados y baje la calidad de vida del arrendatario.
¿Por qué tantas decisiones gubernamentales salen mal? Hay una buena respuesta en el ignorar a los incentivos. Un error muy frecuente en las decisiones de gobierno.
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[La columna fue revisada en 2023-07]