El creyente, según esta idea, no tiene necesidad de orar porque tiene la certeza de que Dios existe. ¿Para qué repetir una y otra vez su creencia si está seguro de ella? La lógica de la oración religiosa.

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Introducción

¿Es lógico realizar las oraciones religiosas? El argumento que afirma que no se explica así, con dos tipos de expresión.

🔴 La expresión religiosa como comúnmente se entiende, una oración ante Dios. Por ejemplo, rezar el credo católico, o bien el rezo judío que trata la creencia en la venida del Mesías. Son oraciones que confirman creencias espirituales y que se hacen con frecuencia, como el Rosario católico.

🔴 La expresión no religiosa de un ateo. Sabe él que, por ejemplo, 2+3=5. Lo sabe y no necesita repetirlo porque no hace falta. Tampoco hay necesidad de comunicarla a otros, porque también lo saben.

Las dos clases de expresiones hacen un contraste interesante. El ateo sabe que 3×4=12 y no es que lo crea, es que lo sabe. No tiene sentido, para él, repetirlo cada mañana, o cada domingo. Una cosa que sí hacen los creyentes con sus oraciones, cada noche o cada sábado.

Esta argumentación acerca de la oración religiosa propondría que es innecesaria. El creyente, según esto, no tiene necesidad de orar porque tiene la certeza de que Dios existe. ¿Para qué repetir una y otra vez su creencia si está seguro de ella? Tiene su punto que no es irrelevante.

Este argumento ha sido mencionado en diferentes ocasiones y articulado en Landsburg, S. E. (2010). The Big Questions: Tackling the Problems of Philosophy with Ideas from Mathematics, Economics, and Physics. Free Press, pp. 55 y ss.

Las dos clases de creencias

Para entender mejor el punto, conviene proponer dos tipos de conocimientos. El conocimiento de la oración religiosa y el conocimiento seguro de una ciencia exacta.

La oración es la expresión de cosas en las que se tiene certeza intencional. Se quiere creer en ellas y se repiten con frecuencia. La otra es la creencia del conocimiento seguro en el que se tiene también certeza, y no implica la necesidad de ser repetido (excepto frente a estudiantes).

De lo anterior se deriva esa conclusión. Dice que diría, por ejemplo, que el que en una misa católica se rece el credo cada domingo es una prueba de que en realidad nadie cree lo que ese credo dice.

El centro de la argumentación se centra en la diferencia de la seguridad de los dos conocimientos. Cuando alguien tiene la seguridad total en la verdad de una creencia, ya no existe la necesidad de repetirla, pues se toma como cierta y nada más puede hacerse. Si acaso tiene que repetirse, como en una oración religiosa, eso es prueba de que no existe seguridad en la creencia.

En resumen, dice el argumento, alguien que realmente estuviera seguro de la existencia de Dios y de la verdad de los preceptos de su iglesia, no tendría necesidad alguna de recordar sus creencias a diario. Un musulmán, por ejemplo, no tendría necesidad de rezar varias veces al día, como tampoco el judío de ir a su templo.

Conceptos necesarios: fe y oración religiosa

Para examinar el curioso argumento que califica de innecesaria al rezo religioso, es necesario definir dos conceptos. A la oración misma y a la fe religiosa.

🔴 La oración puede ser entendida como «la acción por la cual una persona se dirige a una divinidad o una persona sagrada». También, de manera similar, como « el esfuerzo de comunicarse con Dios, ya sea para ofrecer pleitesía, hacer una petición o simplemente expresar los pensamientos y las emociones personales».

Más ampliamente, ha sido definida así.

«[…] se trata de la aplicación de la mente a las cosas divinas, no simplemente para adquirir conocimientos respecto a ellas, sino para utilizar ese conocimiento como medio de unión con Dios. Esto puede llevarse a cabo a través de la alabanza o de la acción de gracias, pero definitivamente la petición constituye el acto principal de la oración». ec.aciprensa.com

🔴 La fe se contempla como «aferrarse a lo que se espera, es la certeza de cosas que no se pueden ver. Esto mismo es lo que recordamos en nuestros antepasados». «Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de los que no se ve». S. Pablo. Hebreos 11:1.

El examen de la idea

El creyente, según esta idea, no tiene necesidad de orar porque tiene la certeza de que Dios existe. ¿Para qué repetir una y otra vez su creencia si está seguro de ella? Equivaldría a una oración atea que repitiera por la mañana varías, veces «La suma de los cuadrados de los catetos es igual al cuadrado de la hipotenusa».

Sería absurdo y tendría razón excepto por las siguientes razones.

🔴 Supone que tienen igual valor los conocimientos científicos que las verdades religiosas. Es decir, vale lo mismo saber que Dios existe a saber que 2+3=5. ¿Realmente valen lo mismo?

No realmente. Las verdades del conocimiento humano, científicas y lógicas, tienen una comprobación física que les otorga una certeza alta o total, cosa que no posee en conocimiento religioso que es de otro tipo.

🔴 Propone que si la persona religiosa realmente creyera en la existencia de Dios como una verdad revelada, su conducta lógica sería la de dejar de repetir «creo en Dios» pues no habría necesidad de hacerlo. Uno no tiene necesidad de repetir los domingos en una ceremonia oficial que cree que 3+3=6.

De nuevo, no es lo mismo. Se trata de diferentes tipos de conocimiento. Es correcto afirmar que no hay necesidad de tener celebraciones ni rezos que repitan la creencia en que 3×3=9. Pero, si se cree que Dios existe, las cosas cambian drásticamente.

Creer en Dios lleva a las personas a conductas lógicas como el orar y asistir a ceremonias que honran a ese Creador. Sería absolutamente ilógico que creyendo en Dios la persona simplemente lo tomara como un hecho sin que eso le provocara la necesidad de honrarlo y respetarlo a la manera como lo plantea su religión.

🔴 Propone que no hay necesidad de repetir las creencias religiosas si efectivamente la persona creyera en la existencia de Dios. Una vez que la persona cree totalmente en Dios, dice el ateo, la conducta lógica sería la de no hacer nada más para seguir convencido.

Es un punto interesante. Es cierto que creyendo que 2+2=4 no hay necesidad de hacer nada más que vivir con ese hecho y ya. Tener una oración diaria que diga que «creo que dos más dos son cuatro», sería efectivamente absurdo.

Pero la naturaleza del conocimiento de Dios no es igual a ese otro conocimiento. Tener la certeza de que existe Dios no lleva a la indiferencia ante ese hecho, lleva a la conducta lógica de ponerse frente a Dios y solicitar de él su ayuda para ser mejor.

Quien efectivamente cree en Dios no puede tener una conducta de aceptar ese conocimiento y no hacer ya nada más. Todo lo contrario, aceptar la existencia de Dios implica por lógica irrebatible el tratar de hablar con él, es decir, orar y una forma de orar es esa, la de reafirmarle a Dios que se cree en él.

Digresión

Existen, de cierto modo, dos creencias religiosas que son dignas de destacar, para examinar sus diferencias. Ambas son creencias que sostienen personas religiosas y representan dos formas diferentes de entender el poder de Dios.

• Una está bien representada en un tipo de oración religiosa. En la que se hace un ruego a Dios: el de solicitarle que nada malo suceda en la vida de quien reza. Pide que nada de las cosas que teme le acontezcan.

Un ejemplo: hay una epidemia de alguna enfermedad y sus oraciones a Dios se concentran en rogar no ser contagiado por la enfermedad.

• La otra está bien ilustrada en el ejemplo de quien ora de manera diferente. En sus ruegos a Dios reconoce que hay cosas a las que teme, y solicita a Dios el quitarle ese temor.

Un ejemplo: hay una epidemia de alguna enfermedad y sus oraciones piden a Dios no temer a esa enfermedad.

Son dos oraciones de un tipo distinto y no creo que sean mutuamente excluyentes.

Veo como una reacción muy humana en la persona religiosa el orar a Dios pidiendo que le evite algún mal, algún suceso al que teme. Si viaja en avión, por ejemplo, considero razonable que la persona rece pidiendo que sea un vuelo seguro, sin accidentes.

Pero me parece que puede verse como una acción más profunda la que considera que pueden suceder cosas a las que se teme, como un accidente de avión y, sabiendo eso, orar en otro sentido —el de pedir que esas cosas a las que se teme no sean ya temidas.

Hay en las religiones un sentido de jerarquía, donde Dios es colocado en primer lugar —un ser perfecto, que tiene todas las cualidades en su totalidad. Considerando esto, resulta muy humano pensar en acudir a él en busca de protección, no diferente a lo que hace un niño cuando busca a sus padres.

Ese creyente, en ese entendimiento de Dios, lo considera un protector —como un defensor todopoderoso que puede prevenir esas cosas a las que la persona más teme: solicita que no le sucedan. Ese gran bienhechor puede impedir los malos sucesos a los que se tiene miedo.

No está mal, pero no puede ser todo —esa manera de ver a Dios es demasiado limitada a la de un escudo contra lo que se teme. Sería el papel de un guardaespaldas. Hay mucho más en Dios que eso solo. Por esto, pienso, el segundo tipo de oración es más maduro.

En ese tipo de oración, la oración da un giro total. Ya no se pide que la persona sea protegida, sino que ella deje de temer a eso que teme. Esas cosas malas y que amedrentan, sucederán sin remedio, por ejemplo, la muerte. No hay manera de evitar todas.

La oración, por tanto, ya no pide amparo ni salvaguarda, al menos en la forma de un escudo contra lo temido. Pide ahora entender esa jerarquía con Dios en la cúspide: todo eso que se teme pasa a un lugar tan secundario que no importa. Lo infinito de Dios hace que lo demás no tenga importancia.

No es difícil pensar que eso sea más fácil decir que hacer. La pérdida de una vida, por ejemplo, conmueve hasta lo más hondo y es una tarea ardua en pensar que ella no importa tanto como Dios y el amarlo. La inmediatez de la muerte puede ganar a la jerarquía de Dios, tanto que puede provocar un rechazo.

Conclusión

He tomado un argumento en favor del ateísmo y lo he examinado en términos de su lógica. Sin, por eso, defender la existencia de Dios, que es otro punto diferente. He llegado a la conclusión de que ese argumento del ateo no tiene sentido.

Según ese argumento, el hecho de rezar repetidamente que se cree en Dios es una prueba de que no se cree en él, aunque se quiere creer.

Lo que he propuesto es exactamente lo opuesto: el rezar repetidamente a Dios es una prueba de que se tiene la convicción de que existe. No rezarle sería una prueba de que no se cree en él. Lo contrario de lo que argumenta el ateo.


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