Una frase común, repetida hasta el punto de creerse sin reservas. La historia la escriben los vencedores. ¿Es cierta? No necesariamente.
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Introducción
El conferencista hablaba de la bomba y Hiroshima. Dio a los asistentes datos estimados de muertes posibles para las dos posibilidades, arrojarla o no, más otros datos militares.
Su propósito era mostrar las dificultades de esta decisión y cómo la hubieran tomado los asistentes. La discusión se puso interesante realmente… hasta que una de las personas echó a perder el ejercicio diciendo, «la historia la escriben los vencedores».
A partir de allí, todo se perdió. Un par de personas dijeron que era cierto y que no tenía caso discutir. Es muy notable ver cómo los clisés hacer perder oportunidades de pensar.
Vencedores escriben la historia, el clisé
Examinemos esto de que los vencedores son los que hacen la historia. Otro clisé imposible de resistir para examinarlo de cerca.
Decir que los vencedores son los que hacen la historia es lo mismo que decir que no puede tenerse como cierto a ningún suceso histórico, de todos los que conocemos ninguno es fiable.
📌 Muy bien, pero esa afirmación es una aseveración histórica también y se niega a sí misma. Decir que ningún suceso histórico es confiable es igual a decir que tampoco es confiable decir eso.
Pero la cosa va más allá
Si alguien dice que la historia la hacen los vencedores, la única manera de probar eso es que se conozca también la versión de los perdedores, pues de lo contrario no podría demostrarse nada. Y, por tanto, sí se conoce la historia, diferentes lados de ella, lo que niega la afirmación hecha de que la historia la hacen los ganadores.
El clisé de que no hay historia sino la versión del ganador, tiene otro problema.
Presupone que los ganadores, por definición y siempre, narran mentiras que no merecen crédito alguno. Consecuentemente, quien estudia historia es parte de los vencedores porque la cree cierta.
Todos los que aceptan algo del recuento histórico serían parte de los vencedores y totalmente imposibles de confiar por definición. El único posible de confiar es el que dice que nada es confiable, un absurdo.
Más problemas
Quien cree que la historia no puede ser confiada también está diciendo que sí puede dársele crédito a él. Sucede es que no se da cuenta de su contradicción.
Lo que está haciendo es colocar toda su confianza en su propia versión de la historia, y lógicamente lo pone del lado de los vencedores según su propia opinión, pero lo niega.
Lo que he hecho es sucumbir a la tentación de examinar un clisé, otra excusa de la pereza mental.
Quien no razona bien y se encuentra con un dato histórico que le choca, puede acudir a decir que es la historia de los ganadores y ya, el asunto de arregló sin necesidad de mostrar una sola prueba en contra.
La realidad es que sí hay datos históricos inexactos, que muchos han sido distorsionados, que la historia de muchos países ha sido tergiversada para servir intereses políticos.
Pero saber esto es posible solo por medio de la investigación histórica de evidencias, lo que significa que sí es posible tener ideas razonablemente exactas de historia. Una tarea difícil, pero no imposible.
Intermedio: el crimen perfecto
La historia de un matrimonio con muchos años de casados. Los hijos viven en otras ciudades. El marido odia a su esposa. La odia hasta el aborrecimiento más extremo. Decide matarla con el crimen perfecto.
Para tal cosa, estudia cómo hacerlo y hace anotaciones. En una libreta apunta diferentes métodos, incluso con diagramas y dibujos.
Estudia Física para simular accidentes mortales. Química para conocer más de venenos y sustancias tóxicas. Medicina para aprender de enfermedades contagiosas. Estudia acerca de armas, pistolas, cuchillos, agujas, sogas. No se detiene allí. También estudia Filosofía sobre el crimen.
La libreta es voluminosa. Toda manuscrita, incluye meditaciones. Piensa que el mejor crimen es aquel que por el que un tercero es culpado y juzgado. Reflexiona sobre las debilidades potenciales de toda coartada: siempre tienen ellas un punto débil que creará sospechas, siquiera posibles.
Y un día sucede algo extraordinario
La esposa llama a la policía y se acusa de haber matado a su marido con unas tijeras que le clavó en el pecho. Alega haberlo matado en defensa propia y les muestra la libreta, llena de apuntes sobre cómo matarla.
La llevan a juicio y se le declara inocente. Efectivamente, ella actuó en defensa propia. La libreta es la evidencia central del proceso. Era la prueba indudable de los planes para matarla.
Vive ella el resto de sus días como viuda. Tiene una vida cómoda. Al cabo de los años muere y los hijos se encargan del funeral. Revisando sus cosas, encuentran la libreta que la viuda había conservado. La leen y se horrorizan. Las descripciones de los diversos métodos para matarla son terribles.
Uno de los hijos la lee y pregunta, “¿No es esta la letra de mamá?” Efectivamente era la letra de la viuda.
Vencedores escriben la historia
Es la historia de un crimen casi perfecto. No lo fue porque al final se supo la realidad. Si la viuda hubiera destruido la libreta, nadie lo habría sabido. Fue quizá el orgullo personal el que hizo que la viuda guardara la única posible prueba de su culpa.
Más aún, la historia tiene una debilidad: supone que durante el juicio no se comprobó si la letra de la libreta era del marido. Quizá lo explícito y cruel de los apuntes distrajeron la atención.
La posibilidad del crimen perfecto, ilustrada aquí en una de sus posibilidades, muestra la forma de realizarlo. Es un engaño perfecto y puede realizarse cuando se determina otro culpable. La cinta a la que me refiero es The Oxford Murders (2008), la que trata de un asesino en serie, y donde se cuenta el caso de la viuda, que aquí escribí con algunas variaciones.
Discusión
La frase es de origen incierto, «la historia la escriben los vencedores», escrita en muy diversas versiones y tiene su punto. El victorioso en un conflicto alcanza una posición de poder y ese poder le da la capacidad de narrar los sucesos de manera que le hagan aparecer como el bueno (y al vencido como el malo).
Ese escenario, sin embargo, es solamente posible en una situación de ausencia de libertades, o sea, un régimen tiránico, incluso totalitario. Dentro de un régimen liberal, sin censura, habrá poca oportunidad para que solamente se tenga la versión del ganador.
Cuando la versión histórica del ganador se transforma en parte del sentimiento nacionalista, ella pasa a otro nivel, como una especie de mito que no puede ponerse en tela de juicio sin recibir la acusación de traidor a la nación. De nuevo, si hay libertad de expresión, esto será superado eventualmente.
Es cierto y debe aceptarse que las personas tienen sesgos que las llevan a preferir la información que está de cuerdo con sus ideas y a rechazar la que las contradice. La historia en serio la escriben los historiadores, quienes no están exentos de sus propios sesgos, ni de ser cooptados por el poder.
📌 Ideas ligadas
Conclusión
Otra prueba en contra de quien dice que ninguna parte de la historia es posible de aceptar porque ella ha sido escrita por los vencedores, es el hacer explícita una hipótesis oculta.
Se presupone sin base que el ganador es un mentiroso, que todos los que pertenecen al grupo vencedor lo son sin remedio. Pueden serlo, pueden no serlo. Los diferentes recuentos históricos sobre Napoleón niegan eso.
Explico eso un poco más. La realidad de que existen varias versiones y recuentos de Napoleón, de la Independencia Mexicana, de muchas otras cosas del pasado, muestra que no existe una sola versión de la historia, sino varias y a veces contradictorias.
Pero esto mismo es lo que se niega con la idea de que la historia la escriben los vencedores: presupone que hay una sola versión de ella y no varias.
Este clisé, como muchos otros, son prejuicios negativos y suelen ser usados por quien enfrenta algún dato que le incomoda, para rechazarlo. Si el dato se acomodara a sus ideas, seguramente lo aceptaría. En el caso que narro, el del conferencista y la decisión de arrojar o no la bomba en Japón, eso fue claro.
Esta persona se incomodó frente a la decisión y se salió del problema por medio de un clisé conocido que muchos toman como una verdad incuestionable. No lo es, y tiene una ventaja, la de evitar el esfuerzo de pensar… pero con un problema, para deshacerse del clisé es necesario pensar.
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