Perspicacia su definición, características y algunos ejemplos. La llamativa habilidad que solo unos cuantos poseen para mostrar lo que la mayoría no percibe o no quiere hacerlo.
Índice
Entendiendo qué es perspicacia
Lo más simple es comprender a esa cualidad como un caso de inteligencia aguda. Está asociada con otros términos cercanos, como sutileza, talento, ingenio, penetración, inteligencia, habilidad y agudeza.
Está bien explicado así:
«Del latín ‘perspicax’, el adjetivo perspicaz hace referencia a una persona ingeniosa, aguda, lúcida, astuta, penetrante o sagaz. La perspicacia está vinculada a la capacidad de descubrir cosas que están ocultas o de comprender situaciones que, en principio, parecen muy confusas». definicion.de. Mi énfasis.
La clave de la definición está en la explicación de «descubrir cosas que están ocultas o de comprender situaciones que, en principio, parecen muy confusas». La capacidad de ver y entender más y mejor que el resto.
Una habilidad escasamente común que suele ir en contra del pensamiento grupal y políticamente correcto.
Características de la perspicacia
Las personas perspicaces muestran varias características asociadas con su particular virtud:
- Son inteligentes: entienden, comprenden y explican mejor que el resto
- Tienen una habilidad mayor para percibir cosas que para otros pasan desapercibidas.
- Tienen una habilidad mayor para encontrar patrones y detalles que escapan a otros.
📌 La característica central de la perspicacia es esa capacidad para percibir, encontrar y comprender pequeños detalles o grandes patrones que pasan pasan como invisibles a la inmensa mayoría de personas. Las personas perspicaces tienen, por tanto, una habilidad que por definición es infrecuente y muy poco común: la de entender mejor que el resto a la realidad y diferenciar a lo importante de lo trivial.
Pero la perspicacia es mejor entendida cuando ella es examinada con algunos ejemplos que muestran sus características.
«Nunca he entendido por qué ‘codicia’ es querer quedarse con el dinero que uno ha ganado, pero no es codicia querer tomar el dinero de otro».
— Thomas Sowell
Perspicacia: ejemplos
El caso del hospital medieval
Un ejemplo, alguien le dice a usted que los hospitales de la Edad Media tenían menos índice de mortandad que los hospitales en la actualidad y le ofrece cifras que lo prueban. Da las cifras y le dice a usted que obviamente la atención de la salud es ahora peor que en el pasado. Las cifras no mienten. Y efectivamente no mienten, son ciertas.
Si había menos muertos en los hospitales de la Edad Media que en los actuales, es tentador sacar la conclusión directa y errónea: había mejor atención médica entonces que ahora. Pero esto es falso, es decir, la explicación debe ser otra. Se necesita eso que se llama perspicacia.
Buscando el mejor hospital hoy
Siguiendo con hospitales, digamos que usted necesita una operación complicada urgente y debe decidir entre dos hospitales. Uno de ellos tiene una mortandad mucho mayor que el otro. ¿Cuál escogería?
La opción obvia es irse por el camino de lo simple, aunque sea otro engaño mental, y escoger al hospital en el que hay menos pacientes que mueren.
La forma de justificar esa conclusión es presuponer que el índice de pacientes que no mueren es una medición del éxito de la atención médica del hospital. La realidad es que no, no necesariamente.
Como en el caso de los hospitales de la Edad Media, hay otras explicaciones posibles.
La perspicacia en acción
Regresemos a la Edad Media y obtengamos algo más de información. Los hospitales de aquella época aceptaban pacientes no propiamente enfermos, sino con necesidades de comer y beber. Al día siguiente, después de dormir y tener comida caliente, salían «curados».
Esos hospitales, en otras palabras, no atendían enfermos propiamente como se hace en los hospitales modernos. Por eso sus pacientes morían en menor número.
Obviamente la tasa de mortandad del hospital que atiende «enfermos ligeros» es menor que la tasa del hospital que atienden enfermos graves. Eso es lo que resuelve el problema de la selección del hospital para la operación complicada que usted va a tener.
El hospital con menor tasa de enfermos fallecidos puede deberse a que atiende enfermos menos graves, que hace operaciones menos complicadas. Quizá le convenga a usted ir al hospital que tiene más índice de fallecimientos porque allí es donde más experiencia tienen en operaciones complicadas y graves.
Será natural que cuando usted comente a sus amigos que se ha decidido por el hospital con mayor cantidad de fallecidos, ellos piensen que usted está loco. En realidad, usted ha usado un razonamiento mejor, más perspicaz.
Las lecciones
Los ejemplos de los hospitales están en un libro de un economista y eso no es casualidad. Los economistas son reales estudiosos de la conducta humana y especialistas en encontrar sutilezas en la información sobre nuestros actos.
Y nos dan principios, como el de que un aumento en el precio de un bien, generalmente lleva a una reducción en la cantidad demandada. Son los que nos explican la razón por la que el agua vale menos que el oro, a pesar de tener una función vital. Y suelen tener razonamientos poderosos.
Es por eso que me parece razonable concluir que si alguna persona decide mejorar sus conocimientos y saber más de la vida, debe acudir sistemáticamente a obras de economistas.
Sí, también debe atender a libros de historia, pero sin descuidar una fuente maravillosa de aprendizaje de la conducta humana.
[El libro usado fue el de Cipolla, C. M. (1997). Entre la Historia y la Economía. Barcelona: Editorial Crítica.]
El caso de W. Churchill y G. Orwell
Un ejemplo de la perspicacia en acción, ese arte de entender el punto central. La inteligencia para comprender el tema que realmente importa. La capacidad para hacer de lado a todo lo que oculta al asunto de fondo.
Un curioso libro ejemplifica esa rara habilidad para detectar el fondo real de las cosas.
«Orwell y Churchill reconocieron que el asunto clave de su siglo no era quién controlaba los medios de producción, como pensaba Marx, ni cómo funcionaba la psique humana, como enseñó Freud, sino cómo preservar la libertad del individuo durante un tiempo en que el estado poderosamente se estaba volviendo un intruso en la vida privada». Ricks, Thomas E.. Churchill and Orwell: The Fight for Freedom(p. 3). Penguin Publishing Group. Kindle Edition. Mi traducción.
Leer Rebelión en la granja es una amena forma de la perspicacia de Orwell. Un llamado a poner de lado a lo insubstancial que nos distrae con su inmediatez y a sacudirnos del discusiones intrascendentes.
Sus frases
Orwell escribió algo que puede definir a la perspicacia en su misma esencia:
«Ver lo que tenemos delante de nuestras narices requiere una lucha constante».
Y una idea de Churchill:
«Los hombres, en ocasiones, tropiezan con la verdad, pero la mayoría de ellos se levantan y corren como si nada hubiera pasado».
Otros dos autores han dado muestras de una perspicacia extraordinaria. Alexis de Tocqueville (1805-1859), cuyo libro La democracia en América es quizá una de las lecturas mas obligadas que puedan existir. Y, también, la fantástica obra de José Ortega y Gasset (1883-1955), La rebelión de las masas.
El obstáculo de los sentimiento y las emociones
Ese esfuerzo para ver lo que está frente a nuestras narices tiene un obstáculo. Un rasgo de nuestros tiempos, el llamado humanitarismo sentimental.
En su esencia, este sentimentalismo tiene una apariencia humanitaria, entendida como pasión por los demás. Pasión por ayudar. Un apasionamiento compasivo, lleno de caridad y amor. Eso, y nada más que eso, es suficiente para hacer lo bueno, lo debido, lo deseable.
Falta algo, algo que es importante
Falta la razón, el pensar, el usar la mente. Orientarse por medio de la caridad y el amor y la compasión no es suficiente. También debe razonarse. No hacerlo llevaría a acciones alocadas, con malas consecuencias.
Imagine usted a un piloto de avión que solo con un corazón lleno de caridad por los pasajeros pretende llevarlos a su destino. No sé usted, pero yo me bajo de esa nave y me alejo de ese piloto.
Es obvio que el piloto, primero, debe saber, conocer, pensar, antes de tener un gran corazón.
El sentimentalismo de nuestros tiempos, por tanto, ignora a la razón. Más que eso, la considera una opositora. La razón, llega a creerse, es contraria a la compasión, al amor por los demás.
Razonar, se piensa, es propio de gente sin sentimientos, de mentes frías y calculadoras a quienes no importa la caridad, ni la compasión. La realidad es la opuesta: quien no razona sus actos actúan sin prudencia y sin consideración por los demás.
Y a actuar con la razón de nuestro lado, quienes tienen la habilidad de al perspicacia nos son de ayuda inmensa.
Perspicacia: causa (tiempo) y efecto
Es un problema de percepción. Lo causa un largo período de tiempo. Y ese tiempo impide asociar a la causa con su efecto. La inflación es un ejemplo.
El tiempo que pasa entre el momento de la creación de más dinero y el momento en el que los precios suben es largo. Lo suficiente como para ignorar la causa.
Me parece que es una percepción impedida por el monto de tiempo que transcurre entre un suceso cualquiera y su efecto.
Si el efecto se presenta al instante, no habrá mucho problema para percibir su efecto. Como cuando muevo un interruptor y se prende una luz.
Pero si entre esas dos acciones pasa un día, la causa se va aislando de su efecto. Si el tiempo es de un año, creeré que la luz se ha prendido sola, sin acordarme que hace un año accioné el interruptor.
Si pasan quince años, el que vea que la luz se ha encendido pensará que hay fantasmas, o que hay un corto circuito. Jamás se le ocurrirá pensar que quince años antes yo prendí el interruptor. El ejemplo es claro y aceptable.
Un caso
Un ejemplo muy mencionado: la invención y disponibilidad de pastillas anticonceptivas, en los años 60, que impiden la reproducción del acto sexual. Si esto se toma como causa, el efecto pudo preverse en ese mismo momento, el aumento de relaciones sexuales fuera del matrimonio.
¿Se produjo eso? Seguramente sí, con toda probabilidad y eso a su vez tuvo otro efecto, el del aumento de número de hijos fuera del matrimonio, cuando las pastillas fallaban, cuando se olvidaban, o cuando esas relaciones se tornaron normales.
Años tienen que pasar entre la causa y el darse cuenta de que hay algo nuevo en la sociedad, un efecto cuya causa no se conoce por el tiempo transcurrido.
Esquemáticamente se tienen los siguientes elementos en lo anterior. Una clara manifestación de la mente perspicaz y que es la consideración del tiempo y los efectos no intencionales.
- Existen causas cuyos efectos se producen mucho tiempo después, años y décadas después.
- El tiempo que pasa entre la causa y su efecto es proporcional a la ignorancia de la causa; a más tiempo, más olvido de la causa.
- Muchas situaciones no son bien analizadas al buscarse solamente causas cercanas en el tiempo, olvidando lo sucedido más tiempo atrás.
- La determinación de causas principales se complica por la complejidad de la sociedad y la existencia de variables adicionales; así como por la existencia de cadenas de consecuencias.
- La obcecación ideológica puede empeorar el análisis de las causas pasadas.
Así, todos estamos enfermos
Tomo datos de la columna de Leonard Sax, «»Unspecified Mental Disorder»? That’s Crazy» (WSJ 26 junio 2013). Comencemos por el principio. Primero, hay una organización que se llama American Psychiatric Association.
La organización ha sacado una nueva versión de su manual de enfermedades mentales, el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders. La quinta edición en unos 20 años.
Esta nueva edición relaja las reglas para el diagnóstico de males psiquiátricos. Con el enfoque anterior, el diagnóstico de una enfermedad cualquiera debía cumplir con cierto requisitos. No cualquiera podía ser diagnosticado con esquizofrenia, por ejemplo.
Con el enfoque actual, ya no hay que cumplir con esos requisitos.
«Unspecified»
Ahora hay algo nuevo, llamado «unspecified», es decir, no específico o sin especificar. El paciente ya no tiene que tener los síntomas que permitían el diagnóstico estricto y aún así ser diagnosticado con algún trastorno mental, en la categoría de no específico.
Y, por supuesto, ser sujeto justificado de algún tratamiento mental. El efecto más obvio es el que apunta el autor de la columna, los se elevarán los casos de gente que padece esas enfermedades.
Habrá más «locos» oficiales que antes. Cualquier cosa que usted o yo sintamos, nos podrá poner en el grupo de gente que sufre trastornos mentales.
Sabemos eso porque ha sucedido ya con el caso de niños y adolescentes bipolares. Antes era un caso raro encontrar alguien diagnosticado así. Ahora es común. Ese diagnóstico se ha elevado 40 veces desde 1994 a 2003, según reporta Sax.
Si usted relaja los síntomas que llevan a la declaración de un diagnóstico, tendrá más casos de la enfermedad diagnosticada. Si se tratara de apendicitis no especificada, por ejemplo, se terminaría con más casos de ese padecimiento, más operaciones, más atención médica.
Ese diagnóstico no especificado producirá, entre otras cosas, más visitas al psiquiatra y más consumo de medicinas.
Es decir, más gente tratada médicamente y que quizá no necesitada el tratamiento. Es un error probable: es aceptar como enfermo a quien no lo está y hacerle pasar por tratamientos innecesarios que empeorarán su situación original.
No es algo trivial y su probabilidad crece cuando se relaja una enfermedad a algo no especificado. Y sin gente que con perspicacia nos ayude a entender las cosas, estaremos perdidos.
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Conclusión
Ha sido explicado el concepto de perspicacia, de su significado y definición. La habilidad de unos pocos que con esfuerzo ven y explican lo que todos tienen frente a sus narices y no son capaces de percibir.
No es una labor grata el explicar a los demás lo que no ven, o muy a menudo, lo que no quieren ver. La perspicacia puede resultar en situaciones extraordinariamente molestas porque requiere hacer preguntas incómodas.
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Actualización última:
Un ejemplo de la molestia que puede producir la perspicacia:
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