Uno de esos términos que no necesita mucha definición. Todos la conocen, pero pocos la tienen. Una rara virtud que es una combinación única de hábitos, actitudes y aptitudes. La definición de sabiduría y un par de ejemplos.
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Introducción
Antes que nada, debe ponerse de lado la idea de que ‘sabiduría’ es el tener muchos conocimientos de muchas cosas. Este es solo uno de los rasgos del sabio, una persona que tiene conocimientos amplios. Pero eso no es todo.
Una vez que se tienen muchos conocimientos hay otras cosas más que se necesitan para tenerla. Esto está bien expresado en esta cita:
«La sabiduría es una cualidad atribuida a quien posee una gran cantidad de conocimientos y se distingue por usarlos con prudencia y sensatez». significados.com. Mi énfasis.
Es la misma idea que se expresa en las connotaciones de la palabra. Sabiduría puede hacer alusión a niveles muy altos y profundos de conocimientos en ciencias, artes y demás. Pero también se refiere a una manera de actuar, la de hacerlo con prudencia y sentido común.
📍 El concepto de sabiduría trae a la mente ideas de elitismo, clasismo y meritocracia. También conceptos como pueblo, muchedumbre y hombre-masa.
Sabiduría y por qué es tan poco común
La rara combinación que ella tiene explica la razón por la que el encuentro con gente sabia es un suceso poco probable. Ella une dos elementos:
🩸 Conocimientos amplios y profundos. Una cualidad que de por sí no es común, incluso entre los educados y universitarios. En certificado de estudios altos no necesariamente significa tener conocimientos amplios y profundos, quizá sean solo especializados e incompletos.
🩸 Virtudes, actitudes y hábitos. Otra cualidad que tampoco es frecuente de encontrar. Se refiere a hábitos como la prudencia, a actitudes como la humildad, a hábitos como la curiosidad. Comprende capacidades de razonamiento, un sano escepticismo, conciencia desarrollada, inteligencia y la aceptación de que existe algo a lo que se llama verdad.
Encontrar a alguna persona que reúna ambos elementos es en extremo poco probable. El sabio es una real excepción entre las personas. Lo que llama a prevenir el error de suponer que los intelectuales son sabios. Igual que el resto de la humanidad, ellos cometen errores, sus opiniones tiene defectos y tienen atracciones ideológicas. El sabio está muy por encima del intelectual promedio.
La historia del rabino sabio
Un rabino, muy sabio y prudente, tenía tres discípulos. Cierto día, decidió ponerles un examen para comprobar su aprendizaje. Siendo un hombre inteligente, prefirió ponerles una prueba real y tangible, una que comprobara realmente lo que habían aprendido.
Fue así que un cierto día y sin que estuvieran presentes los otros dos, interrogó al primer discípulo.
«Dime», le dijo, «que es lo que harías si en el camino de regreso a tu casa encuentras una bolsa con cinco monedas de oro». Este discípulo no tardó un segundo en hablar. Respondió de inmediato, «Lo entregaría a su legítimo dueño en ese preciso instante».
Siendo el rabino un hombre lleno de sabiduría, meditó ampliamente la respuesta dada. Su respuesta fue la correcta, pensó, pues es lo que debe hacerse de inmediato. Sin embargo, también pensó, dudo de su franqueza, pues su respuesta fue demasiado rápida, como si no la pensara. Concluyó que al alumno aún la faltaba madurar.
Al día siguiente, estando solo con el segundo alumno, le hizo la misma pregunta.
«Dime», le dijo, «que es lo que harías si en el camino de regreso a tu casa encuentras una bolsa con cinco monedas de oro».
El alumno, en este caso, dudó un poco y al final dijo, «Me quedaría con las monedas si es que nadie me vio encontrarlas».
El rabino, ya estando solo, reflexionó sobre la respuesta. El discípulo tuvo un buen punto, se dijo, pues habló con la verdad y esa es una cualidad admirable que ha aprendido. Pero, del otro lado, sucumbió a la tentación de lo material sin cumplir su deber. Concluyó que al alumno aún la faltaba madurar.
Pasó un día más y ahora buscó al tercer alumno. «Dime», le dijo, «que es lo que harías si en el camino de regreso a tu casa encuentras una bolsa con cinco monedas de oro».
El discípulo lo miro a la cara y dijo, «Maestro, con cinco monedas de oro en la mano la tentación sería muy grande. Pensaría en quedarme con ellas, pero haría una cosa también. Rezaría a Dios para que me diera fuerza y buscara al legítimo dueño, para devolvérselas».
El rabino, estando ya solo, meditó sobre la respuesta del tercer discípulo. «Este es un hombre que ha aprendido lo que le he enseñado. Es un hombre que ya no me necesita. Ahora él puede ser un rabino como yo. Puede confiarse en él».
La historia ilustra dos manifestaciones de la sabiduría. Una en el rabino que une sus amplios conocimientos con inteligencia para producir una decisión prudente. La otra es la del discípulo seleccionado, en vías de ser sabio.
La historia del sabio incompleto
El cuento ha sido narrado de muy diversas maneras. Una de ellas, la de Esopo, quien describe la existencia de un sabio muy célebre y admirado, que pasada los días encerrado en su casa rodeado de libros y papeles. Su pasión era la astronomía y estudiaba el cielo con ahínco.
Casi no salía de su casa, aunque algunas noches solía pasear por las calles de la ciudad. En una de esas ocasiones, caminaba el sabio mirando hacia el cielo y estudiando a las estrellas con gran detenimiento. Tanta atención puso en los cielos, que no vio un gran hoyo que se encontraba en el suelo, en el que cayó.
Lastimado y lleno de heridas, al darse cuenta de la situación, el sabio comenzó a gritar pidiendo ayuda. Lo escuchó un ciudadano que por allí pasaba, el que se acercó y pudo ya ver al sabio metido en ese hoyo.
Se le quedó viendo un momento y le dijo, «¡Ay de ti, viejo distraído que tanto te ocupas de las cosas elevadas sin preocuparte por las cosas que están aquí en en la tierra!»
No era tan sabio en realidad
Podía haber tenido reputación de sabio el viejo astrónomo, pero carecía del segundo componente. El de la rara combinación de virtudes, como prudencia y sentido común, de humildad y sentido práctico. La sabiduría es mucho más que el tener grandes conocimientos sobre una cosa, porque ella necesita una fuerte consideración de la realidad.
Un caso de esa carencia es la siguiente cita. Imagine el lector que ha leído la siguiente propuesta de una sociedad perfecta:
«[…] los ciudadanos, entre quienes habrá de hacerse el repartimiento de tierras [será]… de cinco mil cuarenta… [número que] no tiene más de 59 divisores; pero entre ellos hay diez que son correlativos comenzando con la unidad, lo cual es sumamente conveniente [..] el número de hogares… será siempre el mismo y no se podrá aumentarlo ni disminuirlo […] Los que tengan muchos hijos acomodarán las hembras según disposiciones de la ley, que daremos luego…» Platón, Las leyes. México. Editorial Porrúa
Hay algo aquí que padece el mismo defecto del astrónomo distraído. Tiene mucha teoría y ella distrae de la realidad.
Sabiduría y política: el estadista
Lo anterior explica, en buena medida, el fenómeno de la rareza de un estadista. A este último se le entiende como el gobernante excepcional, por encima del promedio del resto de gobernantes y políticos, y que posee los dos elementos del sabio: conocimiento y virtudes.
Ha sido razonablemente definido como una excepción, de esta forma:
«… una persona que tiene el saber, conocimiento, sapiencia, ilustración, educación, estudio y a su vez que tiene experiencia, práctica y la maestría en los asuntos y la materia acerca del estado o del gobierno de un determinado país o nación». definiciona.com
Contemplar a los gobernantes de cualquier país explica el porqué el estadista es tan rara avis. Quizá también porque puede ser que el sabio tienda a evitar entrar en política, la que puede ser demasiado sucia para él.
Conclusión
La esencia de la sabiduría está en la simultaneidad de esos dos componentes:
🩸 Conocimientos amplios y profundos.
🩸 Virtudes, actitudes y hábitos.
Su esencia pone en entredicho la corrección política de la actualidad con su igualitarismo que se molesta con la idea del problema de las decisiones democráticas. Un solo sabio puede estar en lo correcto y oponerse a la mayoría que está en el error.
La sabiduría, por su naturaleza, es un concepto molesto que incomoda a las ideas colectivistas que ponen toda su atención en los grupos olvidando la posibilidad de la persona individual.
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